martes, 28 de mayo de 2013

EDUARDO MEDINA MORA: CONVERSANDO CON WASHINGTON

El nuevo embajador de México en EUA asegura que la relación entre los dos países debe ser multidimensional y no quedar 'secuestrada' por los temas de seguridad o narcotráfico. Para el diplomático, la dinámica de crecimiento económico bilateral es tan prometedora que podría ser 'imparable'
"La historia puede, eventualmente, perdonarnos, pero no la geografía. Y la geografía implica aquí, además, una relación económica y comercial muy intensa”
Eduardo Medina Mora
Embajador de México en Washington
 
"La presencia del Estado, es decir, el despliegue del poder coercitivo del Estado, expresado como policía, es una condición fundamental de la seguridad, pero no es la seguridad”
Eduardo Medina Mora
Embajador de México en Washington
Diluvian cambios en el mundo.

El mundo está en crisis. Estados Unidos tiene la suya, y todavía hace pie en el sentido de ser la potencia, ya no unipolar, pero sí bipolar.

Hoy ser embajador de Peña Nieto, en Washington, es mucho más que un puesto. Es la oportunidad de poder colaborar en la formación de un nuevo mundo donde se defina qué papel nos toca como mexicanos.

Barack Obama lo dijo delante de Peña Nieto: “hora de romper ‘clichés’”.

Son tantos años tan cerca de ellos y tan lejos de Dios, que a lo mejor Dios se movió y no solamente mandó un Papa argentino al Vaticano, sino nos mandó a los mexicanos la posibilidad de la igualdad.

En entrevista exclusiva para Reporte Indigo: Eduardo Medina Mora, embajador.

México y Estados Unidos: más que el combate al narco

>Antonio Navalón: Embajador Medina Mora, ¿se puede considerar que ha comenzado un proceso de desnarcotizar la relación México-Estados Unidos? ¿Qué me dice de la relación entre ambos países? 

EMM: Sí, la intensidad lleva aparejada complejidad. La relación es multidimensional. (…) La historia puede, eventualmente, perdonarnos, pero no la geografía. Y la geografía implica aquí, además, una relación económica y comercial, muy intensa. 

Hay una dimensión de interrelación entre los pueblos donde la migración juega un papel muy destacado, pero no único. Para México, en la lógica de que muchos mexicanos que no encontraron oportunidades en su país, las encuentran en Estados Unidos. 

Para Estados Unidos –cuya propia dinámica interna, social y política es tocada fundamentalmente por la inmigración– es donde la inmigración hispana y en particular la mexicana, juega un papel fundamental. La dimensión de seguridad, obviamente, ha estado siempre en la ecuación de la relación bilateral. 

> AN: Estará siempre…

EMM: El retrato de la vida cotidiana se refleja en los medios, pero también en la conversación de las personas. La violencia derivada del narcotráfico es muy visible en los últimos años.  

México tiene un problema de seguridad. Yo no digo que de narcotráfico, es (un problema) originado en la debilidad institucional, porque nunca hemos hecho –a cabalidad– nuestra tarea en seguridad y justicia. 

México no es un Estado débil, ni ausente. En todo el territorio tiene presencia en programas sociales como Oportunidades, en apoyo a las familias de menores ingresos, en distribución de alimentos con Diconsa (…) en salud, en educación, en infraestructura (…) pero nunca lo hicimos en seguridad, y encima de esto la problemática del narcotráfico lo hizo más evidente y ciertamente más doloroso para los ciudadanos. 

(…) El gobierno de México debe otorgar a los ciudadanos certidumbre en su vida cotidiana. El narcotráfico y la relación con Estados Unidos lo hace más complejo pero no es la raíz del problema; por consecuencia hay que darle su justa dimensión, pero no secuestrar una relación tan rica, tan compleja y tan comprometedora, con tantos desafíos hacia adelante, detrás de un único tema.

La economía

>AN: ¿Qué vamos a hacer, por ejemplo, en economía? ¿Cómo plantea el gobierno que usted representa ese capítulo tan importante?  

EMM: Hay algo que el presiente Peña Nieto entiende muy bien y que en la visita del presidente Obama quedó claramente asumido (por ambos), y es el hecho de que a pesar de la ausencia de políticas públicas, explícitas, el proceso de integración entre EUA y México, y diría yo en la región de América del Norte, ha avanzado a una velocidad, y con una profundidad, que no está asumida ni por la opinión pública, ni tampoco por los actores políticos. 

No tenemos una visión estratégica respecto del otro y no hemos tenido la capacidad de construir una respecto del espacio económico compartido. Sin embargo esto pasa, y pasa con éxito, con potencia y con una dinámica de crecimiento, yo diría imparable.  

El año pasado el comercio bilateral llegó a 494 mil millones de dólares. Es una cifra enorme. (…) Para las exportaciones de EUA al mundo, América del Norte es el 33 por ciento, México el 14. Ha venido creciendo desde el inicio de vigencia del TLC (Tratado de libre comercio), del Nafta (North american free trade agreement), desde hace 20 años, en una tasa compuesta del 10 por ciento anual, con bajas significativas a la mitad; porque en esta fiesta apareció un actor que no estaba invitado de origen y que se llama China, y ahora de nuevo en términos de costos totales de producción, volvemos a ser muy competitivos como región. 

Lo importante no es el tamaño del comercio (sino cómo) se integra. Nosotros le compramos más a EUA que los famosos “BRIC” juntos -Brasil, Rusia, India y China-, más que China y Japón juntos, más que el Reino Unido, Francia, Alemania y los Países Bajos juntos, y casi igual que la Unión Europea. Por consecuencia hay entre 6 y 7 millones de empleos en Estados Unidos que dependen de la exportación a México.  

(…) Con Canadá la historia es distinta porque ha habido una integración comercial desde hace mucho tiempo. El Autopact fue el primer acuerdo firmado en 1965 y desde ahí hasta el TLC, que ahora compartimos. Un producto canadiense que se vende en Estados Unidos tiene un 25 por ciento de contenido estadounidense; uno mexicano tiene 40 por ciento.

(…) Esto no se logró porque hubiera una declaración política de origen, salvo la del TLC y la del Nafta, o porque hubieran políticas públicas explícitamente dirigidas a encontrar esta dinámica, sino que el espacio y el acuerdo del TLC permitió construir esta realidad.

¿Qué potencia podríamos construir si nos avocáramos a mirar esto con detalle, de una manera comprometida por parte de los dos gobiernos? Es extraordinariamente potente, diría yo, e infinito lo que podemos lograr.

La migración

>AN: Ahora mismo la relación bilateral está basada en hechos que benefician a México. ¿Cómo ligamos un fenómeno en el que claramente hemos pasado de ser el primer elemento de la inmigración ilegal a otra cosa? Es muy difícil su trabajo, ¿cómo se mueve uno en estas condiciones, ley de migración, oportunidad económica, cambio político?

EMM: EUA es un país muy complejo, México también. Lo único peor que la sobre simplificación es la sobre interpretación. 

No somos monolíticos (ni) piramidales en la manera de construir actitudes (...) políticas.

(Respecto a) la población inmigrante, es curioso cómo las cifras pueden ubicarnos en una realidad más comprensible. En el mundo solamente hay poco más de 220-230 millones de personas que viven fuera del país donde nacieron. De 7 mil millones, 40 millones viven en EUA. Hay 11 millones de personas que son extranjeros, que tiene una circunstancia migratoria irregular, de los cuales 6.2 millones, más o menos, son mexicanos.  

Hay poco más de 11.4 millones de mexicanos aquí, de los cuales 6.2 tienen condición migratoria irregular.  

Y a pesar de lo que se vive y se conversa y se siente y a veces se transmite al otro lado de la frontera, este es el país que mejor integra a la migración. La migración es parte constitutiva de su ser nacional, su propia identidad se forja, precisamente, de esta capacidad de incorporar identidades, elementos culturales, visiones, conductas (...).

Y obviamente en el proceso de ir acomodando esto a la realidad, enfrentan una gran cantidad de contradicciones y actitudes, a veces cortas o parroquiales o actitudes a veces generosas y solidarias, y estas conviven.  

>AN: ¿Y respecto a su peso político?

EMM: (La población) hispana o latina tiene un peso político muy importante. En la elección de noviembre del año pasado votaron 12 millones de hispanos, 70% por el Partido Demócrata, (pero esto) no siempre fue así y no necesariamente tiene que ser así.  

(…) Es un fenómeno que no puede ignorarse (…). Y es lo que le da sentido y capacidad de construcción política a un acuerdo que lleve a este esquema de la reforma migratoria y en esa lógica es que es un asunto de política interior de Estados Unidos y no una negociación bilateral con México o con ningún otro país.

>AN: Hay un hecho que es fundamental: la relación histórica, especialmente durante el siglo XX, ha establecido una bipolaridad en el sentido de cómo nos sentimos y cómo se sienten y cómo plasma la relación.  

EMM: Tenemos una responsabilidad indeclinable por buscar al respeto de la dignidad y los derechos de los nacionales mexicanos, que están en este país o en cualquier otro. (…) (Por ello) expresamos lo que pensamos y nuestra obligación es coadyuvar a que cualquier esquema de reforma de impulso a un mejor nivel de dignidad para los ciudadanos mexicanos que están en este país y como consecuencia a un mejor acceso a las oportunidades a las que tienen derecho porque se las han ganado. 

Este es el país en el que han decidido hacer sus vidas y nosotros estamos obligados a apoyarles en ese esfuerzo, respetando absolutamente su decisión personal y familiar, obviamente motivada por circunstancias que quizás no fueron positivas de origen, pero que lo pueden ser hacia adelante y esa es la posición que nosotros tomamos con respecto a la autoridad de EUA en el gobierno, y con respecto al Congreso y a las mismas organizaciones hispanas.  

Hay una cosa que a mí me sorprende mucho: tengo casi cinco meses aquí en Washington, conozco bien este país, pero he descubierto algo que me deja verdaderamente edificado como ser humano y como mexicano, que es entender, comprender y respetar a las comunidades mexicanas e hispanas en este país.

(…) La verdad nosotros tenemos poco que enseñarle a los mexicanos que están aquí y tenemos mucho que aprender de ellos. (Tienen) una capacidad de adaptación, de sacar lo mejor de ese ser mexicano, de ese ser latino, que han traído a esta geografía. Son emprendedores, tienen una ética de trabajo extraordinaria, tienen una capacidad de respeto por los demás, de solidaridad, de construcción de la ecuación social que potencia extraordinariamente a sus familias y a las comunidades en las cuales se integran. 

Este fenómeno (debe) enseñarnos lecciones que podemos aplicar en nuestro país. Es lo que he comentado con el señor presidente de la República y él tiene la convicción de que necesitamos construir esta nueva visión estratégica con respecto a EUA y lograr que ellos la construyan con respeto de México. 

La seguridad

>AN: Su servicio al Estado le hace tener una perspectiva única frente a algo que se convierte en un factor definitivo en el cambio cualitativo de la relación, y esa pasa por dos factores que usted señala con clarísima evidencia: seguridad y estructura jurídica de la Nación. Por ejemplo, ¿acabaremos teniendo una policía de fronteras? 

EMM: Como tal no, pero ciertamente tenemos que tener una presencia del Estado en todo el territorio y las fronteras. El sector rural y los caminos federales son áreas críticas donde tiene que haber presencia. 

La presencia del Estado, es decir, el despliegue del poder coercitivo del Estado, expresado como policía, es una condición fundamental de la seguridad, pero no es la seguridad. 

La seguridad la construimos los ciudadanos con nuestra capacidad de apropiarnos de nuestro espacio físico comunitario, pero eso requiere una garantía mínima del Estado (…) que nos lo permita. 

La frontera es una zona compleja, hay una interacción de 45 millones de personas de ambos lados, que genera una realidad distinta (…). Y obviamente la seguridad es una precondición para que todo lo demás bueno, sano, deseable pueda pasar (…).

Sobre esta base, me parece, que hay un enorme campo de cooperación, pero no debemos confundir lo que son las tareas internas de construcción institucional, de construcción de un sistema de justicia transparente, eficaz, confiable que realmente resuelva la impunidad y que las conductas delictivas tengan consecuencias predecibles y además transparentemente procesadas en los tribunales, bajo reglas preestablecidas, y que esto no es renunciable. Esto no es una tarea que sea culpa de Estados Unidos o culpa de la globalidad. 

Es una tarea doméstica, interna, que nosotros tenemos que asumir y que asumimos. El presidente Peña Nieto tiene esto muy claro, ha acordado con los gobernadores no cambiar la fecha que quedó establecida originalmente en la reforma constitucional para adoptar el sistema de justicia acusatorio y oral. 

La cooperación es fundamental, pero la cooperación no sustituye la tarea nacional.

Esta historia de la seguridad que ha, como tú dices, secuestrado un tanto la relación bilateral, también ha secuestrado la historia nacional. 

Una de las grandes virtudes de la aproximación del presidente Peña Nieto y su gobierno es la capacidad de hacer acuerdos políticos y del mérito enorme que tienen los partidos políticos en México para convenir una agenda compartida y de llevar adelante reformas que han sido dejadas de lado durante muchísimo tiempo y que son fundamentales (…). 

(Como el tema de la seguridad no ha secuestrado al país) seguimos creciendo, ha seguido creando empleos, aún en las zonas más difíciles, la industria ha seguido expandiéndose (…). 

Ahora el reto hacia adelante es cómo facilitamos la toma de riesgos, la formación de capital, la generación de empleos, cómo hacemos políticas públicas que realmente bajen los costos de transacción internos, y hacia afuera, cómo construimos un México, y junto con todo eso, una región de Norte América más competitiva.

Ser embajador de EUA en el gobierno de Peña

>AN: Desde el TLC, México no había vivido una situación internacional de expectativa positiva como la que hoy vive. Hemos sido durante muchos años ejemplo de lo malo, empezamos a ser –lo dicen los grandes medios mundiales– un ejemplo a seguir. ¿Representar y ser parte del gabinete que acomete la mayor reforma estructural de México de los últimos 30 años, facilita el trabajo de embajador en Estados Unidos? 

EMM: Indudablemente. Ser el embajador designado por el presidente Peña Nieto, de un presidente que cree en la política y la ejerce día con día y que apuesta por la política y que encuentra eco en los otros actores políticos de otros partidos políticos en México para construir precisamente esta agenda compartida hacia adelante, facilita extraordinariamente el trabajo de ser embajador. 

(…) El embajador de México, aquí y en cualquier sitio, por definición legal, es el representante del Estado mexicano y obviamente representante personal del presidente (…).

Y sobre esta base este Estado mexicano que se expresa en esta nueva capacidad de hacer política, de apostar por la política como el mecanismo para construir un futuro mejor, para construir una lógica en que los mexicanos podamos volver a creer en nosotros mismos, ser orgullosos de lo que somos, de lo que podemos llegar a ser y de lo que vamos a hacer juntos, es una extraordinaria oportunidad. 

>AN: De todo lo que se puede hacer, ¿qué es lo que al embajador Medina Mora le gustaría al final de su paso por este puesto?  

EMM: (…) Yo creo que hay dos tareas fundamentales. Primero construir la visión de espacio compartido con el propósito de elevar la competitividad de la región, reduciendo los costos de transacción y reduciendo los obstáculos para la toma de riesgos, la formación del capital, la inversión, la generación de empleo y al final bienestar. Esto es la expresión más pura de la soberanía. 

El otro desafío, más complejo, porque tiene raíces, antiguas y nuevas, pero más antiguas, es modificar la reputación de México en Estados Unidos, ya que es el eco hacia el mundo. Esta reputación está afectada no solo por la violencia que hemos vivido estos últimos años, es más profunda, y se finca en estereotipos respecto del país donde no se comprenden las enormes transformaciones que México ha tenido en los últimos 70 ó 100 años y no se comprende lo que puede aportar a Estados Unidos y al mundo.

Cómo se toca y se cambia la reputación de México me interesa muchísimo. Es un desafío gigantesco.

Los medios tienen un papel fundamental, pero no es en los medios ni con los medios solamente como se cambia esto, es en la percepción del ciudadano común (…) y también respecto de nosotros mismos. El presidente (tiene) muy claro cómo (…) construimos expectativa, esperanza y sentido de futuro juntos, cómo su enorme potencia como cultura, su posición en el mundo, su economía y su competitividad, le puede dar a los mexicanos bienestar pero también sentido de pertenencia y de orgullo nacional.

Profundo conocimiento

Eduardo Medina Mora conoció, desde dentro, el mundo de las empresas; conoció, desde dentro, el mundo de la inteligencia; conoció, desde dentro, el mundo de la seguridad; conoció, desde dentro, muy adentro, el mundo de la restructuración de la justicia mexicana y ha representado ante  gobiernos tan importantes al Estado mexicano en tres sexenios distintos, lo cual le da un récord que nadie má

s tiene respecto a los intereses nacionales.

 






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