Hace seis meses, Proceso 2087 ilustraba
cómo el priista Javier Duarte de Ochoa tuvo todas las facilidades para alistar
su salida, el día 12 de octubre anunció su separación del cargo en un noticiero
de televisión, un día después se le vio por dos de sus nueve residencias en
Veracruz. El reportaje recuerda cómo fue que Duarte huyó, pero también las
huellas de su enriquecimiento ilícito permanecen incólumes
BOCA DEL RÍO, Ver.
(Proceso).- Hace una década, cuando era subsecretario de Ingresos de la
Secretaria de Finanzas y Planeación (Sefiplan) –en el sexenio del priista
Fidel Herrera Beltrán–, Javier Duarte de Ochoa llegó a vivir a una casa
campestre de dos plantas y con cochera para dos automóviles, ubicada en las
inmediaciones del Club de Golf de Xalapa.
Ahora el gobernador con
licencia posee nueve residencias en los municipios de Boca del Río, Veracruz,
Emiliano Zapata y Córdoba, así como un lujoso rancho en una exuberante zona
montañosa, muy cerca de la cabecera municipal de Fortín de las Flores. Además,
la PGR busca posibles propiedades suyas en Ixtapa-Zihuatanejo, Guerrero, y
también en Estados Unidos y Europa.
La Procuraduría indaga
asimismo inmuebles que los colaboradores más cercanos de Duarte pudieron
comprar a través de prestanombres en Costa Rica, Texas, Madrid, Bilbao, La
Coruña y Cataluña, como consta en la investigación ministerial 1135/2016.
Diligencias similares realiza la Agencia de Investigación Criminal de la PGR.
Duarte, quien fue expulsado
del PRI el pasado martes 25 tras no presentarse a una audiencia, continúa
prófugo de la justicia luego de que la PGR emitiera una orden de aprehensión
contra él por los presuntos delitos de peculado, lavado de dinero, desvío de recursos
y delincuencia organizada.
Sin embargo, tuvo tiempo para
llevarse sus cosas más esenciales. Por ejemplo, la Casa Veracruz –residencia
oficial del mandatario en turno– fue desvalijada días antes de que el
gobernador anunciara en un noticiario de Televisa (el espacio conducido por
Carlos Loret de Mola) que pediría licencia al cargo por “responsabilidad” y por
“amor a Veracruz”, a fin de enfrentar el medio centenar de denuncias en su
contra. En vez de eso, escapó.
“EL LUJO ESTÁ POR DENTRO”
En Boca del Río, municipio
gobernado por Miguel Ángel Yunes Márquez (hijo del gobernador electo), Duarte
de Ochoa posee cuatro lujosos penthouses: dos en la Torre Pelícano, uno más en
la torre Levant –de reciente construcción y donde aún se están realizando los acabados–,
más otro en la Torre Financiera Américas, a un costado de la cual, en
septiembre de 2011, fueron arrojados 34 cadáveres, cada uno rotulado con una
“Z” en el torso.
Al preguntar por los dos
departamentos y unas oficinas ocupadas por Duarte de Ochoa como mandatario, un
empleado de la Torre Pelícano, en el 741 del bulevar Ávila Camacho, arruga la
frente y dice: “Tenemos instrucciones de no dejar pasar a nadie de la prensa…
usted sabe lo delicado del asunto. Todos los administradores están ocupados, le
voy a pedir que se retire”.
Más adelante, en el 933 del
bulevar Miguel Alemán, frente a la Playa Oro, un enorme letrero se eleva sobre
el puente peatonal de la Torre Levant, con el eslogan: “Vive más seguro frente
al mar”. Ahí, un nivel más arriba del piso 23, Duarte de Ochoa posee un
inmueble de 370 metros cuadrados, el más espectacular del condominio.
La investigación ministerial
1135/2016 también da cuenta de un departamento más, ubicado dentro de la Torre
Financiera Américas, frente a la plaza comercial del mismo nombre. Es un lujoso
condominio construido en el sexenio de Duarte y con una vista privilegiada
hacia el Golfo de México.
La Torre Financiera Américas. Foto:
Yahir Ceballos
En todos los condominios de
Boca del Río que se le atribuyen a Duarte, empleados de mantenimiento,
encargados de recepción y choferes rechazan hablar del gobernador con los
enviados de Proceso. Tras varias preguntas, alguno dice: “Sólo sabemos lo que
ha salido en la tele”.
A un kilómetro de la
comandancia del VI Batallón, en el municipio de Emiliano Zapata, el gobernador
prófugo posee otra residencia en el exclusivo fraccionamiento Tres Pasos,
detrás de unos portones eléctricos y árboles frondosos.
“Es una casa de dos plantas,
la más bonita del lugar; tiene vivos color naranja y melón. Por fuera no se ve
el lujo, está por dentro. Ya no se le ha visto por aquí (a Duarte)”, dice un
vecino. Cuando el gobernador llegaba o salía de ahí, rompía la tranquilidad del
fraccionamiento un convoy de camionetas blindadas, con avanzada y retaguardia
de la Policía Estatal Acreditable.
El pasado 6 de abril Duarte
de Ochoa negó que fuera multimillonario y sólo admitió que posee dos casas, una
en el popular barrio de La Huaca, en el puerto de Veracruz, y la otra obtenida
por herencia familiar en la zona centro de Córdoba, cuyo valor no excedía de
800 mil pesos.
Sin embargo, la PGR y fuerzas
federales, incluidos efectivos de la Marina-Armada de México se apostaron
frente al rancho El Faunito, una fastuosa hacienda ubicada en la región
montañosa central del estado.
Un arroyo cruza la propiedad,
que cuenta con caballerizas, una veintena de cuartos y helipuerto, según los
taxistas que por 35 pesos llevan ahí a los curiosos.
Rancho El Faunito. Foto: Yahir Ceballos
Desde lo alto del Centros de
Estudios Tecnológico Industrial y de Servicios (CETIS) 143 se alcanza a ver el
riachuelo y la nave principal de la hacienda, así como el empedrado camino
principal.
“Aquí Duarte siempre llegaba
en helicóptero. Eso sí, cada que venía, horas antes, llegaba un convoy de la
Marina, entiendo que para cuidar al señor”, comenta un poblador de Fortín de
las Flores, el municipio veracruzano que sólo tiene 73 kilómetros cuadrados.
“Fotos de fuera, sólo de
fuera”, grita un agente de la Policía Estatal Acreditable, con su rifle de
asalto apuntando al suelo. Tras mostrarle las identificaciones de Proceso,
entra en la caseta de vigilancia.
En el segundo semestre de
2015, en una conversación informal con Duarte, el reportero sacó a colación
esos cuantiosos bienes patrimoniales, pero el mandatario contestó:
“Sí, voy seguido al Faunito,
no salgo de ahí. Pero ese rancho es propiedad de Franky García, que es muy amigo
mío. Él sí tiene mucho dinero, no yo”. Y calificó la información sobre sus
posesiones como “rumorología” y “leyendas urbanas”.
Entrada al rancho El Faunito. Foto:
Yahir Ceballos
En abril pasado, ya con una
docena de denuncias penales en su contra por enriquecimiento ilícito, Duarte
dio una rueda de prensa para reporteros locales en la cual afirmó que estaba
“ahorrando” para su futuro:
“Tengo una sola cuenta
bancaria, donde se me deposita mi salario. De ahí vive mi familia y pago mis
gastos: las colegiaturas de mis hijos, las actividades de mi familia… y donde
me queda un poquito para ir ahorrando para mi retiro, ahora que concluya mi
mandato como gobernador.”
Ante la insistencia de la
prensa local, Duarte retó a los reporteros para que cotejaran los bienes de su
declaración patrimonial y los remitió a dos casas: la de La Huaca y la de su
natal Córdoba: “Les doy las direcciones para que hagan periodismo de
investigación”.
En el reportaje Duarte se
tomó todo el tiempo para huir se da cuenta del desvalijamiento de Casa
Veracruz, de donde un camión de mudanzas se llevó muebles, alhajas,
computadoras, máquinas industriales de lavado, obras de arte, guardarropa de
Karime Macías e hijos; no así las prendas de Duarte, quien regaló muchas de
ellas, la cava y artesanías a sus empleados (Proceso 2086).
En un nuevo recorrido por la
Casa Veracruz, ubicada en la calle Guillermo Prieto, colonia 2 de Abril, se
comprobó que incluso fue desmantelado el módulo de la Policía Estatal
Acreditable construido en este sexenio para custodiar a la familia Duarte
Macías.
Las cuatro camionetas 4×4 de
la Fuerza Civil ya fueron retiradas. Puertas y ventanas de las oficinas
quedaron abiertas de par en par, pero no se ve ni un guardia. Sólo se ve, mal
estacionada, una camioneta Suburban blanca con los sellos de la Ayudantía de la
Oficina del Gobernador.
En las inmediaciones de la
calle Guillermo Prieto ya no monta su aparatosa guardia la decena de escoltas y
policías estatales asignados al gobernador. Desde afuera la Casa Veracruz, con
imponentes vitrales europeos y amplias cocheras, parece abandonada.
De los empleados de la
residencia oficial, algunos ya se reincorporaron a la Subsecretaría de
Gobierno, al DIF estatal o al Palacio de Gobierno. En la incertidumbre
permanecen quienes manejaban las redes sociales de Duarte, quien pese a su
confesa adicción a éstas no ha vuelto a tuitear desde el 12 de octubre, cuando
pidió licencia al cargo y felicitó al gobernador interino Flavino Ríos.
(PROCESO / REPORTAJE ESPECIAL / NOÉ
ZAVALETA/ 16 ABRIL, 2017)