La tierra de los cerros en Guerrero
favorece a la planta de amapola y le da
a la goma de opio una calidad especial
Tierra Caliente, Guerrero.-
El 34 Batallón de Infantería acudió a una zona ubicada en Guerrero, donde los
plantíos de amapola, tienen de pique a siete cárteles, la misión de las fuerzas
castrenses es erradicar los plantíos, misión a la que El Universal acudió para
ser testigo de lo que se vive en donde los cerros tienen dueño.
A casi 2 mil metros sobre el
nivel del mar, en la región de Tierra Caliente del estado de Guerrero, entre
caminos de lodo se desplazan vehículos del Ejército mexicano con 30 elementos
fuertemente armados. Se internan hasta la zona que se disputan siete de los
cárteles más fuertes del país, todo por el llamado oro rojo: la amapola.
El único objetivo de este
batallón es destruir todo plantío que se encuentre en la zona. Arrancarle a
Guerreros Unidos, Los Rojos, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios,
Los Ardillos, Los Tequileros, y ahora al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)
la razón de sus enfrentamientos y de las muertes ocurridas en esa zona, según
información de inteligencia militar.
A pie y en las unidades recorren
la zona.
El primer reporte del
gobierno de México y la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito
(UNODC, por sus siglas en inglés), refiere que al año se siembran 28 mil
hectáreas de amapola, cifra que posiciona al país como el tercer productor a
nivel mundial.
El botín en estas tierra de
difícil acceso es el control de los plantíos de amapola para extraer goma de
opio, procesarla y convertirla en miles de dosis de heroína de la más alta
calidad, por encima de la que se produce en Sinaloa, Durango y Chihuahua, en el
llamado Triángulo Dorado, y que deja grandes ganancias a los cárteles.
CÁMARAS TÁCTICAS PARA LA DETECCIÓN
EL UNIVERSAL realizó un
recorrido por el municipio de Coyuca de Catalán, Guerrero, y siguió de cerca
uno de los operativos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para la
erradicación de esa planta.
Desde la Comandancia del 34
Batallón de Infantería, en Ciudad Altamirano, se preparan los pelotones. Llevan
vehículos artillados en caso de cualquier amenaza del crimen.
Nos encontramos a 110
kilómetros del punto en el que fue detectado —vía aérea— un plantío de oro rojo
en barrancas para dificultar su acceso; es con dirección al suroeste.
A diario recorren los cerros
de Tierra Caliente, Guerrero.
En el mapa está marcada en
rojo la ruta a seguir, es una de las zonas de Guerrero catalogada de alta
peligrosidad.
“¡POSICIÓN TIRADOR DE PIE! ¡DESINSERTAR EL CARGADOR!
¡CARGAR YA! ¡QUITAR SEGURO, APUNTAR, ACCIONAR EL DISPARADOR…!”.
Son las órdenes del teniente
de infantería Leandro Vargas Plata, comandante de la sección de fusileros y
encargado del pase de revista del armamento en el Batallón de Infantería.
Continúan las instrucciones,
porque un movimiento en falso ante una situación de amenaza les cuesta la vida;
cualquiera de ellos podría ser el caído número 469 desde que inició la guerra
contra el narcotráfico.
Al arribar, bajan de los
vehículos y realizan una marcha a pie de un kilómetro y medio. La vanguardia,
el primer pelotón; el segundo pelotón al grueso, junto con servicios técnicos,
y el tercer pelotón, a la retaguardia.
En el proceso buscan
erradicar el plantío de amapola.
Al llegar a los plantíos la
vanguardia hace reconocimiento, el grueso toma sus machetes y destruye los
plantíos, y el tercero incinera lo acumulado.
“Aplicaremos el manual del
uso de la fuerza, haremos uso de nuestras armas si somos objetos de alguna
agresión por grupos de la delincuencia organizada. Utilizaremos cámaras
tácticas en todo momento del operativo”, indica el teniente Vargas.
Vehículos, víveres para
acampar 30 días, equipo de transmisiones, todo está listo para adentrarse entre
cerros que se pierden en la intensa nubosidad.
El coronel Isaac Aarón Jesús
García, comandante del 34 Batallón de Infantería, entrega la orden de
operaciones.
Se perfilan los vehículos con
30 elementos fuertemente armados que salen a recorrer durante cinco horas una
parte de la carretera Altamirano-Zihuatanejo, luego se realiza un cambio, ahora
son unidades todoterreno para seguir entre caminos de lodo.
Cifras de la Defensa Nacional
indican que de los volúmenes de la siembra de amapola entre 2006 y 2015 se
pudieron erradicar 153 mil 905 hectáreas del oro rojo.
Entre 2012 y 2015 el Ejército
destruyó 28 mil hectáreas en Guerrero, 16 mil en Chihuahua, 10 mil en Durango,
7 mil en Sinaloa, 2 mil 900 en Nayarit y mil 620 en Oaxaca.
Entre los cerros enlodados,
las fuerzas castrenses emprenden el operativo.
LOS CERROS TIENEN DUEÑO
La carretera luce sola
mientras continúa el recorrido, ningún vehículo particular se observa; y es que
aquí es territorio de los “levantones”, personas que son privadas de la
libertad por parte de células de los cárteles.
El convoy va atento, los
soldados, tanto en la vanguardia como la retaguardia, van constantemente
vigilantes, miran hacia todos lados para evitar emboscadas, porque aquí todos
los cerros están controlados, tienen dueño.
El sol se oculta, el avance
ahora es entre cerro y cerro; el tiempo estimado aumenta porque los vehículos
se atascan en el camino fangoso.
En la espera de las maniobras
para librar el lodo, pasan algunas cuatrimotos. Entre las comunidades se señala
que son esos vehículos los que usan los sembradores para bajar la goma de opio
y entregarla al mejor postor o con quienes se ha pactado la producción. Por ahí
corre el río Balsas, lo que hace a esta región la ruta perfecta para el
trasiego.
La siguiente parada del
convoy es la base de operaciones Méndez, el campamento que lleva el nombre del
teniente de infantería Bernardo Méndez Rodríguez, a cargo de la base. No hay
señal de celulares, toda comunicación a Ciudad Altamirano es satelital.
Esta noche, a Iván Castillo,
soldado de Infantería de 21 años, le toca hacer la guardia. De él y otros
soldados depende la vida de todo el campamento. Lleva un mes pernoctando aquí y
sabe el daño que ocasiona el enervante. “Hay que destruirlos, por la amapola
mucha gente se está matando, se están volviendo adictos”, dice mientras carga
su arma y mira hacia todos lados.
Las guardias nocturnas se
rolan entre los integrantes del Batallón.
La noche transcurre entre los
sonidos de la nada, tranquila. Amanece y el soldado Castillo da gracias por un
día más de vida; eso le enseñaron sus padres.
Después del aseo personal y
el desayuno es momento de levantar el campamento y continuar el camino, internarse
hasta llegar al plantío de amapola, pero antes el cabo de Sanidad, Orlando
Martínez Gallegos, hace la comida para todos.
Es hora del pase de lista,
presentes están los soldados Erick Ramírez, Eugenio Andrés Castillo, Amado
Ortega, Ricardo Salgado, Orlando Martínez y el cabo de Infantería, Apolonio
Tinoco, listos para seguir órdenes.
Ahora avanzan a pie y
mientras se adentran a la zona de barrancos se observan restos de comida, ropa
y latas en campamentos o echaderos usados por quienes cuidan los plantíos. Los
dos que se observan tienen pocos días que lo abandonaron, sabían que llegarían
“los verdes”, como se refieren a los soldados.
POBREZA LOS ORILLA A SEMBRAR
Es hasta ahora que se ha dado
con el punto trazado desde el 34 Batallón de Infantería, en Ciudad Altamirano.
Establecen un perímetro de
seguridad porque desde el otro extremo del barranco, donde los podrían
sorprender, mientras que el teniente coronel de infantería Diplomado Estado
Mayor, Juan José Moreno Orzua, vocero de la 35 Zona militar en Chilpancingo,
relata que se trata de una de las acciones de la Operación Guerrero Seguro.
“Se indica la ubicación para
que el puesto de mando esté enterado. El peligro es latente, pero tratamos de
evitar la confrontación, existe el riesgo de ser objeto de alguna agresión”,
explica.
Uno de los integrantes del
Batallón se depila el bigote para iniciar las actividades.
En esto de la siembra y
cosecha de la amapola, quien sale perdiendo es el campesino, se arriesga y
obtiene poca ganancia, pero lo hacen porque de otra forma no obtienen recursos
para vivir.
Para rayar el bulbo necesitan
de manos delicadas y finas, como las de los niños, de ahí obtienen la goma y
las organizaciones criminales la procesan para tener las dosis de heroína.
“Las condiciones geográficas
hacen que la goma de opio de Guerrero tenga características especiales, una
calidad superior y eso la hace demandada en el mercado, esa es una de las
grandes razones por las que existe el problema en Guerrero”, señala el teniente
coronel Moreno Orzua.
Mientras se organizan e
inicia el proceso de destrucción del plantío, Moreno dice que el soldado no se
mete con el campesino. Han creado un vínculo de respeto mutuo. El militar
entiende que el poblador no tiene la culpa, puesto que algunos de ellos son
obligados por los cárteles o por la falta de recursos y empleo a sembrar, a
arriesgarse.
Al llegar a lo más alto de
los cerros, donde la punta se pierde entre la neblina, algunos resbalan por el
lodo y se sostienen entre las ramas de árboles y arbustos para no caer al
barranco.
Armados y a bordo de la
unidad del Ejército, soldados emprenden el operativo.
A lo lejos, entre la estampa
verde resalta una alfombra roja y rosa; los soldados han llegado al plantío que
se encuentra en un piso inclinado.
El encargado de la misión da
la instrucción de crear un perímetro de seguridad. La otra parte del pelotón
saca machetes y comienza a limpiar el terreno; otros jalan desde raíz la
amapola que da color al paisaje.
En menos de 20 minutos, el
plantío del que las organizaciones criminales pudieron haber obtenido un kilo
de goma, es arrancado y amontonado; la orden es prenderle fuego.
El pelotón se retira tras un
mes de permanecer en el campamento, regresan a sus instalaciones militares,
descansarán algunos días en casa y regresarán a la sierra en busca de más
plantíos.
El miedo existe, es parte del
trabajo diario en zonas donde operan cárteles, los mantiene alerta y dicen que
el día que lo pierdan serán más vulnerables.
14 mil y 20 mil pesos gana un
campesino por kilo de goma de opio.
Es el caso del sargento
segundo de infantería, Santiago Ehuan Cruz, con 18 años de servicio. Podría
retirarse pero aún tiene más que aportar a la institución.
“LE DIJE A MI ESPOSA ANTES DE SALIR QUE ME IBA A LA
SIERRA; EL TRABAJO ME DA PARA DARLE UNA VIDA DIGNA A ELLA Y A MI HIJO”,
COMENTA.
UN CAMPESINO GANA ENTRE 14 MIL Y 20 MIL PESOS POR EL
KILO DE GOMA DE OPIO, CONFORME LO VAN TRASLADANDO, SACANDO DESDE ESA ALEJADA
ZONA SERRANA.
Su precio sube hasta alcanzar
los 20 millones de pesos de ganancias por las 20 mil dosis de heroína que
obtienen.
“ESA ES LA LUCHA ENTRE LOS GRUPOS DE LA DELINCUENCIA
ORGANIZADA, INVIERTEN POCO Y GANAN MUCHO, PERO EL PRINCIPAL AFECTADO ES EL
CAMPESINO”, DICE EL VOCERO DE LA 35 ZONA MILITAR.
Los botones de flores, el oro
rojo queda reducido a cenizas por ahora. Al dar por exitosa la misión en el
punto que fue trazado e identificado con la tecnología del Ejército, los mandos
al frente del convoy ordenan el regreso a la sede del batallón, en espera de
que el área de inteligencia militar proporcionen los datos exactos para
emprender una acción similar en otro punto de esa zona a la cual se le quiere
arrancar el color de la sangre.
(EL DEBATE/REDACCION/ 04/09/2016 - 15:05 HS)