Un
plan de desarme está dando buenos resultados: en dos años ha intercambiado por
dinero o enseres domésticos más de 18 mil armas de fuego. Se trata de una
acción conjunta entre la Iglesia, la Sedena y el gobierno capitalino, donde los
atrios de algunos templos católicos son el escenario de tan peculiar trueque.
Especialistas en el tema del armamentismo ven con buenos ojos la campaña, que
podría reducir el número de crímenes, pero otros alertan sobre los peligros de
una relación tan cercana entre el culto religioso y la milicia.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Para mayor gloria de Dios”, la campaña de desarme aplicada en
los templos de la Arquidiócesis de México –producto de una colaboración entre
la Iglesia, el Ejército y el gobierno capitalino– ha sido “todo un éxito”, pues
hasta el momento ha logrado recolectar más de 18 mil armas de fuego, muchas de
ellas de alto poder y de uso restringido.
Este
tipo de desarme, novedoso en México, se realiza en unos 30 templos de la
arquidiócesis, entre ellos la Basílica de Guadalupe, principal santuario del
país y donde se ha recogido más armamento: 2 mil 359 metralletas, pistolas,
bazucas y granadas, entre otras armas.
Armando
Martínez, coordinador eclesiástico de la campaña, se dice sorprendido: “Jamás
pensamos que el desarme en los templos de la arquidiócesis resultaría todo un
éxito. Al arrancar la campaña, a principios de 2013, creíamos que solamente se
le daría una vuelta a cada templo y hasta ahí terminaría todo. ¡Pero no! Ya
vamos en la cuarta vuelta y siguen llegando armas y más armas a las iglesias.
La misma feligresía nos pide que continuemos con la campaña”.
–¿A
qué atribuye el éxito?
–A
la confianza que los ciudadanos tienen en la Iglesia. Ellos saben muy bien que
pueden llegar a los templos a dejar sus armas sin peligro de ser detenidos.
Nadie les pregunta si las obtuvieron o las tenían de manera ilegal, ni tampoco
qué uso les daban. Nada de eso. Llegan a nuestras parroquias con plena
confianza.
–¿Qué
tipo de armas están entregando?
–De
todo tipo. Desde la vieja pistola del abuelo o el arma de colección de la
familia, hasta metralletas, granadas, bazucas y una gran variedad de potentes
armas largas. Estamos sorprendidos del peligroso arsenal que la gente llega a
guardar en sus casas en estos tiempos violentos que, por desgracia, tienen
convulsionado al país.
–¿Vendrán
algunas armas de grupos delincuenciales, del crimen organizado?
–Para
nosotros es muy difícil saberlo. Ignoramos si nuestra campaña impacta de alguna
manera en la delincuencia organizada, en las bandas de secuestradores o en las
pandillas urbanas. No lo sabemos, pues hay que tomar en cuenta que este es un
desarme voluntario y es muy difícil que los criminales se desarmen por voluntad
propia.
“Pero
lo que sí nos queda claro es que un arma menos es un peligro menos. Mientras
haya menos armas habrá menos homicidios. No hay duda. La Iglesia siempre ha
sido promotora de la paz. Y hoy nuestra labor es prevenir el delito mediante
esta cooperación con las autoridades militares y civiles.”
Martínez
señala que fue el mismo cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de
México, quien le propuso a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y al
jefe del gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, incluir a la Iglesia en
este programa, llamado “Por tu familia, desarme voluntario”.
“Fue
una propuesta de la arquidiócesis. Por primera vez la Iglesia mexicana abre sus
templos para una campaña de desarme”, asegura.
–¿Los
sacerdotes de los templos que participan en la campaña también están exhortando
a sus fieles a desarmarse?
–Por
supuesto. Lo hacen durante sus misas. Y también colocan letreros y mantas en
las fachadas de los templos llamando al desarme. Es un programa que ya funciona
oficialmente en la arquidiócesis primada. No hubo necesidad de recurrir a
despliegues mediáticos de propaganda.
Detalla
que la arquidiócesis, a través de sus ocho vicarías, lleva el control de las
parroquias donde se recopilan las armas. Se escogió a las parroquias aledañas a
cada una de las 16 jefaturas delegacionales del gobierno capitalino, ya que
estos templos deben coordinarse con aquellas. Uno a uno, cada templo se va
rotando el acopio.
“Participan
alrededor de 30 templos. Aunque algunos no necesariamente están cerca de una
delegación política; hay excepciones, como sucede con la Catedral
Metropolitana, situada en pleno Centro de la ciudad y que se escogió por la
importancia que tiene”, detalla Martínez.
Y
da los nombres de algunos de esos recintos: la Basílica de Guadalupe, frente a
la delegación Gustavo A. Madero; el templo de San Bernardino, en Xochimilco; el
de San Agustín de las Cuevas, en Tlalpan; el del Santo Sepulcro, en Iztapalapa…
A
esos templos llegan los soldados, instalan en el atrio una carpa para cubrirse
del sol y debajo una larga mesa donde los ciudadanos –que van llegando poco a
poco– depositan sus armas. Los militares revisan cada arma detenidamente y la
registran en su lista de acopio. Hay expertos valuadores.
Por
el lado del arzobispado, en el centro de acopio hay siempre un representante de
la parroquia, a veces participa el mismo párroco. Y por parte del gobierno
capitalino, hay representantes de la Secretaría de Desarrollo Social. También
puede haberlos del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública e incluso de
organizaciones vecinales de la zona.
Al
terminar la jornada de acopio, dice Martínez, los soldados quitan la carpa y
las mesas y se llevan el armamento, cuyo control lo tiene la Dirección General
del Registro Federal de Armas de Fuego y Control de Explosivos, de la Sedena.
A
cambio de sus armas, la gente recibe dinero en efectivo, tabletas electrónicas,
computadoras, bicicletas, enseres domésticos y otros bienes.
AUTORIDADES CAPITALINAS
Hasta
el pasado 22 de mayo, en los templos capitalinos ya se habían recolectado 18
mil 226 armas, según estadísticas de la Secretaría de Desarrollo Social del
Distrito Federal.
La
delegación Gustavo A. Madero es la que más armas ha recabado (2 mil 359), pues
el acopio ocurre en la Basílica de Guadalupe, el principal santuario del país.
En segundo lugar está Iztapalapa, con 2 mil 184 armas recogidas. El tercer
lugar lo tiene Cuauhtémoc, con mil 723 armas.
En
cambio las parroquias de la Benito Juárez tienen el menor acopio: sólo 399
armas. En la Magdalena Contreras han sido 412; en Cuajimalpa, 425; y en Álvaro
Obregón, 506.
La
Secretaría de Desarrollo Social asegura que según sus encuestas, “más de 90% de
los capitalinos está a favor del desarme voluntario y cree que los
beneficiará”.
Su
titular, Rosa Icela Rodríguez –en declaraciones publicadas en el New York Times
el 12 de febrero de 2013, cuando empezó la campaña–, justificó la participación
de las parroquias argumentando que son “un territorio neutral”. Destacó sobre
todo el desarme en la Basílica de Guadalupe, que aprovecha el fervor popular a
la virgen. “¿Quién no conoce la Basílica?”, dijo.
MENOS HOMICIDIOS
La
investigadora Magda Coss Nogueda, especialista en el tema y autora del libro
Tráfico de armas en México, también ve con buenos ojos la participación
eclesiástica. “La Iglesia tiene una influencia muy fuerte sobre la población en
el combate a la violencia. De ahí que los templos sean lugares pertinentes para
el desarme. Es positivo que la Iglesia participe, como ya lo ha hecho en
Colombia, Brasil y Argentina”, comenta.
–En
esos países hubo un fuerte debate sobre el tema. Se decía, por ejemplo, que
esos programas sólo desarmaban a los ciudadanos honestos. ¿Incidirá esta
campaña en la delincuencia organizada? –se le pregunta.
–Por
lo menos hace que las pandillas, o digamos, los jóvenes que se están iniciando
en la delincuencia, entreguen parte de sus armas. Eso lo he comprobado a través
de mis encuestas de campo. Pero son las mujeres y los adultos mayores la gente
más proclive a entregar armas, utilizadas comúnmente en festejos y fiestas
patronales.
“En
algunas zonas de la ciudad es una tradición regalar una pistola a los jóvenes
que cumplen 15 años para así iniciarlos en la vida adulta. Aunque algunas veces
estas campañas de despistolización sólo provocan que la gente entregue sus
armas viejas, para después, con el dinero obtenido, comprar unas más modernas.
“Por
eso, acompañado de esta campaña debería haber un fuerte programa gubernamental
de conscientización. Cosa que no veo. De cualquier modo, siempre es benéfico el
desarme porque reduce los homicidios y los actos delictivos. Sin embargo,
debemos estar alertas para que estas campañas no se utilicen con fines
meramente políticos.”
Coss
Nogueda indica que, de acuerdo con algunas organizaciones civiles
internacionales, como Small Arms Survey, en México circulan actualmente
alrededor de 20 millones de armas ilegales, la mayoría provenientes de Estados
Unidos, país con una arraigada cultura armamentista y principal exportador
mundial de esos productos.
Otros
especialistas en tráfico de armas, como Iñigo Guevara y Eugenio Weigend, han
calculado en por lo menos 25 millones la cantidad de armas ilegales que
circulan en México, las cuales en su opinión provocan un efecto multiplicador
de la violencia.
Asesor
jurídico de la arquidiócesis de México y presidente del Colegio de Abogados
Católicos, Armando Martínez indica que la arquidiócesis está haciendo un
esfuerzo de “conscientización” entre la gente.
Cuenta:
“En la Ciudad de México hay puntos con características rurales donde todavía
celebran a balazos las fiestas del santo patrono, como en pueblos de
Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac o Iztapalapa, regidos por usos y costumbres. En
esas zonas los párrocos organizan pláticas con la gente de las mayordomías para
que dejen de usar armas durante sus festejos. Es una ardua labor de
conscientización… pero ahí vamos”.
–¿No
viola la Constitución o la Ley de Asociaciones Religiosas el hecho de que se
utilicen los templos para que el Ejército desarme a la población?
–No,
porque no se está utilizando el espacio propiamente del templo, destinado al
culto, sino el del atrio, que es una plaza pública para la convivencia
comunitaria. En el atrio se celebran ferias y kermeses, o se habilita para dar
todo tipo de asistencia social a los necesitados. Los templos son propiedad de
la nación y están destinados para la paz. No tiene, pues, nada de malo que el
Ejército entre a los atrios a realizar tareas de pacificación.
No
es ésta la primera vez que hay un acercamiento entre el arzobispado y el Ejército.
En agosto de 2009, por ejemplo, las esposas de los altos funcionarios de la
Sedena –entre ellas la cónyuge del entonces titular de la dependencia, el
general Guillermo Galván– usaron el atrio de la Basílica de Guadalupe para
montar una exposición pictórica (Proceso 1737).
Poco
después, el 8 de diciembre de ese año, Rivera Carrera bendijo la capilla del
Hospital General Naval de Alta Especialidad, en una ceremonia a la cual asistió
el entonces secretario de Marina, almirante Mariano Francisco Sáynez.
Estos
acercamientos se enmarcan en las ya largas negociaciones entre la Sedena y la
Conferencia del Episcopado Mexicano para abrir las capellanías castrenses,
regidas por un obispado castrense, que será exclusivo para el Ejército mexicano
(Proceso 1051, 1598 y 1626).
Algunos
especialistas en el tema, como Édgar González Ruiz, han advertido que la
alianza Iglesia-Ejército es un “binomio peligroso” que puede desembocar en
gobiernos de “corte fascistoide”, como el de Pinochet en Chile o el de Franco
en España (Proceso 1740).
Sobre
estos señalamientos, Armando Martínez opina: “Son puras elucubraciones
guajiras. Nuestra cooperación con el Ejército va encaminada a lograr la paz. La
Iglesia y las instituciones gubernamentales deben apoyarse entre sí para bien
del país. Ese sería un verdadero Estado laico”.
El
éxito de la actual campaña de desarme, agrega, también se debe al “buen
entendimiento” entre Rivera Carrera y Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno
capitalino y uno de los principales aspirantes a la Presidencia de la República.
Es
tan buena la relación que ambos estuvieron juntos en el Vaticano durante la
ceremonia de entronización del Papa Francisco, el 19 de marzo de 2013. Ese día
Mancera le pidió a Rivera Carrera que le entregara al nuevo pontífice una carta
suya donde lo invitaba formalmente a la Ciudad de México. El cardenal entregó
la invitación de Mancera en la residencia vaticana de Santa Marta.
“¡Nada
que ver la política incluyente del doctor Mancera con la de Marcelo Ebrard!
¡Nada! Durante su gobierno, Ebrard se la pasó atacando a la Iglesia. Hubo puras
confrontaciones”, relata Martínez y alude a las pugnas entre la arquidiócesis y
la anterior administración capitalina, la cual despenalizó el aborto y legalizó
el matrimonio entre personas del mismo sexo, medidas opuestas a la postura del
clero.
–¿No
hay ningún otro obispo interesado en abrir los templos de su diócesis para una
campaña de desarme? –se le pregunta a Martínez.
–No,
que yo sepa. Hasta el momento este es un programa piloto que se implementa
exclusivamente en la arquidiócesis de México.
Bajo
una imagen de la virgen de Guadalupe, el abogado se arrellana en el sofá de
piel de su oficina, luego concluye: “En estos tiempos violentos sería muy
positivo que este programa se replicara en otras diócesis. ¿Por qué no?”.
(PROCESO
/ REPORTAJE ESPECIAL/ RODRIGO VERA/ 21 DE JUNIO DE 2015)