Irlanda.-
Maud Gonne jugó un papel clave en la lucha por la independencia en Irlanda,
pero su vida estuvo marcada además por una tragedia privada.
Fue
el dolor que siguió a la muerte de su hijo, de apenas 2 años: en este drama
personal se inspiró un poema inédito del gran poeta irlandés W.B. Yeats. Y en
el hecho de que, en su desesperación, Maud Gonne protagonizó un episodio
insólito para intentar que el niño se reencarnara en otro.
Lo
hizo mediante una práctica que por entonces algunos creían un ritual efectivo:
teniendo relaciones sexuales sobre la tumba de su hijo.
Según
las nociones de espiritismo y ocultismo a las que se había vuelto aficionada,
ello permitía recrear el alma del niño muerto en una nueva criatura, concebida
con el mismo padre, mediante un proceso de metempsicosis o transmigración
espiritual.
MIRANDO IRLANDA DESDE FRANCIA
Además
de mística, Maud Gonne fue actriz, activista, feminista y también musa
inspiradora de Yeats, quien la inmortalizó en algunos de sus versos más
famosos.
Gonne
trabajó por la causa de Cumann na mBan, una organización paramilitar de
republicanas irlandesas, además de ayudar a las víctimas de la violencia junto
a la Cruz Blanca de Irlanda.
Después
de que el Estado Libre irlandés se estableció, en 1922, Maud Gonne siguió
siendo una figura relevante en la política de ese país y en la lucha por los
derechos civiles.
Pero
los años anteriores a su etapa pública están cubiertos por un halo de misterio.
Thomas,
el padre de Gonne, era un capitán de las fuerzas armadas británicas, y durante
parte de la niñez de su hija se mudó con su familia a Irlanda. Así se tejió el
vínculo de Maude con la historia irlandesa.
Más
tarde, la joven fue enviada a Francia para continuar su educación. Una tía
adinerada que vivía en París la presentó en los círculos de la alta sociedad
francesa de la época.
Maud
apenas estaba saliendo de la adolescencia cuando su padre murió y no mucho
después inició una relación amorosa con un político francés de derecha llamado
Lucien Millevoye.
"Millevoye
era obviamente un reemplazo de la figura paterna. Era 16 años mayor que
ella", apunta Deirdre Toomey, académico especializado en Yeats.
Millevoye
tenía una postura fuertemente anti-británica y alentó el creciente sentimiento
de hostilidad de Maud contra la injerencia de la monarquía en Irlanda.
Maud
viajaba regularmente a Irlanda y vio de primera mano las huelgas de los
trabajadores y las expropiaciones en la campiña. Estaba cada vez más convencida
de que su futuro estaba en la oposición a los intereses ingleses que
interferían en la política irlandesa.
Luego,
el 30 de enero de 1889, en el londinense Bedford Park, tuvo su primer encuentro
con el joven poeta William Butler Yeats.
RELACIÓN OBSESIVA
Yeats
quedó inmediatamente fascinado con la joven. De acuerdo a su biógrafo, R. F.
Foster, Maud Gonne le pareció "majestuosa, fuera de este mundo… Muy alta,
de pelo color bronce, con un perfil destacado y una piel bella. Era una belleza
a la fin-de-siecle, al estilo de una valquiria".
Fue
el inicio de una obsesión mutua que duraría medio siglo.
Pero
lo que Yeats no sabía –y no descubriría sino hasta mucho más tarde- es que
menos de tres semanas antes de ese intenso primer encuentro, Gonne había dado a
luz a un niño.
Se
llamaba Georges, había nacido en París y era hijo de Lucien Millevoye.
Gonne,
de carácter complicado si los había, inicialmente mantuvo en secreto la
existencia del niño. Cuando el poeta lo descubrió, ella insistió en que no era
suyo, sino que había sido adoptado.
"Es
sorprendente cuán ingenuo se mostró Yeats respecto del niño de Gonne. Debe
haber querido creer lo que ella decía, que el hijo no era de ella", opina
Toomey.
Pero
Georges murió dos años y medio más tarde. No se sabe cómo, aunque se cree que
probablemente haya sido por meningitis.
La
próxima vez que Yeats y Gonne se encontraron fue en Dublín, en octubre de 1891.
Y ella estaba destrozada: deshecha en lágrimas por el hijo fallecido.
En
los dos años que siguieron, una apesadumbrada Gonne se dejó arrastrar hacia lo
más profundo del ocultismo y el espiritismo, dos universos que eran de suma
importancia para Yeats.
LA ANSIADA REENCARNACIÓN
Muchos
años más tarde, en sus memorias, Yeats recordó que Gonne reiteradamente
preguntaba sobre la posibilidad de la reencarnación en su círculo de amigos.
Uno
de ellos, el escritor y místico George Russell, le aseguró que era posible
recrear el alma de un niño muerto si sus padres hacían "lo que era
necesario".
La
historia siguió así en un mausoleo de piedra blanca en un cementerio del
pequeño pueblo de Samois-sur-Seine, 50 kilómetros al sudeste de París.
Maud
Gonne solía alquilar una casa allí para escapar del bullicio de París y cuando
Georges murió decidió enterrarlo en el cementerio local.
Había
heredado una buena suma de dinero tras la muerte de su padre, que usó para
pagar por una capilla conmemorativa, la más grande del camposanto. En la cripta
debajo se colocó el ataúd del niño.
A
finales de 1893, Gonne retomó el contacto con Lucien Millevoye, de quien se
había separado tras la muerte de Georges.
Le
pidió encontrarse en Samois-sur-Seine. La pareja primero entró a la capilla,
luego abrió la puerta de metal sobre el suelo que llevaba a la cripta.
Descendieron
por la escalera de metal, los cinco o seis escalones. Y allí, al lado del cajón
de su niño muerto, mantuvieron relaciones sexuales.
LA CONFIRMACIÓN HISTÓRICA
Ahora,
¿cómo es posible saber esto?
La
evidencia la aporta Yeats. En sus memorias póstumas, publicadas en 1972, el
poeta revela que Gonne misma le había contado la historia.
"Gonne
y Yeats tuvieron siempre una relación muy cercana", confirma Warwick
Gould, otro académico especializado en el autor irlandés.
"Y
no podemos imaginar una razón por la cual ella fuera a inventar una historia
así. Es demasiado extraña y demasiado personal. Pero coincide con lo que
sabemos de su constante interés en el tema de la reencarnación".
Si
el alma de Georges logró reencarnarse o no es materia de análisis para los
metafísicos. Lo cierto es que, en agosto de 1894, Maud Gonne tuvo otro bebé.
Una
niña esta vez, llamada Iseult. La educó con dedicación, pero la relación entre
ambas siempre fue extraña.
Años
después, Maud se negó a llamarla "hija" en público, presentándola
como una prima o pariente.
Ya
adulta, Iseult tuvo un romance con Ezra Pound y se casó con el controvertido
novelista australiano-irlandés (y simpatizante del nazismo) Francis Stuart.
Falleció en 1954, un año después que su madre.
EL POEMA OCULTO
En
1893 Yeats escribió un poema jamás publicado. Se titulaba "Sobre la muerte
de un niño" y estaba claramente inspirado en el hijo fallecido de Maud
Gonne y en el dolor de la madre, pese a que cuando lo compuso el poeta todavía
pensaba que Georges había sido adoptado.
Los
estudiosos del autor señalan que el poema es de calidad dispar, lo que explica
que Yeats no lo publicara y no quisiera que fuera parte de su cánon.
CONVERSIÓN Y NUEVA VIDA
Maud
Gonne, entretanto, se convirtió al catolicismo, para desazón de Yeats. En 1903
se casó con el soldado irlandés y republicano John MacBride.
Con
él tuvo un tercer hijo, que creció para convertirse en político y líder del
Ejército Republicano Irlandés, el IRA. Fue el estadista y ganador del Nobel de
la Paz Sean MacBride.
El
mausoleo de Gonne en Samois-sur-Seine permaneció largamente olvidado. Pocos
conocían la historia del bebé muerto de Maud, casi ninguno el escabroso
episodio del encuentro sexual secreto sobre la tumba.
Muy
ocasionalmente, algún estudioso de Yeats lo visitaba por curiosidad. Pero en el
pueblo ya quedaban pocos que hubieran oído hablar de Maud Gonne.
En
realidad, el interés por el cementerio se alimentaba más bien por cuenta de un
ocupante famoso: el guitarrista de jazz Django Reinhardt.
Hoy,
sin embargo, el interés parece haber resurgido. Intrigada por el mausoleo, la
concejal local Josette Dufour llevó adelante su propia investigación y escribió
una monografía breve sobre la historia de Georges Gonne.
La
capilla mortuoria ya no pertenece a la familia Gonne, pese a que había sido
comprada "a perpetuidad". En la práctica, el derecho a la tierra
debía haberse renovado, pero nadie completó el trámite a tiempo.
Dentro
de la edificación, sin embargo, todavía están las puertas metálicas sobre el
suelo.
Josette
Dufour tiene la llave del candado que la abre. Baja una escalera metálica. Y
allí, en la cripta, sobre un pequeño estante, todavía está el ataúd del pequeño
Georges. Es en realidad un cajón doble, porque había sido reforzado para su
traslado desde París, según marcaba la regulación francesa.
Sobre
la tapa yacen unas avejentadas flores de papel o tela. Y una placa con el
nombre: "Georges Gonne. Nacido el 11 de enero de 1889. Fallecido el 31 de
agosto de 1891".
A
la hora de su muerte, en 1953, Maud Gonne no hizo referencia alguna a su hija
Iseult. Pero sí pidió ser enterrada con los pequeños zapatos de Georges, que
fueron colocados junto al cuerpo dentro del ataúd.
(ZOCALO/
Agencias/ 02/03/2015 - 08:55 AM)