SAN MIGUELITO, Qro.
(apro).- José Ricardo Balderas Hernández, de 58 años de edad, se salvó de ser
linchado frente a sus hijos en esta comunidad localizada a 30 kilómetros al
norte de la capital del estado, pero no se libró de la cárcel. Hoy cumple un
mes de haber sido encerrado, acusado de delitos que no cometió.
El suceso ocurrió el
pasado 9 de marzo, luego de que Félix, un pandillero de “Los Vatos Locos”,
drogado, alcoholizado y con cuchillo en mano, intentó ingresar a la escuela
primaria del lugar.
Además, un día antes
se registró una balacera que se prolongó durante tres horas y donde Pepe, un
joven de 16 años de edad, resultó herido con un balazo en el estómago.
Harta de la
inseguridad y la falta de atención de las autoridades municipales, la gente se
reunió en la Casa Ejidal para decidir qué acciones tomar.
Cuando José Ricardo
Balderas Hernández, familiar de algunos de los pandilleros, pasaba con su
camioneta frente al lugar donde se realizaba el encuentro, la gente se le fue
encima, lo golpeó y casi lo lincha, sobre todo porque algunos creyeron que
escondía a los delincuentes en su unidad.
Algunos incluso le
endilgaron el liderazgo de las pandillas, pese a que es conocida la pobreza en
que vive a las afueras de esta comunidad de la delegación Santa Rosa Jáuregui,
en una casa improvisada de tablas y techo de lámina.
El rostro de José
Ricardo escurría sangre, recuerda Olga, quien trató de explicar a la gente
enfurecida que José Ricardo sólo iba a otra reunión. Le pegaban en la cara y en
las costillas, relata.
Y es que muchos no
le perdonan que abogara por la libertad de su hijo, acusado de un crimen del
que fue absuelto el año pasado.
José Ricardo, quien
también es conocido como Zapata por su oficio de zapatero, estuvo retenido seis
horas ese lunes 9 de marzo, momento en que alguien más disparó hacia el gentío
e hirió a una mujer y un adolescente.
La mujer que recibió
el impacto en un brazo narra a Apro que ella pudo ver la ropa de los jóvenes
que le dispararon, del otro lado de la comunidad, pero José Ricardo Balderas
fue encarcelado en el Penal de San José El Alto, acusado por las detonaciones.
“Fue puesto a
disposición del Ministerio Público como probable responsable del delito de
homicidio en grado de tentativa en agravio de dos personas, razón por la cual
el Ministerio Público ordenó la detención por caso urgente, dentro de la
averiguación previa I/202/2015”, informó la Procuraduría General de Justicia
del estado (PGJE).
De acuerdo con el
comunicado de la dependencia, hubo “un altercado” en el que José Ricardo
Balderas “fue detenido después de realizar disparos con arma de fuego que
terminaron por impactar a una mujer y un menor de edad”. Pero los hechos no
ocurrieron así porque él se encontraba retenido cuando se registraron las
detonaciones.
El hombre fue
encarcelado en el penal de San José El Alto. Hoy cumple un mes de encierro.
Sobre el intento de
linchamiento, la PGJE solamente refirió que José Ricardo fue detenido “en
perfectas condiciones de salud”.
El titular de la
Secretaría de Seguridad Pública Municipal, Héctor Benítez López, señaló que si
bien es necesario trabajar en la reconstrucción del tejido social, San
Miguelito –aseguró– es la comunidad más tranquila.
“No, no es una zona
roja, ahorita lo estamos viendo. Dicen por ahí que es una de las comunidades
más tranquila en este momento”, agregó.
ZAPATA
José Ricardo
Balderas Hernández tiene su vivienda a las afueras de San Miguelito, donde
antes de ser encarcelado se mantenía de la cosecha de nopal y de cortar leña
que luego vendía en su pueblo.
Decidió vivir a las
afueras del poblado, de más de 3 mil habitantes, porque su padre, José, de 95
años de edad y enfermo, necesitaba mayor tranquilidad posible.
Su casa es de madera
y lámina. Entre las tablas que hacen las veces de pared están recargadas varias
imágenes religiosas, y del techo de lámina cuelga un rosario.
Por estar al cuidado
de sus padres, no ha podido ver a sus ocho hijos ni estar con su esposa
Cristina.
A inicios de los
años noventa –como muchos habitantes del lugar– se integró al Frente
Independiente de Organizaciones Sociales (FIOS), que hace trabajo comunitario
en la zona.
San Miguelito era
una de las principales bases del FIOS, que dirigía Jerónimo Sánchez Sáenz,
detenido en el sexenio del panista Ignacio Loyola Vera y considerado preso
político por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Según el activista,
“los jóvenes actualmente están en una situación de abandono total, sin futuro,
sin propuesta, sin proyecto. No hay propuesta para los jóvenes y nos los han
ganado”.
FÉLIX
Cuando era niño,
hace algunos años, Félix Adolfo Rubio Monay estudiaba en la escuela Josefa
Ortiz de Domínguez, en este poblado, donde la pelea entre pandillas es una
constante.
En aquellos años de
infancia y tras acompañar a su abuelo en el cuidado de los chivos que tenían,
le dijo a su madre Elva que de grande quería ser veterinario.
Los anhelos de ese
niño se esfumaron con los años. Ahora, con 19 años de edad, Félix es integrante
de la pandilla “Los Vatos Locos”. El 9 de marzo pasado enardeció a la comunidad
al intentar ingresar drogado, alcoholizado y con cuchillo en mano, a la escuela
primaria donde estudió.
La madre cuenta que
el muchacho comenzó a drogarse a los 14 años, cuando su novia empezó a venderle
mariguana, pero ella se dio cuenta un año después.
Elva, quien
trabajaba haciendo limpieza y tortillas, y vendiendo comida en la calle, los
mercados o las fábricas cercanas al lugar, dice que trató de rehabilitarlo sin
éxito.
La mujer pagaba 300
pesos semanales en uno de los centros donde ingresó Félix, pero su lucha fue
infructuosa.
Su marido se
desentendió de la familia hace años, pero con el trabajo y la ayuda de su
hermana Gloria –que le regalaba las tortillas que le sobraban del puesto de
tacos que tenía–, la madre de Félix alimentó a sus cinco hijos (dos varones y
tres mujeres).
“Toda la tortilla
que le sobraba para que yo le diera a los niños. Yo con eso les daba tortilla y
lo que les podía comprar. A veces una sopa o frijoles, cosas sencillas”.
A los cinco días de
cumplir 18 años de edad, Félix fue encarcelado en el Centro de Reinserción
Social cerca de un año por robar un teléfono móvil. Más tarde fue detenido
nuevamente por robar en una miscelánea del poblado.
Aquel 9 de marzo el
muchazo no sólo provocó pánico en la escuela, también ingresó a la vivienda de
doña Araceli, donde tomó alimentos del refrigerador, cambió sus zapatos por
unos mejores que halló y se llevó un televisor de pantalla plana, de esos que
el gobierno de Enrique Peña repartió entre los pobres.
Elva dice prefiere
que su hijo sea encarcelado, pues en la pandilla de “Los Pugas” han dicho que
lo matarán por lo que hizo.
PEPE
Margarita Catalina
Becerra Olvera, madre de José, ha vivido sus 51 años de edad en este pueblo al
que recuerda tranquilo. No sabe explicar cómo es que se volvió un lugar
inseguro y cómo la violencia alcanzó a su hijo.
“Pepe”, un joven de
16 años de edad, delgado, se mueve con pasos lentos y suaves. Camina como si en
cada paso algo dentro de su cuerpo fuera a quebrarse. Y es que la bala que
recibió el pasado 8 de marzo, en aquella balacera que se prolongó tres horas,
le atravesó el abdomen.
“Pepe” asegura que
no está involucrado con ninguna de las pandillas de San Miguelito. Cuenta que
aquel fatídico día salió a la tienda a comprar el almuerzo que se llevaría al
trabajo, y en el camino se encontró con “Los Vatos Locos”, quienes le
dispararon.
De un lado de la
comunidad, las pandillas se autodenominan “Los Pollas” o “Los Vatos Locos”; del
otro, “Los Charros”, “Los 30 Locos”, “Los Baquetones”, “Los Aztequitas”, los
del “Barrio Azteca” y “Los Pugas”.
A José Margarito
Puga Rodríguez, apodado Chocha y ayudante del subdelegado Ismael Porras
Becerra, le atribuyen el liderazgo de las pandillas del lado de la Casa Ejidal
y el campo de futbol. Familiares de integrantes de “Los Vatos Locos” lo acusan
de vender armas, combustible, balacear sus viviendas y disparar contra sus
hijos, con la anuencia del subdelegado municipal.
Ante esa situación,
Margarita Catalina decidió sacar a su hijo de la secundaria, pues para llegar
ahí tenía que cruzar al otro lado del pueblo donde se reúne la pandilla “Vatos
Locos”.
(PROCESO /
REPORTAJE ESPECIAL/ ERIC PACHECO/9 DE ABRIL DE 2015)