domingo, 3 de septiembre de 2017

DIECISÉIS AÑOS DE GUERRA EN AFGANISTÁN, EN FOTOGRAFÍAS


Soldados del Primer Batallón del 87º regimiento de Infantería, captados mientras atendían a un compañero en Kunduz, Afganistán. Credit Damon Winter/The New York Times

KABUL, Afganistán — Poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la atención del Ejército de Estados Unidos dio un giro hacia Afganistán, donde los líderes de Al Qaeda tenían su base. El mundo esperaba una invasión que muchos sabían que sería una realidad.

Lo que nadie sabía era que la invasión destinada a derrotar a los talibanes y Al Qaeda se convertiría en una guerra que ya llegó a su decimosexto año, lo cual la convierte en el enfrentamiento bélico más largo de la historia de Estados Unidos. Es un conflicto que ha incomodado a tres presidencias estadounidenses y ha sobrevivido a decenas de comandantes militares.

La guerra también ha abierto una ventana hacia un país donde la modernidad chocó con las costumbres tribales y los mandatos religiosos. El 21 de agosto, el presidente Donald Trump anunció una nueva estrategia para enfrentar la guerra con la cual podrían incrementarse las tropas y así extiende la participación de Estados Unidos en ese conflicto que pareciera no tener fin.

Aquí te presentamos algunas imágenes que muestran el desarrollo de la guerra como lo vieron los fotógrafos de The New York Times, quienes se convirtieron en la sombra de los soldados de Estados Unidos y de sus aliados.



Una toma panorámica de la periferia de Lashkar Gah en la provincia de Helmand en 2016 Credit Adam Ferguson para The New York Times


Los destrozos causados por un ataque aéreo accidental de Estados Unidos a un hospital de Médicos Sin Fronteras, en Kunduz, en 2015 Credit Victor J. Blue para The New York Times



Ala izquierda: soldados del Ejército Nacional Afgano al lado de efectivos estadounidenses que hicieron estallar una posición de tiro de los talibanes en el pueblo de Layadira, provincia de Kandahar, en 2013 Credit Bryan Denton para The New York Times



Miembros de la 101.ª División Aerotransportada en la provincia de Paktia, en 2013 Credit Sergey Ponomarev para The New York Times



En 2013, soldados a bordo de un helicóptero en Kunduz Credit Damon Winter/The New York Times



En 2010, una patrulla de infantes de marina buscaba bombas caseras en Marja, provincia de Helmand. Credit Tyler Hicks/The New York Times



En 2010, soldados afganos trasladaban con prisa a un oficial herido de la Policía Nacional Afgana a un helicóptero de evacuación aeromédica del Ejército de Estados Unidos en la provincia de Kunar. Credit Moises Saman para The New York Times


En 2010, un soldado estadounidense observaba el valle de Pech, ubicado en la provincia de Kunar. Credit Christoph Bangert para The New York Times


En abril de 2010, un grupo de soldados estadounidenses descansaba antes de aterrizar en Mazar-i-Sharif. Credit Damon Winter/The New York Times


En 2009, el presidente Barack Obama posó junto a los cadetes de la Academia Militar de Estados Unidos en West Point. Credit Doug Mills/The New York Times



En 2009, un ataque suicida con un coche bomba estalló cerca de un hotel en Kabul causando la muerte de ocho personas y 40 heridos. Credit Adam Ferguson para The New York TimesContinue reading the main storyFoto



Soldados de la Primera División de Infantería mientras patrullaban a pie en Hutal, provincia de Kandahar, en 2009 Credit Danfung Dennis para The New York Times



En 2008, el presidente George W. Bush Estados Unidos con el presidente Hamid Karzai de Afganistán, durante una visita a Kabul Credit Lynsey Addario para The New York Times



En 2007, soldados estadounidenses que fueron heridos en el valle de Korengal Credit Lynsey Addario para The New York Times


En 2006, soldados estadounidenses de la 10.ª División de Montaña buscan refugio y les gritan a los demás que se retiren de la línea de fuego después de que los combatientes talibanes los emboscaran en un valle mientras patrullaban el pueblo de Hazarbuz, al sur de Afganistán. Credit Tyler Hicks/The New York Times



En 2002, soldados estadounidenses en la base aérea de Bagram, ubicada al norte de Kabul Credit Tyler Hicks/The New York Times



Un combatiente de la Alianza del Este observa cómo un bombardero B-52 de Estados Unidos da vueltas sobre las montañas Tora Bora de Afganistán en 2001. Credit Joao Silva para The New York Times



En 2001, miembros de la Alianza del Norte que iban hacia Kabul se encontraron con un combatiente talibán en una zanja y lo asesinaron, a pesar de que les suplicó que no lo hicieran. Credit Tyler Hicks para The New York Times



En 2001, las tropas de la Alianza del Norte caminaban hacia la vanguardia en el distrito de Bangi, ubicado a las afueras de Kunduz, un bastión talibán. Credit James Hill para The New York Times




(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ ROD NORDLAND /28 DE AGOSTO DE 2017)

LOS ZAPATISTAS BUSCAN NUEVOS CAMINOS EN LA POLÍTICA MEXICANA


El pueblo colonial de San Cristóbal de las Casas en Los Altos de Chiapas. En 1994, cientos de zapatistas con el rostro cubierto ingresaron al pueblo con rifles y declararon la guerra al Estado mexicano. Credit Mauricio Lima para The New York Times

Los zapatistas, los revolucionarios con mayor poder en México en casi cien años, están deponiendo las armas tras décadas de oponerse al gobierno por una sencilla razón: México está tan plagado de violencia, dicen, que el país ya no puede con más.

La decisión es una crítica mordaz a la condición en la que está hoy el país, dicen los analistas. Los rebeldes no lograron llegar a un acuerdo de paz con el gobierno ni lograron la protección y garantía de los derechos indígenas por la que tanto lucharon. Los homicidios en México aumentan tan rápido que hasta un movimiento iniciado como una lucha armada se siente obligado a renunciar a la violencia.

“Esto demuestra hasta qué punto los mexicanos están cansados de la violencia”, comentó Jesús Silva-Herzog Márquez, profesor de Ciencias Políticas en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. “Hoy el radicalismo político tiene que ser pacífico porque la vida pública, económica y social de México ha estado manchada de sangre demasiado tiempo”.

El subcomandante Marcos, el líder que se convirtió en un fenómeno mundial en 1994 cuando los zapatistas irrumpieron en los poblados del estado de Chiapas, apareció unos momentos en un estrado hace algunos meses, detrás de una multitud de combatientes, jóvenes con piercings y simpatizantes indígenas que llevaban blusas bordadas a mano.

Tras algunos aplausos, fotografías y cantos revolucionarios, Marcos abandonó el escenario en silencio, una acción austera comparada con los encendidos discursos sobre la desigualdad y la revolución armada que alguna vez le hicieron ganar fama internacional y atrajeron a reclutas entusiasmados.



El subcomandante Marcos, uno de los líderes zapatistas, en 2006 Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times

Pero ahora, dicen los zapatistas, más violencia, independientemente de la causa, es lo último que México necesita.

En cambio han decidido trabajar dentro del sistema contra el que alguna vez se rebelaron, dando su apoyo a una candidata a la presidencia en las elecciones del próximo año.

“Llegamos a un punto de quiebre”, dijo Carlos González, vocero del Congreso Nacional Indígena, una organización que representa a distintos grupos indígenas en México y también habla por los zapatistas.

“Descartamos tomar las armas”, dijo. “No nos gustaba, era una opción muy sangrienta”.

La violencia es una plaga desde hace mucho tiempo en México, donde más de 100 mil personas han sido asesinadas y más de 30 mil han desaparecido en la guerra contra las drogas, que ha durado más de una década.

No obstante, este año las muertes llegaron a cifras sin precedentes: en mayo y junio la cantidad de homicidios en todo el país fue la más alta en 20 años.

Dejando a un lado la identidad revolucionaria que alguna vez los definió, los zapatistas, cuyo nombre completo es Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se están aventurando a la política. Anunciaron su respaldo a María de Jesús Patricio Martínez, una médica tradicional del pueblo Nahua, en las elecciones presidenciales del año próximo.



María de Jesús Patricio Martínez, una médica tradicional del pueblo indígena Nahua, ha sido propuesta por los zapatistas para contender en las elecciones presidenciales de México en 2018. Credit Mauricio Lima para The New York Times

“En México ser indígena significa que te traten como si fueras mitad persona, y si eres mujer, ni la mitad de eso”, dijo la mujer de 57 años, que no es zapatista.

El objetivo de los zapatistas, aseguran, no es ganar, sino usar la elección de 2018 como plataforma para expresar los problemas más urgentes en las comunidades indígenas de México.

“La presidencia es lo de menos; las elecciones son por excelencia la fiesta de los arriba. Queremos colarnos a la fiesta electoral y echárselas a perder”, dijo González, el vocero del CNI.

El gobierno mexicano dice que da la bienvenida a “todas las expresiones políticas y sociales”, incluyendo a la candidata con respaldo zapatista, argumentando que contribuye a fortalecer más la democracia.

Sin embargo, no todos se creen el discurso zapatista. Algunos de sus opositores lo ven como un grupo guerrillero oportunista que podría fracturar aún más el voto de la izquierda.

Uno de sus principales críticos es el candidato presidencial populista de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, un puntero en las primeras encuestas que ha dicho que la candidatura independiente apoyada por los zapatistas es una maniobra para “hacerle el juego al gobierno”.



Una mujer indígena tzotzil carga leña en las afueras de San Juan Chamula, un municipio en el sur del estado mexicano de Chiapas. Credit Mauricio Lima para The New York Times

Cuando los zapatistas aparecieron por primera vez en 1994, la confrontación armada era parte del programa. Una nación paralizada observó cómo un ejército de campesinos indígenas, que llevaban pasamontañas y armas de asalto, aparecía en varios poblados del estado sureño de Chiapas y le declaraba la guerra al Estado mexicano.

Los rebeldes exigieron el reconocimiento y la protección de las comunidades indígenas, que de manera persistente se encontraban en lo más bajo de la escala socioeconómica. Con su insurrección armada, pasamontañas de color negro y discursos enardecidos, los zapatistas obligaron a México a lidiar con su larga historia de desigualdad.

El levantamiento llegó en un momento especialmente delicado, ya que México estaba en pleno proceso de globalización y su relación con Estados Unidos se profundizaba. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte entró en vigor el mismo día que inició el levantamiento.

Tras una confrontación de 12 días entre las tropas gubernamentales y los combatientes zapatistas, tuvo lugar una primera tregua. Pronto se vino abajo, cuando el presidente de aquella época, Ernesto Zedillo, emitió órdenes de aprehensión para los líderes de los zapatistas, incluyendo su único vocero no indígena, el subcomandante Marcos.

Con los discursos apasionados de su misterioso líder, los zapatistas rápidamente atrajeron a legiones de seguidores locales e internacionales. Algunos clamaban que la lucha rebelde era la primera “revolución posmoderna”.

Luego vino un proceso de negociación difícil con el gobierno, del que emanaron los Acuerdos de San Andrés, firmados en 1996. Los acuerdos prometían una reforma constitucional que otorgaría cierta autonomía a las comunidades indígenas, incluyendo el derecho de elegir juntas de gobierno locales para sus tierras.



Una mujer indígena tzotzil elabora un brazalete mientras otra lava ropa en las afueras de San Cristóbal de las Casas. Credit Mauricio Lima para The New York Times

Sin embargo, cuando la reforma finalmente se aprobó en 2001, excluyó el derecho de las comunidades al gobierno autónomo sobre sus territorios, lo cual motivó al EZLN a romper con el gobierno y los partidos políticos.

Su fuerza comenzó a menguar. Los rebeldes desaparecieron del radar público y regresaron a sus escondites en la selva lacandona, donde organizaron en silencio sus propias comunidades en lugar de buscar publicidad.

Entonces, hace tres años, el subcomandante Marcos dio un discurso en el que reflexionaba sobre el ejército zapatista y describía el que acabaría por convertirse en el nuevo camino a seguir para los rebeldes.

“Contra la muerte, nosotros demandamos vida”, dijo en el discurso. “En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida”.

Los zapatistas estaban cambiando y él también. Cambió su nombre a subcomandante Galeano, para honrar a un camarada caído. Y anunció la muerte del subcomandante Marcos, su identidad. Su existencia ya no era necesaria, dijo, describiéndose como “una botarga mediática”.

Los años siguientes, los territorios controlados por los zapatistas ejercieron una autonomía de facto, brindando un acceso amplio a la educación y a los servicios de salud. La delincuencia organizada no ha podido ingresar en el área.



Murales en el estado de Chiapas muestran a los zapatistas, al líder rebelde Ernesto "Che" Guevara y a Emiliano Zapata, uno de los líderes de la Revolución mexicana. Credit Mauricio Lima para The New York Times

A menos de 26 kilómetros al norte desde la ciudad colonial de San Cristóbal de las Casas, un enorme letrero da la bienvenida a los forasteros a Oventik, un enclave zapatista. El cartel dice: “Aquí manda el pueblo y el gobierno obedece”. Los guardias vigilan el acceso las 24 horas, cuestionan rigurosamente a todos los extraños sobre sus motivos para ir ahí, y con frecuencia niegan la entrada.

Las tiendas venden camisetas con la conocida imagen del subcomandante Marcos con pasamontañas y fumando una pipa, con consignas como: “Disculpen las molestias. Esto es una revolución”.

Enormes murales de colores vivos con consignas revolucionarias, tanto en tzotzil como en español, cubren cada uno de los muros. No se permite el alcohol ni tampoco el cultivo de drogas ilegales. En cambio, los campesinos cultivan café, miel y flores. Fabrican zapatos, venden tortillas y viven en un sistema comunitario, compartiendo las responsabilidades y la toma de decisiones en las llamadas Juntas de Buen Gobierno.

“Estados Unidos parece estar destinado, por la providencia, a llevar la miseria a Latinoamérica en nombre de la libertad”, dice un letrero desgastado que cuelga en medio de un comedor polvoriento.

Este modelo zapatista de organización comunitaria, y el nuevo movimiento político que apoya a María de Jesús Patricio para que sea presidenta, ha dado esperanza a algunos mexicanos marginados de que la forma de gobernar puede ser diferente, y mejor, con un sistema más democrático, libre de la política de los pactos y el clientelismo que existe en casi todos los niveles de gobierno.

“Son los que mantuvieron y alimentaron nuestras esperanzas durante todos estos años”, dijo Maribel Cervantes, organizadora comunitaria del estado de Veracruz, refiriéndose a los zapatistas.

“Son un vivo ejemplo de lo diferentes que pueden ser las cosas”, agregó. “Y ahora esta candidata puede ser un rayo de luz en la oscuridad”.

(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ PAULINA VILLEGAS/  29 DE AGOSTO DE 2017)




UN EQUIPO MEXICANO ALCANZA LA FINAL EN EL MUNDIAL INFANTIL DE BÉISBOL Y EL ENTUSIASMO CRUZA EL RÍO BRAVO


El lanzador André Emiliano Garza, del equipo de Reynosa, México, durante el partido contra Canadá en el campeonato internacional de ligas pequeñas Credit Gene J. Puskar/Associated Press

Cuando Reynosa, una de las ciudades fronterizas con Estados Unidos más pobladas de México, llega a los titulares internacionales, no suelen ser buenas noticias. Los medios locales cubren de forma escueta los incidentes de violencia relacionada con los carteles de droga y los habitantes están acostumbrados a leerlos entre líneas.

La semana pasada, los medios mexicanos reprodujeron un video que mostraba un enfrentamiento casi bélico entre el ejército mexicano y un grupo de narcotraficantes en las afueras de la ciudad fronteriza, pero en Reynosa esas noticias pasaron a segundo plano cuando el equipo local de béisbol de la Liga Pequeña de Béisbol Treviño Kelly empezó a avanzar en el campeonato internacional de ligas infantiles, la Serie Mundial de Williamsport, eliminando a Italia, Venezuela, Corea del Sur y Canadá, hasta llegar a la final internacional en una fila de victorias que los dejó a un triunfo de empatar un récord histórico.

En lugar de recurrir a Facebook y Twitter para intercambiar información sobre las últimas balaceras, los reynosenses celebraron en las redes cada victoria con emoticonos de guantes, pelotas y bates, banderas y frases como: “Por fin buenas noticias”, “No dejemos que todo lo malo de nuestra ciudad nos haga sentir derrotados” y “Esto también es Reynosa”.

Las celebraciones se extendieron al otro lado de la frontera. Trece kilómetros al norte del río Bravo, en McAllen, Texas, la oficina de la alcaldía organizó una fiesta para ver el partido que la liga Treviño Kelly disputó el jueves contra Canadá. El alcalde Jim Darling recuerda cuando era común cruzar la frontera hacia Reynosa para cenar y divertirse, algo que ya no ocurre: “El sábado en el mercado también era un gusto. Estamos trabajando con Reynosa para traer de vuelta esos días. Tenemos amigos, parientes y socios de negocios en común que unen a nuestras ciudades”. Y agregó, a través de su oficina de prensa: “Nos enorgullece alentarlos no solo porque son equipos de élite los que llegan tan lejos, sino también porque representan todo lo que es bueno en México, la frontera y esta región”.

Si el equipo de la Treviño Kelly hubiera llegado a la final de finales, como campeón internacional, habría podido romper el empate histórico que México tiene con Estados Unidos. De las seis ocasiones en que ambos países se enfrentaron en la gran final, se repartieron tres victorias para cada uno. Los mexicanos ganaron  en 1997, 1958 y —la más memorable— 1957, cuando el serpentinero Ángel Macías lanzó el único juego perfecto en la historia de Williamsport. La hazaña llegó al cine dos veces: con una producción mexicana en 1960 y otra de Hollywood en 2009.

Macías ingresó al Salón de la Excelencia de ligas pequeñas el mismo día que se celebraban 60 años de aquel campeonato y estuvo acompañado de José “Pepe” Maiz, otro de los campeones del 57 y presidente del equipo mexicano Sultanes. Ambos estuvieron entre el público el lunes 21 de agosto cuando México eliminó a Corea del Sur 1-0: “El campeonato está muy bueno, muy parejo, el equipo mexicano está excelente”, dijo Maiz por teléfono.



Aficionados al béisbol infantil se relajan en el estadio Lamade antes del partido entre Reynosa, México, y White Rick, British Columbia, Canadá, el jueves 24 de agosto de 2017. Credit Gene J. Puskar/Associated Press

Para la final internacional del sábado contra Japón, los vecinos de McAllen también se reunieron a ver el partido —con palomitas de cortesía— en el centro cívico de la ciudad, a pesar de que una gran parte del este de Texas se encontraba bajo alerta por el huracán Harvey. Xóchitl Mora, vocera de la alcaldía, explicó por teléfono que las ciudades fronterizas son hermanas y que “muchos de esos chicos tienen familia y amigos aquí y en algún momento han jugado contra nuestros equipos y nuestros equipos han jugado allá, así que hay conexiones fuertes”.

Jorge Cantú, un beisbolista reynosense que ha jugado en varios equipos de la MLB estadounidense —entre otros Cincinnati Reds, San Diego Padres y Texas Rangers— no da importancia a las fronteras: “El béisbol es mundial, hay un poco de mejor nivel en Estados Unidos, pero conforme pasan los años el nuestro está alcanzando esos niveles”, dice desde el extremo oeste del país, donde su equipo —Los Toros de Tijuana— pelea el campeonato de grandes ligas de la zona norte de México. Cantú nació y estudió en Texas, pero empezó su carrera en Tamaulipas, cuando aún era niño. “La liga Treviño Kelly me enseñó a soñar en grande”, dice.

Un día antes del partido contra Japón, la madre del lanzador Emiliano Garza de la Treviño Kelly decía desde Pensilvania: “Estamos viviendo el sueño de todos”. Miriam González es profesora de jardín de niños y en su perfil de Facebook se describe a sí misma como “baseball mom 24/7”. En su tiempo libre hornea y vende postres con los que recauda fondos para el equipo de su hijo. Viajó tres mil kilómetros junto a otros padres para alentar a sus hijos. Días antes de la travesía a Pensilvania, en el gimnasio de una universidad estatal se organizó un bingo de apoyo para los gastos del equipo. Medios locales enviaron corresponsales a cubrir la serie. El lanzador de los Yankees, Jaime García, originario de Reynosa, se comunicó con los niños días antes del partido para alentarlos, reportó El Universal.

El mismo día que el equipo mexicano eliminaba a Venezuela, el presidente Trump amenazaba con cerrar el gobierno de no aprobarse fondos para la construcción del muro fronterizo. En el plano deportivo esa animosidad no existe: los gastos de estancia de los jugadores son cubiertos por el torneo. Cantú, el beisbolista de los Toros de Tijuana que ha jugado para ambos países, solo encuentra diferencias en la tribuna: “El ambiente de la afición en México, ahí sí se lleva por mucho a la de Estados Unidos. ¡Es una fiesta todas las noches en los estadios!”.

En 1957, cuando un equipo mexicano derrotó por primera vez al equipo estadounidense, el presidente Eisenhower recibió a los niños campeones en la Casa Blanca, como hacen los presidentes con los campeones de todas las ligas deportivas profesionales estadounidenses. El béisbol infantil era otro modo de acercar a ambos países.

“No sé en este tiempo, por la situación que se está viviendo con el presidente actual —dice Pepe Maiz— pero en aquel tiempo (el deporte) unía mucho a los países. Nos recibió Eisenhower y estaba feliz”. Sesenta años después, el equipo de Reynosa perdió el pase a la final de finales 5-0 frente a Japón, y quedó en el tercer puesto tras ganarle al equipo de Carolina del Norte este domingo. Aunque tal vez era demasiado optimista imaginar una victoria frente al equipo de Tokio —Japón ha ganado diez veces el mundial de Williamsport—, más difícil era imaginar que el equipo mexicano recibiera hoy una invitación a la Casa Blanca.

(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ ELDA CANTÚ/ 27 DE AGOSTO DE 2017)


UNA EPIDEMIA DE CESÁREAS INNECESARIAS EN MÉXICO


Regina Zonana juega con su hija Diana, que nació por cesárea a pesar de que ella quería que fuese un parto natural, en su casa en Ciudad de México. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times

CIUDAD DE MÉXICO — Algunas de ellas no dicen “parí” o “tuve” o “di a luz”, sino “me sacaron a mi bebé”: una conjugación absolutamente pasiva, como si hubiesen estado allí para que les quitaran una muela o el apéndice.

Dos de cada tres cesáreas que se realizan en México son innecesarias. A nivel nacional, 45 de cada 100 nacimientos son por cesárea, según las últimas estadísticas de la Secretaría de Salud, realizadas en 2015. Es el triple del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y también parte de un fenómeno que afecta a varios países de América Latina y el Caribe: seis de los diez países con mayores tasas de cesárea en el mundo están en esta región.

República Dominicana encabeza el conteo mundial de los países con mayor proporción de cesáreas (un 56,4 por ciento). Le sigue Brasil, en segundo lugar, con un 55,6 por ciento. La tasa de México lo pone en quinto lugar, según un estudio comparativo en el que participaron científicos de la OMS, publicado en 2016.

Las mujeres en México con más riesgo de ser sometidas a cesáreas que no se requieren son las mismas que tienen mayores privilegios en otros ámbitos: son las que pertenecen a estratos económicos altos, las que se atienden en servicios de salud privados, las que tienen altos niveles de educación, las que viven en zonas metropolitanas, las que son primerizas y las de 35 años o más.

La creencia de que las cesáreas son inocuas es una de las principales razones por las que la práctica ha aumentado en América Latina. No obstante, esta intervención aumenta la probabilidad de hemorragia, de infección, de extirpación de la matriz y de lesiones a órganos vecinos.

En su larga carrera como ginecobstetra, Bremen de Mucio, asesor regional en Salud Sexual y Reproductiva de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), ha consultado a parejas que solicitan cesáreas por diversos motivos no médicos, como que el hijo nazca el día que cumple años el abuelo e incluso en la fecha que cambia el signo zodiacal. Otros factores más contundentes, como el temor a la incontinencia posparto o al dolor de parir, pueden ser más difíciles de negociar con los pacientes, dice el especialista.

“La gente hoy en día le ha perdido el miedo a la cesárea”, sostiene De Mucio.

Teresa Aceves tiene 30 años y vive en el municipio más rico de Jalisco: Zapopan. Estudió Comunicación en una universidad privada de Guadalajara y es ama de casa.

Durante su cesárea, en noviembre de 2016, se le rompió una vena. “Me estaba desangrando. Mi ginecólogo tuvo que hablarle al doctor del hospital para que entre los dos buscaran qué vena me habían roto”.

La hemorragia es la primera causa de muerte materna en el mundo y la segunda en México. Durante su embarazo, el médico nunca le había informado a Teresa sobre los riesgos de la cesárea, pero sí le advirtió sobre toda clase de peligros de un parto vaginal: que podrían apretarle el cerebro a la bebé con fórceps, causarle incomodidad e infecciones al limpiarle la vagina, dejarle un pedazo de placenta que se pudriera dentro del útero y que podrían atravesarse venas que el médico no alcanza a ver.

“Me vendió la cesárea como el mejor esquema para mí y para la bebé”, dice Teresa. “Como era mi primer hijo, le creí”.

Para el sector público, las cesáreas se traducen en pérdidas (en 2011, un reporte de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria preveía que México podía ahorrarse 12.000 millones de pesos de 2011 a 2015 si se sustituyeran las cesáreas excedentes por partos). Pero para la iniciativa privada son ganancias, ya que una cesárea cuesta en promedio un 50 por ciento más que un parto, según la Procuraduría Federal del Consumidor.

Cuando Teresa le preguntaba a su ginecobstetra cuánto le cobraría por la cesárea, este evadía el tema y le contestaba: “Después, señora. Ahorita no; primero su salud”, recuerda Teresa.

Pero en el octavo mes, cuando ella le informó que daría a luz en el hospital Santa María Chapalita, el médico le dio un precio 30 por ciento mayor que sus honorarios regulares. Teresa lo cuestionó sobre el aumento y la respuesta del médico fue: “Cobro de acuerdo al hospital. Porque, si tienes dinero, pues paga”.

UNA CUESTIÓN DE TIEMPO

“La mujer ahora, trabajadora, profesionista, que muchas veces es el sostén de su casa, pues deja en un segundo o tercer lugar la maternidad”, sostiene la médica Raquel Ocampo, directora general del Hospital Ángeles del Pedregal en Ciudad de México, uno de los hospitales privados más exclusivos del país. “Es algo en lo que muchas veces hay un parámetro que es el laboral, antes que el personal, el de pareja o el familiar. Es lo que nos toca atender”.

Ocampo dice que el 67 por ciento de los nacimientos en este hospital en 2016 fueron por cesárea y explica que muchos de estos casos son de mujeres de 35 años o más.

Los especialistas coinciden en que cada vez más mujeres tienen hijos después de los 35 años. Además, en México, ocho de cada diez mujeres de entre 20 y 40 años tienen obesidad abdominal, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2016; casi una de cada diez tiene hipertensión y dos de cada cien han sido diagnosticadas con diabetes, factores relacionados con el estilo de vida que aumentan el riesgo de complicaciones del embarazo y del parto.

La tasa óptima de cesáreas a nivel global podría ser mayor que el 15 por ciento recomendado por la OMS e incrementarse hasta un 19 por ciento, según un estudio publicado a finales de 2015 por la Universidad de Stanford.

Pero el índice nacional mexicano sigue siendo de más del doble de lo que indica el estudio de la Universidad de Stanford. Y las instituciones privadas en México hacen más del doble de cesáreas que las públicas. En los hospitales privados prácticamente ocho de cada diez bebés nacen por cesárea y solo dos por parto (79,1 fueron cesáreas en 2015). En las públicas, el índice de cesáreas es de 36,7 por ciento, según las cifras proporcionadas por la Secretaría de Salud a The New York Times en Español.

“La explicación es esta: que muchas de las prácticas se han convertido, en vez de médicas, de carácter socioecónomico. Es decir: la mujer puede decidir y ella, sin tener toda la información, pues decide, sobre todo en clínicas privadas”, dijo la directora de Atención a la Salud Materna y Perinatal del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, Liliana Martínez Peñafiel.

Patricia García tiene 38 años, vive en la colonia Nápoles en Ciudad de México y dirige un negocio familiar de abarrotes en la Central de Abastos capitalina. Hace cuatro años parió a su primogénito, un deseo que su médico ayudó a cumplir pero priorizando en todo momento la agenda del médico, cuenta Patricia, lo cual llevó a una pesadilla obstétrica para la familia que casi termina en una cesárea innecesaria.



Patricia García dio a luz a su primogénito hace cuatro años. Su médico le indujo el parto con una maniobra, primero, y luego con oxitocina, para poder atenderla el fin de semana y no tener que trasladarse al hospital el lunes. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times

La norma que regula la atención al parto en México, NOM 007, señala que si se realizan la inducción y ruptura artificial de membranas debe ser “previa información y autorización de la paciente, mediante el consentimiento informado”.

Sin embargo, el ginecobstetra de Patricia no esperó a que llegara el trabajo de parto espontáneo. Cuando tenía solo 39 semanas de embarazo (el máximo son 42) le hizo en su consultorio una maniobra de Hamilton, sin explicarle que se trata de una técnica de inducción del parto.

Además, la indicación de la Secretaría de Salud para lograr un parto vaginal exitoso es esperar a que la mujer presente un trabajo de parto espontáneo, en lugar de inducir este proceso. También advierte que “realizar inducciones innecesarias incrementa el número de cesáreas”.

No obstante, el médico le programó el parto para el fin de semana. “El sábado me dijo: ‘Mejor mañana domingo, porque así yo puedo dedicarle el día’, recuerda Patricia. El argumento del médico, explica, era que si ella daba a luz el lunes, él iba a tener que atravesar parte de la ciudad para ir de su consultorio hasta el hospital de ella, un trayecto que dura unos 50 minutos considerando el tráfico de la capital mexicana.

El tiempo del especialista es el factor principal en términos logísticos y económicos. Una cesárea programada dura aproximadamente una hora, mientras que un parto natural suele prolongarse unas 12 horas en promedio.

Aquel domingo, el médico le indujo el parto con oxitocina, de nuevo sin explicarle las desventajas de la inducción, y al caer la noche le hizo un borramiento manual del cuello uterino, un tacto doloroso utilizado para acelerar el parto.

Tras 12 horas de labor de parto, alrededor de las diez de la noche del domingo, el médico le dijo a Patricia que su bebé estaba atorado en el canal de parto y le propuso intentar la cesárea. “Todavía me decepcionó mucho más que me dice: ‘Su bebé, ni para atrás ni para adelante, ¿qué hacemos?’. Y yo no dije nada, pero en mi cabeza lo único que pensaba era: ‘Pues el doctor es usted, ¿no?, ¿o cómo?’”.

DE LA FALTA DE PRÁCTICA A LA MALA PRAXIS

“El personal de salud ya no sabe atender partos normales. Ya le tienen muchísimo miedo a atender partos”, dice Jimena Fritz, médica y epidemióloga del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), quien en 2017 publicó un estudio en el que analizaron la atención obstétrica en 24 hospitales y lograron reducir en 20 por ciento la tasa de cesáreas.

Fritz explica que, al temer que se presente una eventual complicación que no puedan resolver, optan por hacer cesáreas y así pierden la práctica de la atención del parto.

Jassiel Pérez tiene 34 años, es mercadóloga y vive en una zona residencial del Estado de México. A los 32 años tuvo el embarazo perfecto, dice, y su ginecóloga le aseguraba que su bebé nacería por parto.

En la semana 40 ingresó a un hospital privado en Lomas Verdes, donde inmediatamente la acostaron en una camilla de la que ya no le permitieron levantarse, pese a que la NOM 007 recomienda poder caminar.

En la sala de parto, cuenta Jassiel, escuchó al anestesiólogo decirle a la ginecobstetra: “Métele un chingo de oxitocina para que esto sea rápido”.

Al preguntarle si respondió algo en ese momento, Jassiel, con voz quebrada, contesta que no: “Yo ya estaba en sus manos. No soy dejada, pero me hice chiquita, me daba pavor enfrentarme a lo desconocido”.



Karen Luna, investigadora jurídica del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), afirma que una cesárea innecesaria sí es violencia obstétrica, porque el médico incumple con su deber de informar al paciente sobre los riesgos y beneficios de cada procedimiento. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times

Algunas mujeres que en otros ámbitos de su vida son valientes y decididas, toleran este tipo de agresiones durante el parto porque en ese momento la relación de poder es sumamente desigual, explica la investigadora jurídica del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), Karen Luna. “La vulnerabilidad es una cuestión que poco tiene que ver con las mujeres y todo con el personal médico”, dice.

Con las contracciones de oxitocina, los latidos del bebé de Jassiel se redujeron significativamente y le hicieron una cesárea de emergencia.

“En la inductoconducción les pueden meter hasta 60 o 100 unidades de oxitocina (lo indicado son 10)”, dice Fritz. La médica explica que el cerebro secreta naturalmente la oxitocina, una hormona que provoca las contracciones, pero al saturar con oxitocina sintética a los receptores en el útero, el sistema puede colapsar y llegar a imposibilitar las contracciones, provocando no solo una urgencia de cesárea, sino una hemorragia e incluso la histerectomía (extirpación de la matriz).

A los cinco días de nacido, Gabriel fue internado en terapia intensiva en otro hospital por una condición del hígado que, según los médicos, pudo haber sido causada por una infección. Durante su primer año enfermó varias veces de gripe, vómito y diarreas y contrajo rotavirus a pesar de estar vacunado.

Varios estudios recientes han encontrado que los niños nacidos por cesárea pueden tener mayores índices de obesidad, síndrome de colon irritable, diabetes, esofaguitis, asma, alergias ambientales y alimentarias y alejamiento del seno materno.

‘SI SIGUES LLORANDO, TE VOY A SEDAR’

Regina Zonana es una psicóloga de 30 años que vive en el poniente de la Ciudad.

En septiembre de 2014 llegó al Hospital ABC pasado el mediodía con más de 17 horas de trabajo de parto a cuestas. Cuando, tres horas después, le dijeron que su dilatación no avanzaba y que su bebé nacería por cesárea, se puso a llorar y a pedir que esperaran a su pediatra, a quien consideraba su última esperanza para apoyarla en un proceso natural.

“Entré a quirófano llorando mucho y el anestesiólogo me dijo, superagresivo: ‘Si sigues llorando, te voy a sedar. Si te sigues moviendo, te voy a sedar. Te voy a dormir’. Pensé: ‘Mejor me voy a portar bien, me voy a portar bien. A la mitad del parto, como que se me resbaló un brazo (porque estaba amarrada) y el anestesiólogo me dijo: ‘¡Ya te dije que no te muevas!’”, cuenta Regina, emulando un tono amenazador. El especialista cumplió su advertencia: la sedó completamente y Regina no pudo recibir a su bebé.

Ya desde su embarazo el médico le insinuaba que le haría cesárea. “Mi ginecólogo se burlaba de que yo lo quería hacer natural. Me decía —recuerda Regina—: ‘No, mamita, por aquí no va a salir, estás muy chiquitita, estás muy flaquita, vamos a hacer lo posible’”.



Cuando nació su hija, Regina fue sedada completamente a mitad de la cesárea y no pudo recibir a su bebé. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times

El Hospital ABC, donde nació la bebé de Regina, tuvo un índice de 63 por ciento de cesáreas en 2015, según datos de la Secretaría de Salud. El hospital no quiso dar una entrevista a The New York Times en Español para hablar sobre las cesáreas, argumentando que “es un tema que no queremos abordar desde la institución”.

En promedio, las mujeres mexicanas tienen dos hijos, así que, a pesar de los riesgos de la cesárea, para la mayoría de ellas son momentos puntuales que solo dejan, en el mejor de los casos, una línea de 15 centímetros, bien oculta debajo del bikini.

En un estudio sobre violencia obstétrica en salas de maternidad, investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública han documentado desde aventones a las piernas de una mujer parturienta que se retorció de dolor por un tacto vaginal, hasta insultos y alusiones a la vida sexual de las pacientes (“No lloren, aguántense, acuérdense cómo lo estaban haciendo, ahí sí lo gozaban”).

La violencia obstétrica se describe como la acción u omisión por parte del personal médico que daña física o psicológicamente a la mujer durante el embarazo, parto y posparto, como la negación de la atención médica; los tratos crueles o degradantes; la medicalización innecesaria y el obstaculizar el poder de decisión informada sobre estos procesos.

No es un problema exclusivo de las cesáreas, pero sí uno compartido en América Latina. En una investigación publicada en 2012, cuatro de cada diez mujeres en la tercera maternidad más grande de Argentina reportaron maltrato verbal; ocho de cada diez ruptura artificial de membranas y un 96 por ciento medicalización para acelerar el parto.

La violencia obstétrica y el fenómeno de las cesáreas innecesarias tienen un carácter casi invisible y, al mismo tiempo, institucional, debido a la conjunción de elementos asimilados en la cultura y las prácticas enquistadas y naturalizadas, como la educación médica jerarquizante, una relación dispar de poder entre médico y paciente, los intereses económicos, la saturación del sistema y la carencia de métodos eficaces de denuncia y reparación del daño.

Fritz considera que parte de la solución es sensibilizar al personal de salud y enfatiza la importancia de que las pacientes se informen sobre el embarazo, parto y posparto y empiecen a exigir, “porque es un tema de derechos, derechos para ti y para tu bebé”.

La epidemióloga dice que la educación e incorporación de parteras profesionales al sistema de salud, como se hace en países como Gran Bretaña, ayudaría a no medicalizar rutinariamente el proceso natural del parto, en los ocho de cada diez embarazos que la OMS indica que no requieren cesárea.

EL PEOR ESCENARIO

Liliana Macías tiene 32 años, es antropóloga y actualmente trabaja en el área de Epidemiología de la Secretaría de Salud en Chetumal, una ciudad con menos de 200.000 habitantes en el sureste de México, donde nació y vive actualmente.

Hace tres años le extirparon el útero como consecuencia de una cesárea realizada en un hospital público del IMSS en Chetumal.

Los médicos del IMSS que atendieron su embarazo y sus primeras horas de parto dijeron que tendría un parto natural, pero cuando le faltaba solo un centímetro de dilatación de los 10 reglamentarios, hubo un cambio de turno en el hospital y el médico vespertino decidió hacerle cesárea. Liliana dice que le propuso intentar el parto, pero el médico la amenazó: “Me voy a dar una vuelta por el hospital para visitar a todos los pacientes, y si cuando regrese tu bebé tiene sufrimiento fetal, es tu responsabilidad”.

“Yo no voy a recuperar mi vientre, pero algún día, si ella así lo quiere, va a ser madre”.

LILIANA MACÍAS, MADRE DE UNA HIJA DE TRES AÑOS

Dos días después del alta por su cesárea, Liliana volvió al IMSS con 39 grados de fiebre y dolor abdominal intenso. La internaron y durante cinco días varios médicos del hospital la revisaron, hasta que la dieron de alta de nuevo con el diagnóstico de una infección urinaria, sin informarle lo que médicos de un hospital particular descubrieron esa misma tarde: tenía una hemorragia e infección porque durante la cesárea le perforaron el útero y la vejiga.

“Al revisar mi expediente confirmé que el médico me dejó los vasos abiertos, intentó parchar la perforación que me hizo en la vejiga con mi útero”, dice Liliana.

La histerectomía que le hicieron en el hospital particular le salvó la vida, pero la dejó incapacitada para embarazarse y tener los otros tres hijos que añoraba.

Hoy, la hija de Liliana tiene tres años y una colección de alergias que se asocian con el nacimiento por cesárea: no puede tomar leche porque es alérgica a la proteína láctea, así como a los mosquitos y las cucarachas. Sus síntomas son brotes de ronchas, enrojecimiento e inflamación de la piel, tos y reflujo gastroesofágico.

Liliana dice que ha pensado en renunciar a la demanda que interpuso al hospital por negligencia médica tras su histerectomía, para por fin dejar todo eso atrás, pero persevera por algo más grande que su pérdida: “Yo no voy a recuperar mi vientre. Pero mi hija algún día, si ella así lo quiere, va a ser madre”.

(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ JENNIFER JUÁREZ /28 DE AGOSTO DE 2017)




ARROJA “LIDIA” SOLAMENTE DAÑOS MATERIALES A EMPALME

EMPALME.- Solamente se registraron pérdidas materiales durante la tormenta tropical “Lidia”, siendo los sectores de Bellavista, Pesqueira y Ampliación “Ronny” Camacho las más afectas por las lluvias y las rachas de vientos en la zona urbana.

El Presidente Municipal Carlos Enrique Gómez realizó un recorrido de inspección de las zonas de riesgo más afectadas por las lluvias de ayer por la noche y la madrugada de hoy sábado 2 de Septiembre en la zona urbana,  quien estuvo acompañado por Marco Antonio Flores Chong, Coordinador de la Unidad Estatal de Protección Civil en Sonora y del titular de la Jurisdicción Sanitaria Número 4, doctor Antonio Alvídrez Labrado y el Secretario del Ayuntamiento y Secretario Técnico de la Unidad Municipal de Protección Civil Erick Niebla Quiñonez.

Durante el meteoro se registró una precipitación de 91.2 mm y vientos de 45 kmph hasta rachas de 65 kmph. Y las lluvias intensas se registraron a las 24:00 a las 01.00 horas del sábado 02 de Septiembre, hubo una precipitación de 23 mm, mientras que de las 23:00 a las 24:00 horas, fue de 15.2 mm.

El alcalde empalmense y el funcionario estatal recorrieron la colonia Bellavista en la zona de muelles, luego se trasladaron al canal “Guadalupe” ubicado en el Kilómetro 2, sector poniente para verificar los daños a las paredes del canal causados por las fuertes avenidas de agua, que confluyen en la zona centro de Empalme y, posteriormente, fueron al bulevar “16 de Septiembre” donde existen tres vados que se inundan y provocan fuertes encharcamientos que impiden la circulación vehicular, además de inundar las calles aledañas, cuando se registran fuertes lluvias.

Cabe mencionar que el Presidente Municipal, horas antes ya había realizado un recorrido de inspección, por la zona urbana y el valle de Empalme.

Y una de las preocupaciones del alcalde Carlos Enrique Gómez Cota son las fuertes avenidas de los arroyos “Cuates”, que se generan cuando existen lluvias atípicas prolongadas, como la TT “Lidia”, su crecida de corrientes de agua es muy grande, pero se complica cuando se empata con las mareas altas de la bahía, provocando inundaciones a las viviendas que se encuentran a la orilla del mar, como las colonias Bellavista, Pesqueira y la ampliación “Ronny” Camacho.

Durante el recorrido por la zona urbana, se observó calles y avenidas destrozadas por el agua, caída de árboles particularmente de las 23:00 a las 01:00 horas en la madrugada del sábado 2 de Septiembre, ya que los vientos alcanzaron la velocidad de 45 kmph con rachas de 65 kmph, además de que se registró el derrumbe de una pared de una casa en callejón Juan Álvarez y avenida Héroe de Nacozari, esquina en la colonia Moderna Centro.


Además de que se detectaron innumerables derrames de aguas negras en la zona centro y colonias populares empalmenses, debido a que se colapsó el sistema de drenaje en algunos sectores, a causa del azolvamiento de la tubería.

Las avenidas de agua que se registraron por el canal “Guadalupe” provocaron incertidumbre entre los residente del Kilómetro Dos, Poniente, durante las altas horas de la noche de ayer viernes, debido a que llevaba mucha agua y arrastraba infinidad de basura, escombro, maleza, llantas y muebles en desuso.

Por otra parte, el Departamento de Bomberos Voluntarios de Empalme, durante el meteoro se reportó al Centro de Mando, a las 04:25 horas, el incendio de una vivienda, por la calle Niños Héroes y 5 de Mayo, esquina.  No hubo pérdidas humanas, solamente daños materiales. Se ignora hasta el momento, las causas del siniestro.

VALLE DE EMPALME

Y en el valle de Empalme, hubo crecida de arroyos, por lo que se registró la fractura del puente peatonal que se encuentra a un costado de la Escuela Secundaria Técnica (EST- 32), misma que les permitía a los educandos su ingreso a la escuela como a las familias asentadas en dicho sector para trasladarse a la parte poniente de La Atravesada.

Asimismo, hubo calles y avenidas destrozadas e inundadas por el agua, provocando en la zona urbana del poblado,   encharcamientos que no permitían el paso de vehículos y de personas.