lunes, 21 de enero de 2019

LA TRAGEDIA DE TLAHUELILPAN


La tragedia de Tlahuelilpan, donde decenas de personas murieron al explotar un ducto de gasolina por cuya fuga robaban combustible y festejaban algunos bañándose en él, es una doble desgracia. De la humana las crónicas y el número creciente de personas fallecidas van construyendo el drama. De la gubernamental sólo hay omisiones inconfesables, aceptaciones institucionales torpes para justificar la inacción federal, y acciones legales que no pueden dejar de aplicarse. Si el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere darle un giro a la vida pública de la nación y restaurar el Estado de Derecho, Tlahuelilpan no debe quedarse como su primera marca de impunidad. Hay responsabilidades contra un número aún no claro de pobladores de la zona por diversos delitos, así como también contra los mandos militares y policiacos que no hicieron nada por prevenir el siniestro.

El secretario de la Defensa, el general Luis Crescencio Sandoval dijo el sábado que cuando el Ejército llegó al punto donde se reportó la fuga en el ducto Tuxpan-Tula el viernes, intentó alejar a cerca de 800 pobladores, pero que los 25 soldados y policías que lo intentaron, al ponerse agresivos algunos de ellos, se alejaron. De esa forma, las fuerzas de seguridad, que no recibieron apoyo del Ejército o de la Policía Federal –llegó primero la prensa que ellos-, fueron testigos de la explosión y las muertes, donde ellos, por omisión, son responsables. Las declaraciones del general son una confesión de culpa: tiene desplegados a 10 mil soldados para combatir el huachicol, pero no hicieron nada en Hidalgo porque “estaban rebasados”. Al ser autoridad, replegarse y no actuar en un delito en flagrancia en una situación de alto riesgo, es imperdonable.

Los mandos militares y policiales que llegaron a Tlahuelilpan son presuntos homicidas dolosos –al saber que violaban la ley- por acción u omisión de facultades y atribuciones comprendidas en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de Servidores Públicos, en su inciso uno, que ordena “cumplir el servicio que le sea encomendado y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho servicio”, y el inciso dos, que obliga a “abstenerse de cualquier acto u omisión que implique incumplimiento de cualquier disposición legal, reglamentaria o administrativa relacionada con el servicio público”.

En el caso de las personas que robaron combustible –llevar bidones habla de premeditación-, incurrieron en una serie de delitos que, de acuerdo con abogados, incluye el delito federal de robo de un bien público con la evidente intención de obtener lucro personal, la convocatoria a la insubordinación social para incluir a mujeres y menores de edad en el hurto, asociación delictuosa y responsabilidad imprudencial para obligar a terceros a cometer el delito, que fueron cometidos en flagrancia. Además, dados los antecedentes de huachicol en la zona, el probable delito de comercialización de combustibles sin autorización ni protocolos de seguridad.

Estos dos últimos párrafos se refieren a la aplicación de la ley que, en este país, la norma es violarla y la excepción es cumplirla. Por décadas, el uso legítimo de la fuerza por parte del Estado ha estado cancelado. El punto de partida de esta debilidad institucional está ubicado el 2 de octubre de 1968, cuando se realizó la matanza de Tlatelolco, fecha desde la cual el Ejército se ha visto inhibido en momentos tan dramáticos como lo que sucedió en Tlahuelilpan. El gobierno federal, se puede argumentar por la falta de refuerzos enviados a ese punto a 124 kilómetros de la Ciudad de México, prefirió dejar hacer, dejar pasar, para evitar un conflicto con la población. Para el gobierno del presidente López Obrador, el hecho en sí mismo, es una contradicción.

Por años, la izquierda en México, herida y agraviada históricamente, ha denunciado las acciones de fuerza de soldados y policías como actos de represión. Los intentos por fortalecer el uso legítimo de la fuerza han sido interpretados, denunciados y combatidos como intentos por criminalizar la protesta social. López Obrador mismo ha caminado sobre una línea delgada y cuidado su discurso para evitar cruzarla.

Apenas hace ocho días, cuando habló del desabasto de gasolina, el presidente dijo que se trataba de “un asunto transitorio” provocado por los “traviesos” que roban el combustible, y pidió a la población no fomentar el robo y la corrupción. “Hay gente que se está portando muy bien”, dijo en otro momento, “pero quiero pedirles a todos, hasta a los traviesos, que se actúe con responsabilidad, que piensen en sus familiares, que piensen en ellos mismos, que piensen en el prójimo, que piensen en su país, en México. ¡Todos a portarnos bien!”.

Tlahuelilpan demostró lo falible de ese discurso. Restablecer la ética a una sociedad, como pocos dudan la requiere la mexicana, no se logra con discursos o una Cartilla Moral. Es un trabajo de educación cívica que bien hecho demorará cuando menos una generación en dar sus primeros resultados. Ningún pueblo es bueno, como imagina López Obrador que es o puede ser el mexicano. La rectitud en la vida pública se da mediante la eliminación de los incentivos para ser malo aunque se le tilde de pueblo bueno.

En México los incentivos inversos fueron alimentados por la rampante impunidad de décadas. Pero hay luces. Tlahuelilpan será una gran oportunidad para López Obrador en su intención por restablecer el Estado de Derecho, si aplica la ley en este caso, y utiliza –no lucra- la tragedia en Hidalgo como el punto de partida para restaurar el uso legítimo de la fuerza del Estado, que la va a necesitar, cuando menos, en su cruzada contra el huachicol.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/21 DE ENERO DE 2019)


LA SEGURIDAD DEL PRESIDENTE


La cruzada que emprendió Andrés Manuel López Obrador en contra del huachicol tiene consecuencias inmediatas. Una, como dice, es que el robo del combustible se redujo al enfrentar a los huachicoleros. Otra, que tiene plazos distintos, es que si el combate es tan efectivo como lo asegura el presidente, el escenario de una respuesta violenta por parte del crimen organizado debe ser una prioridad. Las pérdidas económicas para quienes roban el combustible son cuantiosas –más de tres mil millones de pesos en menos de 15 días-, con lo que afecta fuertes intereses. Por ahora, la reacción de los criminales ante la acción gubernamental han sido sabotajes en ductos estratégicos, pero ¿quién garantiza que sus acciones revanchistas no escalen directo a López Obrador?

Meterse con el crimen organizado en un negocio que es más redituable que el narcotráfico, cambia por completo su entorno y modifica el paradigma de López Obrador que para estar cerca del pueblo se despojó de la seguridad militar que cuidaba a los presidentes mexicanos, y se rodeó de un equipo de civiles, que aunque fueron entrenados en Israel, no tienen el número, alcance, o el trabajo de inteligencia que le permitía al Estado Mayor Presidencial anticipar riesgos, como cuando capturaron una célula del EPR que, escondida entre la maleza del Bosque de Tlalpan, querían capturar al presidente Ernesto Zedillo, que hacía ejercicio en ese lugar casi todas las mañanas.

Enfrentar enemigos tan grandes y escurridizos, sin prisa para tomar venganza, hace que la seguridad del presidente no sea un tema donde la única y última palabra la tiene Andrés Manuel López Obrador. Su seguridad es un tema demasiado serio para que no se le provea como jefe de Estado, ni es una discusión donde la necedad se imponga sobre los protocolos que deben de seguirse y reforzarse en torno a su figura. López Obrador es testarudo, pero el responsable de su seguridad, sus principales asesores y quien sea necesario sumar para hablar con él, deben hacerle ver que ya no es el activista, el agitador social o el candidato que puede ser laxo en su seguridad. Como presidente, esta dejadez significa irresponsabilidad. Y para quien está en su entorno y no le hable duro para confrontarlo con la realidad que vive desde que llegó a Palacio Nacional, en cualquier cosa que le suceda, será cómplice por omisión.

López Obrador no puede apelar a la ética y a la buena fe de los mexicanos, para que sean ellos quienes lo cuiden. Eso no existe ni en México, ni en el mundo reales. Hay gente de todo tipo, buena y mala en distintos grados, pero cuando se trata de actividades criminales, los riesgos se elevan sustancialmente en función de la solidez del estado de Derecho y los niveles de impunidad. Sería un pleonasmo hablar de la falta de lo primero y del superávit de lo segundo en México. Pero embarcarse en la cruzada contra los huachicoleros, no es pelearse con políticos, empresarios, periodistas o cualquier otra institución, donde la respuesta más violenta estará siempre en el entorno de la política.

Luchar frontalmente contra los criminales y afectar intereses económicos, ha llevado a López Obrador a adentrarse a un campo donde nunca estuvo. Haber caminado territorios controlados por el narco, como sucedió en la campaña presidencial, y haber transitado sin mayores problemas por retenes criminales en el norte del país, quedó en el pasado, cuando el enemigo no era él, sino los ex presidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. En ese momento no representaba ningún riesgo para sus intereses económicos. De hecho, con el ofrecimiento de amnistía a narcotraficantes, se volvía un aliado inopinado para ellos.Eso ha cambiado radicalmente.

Como presidente, cuya primera decisión fue confrontarlos militarmente, López Obrador ha pasado a ser su principal enemigo. Más que Peña Nieto en el arranque de su gobierno, cuando dejó de combatirlos, y más que Calderón, que comenzó la guerra contra ellos de manera focalizada y gradual, López Obrador le declaró la guerra y llamó a los mexicanos a combatirlos y a repudiar el mercado ilegal de combustible robado. Su cruzada la hizo nacional.

Las resistencias, como ha dicho el presidente, son fuertes. Pero que no se equivoque, como parece estar haciendo en este momento. No sólo son los delincuentes de cuello blanco a los que está enfrentando; el crimen organizado juega un papel preponderante y central en este negocio. Dos cárteles están profundamente involucrados, Los Zetas y Jalisco Nueva Generación, que son los más violentos. Debe entender que si los está combatiendo con todo, no les deja puertas de salida. Si se cierra todo, para acabar con esos robos, los criminales responderán como no lo han hecho hasta ahora.

El presidente debe entender la dinámica que modificó de manera abrupta y entender el cambio que ello significa. Ser presidente implica que tiene que ceder libertades individuales, de acción y movimiento, porque tiene que ser responsable con el pueblo cuyo porvenir depende de él. Lo que le suceda al presidente no afecta sólo al entorno de López Obrador, sino a una nación entera. Un atentado generaría caos, zozobra e incertidumbre política, económica y social, nacional e internacional. Ni siquiera estamos constitucionalmente preparados para la ausencia súbita de un presidente. Esta es la externalidad que abrió su cruzada contra el huachicol.

Su seguridad es prioritaria. Pasó el tiempo del folclor y el discurso populachero. El presidente tomó riesgos y lo apoya la nación. Debe estar a la altura de su responsabilidad y asumir que el jefe de Estado Mexicano requiere de protocolos de seguridad que protejan su vida por encima de todas las cosas.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 18 DE ENERO 2019)

LA DIVISIÓN DE LOS MEXICANOS, ¿PARA NUNCA ACABAR?


El viernes pasado sucedió algo insólito. El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, interrumpió su discurso en Tlapa, en un evento con Andrés Manuel López Obrador, ante los gritos y mentadas de madre que recibía de morenistas, alentados por Pablo Sandoval, expresidente estatal de Morena, hoy delegado federal, y hermano de la secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval, y le reclamó al presidente. “Yo no vuelvo a ningún recorrido, es ofensivo”, le dijo Astudillo a López Obrador. Evaluaría, dijo, a qué evento con el presidente asistiría en el futuro. López Obrador le ofreció disculpas inmediatas y el lunes dijo en su comparecencia mañanera que ese tipo de actitudes no deberían darse. Respeto para todos, pidió, aunque parece tarde.

La polarización llegó para quedarse y difícilmente se va a borrar. El presidente, un gran comunicador, lleva años evangelizando a sus seguidores más fieles y persuadiendo a millones más con un discurso simple, pero persuasivo: los ricos llenos de privilegios y corruptelas, tienen que ser erradicados del país. Es el tiempo de los pobres, que están del lado de los liberales, y hay que luchar contra los conservadores, que se oponen al cambio, son palabras no textuales en la doctrina de López Obrador que han abierto la confrontación nacional. ¿Hasta dónde llegará? Como está la irritación, diariamente alimentada por los propagandistas del régimen en las redes sociales, hasta que la retórica se convierta en agresión física.

La reacción del presidente López Obrador ante lo que sucedió con Astudillo no empata con anteriores comportamientos. Se mostró preocupado desde el mismo momento en que el gobernador interrumpió su discurso y le expresó que sus seguidores de Morena han hecho de sus eventos “torneos de insultos y descalificaciones”. El presidente ofreció disculpas inmediatas y ha enviado línea política a sus seguidores para que muestren respeto. No bastará. El humor está ardiendo y los ánimos encendidos. Lo que le pasó a Astudillo, menos intenso, le sucedió el domingo al gobernador del estado de México, Alfredo del Mazo, aunque López Obrador dijo que no sucedió nada. Antes le pasó al gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y previamente al de Michoacán, Silvano Aureoles. Los políticos no son sus únicos blancos.

Los militantes de Morena están empoderados por un presidente fuerte y carismático que, en este momento, no tiene oposición que se le plante enfrente. El Congreso, un contrapeso, está arrodillado ante él. El Senado también. La prensa es acosada y el Poder Judicial ha sido agredido. Los órganos autónomos están siendo acosados presupuestalmente como si la intención fuera deshidratarlos y acabarlos. La gradería del presidente siempre aplaude y se anima a profundizar la división. México está enfermo de rencor y resentimiento. La bola de nieve viene por la ladera tomando fuerza y volumen. ¿Hasta dónde llegará? Reiteremos: como está la irritación, diariamente alimentada por los propagandistas del régimen en las redes sociales, hasta que la retórica se convierta en agresión física.

No están solos. Hay que ver el fenómeno en toda su dimensión. El odio mostrado no corre en un solo sentido. A toda acción hay una reacción, y en la esquina de enfrente hay respuestas proporcionalmente violentas. Hay ataques clasistas y discriminadores inaceptables a personas vinculadas a Morena por el color de su piel. ¿Cómo no quieren entonces que se esté gestando una lucha de clases? La forma como se señala visceralmente todo lo que hace el presidente no deja espacio a la razón, mucho menos a la discusión argumentativa. Muchos no abordan críticamente sus acciones y políticas, sino lanzan denuestos personalizados. Abundan las provocaciones, los desafíos y las injurias. El discurso binario no avanza sobre un carril único. Se nutre de todos lados, crecientemente intolerantes y beligerantes.

El gobernador Astudillo le recordó a López Obrador que es presidente de todos los mexicanos, por lo que el respeto debe ser mutuo y recíproco. No fue ociosidad expresarlo, porque se está volviendo una norma de comportamiento en las élites de Morena, particularmente en el Congreso, donde las cómodas mayorías que tiene el partido en el poder, ha llevado a varios de sus líderes a actuar con mayor despotismo del que tanto se quejaron, con más prepotencia con la que mucho tiempo los trataron, abiertamente retadores. El poder tiene que ser magnánimo, no vengativo. El Comité de Salud de la Revolución Francesa, que de algo sirva la Historia, llevó a la guillotina a quienes hicieron de ella su instrumento de castigo contra quienes se oponían al cambio de régimen.

Pero todo esto sólo tiene sentido si estamos de acuerdo en vivir bajo un orden democrático real, no retórico. Para quienes la democracia no tiene sentido, esta discusión es irrelevante; querrán otro sistema –no régimen- que la sustituya. Para quienes piensan que la democracia es el menor mal de los males, la satanización de los de enfrente, la polarización política, la fragmentación que se vive en los medios y las actitudes tribales, mal de México y el mundo, tiene que atajarse para evitar que la brecha se siga ensanchando.

Yascha Mounk, director del Centro de Renovación del Instituto “Tony Blair” para el Cambio Global en el Reino Unido y conferencista en la Universidad de Harvard, escribió el año pasado El Pueblo Contra la Democracia(The People vs. Democracy), donde identificó los tres conductores del descontento: estancamiento niveles de vida, temor de una democracia multiétnica y el surgimiento de las redes sociales. “Para revertir la tendencia –señala Mounk- los políticos necesitan promulgar reformas que beneficien a muchos, no a unos pocos”. Llevado al terreno mexicano, 30 millones de votos ganan elecciones, pero no gobiernan un país.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 17 DE ENERO 2019)

LA VICTORIA DE LÓPEZ OBRADOR


Las encuestas, todas, dan al presidente Andrés Manuel López Obrador, un extraordinario respaldo para el combate al robo de combustible. Las pérdidas económicas derivadas del desabasto de gasolinas y las enormes incomodidades de las clases medias para reabastecer sus vehículos, han sido insignificantes en su correlación con el apoyo a López Obrador. Al menos ocho de cada 10 mexicanos están incondicionalmente con él, un volumen muy superior incluso al que obtuvo en las elecciones presidenciales, cuando 5.3 de cada 10 mexicanos votaron por él.

Hay quien se pregunta cuál es la razón por la que un problema toral en la vida cotidiana, acentuado por el claro naufragio de los funcionarios responsables del suministro de combustibles, no haya hecho merma en la imagen ni el respaldo al presidente, sino todo lo contrario. López Obrador tiene la confianza plena, en un fenómeno que quizás no se veía desde que el pueblo, sin importar clases sociales, salió a las calles a entregar todo lo que tenía para respaldar al presidente Lázaro Cárdenas en la nacionalización petrolera.

La encuesta de El Financiero publicada este lunes es muy clara: se cerraron filas detrás de López Obrador. El 89% de los mexicanos en el país, apoya el combate contra el robo de combustibles. La aprobación a su trabajo es de 76%, seis puntos arriba desde última la medición, el 26 de diciembre pasado, un día antes que anunciara el combate contra los huachicoleros, y prácticamente el mismo de cuando asumió la Presidencia, cuando estaba en 77%. Es decir, una medida de gran calado que requería invertir capital político, le representó cero pérdidas y significativos réditos políticos.

El consenso es tan amplio que nunca se dio, ni remotamente, una situación de disturbios en las calles, como se dieron por situaciones análogas en los últimos años en Sao Paulo o Santo Domingo. Para comenzar a entender el fenómeno que estamos viendo, hay que recordar el eje de las campañas presidenciales de López Obrador, la lucha contra un régimen corrupto que olvidó a las mayorías, y que el mandato en las urnas el 1 de julio pasado fue precisamente para que cumpliera con su promesa.

Entonces, si el voto popular fue para combatir la corrupción y López Obrador ha empaquetado el huachicoleo como un problema de corrupción de los gobiernos del PRI y del PAN, contra el que masivamente se votó en las urnas en julio, ¿por qué sorprende tanto el apoyo masivo al presidente en esta cruzada? López Obrador no ha perdido oportunidad en cada mensaje y en cada discurso, para establecer la línea que conecta el robo de combustible con anteriores gobiernos.

Es decir, todos los días a todas horas está diciendo a los mexicanos que esta acción es consecuencia directa del mandato que recibió, y respuesta frontal a su exigencia en las urnas. El pedir de forma permanente el apoyo de los ciudadanos y agradecer de manera reiterada la forma como han respaldado la acción contra los criminales sin que estallaran conflictos –“se han portado bien”, es su frase-, es una forma de involucrar a los mexicanos y hacerlos sentir que son parte importante en esta lucha para evitar el saqueo de los recursos nacionales. No a todos les gusta la forma como López Obrador construye las imágenes, pero a decir de las encuestas, su mensaje ha penetrado y su apelación ha surtido un efecto que, para los estándares y antecedentes mexicanos, es casi insólito. En la misma encuesta de El Financiero se registró al 62% de los mexicanos que cree que la gente debe confiar y tener paciencia mientras dure la situación de desabasto, notándose un porcentaje incluso más alto, de acuerdo con el estudio, en aquellos estados con mayor desabasto. Esto significa que el individualismo y egoísmo ciudadano, tan característico de los mexicanos, fueron hechos de lado ante el llamado presidencial.

El experto en opinión pública Jorge Buendía, director de Buendía&Laredo, dijo que ante la escasa información que hay sobre el combate, el abasto y sus efectos, el combate al huachicol está alineado con el respaldo a López Obrador, como lo muestran todas las encuestas. “Ante la falta de información, para muchos ciudadanos apoyar la lucha contra los huachicoleros se reduce a expresar o negar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador”, agregó. “El éxito político de la medida dependerá de la rapidez con que se termine el desabasto”.

Según funcionarios federales, esta semana se normalizará el abasto en todas menos dos entidades, Guanajuato y estado de México, con lo cual el escenario negativo que planteó Buendía podría no llegar a darse. De cualquier forma, López Obrador trazó en su comparecencia pública del martes, una nueva cruzada, que le va a permitir prolongar el tipo de apoyo que ha recibido hasta ahora.

A pregunta de un periodista, desarrolló una nueva narrativa donde ubicó la palabra “huachicoleo”, hasta ahora sólo utilizada como sinónimo de robo de combustible, como el equivalente a robo con alto daño a la nación, cometido o avalado por gobiernos anteriores. Así, estableció la relación directa entre futuras campañas en otros sectores, con parte del mandato de las urnas. El lunes dijo que después del huachicoleo iría a combatir la corrupción en otros campos. El martes identificó indirectamente que será en el rubro de los medicamentos.

El manejo político de López Obrador ha sido impecable. El único límite que habrá entre su éxito y el desgaste que lleve a la derrota, es si los resultados no son como los ha prometido. Pero por lo pronto, está sólido y avanza rápido.

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(EJE CENTRAL/ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 16 DE ENERO 2019)

HUACHICOLEROS SOMOS TODOS


El parte de la guerra contra el huachicoleo señala: mil 700 carpetas de investigación iniciadas en dos semanas, tres altos funcionarios de Pemex cuyos casos por daños a la Nación se judicializaron y 4.5 millones de barriles de combustible asegurado. La contraparte en esta guerra son actos de sabotaje -que es una acción propia de terrorismo, y una rebelión de la comunidad de Santa Ana Ahuehuepan, en el municipio de Tula, contra de un contingente de militares que perseguían a ladrones de combustible. La comunidad los enfrentó, tras acusarlos de disparar contra la población, y privó a tres de su libertad durante horas.

Esa zona es conocida por su actividad huachicolera, y no es la primera comunidad que se rebela ante los militares. El año pasado en Puebla, huachicoleros protegidos por los pobladores de municipios de la zona se enfrentaron con militares en varias ocasiones. También hubo enfrentamientos todo 2018 en el estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Tabasco, y Tlaxcala, lo que habla de la magnitud territorial del problema. López Obrador hizo un llamado a los pobladores de Santa Ana para que “no se mancharan” de sangre atacando militares, y pidió en general que no se comprara gasolina robada. Difícil empatar la ética frente a la sobrevivencia.

Un caso que puede ilustrar este dilema es el de San Salvador Huixcolotla, que tiene un mercado nutrido en hortalizas, frutas y ropa. Huixcolotla fue contaminado por la influencia de los municipios vecinos que se encuentran dentro de la zona del Triángulo Rojo, donde las ganancias que obtienen las bandas criminales por ese hurto, primero auspiciadas por Los Zetas y más adelante por el Cártel Jalisco Nueva Generación, es de dos millones de pesos diarios. Los huachicoleros aprovecharon la coyuntura en ese municipio y en el país, abierta por la liberalización del precio de los combustibles en enero de 2017.

Una externalidad del gasolinazo fue la proliferación del huachicoleo por razones económicas. En diciembre de 2016, el precio del litro de gasolina estaba en 14.81 pesos; el retiro de todos los subsidios en enero lo elevó a 17.05 pesos. Los huachicoleros expandieron sus mercados y llegaron a Huixcolotla, que se convirtió en un centro de distribución de combustible robado, gracias a la estrategia de los ladrones de combustible. Al elevarse el precio del diésel, llegaron a las comunidades más alejadas con la oferta de mitad de precio y colocado junto a sus cultivos. Para muchos, si no todos, la oferta era irresistible en el contexto de su subsistencia, y el huachicol penetró fácilmente el tejido social.

El huachicol mermó a Pemex. En 2016, las pérdidas reconocidas eran de 30 mil millones de pesos. Para 2018, dice López Obrador, ascienden a 60 mil millones, razón por la cual lo combate. Dentro de esta lucha, matizó este lunes la acusación directa sobre gobiernos anteriores de ser parte del crimen, e incorporó “o por su complacencia”. Esto se ajusta más a la realidad. En mayo de 2017 se publicó en este espacio que el presidente Enrique Peña Nieto intentaba salir de la pasividad en la que se encontraba ante el fenómeno criminal, después de una desesperante inacción, pero como reacción, no prevención. En ese momento se apuntó:

“Peña Nieto tendría que haber estado muy bien informado del problema que se vivía, pues desde (hacía) unos tres años promovió a quien había sido su jefe de seguridad en el gobierno del Estado de México, el general brigadier Eduardo León Trauwitz, como subdirector de Salvaguarda Estratégica de Pemex, que es el área responsable de los ductos. El general Trauwitz sostenía reuniones regulares con los responsables del área logística de Pemex para discutir del robo de combustible, donde había acusaciones cruzadas. Ex funcionarios que conocen de esas reuniones, (recordaron) que el general afirmaba que el robo tenía cómplices dentro de Pemex, mientras que los encargados de logística respondían que era responsabilidad de los militares la vigilancia.

“El alegato del general es que tenía que haber complicidad en Pemex con los criminales porque para poder ordeñar un ducto se necesitaba, a fin de evitar una explosión letal, que no estuviera transportando combustible, información que sólo podría provenir del salón de control de ductos de la empresa. Esta idea (siguió) permeando en el gobierno federal y se (investigaba) en Pemex la posibilidad de complicidad con los criminales. Pero el alegato de los responsables de logística, era por la información que se tenía en las áreas de seguridad del gobierno poblano, que la ordeña de ductos en el Triángulo Rojo estaba avalada y, en algunos casos, controlada, por los militares”.

El fenómeno de Huixcolotla mostró cómo, pese a todo, se extendió el huachicol. El entonces gobernador Rafael Moreno Valle pidió reiteradamente apoyo federal para combatirlo, pero el gobierno de Peña Nieto no se lo dio porque, según ex funcionarios, fortalecería su eventual candidatura presidencial. Esa mezquindad se extendió, al no darse jamás el apoyo. Poco antes de asumir la gubernatura, su esposa Martha Érika Alonso recibió un mensaje de los huachicoleros -Huixcolotla es vecina de Tecamachalco, el municipio donde nació- para que negociara con ellos impunidad. El mensaje fue rechazado. Los dos murieron en un accidente de helicóptero en diciembre, cuyas causas están siendo investigadas.

Pero la impunidad, en buena parte por la pasividad o complicidad del gobierno federal, disparó el robo de combustibles y le permitió a los huachicoleros armarse para enfrentar al Ejército y a quien se le ponga enfrente. La impunidad y el crimen es lo que quiere acabar López Obrador, que será el primer paso. El siguiente, restablecer el tejido social, será más difícil de lograr.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 15 DE ENERO 2019)

DETRÁS DEL HUACHICOL


Cuando Andrés Manuel López Obrador dijo en su campaña presidencial que habría amnistía a quienes hubieran participado en el narcotráfico, hubo quien vio una ventana de oportunidad. Fue Miguel Ángel Treviño, el Z-40, el jefe de Los Zetas, preso desde julio de 2013, quien a través de sus abogados envió un mensaje a la campaña del candidato presidencial. Se comprometía a reducir en un 50% la violencia en Nuevo Laredo, el tráfico de drogas, de armas, el contrabando de migrantes y el robo de combustible, a cambio de una sola cosa: si llegaba López Obrador a la Presidencia, que no lo extraditara a Estados Unidos. No hubo tiempo de nada, porque el 19 de julio del año pasado, salió de México hacia una cárcel en ese país.

Los Zetas siguieron administrando su empresa criminal, a la que entraron hace casi 15 años, cuando por falta de droga se diversificaron hacia el robo de combustible. Fue el primer cártel que entró en ese negocio. Los Zetas lo convirtieron en una operación trasnacional, y vendieron cuando menos 46 millones de dólares de petróleo a refinerías en Estados Unidos, que posteriormente enfrentaron juicios y varios de sus directivos fueron a la cárcel. La delincuencia organizada es quien más ganancias extrae del robo de hidrocarburos en el mundo, uno de los más grandes fenómenos criminales de este siglo.

De acuerdo con un documento del Centro de Energía Global del Consejo de Atlántico, una organización privada estadounidense que nació en 1961, publicado en 2017 (Downstream Oil Theft: Global Modalities, Trends and Remedies), el negocio criminal deja utilidades anuales por 133 mil millones de dólares, que es superior al PIB de Kuwait, una de las naciones petroleras. El informe cita 10 casos de estudio, incluido México, en donde dice que extraer petróleo refinado durante sólo siete minutos, representa a un cártel ganancias de 90 mil dólares. Un ingeniero de Pemex fue detenido cuando se descubrió que cobraba mil 250 dólares por cada toma clandestina que dejaba sin reportar.

El informe menciona que la delincuencia organizada es quien más está involucrada en el robo de hidrocarburos, pero no es la única. En orden de importancia hay funcionarios o empleados gubernamentales, comunidades “desesperadas” porque no tienen otra forma de obtener recursos, políticos y terroristas. En el caso mexicano, de acuerdo con un estudio elaborado en 2017 por la consultora EnergeA para la Comisión Reguladora de Energía, además de cárteles participaban del llamado huachicoleo, grupos armados especializados, bandas criminales de bajo impacto, empleados y ex empleados de Pemex, gasolineros, policías y empresarios. Paradójicamente, aunque el robo estaba convertido en uno de los problemas más apremiantes, López Obrador no habló sobre esto durante sus conversaciones con el presidente Enrique Peña Nieto en la transición, ni este se lo planteó como una prioridad.

No fue prioridad del Estado Mexicano hasta el 27 de diciembre pasado, cuando el presidente López Obrador anunció un plan para combatir el robo de hidrocarburos. La crisis del abasto de combustible, resultado de incompetencia de las autoridades energéticas en la planeación adecuada de la distribución para acompañar ese combate, ha sido capitalizada por López Obrador para socializar didácticamente el problema enfrente, e ir construyendo un consenso nacional, que no tuvieron anteriores gobiernos, para ir a golpear al corazón del huachicoleo, que se encuentra en quiénes son los principales responsables, por cuanto de beneficios obtienen, del robo de hidrocarburos, y quienes pudieran ser figuras emblemáticas involucradas en el delito que manden un mensaje a quien quiera seguir delinquiendo: quien quiera seguir delinquiendo, que sepa que la pasividad y la tolerancia se acabaron y si los atrapan, pagarán las consecuencias.

A través de declaraciones públicas, el gobierno de López Obrador ha contabilizado cuatro personas que investiga por este tema. Funcionarios federales dicen que han ido a declarar en la PGR en calidad de “presentados”, lo que no significa que sean imputados en este momento por cualquier delito. El único nombre que ha trascendido, al tener que confirmar el presidente reportes de prensa, es el del brigadier general Eduardo León Trauwitz, que de jefe de escoltas del gobernador Peña Nieto, pasó a ser jefe de seguridad de Pemex en el gobierno anterior. En junio de 2017 se retomó en este espacio una investigación publicada en ejecentral, donde el brigadier general era la figura central en una demanda civil en Florida, por haber incumplido con el pago de 1.7 millones de dólares de comisión -de un total de 9.7-, por la compra de dos aeronaves para transporte de personal, cuya información se mantiene en reserva.

Funcionarios federales dijeron que además del militar hay otras cuatro personas, para un total de cinco, sobre los cuales hay sospecha de haber participado en el robo de hidrocarburos. Los nombres los mantienen en reserva, pero incluye a dos ingenieros de Pemex en el área de logística, un empresario y un ex legislador. En la administración anterior, cerca de 200 personas, incluidos funcionarios de Pemex, fueron a la cárcel por ese delito, que sigue siendo no grave, donde se utilizó información del SAT. El gobierno de Estados Unidos también ha dado a conocer redes de gasolineras utilizadas por los cárteles de la droga, y se han congelado sus cuentas bancarias.

Es decir, gobiernos anteriores no fueron omisos, pero sí limitados en su alcance y débiles para enfrentar a los criminales. López Obrador tiene la voluntad política, la fuerza y el consenso. Adelante con todo el respaldo a cambio de algo: que llegue hasta el fondo y mande a la cárcel a todos los responsables, sin importar apellido, dinero, relaciones o filiación política.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 11 DE ENERO 2019)

INCOMPETENCIAS PETROLERAS


La crisis de la gasolina ha sido la crisis del nuevo gobierno de México. El equipo energético del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha hundido como resultado, se puede argumentar, de su novatez. Pemex ha difundido comunicados consecutivos donde afirma que hay suficiente gasolina para abastecer al país, con la petición de que no hagan compras de pánico, porque la sobredemanda siempre le ganará la carrera al suministro de combustible. Pero entre más lo hace, más gente apresura sus vehículos a las gasolineras. No es un problema de abasto, sino de distribución, dice el presidente López Obrador. Pero la distribución, se supone, estaba prevista y organizada, según la secretaria de Energía, Rocío Nahle.

La secretaria dice que la estrategia se empezó a preparar desde el 27 de diciembre, cuando el presidente anunció el programa contra el robo de combustible. Estaba tan confiada de lo bien que lo habían hecho, que el domingo, mientras seis estados mostraban un problema de abasto de combustible, Nahle veía el partido de futbol entre Veracruz y los Pumas de la UNAM, sin pudor para escribir en Twitter sus sentimientos deportivos. La crisis de la gasolina crecía y ella se divertía. Cuando la acusaron en las redes sociales de insensibilidad, respondió que todo estaba bajo control porque había una estrategia para evitar el desabasto. Nahle, la jefa del sector energético, no parecía tener idea de lo que sucedía.

No se puede decir que la estrategia fuera un desastre, porque en realidad no había estrategia para la distribución del combustible. Nahle dijo que 15 secretarías de Estado y dependencias federales participaban en la preparación de la estrategia, lo cual es cierto, pero era para detectar los puntos de fuga de combustible al interior de Pemex, y el reforzamiento militar para resguardar 58 instalaciones estratégicas de Pemex, que incluían seis refinerías, 39 terminales de almacenamiento y despacho, 12 estaciones de rebombeo y control de ducto. Adicionalmente, se intervino a personal de Pemex, se monitorearon y observaron sus procedimientos de abastecimiento y reparto. Es decir, nada sobre la contingencia de distribución.

¿Por qué no lo hubo? A partir de la información aportada el 27 de diciembre, porque no había necesidad de ello. El abasto y la distribución no sufrirían alteración alguna. Sin embargo, algo que desconoce la opinión pública sucedió, porque cuando la crisis de la falta de combustible afectó a seis estados, el presidente López Obrador explicó a la prensa, a manera de justificación, que obedecía a que se habían cerrado los ductos para evitar el robo de combustible, y que se estaban utilizando pipas para suministrar la gasolina. El cierre de ductos no estaba contemplado en la estrategia contra el huachicoleo, ni hubo explicación del porqué se hizo.

Pero, para efectos de argumentación, si hacerlo obedeció a circunstancias no previstas al finalizar el año, Nahle y el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, debieron haber tenido listo el plan de distribución de combustible a través de pipas. Como ha quedado perfectamente claro, no lo hicieron, o si lo hicieron, lo realizaron de manera muy deficiente. El desabasto en seis estados contaminó a la Ciudad de México, donde en cuando menos 12 puntos de la capital federal se acabo el combustible en las gasolineras, provocando la percepción desabasto, que fue creciendo con las horas, como se pudo observar por la forma como se fueron saturando las gasolineras, y otras tres entidades empezaron a tener los mismos problemas.

López Obrador es el único que ha hablado de problemas de distribución. Romero Oropeza está escondido en su oficina y emite comunicados institucionales poco tranquilizadores, a decir por los resultados que provoca, mientras que Nahle, en la línea marcada por el presidente, no habla de nada operativo, sino que se encierra en la retórica del robo de combustible como la explicación de acción-reacción por la falta de gasolina. El robo de combustible ciertamente es un crimen lacerante para la economía en México y en muchos países. Pero no es nuevo. Se viene arrastrando desde 2002 y tuvo un incremento sustantivo en los dos últimos años del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Sin embargo, el problema del huachicoleo no provocó desabasto ni una crisis en la distribución de la gasolina. El contraargumento de que el robo no es la madre del desabasto lo ofreció el propio presidente López Obrador en su conferencia de prensa el martes por la mañana, cuando reveló que desde que comenzó el programa contra el robo de combustible, los criminales se han robado ocho mil 540 pipas menos. Entonces, la narrativa de que la falta de gasolina es resultado de la estrategia contra el huachicol, significa que el desabasto tiene que ver con que se cortaron los suministros de gasolina robada.

Asumiendo que es cierto lo dicho por el presidente, regresamos al punto de la distribución. Si el programa del 27 de diciembre se anticipaba tan exitoso en el corto plazo y se cerraron los ductos para impedir nuevos robos, ¿qué hicieron Romero Oropeza y Nahle para evitar el desabasto? Romero Oropeza quién sabe, porque no da la cara. Nahle estaba viendo el partido del futbol confiada en que había una estrategia, que no contemplaba la distribución, que resolviera el abasto. Entre los dos, por su incompetencia profesional, provocaron una crisis donde no la había, que de no atajarse crecerá hasta a afectar el aparato productivo y el transporte terrestre y aéreo. Por lo que ha dicho el gobierno hasta ahora, todo se trata de un fenómeno de percepciones. Pero que no se les olvide que las percepciones, sino se atajan, se convierten en realidad.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 10 DE ENERO DE 2019)

ANDRÉS MANUEL Y TRUMP


La claridad sobre la política de no intervención que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene sobre el papel que debe jugar en Venezuela, es antagónica a la subordinación política que desde que ganó las elecciones ha mostrado frente al presidente Donald Trump. Su promesa de campaña que las cosas serían diferentes entre él y Trump a como habían sido con el presidente Enrique Peña Nieto, porque lo convencería que era mejor tener una buena relación con México que de conflicto permanente, se quedó en un discurso maniqueo. No lo confronta, cierto, pero tampoco lo persuade de nada. Le extiende un tapete para que haga con México lo que quiera.

La semana pasada, en el conflicto de Trump con los demócratas en el Capitolio porque no le quieren presupuestar cinco mil 700 millones de dólares para construir el muro en la frontera con México, dijo que estaría dispuesto, de no conseguirlo, de cerrar la frontera con México. Cuando la prensa le pidió una reacción a López Obrador, se lavó las manos y dijo: “Hemos actuado con prudencia y de manera precavida. No hemos opinado de este tema porque se trata de un asunto interno del gobierno de Estados Unidos y preferimos abstenernos”.

Ciertamente, la discusión presupuestal sobre el muro es doméstica, pero cuando en las presiones de Trump contra los demócratas involucra a México, el tema ya corresponde atenderlo a los mexicanos, en voz de su gobierno. Sellar la frontera no es un tema menor. De acuerdo con las estimaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, cada día hay más de un millón de cruces legales de personas, además de 300 mil vehículos de los cuales, 70 mil son camiones de carga, lo que representa un intercambio comercial de más de mil millones de dólares cada 24 horas. Un cierre desestabilizaría a 94 municipios en seis estados fronterizos, que participan con el 21% del PIB nacional. El problema que quiere estallar Trump se traduciría en una crisis social y económica regional en México.

López Obrador soslaya la amenaza para no quedar atrapado en la lucha de Trump y los demócratas, pero su silencio tampoco contribuye a que se movilicen otras fuerzas internas en Estados Unidos, como los empresarios y comerciantes que también resultarían afectados por el cierre fronterizo, que podrían presionar a Trump para que si quiere mantener abiertos los frentes de guerra en el Capitolio, no utilice a México como chivo expiatorio de sus arrebatos. Su enmudecimiento contrasta con la celeridad como quiere ayudarle a resolver el problema de la migración centroamericana, que también le disminuye vulnerabilidades en su diferendo político con el Capitolio.

Esta afirmación tiene su sustento en el comunicado de prensa del Departamento de Seguridad Interna el 20 de diciembre pasado, que da cuenta del anuncio realizado por la secretaria Kirjsten Nielsen, sobre “la acción histórica” para confrontar la crisis migratoria, donde Estados Unidos dejaría de mantener en su territorio a los migrantes centroamericanos que buscan asilo político en ese país, porque de acuerdo con una negociación con el gobierno de López Obrador, sería México quien haría ese trabajo. El acuerdo entre los dos gobiernos modificó radicalmente las políticas migratorias de ambos, sirviendo el mexicano a los intereses de la Administración Trump.

Varios funcionarios del gobierno lópezobradorista han dicho que si bien hay pláticas aún no hay nada concreto, salvo la decisión de que México no serviría como la estación migratoria para Estados Unidos. Sus palabras realmente no tienen peso en Washington, ni son creíbles. Este lunes, en la reunión con embajadores y cónsules mexicanos en el exterior, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, tuvo oportunidad de clarificar la posición de su gobierno, pero fue omisa, probablemente en forma deliberada. Explicó que los migrantes centroamericanos tendrán garantías a sus derechos humanos cuando crucen territorio mexicano rumbo a Estados Unidos, y mientras se resuelve su situación migratoria en aquel país. Es decir, aceptó implícitamente la existencia de la nueva política estadounidense, aceptada según Washington por el gobierno de López Obrador, llamada Permanecer en México.

Esta política sólo ha generado preocupación en Estados Unidos. El 2 de enero, el presidente del Caucus Hispano en la Cámara de Diputados, Eliot Engel, miembros del Comité de Asuntos Exteriores, y Albio Sires, miembro del Subcomité de Asuntos de América Latina del mismo Comité, enviaron una carta al secretario de Estado, Mike Pompeo, preocupados por el acuerdo de los dos países. “Aunque ambos gobiernos han descrito esto como una política unilateral de Estados Unidos que el gobierno de México aceptó”, dijeron los diputados.

Los diputados querían saber puntos específicos: ¿cuándo se acercó el gobierno de Estados Unidos a México y cuántas dependencias estuvieron involucradas en la discusión?, ¿qué tipo de acuerdo alcanzó el gobierno con México? ¿cuáles son los detalles? ¿fue previo al anuncio del 20 de diciembre sobre el cambio en la policía de asilo? Hasta esta fecha, Pompeo no ha respondido a los diputados, pero tampoco ha desmentido la existencia del acuerdo. En México, el silencio del presidente López Obrador ha sido protegido por la complacencia del Senado, controlado por Morena.

No hay presión alguna en México para que el presidente responda sin evasivas sobre lo que está haciendo Trump, ni forma de que los secretarios de Gobernación y Relaciones Exteriores rindan cuentas sobre lo que han estado hablando con Washington. Pero esconderse no blinda lo que viene. Trump no se detiene ante nadie, ni le importa nada salvo sacar adelante su agenda. A México lo ha utilizado como instrumento de presión y el gobierno López Obrador se ha prestado para ello. De este vasallaje, como en el pasado sucedió, no saldrán buenas cosas.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 09 DE ENERO 2019)

EN 17 AÑOS, FOX, CALDERÓN Y PEÑA CONSTRUYERON UN SOLO ALMACÉN EN PEMEX Y LA DEMANDA CRECIÓ 42%



De 2000 a 2017 (los últimos tres sexenios) se construyó únicamente una Terminal de almacenamiento y Reparto en Pemex, mientras que la demanda de combustibles creció 42.3 por ciento, informó el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria. Reveló que el nivel de almacenamiento recomendado por la Agencia Internacional de Energía es tener como mínimo una capacidad de hasta 21 días. Sin embargo, en México es de 7.5 días para gasolinas y 6.9 para el diésel.

Ciudad de México, 21 de enero (SinEmbargo).– En 17 años, Petróleos Mexicanos (Pemex) solamente construyó una Terminal de Almacenamiento y Reparto (TAR), equivalente al 0.4 por ciento de la capacidad de almacenamiento en el país, mientras que la demanda de combustibles aumentó 42.3 por ciento, lo que afectó la seguridad energética nacional, destacó el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

En su estudio “Infraestructura de petrolíferos afecta seguridad energética”, el CIEP precisó que de 2000 a 2017, es decir, en los últimos tres sexenios, se construyó únicamente una TAR (Tapachula II) equivalente a 0.4 por ciento del total de la capacidad de almacenamiento del país. Por otra parte, en el mismo periodo, la demanda de combustibles (gasolinas y diésel) creció 42.3 por ciento, a una tasa media anual de 2.0 por ciento.

El análisis realizado por el investigador Alejandro Limón Portillo subraya que la diversificación tanto de fuentes de energía, como de infraestructura de producción, procesamiento, almacenamiento y distribución de combustibles, juegan un papel importante en garantizar el abasto de energía a la población.

De acuerdo con el CIEP, la infraestructura de petrolíferos (gasolinas, diésel, turbosina, gas licuado de petróleo, entre otros) puede analizarse desde dos áreas: almacenamiento y transporte. Actualmente, las 73 TAR que hay en México suman una capacidad operativa de 11 millones 971 mil 619 barriles, mismos que son transportados en 3/4 (76 por ciento) por ductos.

Las TAR están distribuidas en diversas regiones del país, cuestión que determina el tipo de suministro que las alimenta, dada la cercanía a las refinerías y la geografía regional.

De 2000 a 2017 se construyó únicamente una TAR (Tapachula II) equivalente a 0.4 por ciento del total de la capacidad de almacenamiento del país. Foto: Cuartoscuro.

Por ejemplo, mencionó el CIEP, las TAR de la zona centro del país (considera Ciudad de México, Morelos, Hidalgo, Puebla, Querétaro y Estado de México), se alimentan en 96.8 por ciento por ductos y reciben 83.9 por ciento del producto de la refinería de Tula. Así, un conflicto en tal refinería o en los ductos que transportan producto a la zona centro puede afectar seriamente el abasto de dicha región.

Esto sugiere que, a mayor diversificación de medios de refinación y de transporte, mayor seguridad energética.

En regiones donde se presentan condiciones de inseguridad, una mayor oferta de medios de distribución incrementa la posibilidad del robo a combustibles, según el estudio. Tal es el caso del conjunto de zonas denominado Sur-Golfo-Centro-Occidente que concentra 79.9 por ciento de la capacidad operativa del país.

“En esta región se transportan 3 mil 272 millones 200 barriles por día, por ductos que suman una longitud de 4 mil 962 kilómetros, que permiten el flujo desde el Golfo hacia el centro del país y el Bajío, así como al Pacífico a través del Istmo de Tehuantepec”, detalló.

LOS RIESGOS

El informe del CIEP indicó que los riesgos externos de no tener infraestructura de almacenamiento se asocian con una balanza comercial negativa de petrolíferos. Durante 2018 se ha importado 73.9 por ciento y 66.8 por ciento de la demanda de gasolinas y diésel, respectivamente.

Entre los riesgos internos precisó que la seguridad energética también se puede ver amenazada por la cantidad de inventario que una región puede tener.

Estos números reflejan la cantidad de días que las TAR de dichas regiones pueden satisfacer la demanda si se quedan repentinamente sin producto. Esta situación se vio ejemplificada en las últimas semanas con el desabasto de gasolinas a raíz de la estrategia del Gobierno en el combate al robo de combustibles.

“Considerando que en la zona centro del país se encuentra el 23 por ciento de las estaciones de servicio del país, y que la capacidad de almacenamiento de combustibles en las TAR de la región es menor a tres días, la seguridad energética de la zona se ve comprometida”, expuso el CIEP.

Según el informe, el nivel de almacenamiento recomendado por la Agencia Internacional de Energía (AIE) para satisfacer la demanda es tener como mínimo una capacidad de hasta 21 días. Sin embargo, el promedio en México es de 7.5 días para gasolinas y 6.9 para el diésel.

Para motivar a una mejora en niveles de almacenamiento, la AIE (a la que México se adhirió en febrero 2018) recomienda que sus miembros tengan en inventarios el equivalente a 90 días de importaciones netas, excepto para los países exportadores netos.

A septiembre 2018, únicamente hay tres países con estas características: Canadá, Noruega y México, lo que exenta al país de cumplir dicha medida.

El CIEP señaló que la Política Pública de Almacenamiento mínimo de Petrolíferos, publicada en septiembre de 2017, establece que a partir del 1 de enero de 2020, los volúmenes mínimos requeridos serán equivalentes a cinco días de ventas internas de gasolinas, diésel y turbosina. Para 2022, el inventario mínimo aumentará a 8 días, y para 2025, a 11.

Para el CIEP, más allá de revelar las redes de delincuencia organizada en la distribución de combustibles, el desabasto de gasolinas y diésel observado a inicios de 2019, se evidenció la falta de diversificación de infraestructura de petrolíferos del país.

“La concentración de la demanda en algunos sectores específicos de ciertas regiones en particular, que a su vez se abastecen de una escasa oferta de opciones de suministro, reflejó la vulnerabilidad en materia de seguridad de hidrocarburos. Por ejemplo, el caso del sector transporte de la zona centro del país, alimentada en su mayoría por poliductos provenientes de la refinería de Tula”, detalló.

Consideró que para discutir una transición energética efectiva, el concepto de seguridad energética debe integrar los diferentes sistemas de energía con sus respectivas particularidades.

(SIN EMBARGO/ REDACCIÓN / 19 DE ENERO 2019)

EL SAQUEO ALCANZÓ A LAS CLÍNICAS Y HOSPITALES DE PEMEX: NO HAY NI MEDICINAS, ACUSAN TRABAJADORES



Como parte de los números rojos de Pemex en producción, refinación, inversión y deuda, en sus 21 hospitales, 12 clínicas y 26 consultorios en el país hay desabasto de medicinas, acusan algunos de sus 700 mil derechohabientes, quienes deben comprar por su cuenta y esperar a que se les devuelva el gasto. La Auditoría Superior de la Federación ha observado fallas en los inventarios y en el proceso de adquisición de insumos de la petrolera, así como en la contratación de terceros para servicios médicos.

Ciudad de México, 19 enero (SinEmbargo).– “No te enfermes, no hay medicinas”, advertía un letrero mostrado por trabajadores petroleros y jubilados durante una protesta afuera de una supervisión médica de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Córdoba, Veracruz. El problema de desabasto de medicamentos, un reflejo más de los números rojos de la empresa productiva del Estado, se extiende a nivel nacional incluso en áreas de urgencias, acusaron los derechohabientes, quienes deben pagar de su bolsillo los insumos y esperar hasta meses para un reembolso.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha observado desde 2013 a 2016 una serie de irregularidades en los inventarios y adquisición de medicamentos de la petrolera, así como en los contratos a terceros para servicios médicos, entre ellas, que no se cuenta con criterios para evaluar las cantidades de insumos que requieren las unidades médicas de Pemex.

“En urgencias te dicen que no hay medicamento, y nomás te ponen una inyección contra el dolor y se acabó. Yo tengo desde enero [del 2018] esperando una cirugía. La necesito con urgencia porque es molesto en la forma en que ando”, dijo la esposa de un trabajador petrolero en la manifestación en Veracruz.


Hay al menos casos detectados en Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, Guanajuato y Ciudad de México. El mecanismo de compensación se repite, según los testimonios. El derechohabiente tiene que ir a comprar con su dinero el medicamento a una farmacia particular en la que logra conseguirlo, pero tiene que hacer que la factura salga a nombre de Pemex, y llevarla a la clínica u hospital que le corresponde para la devolución del gasto.

El presupuesto ha ido en aumento. Para el nuevo Gobierno federal el problema radica en la corrupción.

El presupuesto para servicios médicos de personal de Pemex asciende a 14 mil 176 millones 869 mil 714 de pesos para este 2019, más que los 12 mil 383 millones 817 mil 104 de pesos de hace cinco años, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Hacienda. El Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer en la conferencia mañanera que harán todas las compras de medicamentos de manera consolidada, con precios transparentes para que no se paguen sobreprecios y haya medicinas.

“Es que no hay abasto de medicamentos por la corrupción en las medicinas. Se robaban, espero que ya no lo sigan haciendo, hasta el dinero de las medicinas. A ese grado se había llegado”, aseveró sobre el sistema de salud pública social y popular.

Petróleos Mexicanos, con inversión, producción de hidrocarburos y refinación a la baja, es responsable de proporcionar el servicio médico “integral”, “efectivo” y “oportuno” a sus trabajadores, jubilados, viudas y derechohabientes, en cumplimiento del Capítulo XIV del Contrato Colectivo del Trabajo, por medio de la Subdirección de Servicios de Salud que está sujeta al Gobierno federal, al ser integrante del Sistema Nacional de Salud.

La población derechohabiente de Pemex es de 765 mil 421 personas, de las cuales 198 mil 533 (25.9 por ciento) son trabajadores en activo; 88 mil 771 (11.6 por ciento) trabajadores pensionados, y 478 mil 117 (62.5 por ciento) familiares de trabajadores activos y pensionados, de acuerdo con cifras de 2014.


El sistema de unidades médicas de Pemex se compone por 21 hospitales centrales, regionales y generales distribuidos en Ciudad de México, Tamaulipas, Veracruz, Guanajuato, Tabasco, Nuevo León, Campeche, San Luis Potosí, Oaxaca e Hidalgo; 12 clínicas en Veracruz, Puebla, Tamaulipas, Hidalgo, Tabasco, Campeche y Jalisco; 26 consultorios en Estado de México, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Chihuahua, Oaxaca, Sinaloa, Nuevo León, Chiapas, y Ciudad de México; y 17 gerencias, subgerencias y coordinaciones en Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León y Veracruz.

“Los servicios médicos están desastrosos. No hay medicamento, no hay incluso material para atención de los enfermos en las áreas de urgencia de los hospitales y clínicas de Pemex. El trabajador tiene a veces que ir a comprar algo que esté necesitando para tratar a un paciente que esté en urgencias. Esto no es posible”, aseveró en entrevista Raúl Romero Maldonado, trabajador jubilado de la sección 34 en la Ciudad de México.

Interpuso una denuncia ante la Secretaría de la Función Pública (SFP) y en una denuncia penal contra el líder sindical Carlos Romero Deschamps también lo señala.

“En el Contrato Colectivo se dice que para los trabajadores petroleros el servicio médico de Pemex tiene que ser de la mejor calidad, y ofrecer todos los medicamentos y lo que sea necesario para recuperar la salud. No se está cumpliendo”, dijo. “Tuvimos que interponer una denuncia ante la Secretaría de la Función Pública porque no hay medicamentos”.

“Por qué un trabajador tiene que comprar y facturar a nombre de Pemex. Pudiera incidir en una violación a la Ley Hacendaria: comprar y facturar a nombre de otro”, cuestionó Romero Maldonado.

Enfatizó sobre casos de los jubilados o derechohabientes y viudas que en ese momento carecen de recursos económicos para hacer la compra. Además, para obtener el reembolso hay que acudir varias veces, con el consiguiente gasto económico, “peor aún para quienes usan sillas de ruedas o andaderas, ya que deberán pagar taxis”.

En la denuncia penal que interpuso el 15 de marzo de 2018 ante la entonces Procuraduría General de la República, el trabajador jubilado Raúl Romero planteó la violación al Contrato Colectivo por parte de Pemex al no brindar buena atención médica por falta de medicamentos e insumos para curaciones, deficiencia en estudios radiológicos, así como análisis clínicos tardíos, y con ello los médicos no pueden dictaminar los tratamientos adecuados por ausencia de instrumental.

“La falta de defensa sindical ha propiciado que los trabajadores activos, jubilados y derechohabientes padecemos la falta de medicamentos y una buena atención médica tal como lo señala el Contrato Colectivo de Trabajo, que mandata que se nos proporcione atención médica de la mejor calidad, así como medicamentos de patente, no similares”, reza la denuncia.

En Tabasco, el Movimiento Obrerista Democrático de Acción Petrolera (MODAP) ha exigido la ampliación del cuadro básico, así como mejorar los servicios a los derechohabientes y las instalaciones en el Hospital General en Comalcalco por ser obsoletas e insuficientes. Su capacidad es para ocho mil personas frente a la demanda de 20 mil. Los propios trabajadores han debido comprar en momentos de urgencia médica el alcohol, gasas, curitas y medicamentos que llegan a costar hasta más de cinco o siete mil pesos.

La Asociación Civil “Coatza Vihve” acusó que más de 100 pacientes con VIH han sufrido el desabasto de medicamentos antirretrovirales en los hospitales de Pemex de la región de Veracruz. Las medicinas por fuera cuestan entre ocho mil a 10 mil pesos por frasco, correspondiente a un mes de tratamiento.

LAS FALLAS DETECTADAS POR LA ASF

“La falla en los medicamentos ha sido un talón de Aquiles muy notorio con lo que respecta a todos los rubros y hospitales de los tres niveles. Batallan mucho los pacientes que ya llevan un tratamiento como hipertensos o diabéticos que constantemente necesitan el servicio para la medicina. A veces no hay ni pastillas para la presión que es lo más común”, aseguró en entrevista René Valdez, ex trabajador petrolero del área de mantenimiento del Hospital General de Pemex en Nanchital, Veracruz, cerca de Coatzacoalcos.

“Esta problemática la venimos arrastrando desde hace varios años, estamos hablando de cinco años para acá”, estimó. “Tenemos testimonios de personas que se quejan demasiado, más que nada los adultos mayores, jubilados de edad avanzada. Se está jugando con la salud de las personas; puede haber alto índice de mortandad. Hay personas que no tienen dinero para comprárselo y están con la esperanza de que Pemex se lo surta”.

En la Cuenta Pública de 2013 de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) se observaron los inventarios de medicamentos en almacenes de unidades médicas de Pemex. Ese año el Sistema de Servicios de Salud de la empresa recibió un total de 12 millones 460 mil 411 medicamentos, por un importe de mil 509 millones 476 mil pesos.

El órgano fiscalizador detectó que en 580 resurtimientos de medicamentos por 5 millones 409 mil pesos “su control fue discrecional”, por carecer de un procedimiento establecido que regulara su despacho con un formato homogéneo.

En su dictamen realizado en noviembre de 2014 concluyó que de las 47 unidades médicas, 38 (el 80.9 por ciento) no proporcionaron evidencia de la realización de inventarios físicos en incumplimiento de la normativa. Asimismo, se omitió revelar en su información financiera las existencias de medicamentos de sus farmacias en operación por 151 millones 072 mil pesos.

“Donde hay cierta deficiencia es en el abasto de medicamentos. Pensamos que en este nuevo gobierno vamos a estar mucho mejor”, dijo Jesús Ponce Hernández, trabajador jubilado, sobre el desabasto en el Hospital Regional en Cd. Madero, Tamaulipas.

Para la Cuenta Pública de 2015, la ASF abordó la subrogación de servicios médicos al personal de Pemex, esto es, contratación de terceros para servicios de hospitales o medicinas. En 2015 la petrolera ejerció un presupuesto de 4 mil 027 millones 739 miles de pesos, mediante la subrogación para la adquisición de medicamentos y productos farmacéuticos, subcontratación de servicios con terceros y servicios integrales.

Para el dictamen de noviembre de 2016 se acusó que no se formalizaron tres contratos de servicios médicos subrogados realizados en 2015, con un presupuesto de 116 millones 903 miles de pesos; y de siete contratos de servicios médicos subrogados, por 195 millones 562 miles de pesos, realizados en 2015 por adjudicación directa, Pemex no acreditó la realización de investigaciones de mercado, ni se fundó por lo que debieron realizarse por licitación pública. Otro contrato de adjudicación directa para medicinas por 14 millones 766 mil pesos también debía ser por licitación.

Basado en lo visto en el Hospital General de Nanchital, Veracruz, donde laboraba, el trabajador jubilado René Valdez pidió revisar los contratos que se tienen.

“Las ambulancias no pertenecen a Pemex, son subrogadas y se tendría que ver quién es el dueño, en qué condiciones está y si es justo. Sigue habiendo problemas con ambulancias descompuestas o que no salen a tiempo. A simple vista, como carecen de ambulancias, a lo mejor no es la vía correcta. Que Pemex tenga sus ambulancias y el mismo personal de Pemex le brinde el mantenimiento como se hacía antes”, aseguró.

El proceso de adquisición de medicamentos fue fiscalizado por la Auditoría Superior de la Federación para la Cuenta Pública de 2016.  “En nuestra opinión el sistema de control interno tiene debilidades significativas”, concluyó en el dictamen de octubre de 2017.

Entre otras causas, desglosó, porque la Subdirección de Servicios de Salud no cuenta con criterios establecidos para evaluar las cantidades de insumos que requieran las unidades médicas de Pemex.

De una muestra de seis contratos por 558 millones 792 mil pesos, en el 55.1 por ciento del importe contratado se identificó que no existe evidencia de supervisión tanto para el comprador como el administrador de proyecto en el proceso de contratación, por parte de la Gerencia de Contrataciones para Procesos de Soporte y Servicios de Salud de la Dirección Operativa de Procura y Abastecimiento.

Y sobre la distribución de medicamentos, la Gerencia de Contrataciones no proporcionó la evidencia documental de la capacidad técnica, financiera y legal de los servicios contratados para la recepción, almacenamiento, control, distribución y entrega de medicamentos a las farmacias que justificara la adjudicación del mismo, por un monto de 26 millones 354 miles de pesos.

En ese 2016, derechohabientes de Nanchital, Veracruz, ya acusaban carecer de medicamentos, por lo que buscaban la alternativa de la medicina genérica de similares.

“Tiene aproximadamente más de un año [en 2015] que como trabajadores estamos enfrentando el desabasto de medicamentos en la clínica”, dijo un trabajador jubilado en transición. La farmacia de la clínica privada carecía de insulina, antibióticos y material de curación.

Una auditoría más de ese 2016 fue sobre la atención médica a nivel nacional. “Pemex no llevó a cabo con trasparencia el proceso de adjudicación del contrato para la prestación de servicios médicos subrogados, por mil 305 millones 434 miles de pesos, ni dicho contrato operó de acuerdo con las condiciones pactadas”, dictaminó el órgano.

(SIN EMBARGO/ DULCE OLVERA/19 DE ENERO 2019)


LA STPS NO PUEDE REMOVER LÍDERES SINDICALES, PERO DEJARÁ QUE LOS OBREROS DECIDAN, DICE ALCALDE


A poco más de un mes de tomar las riendas de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde ya ha logrado dos de sus principales objetivos: poner en marcha el programa Jóvenes Construyendo el Futuro y aumentar el salario mínimo. En entrevista para SinEmbargo, la Secretaria habla de los proyectos que la dependencia implementará en este sexenio, entre los que destaca la libertad sindical.



Ciudad de México, 18 de enero (SinEmbargo).– La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) no puede quitar o poner líderes sindicales como Carlos Romero Deschamps, pero sí garantizará que en este sexenio haya libertad sindical para que los trabajadores decidan libremente quién los representa a través del voto libre y secreto, asegura la titular de la dependencia Luisa María Alcalde Luján.
La Secretaria encargada de la política laboral en el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, explica en entrevista sobre la iniciativa de ley secundaria de la reforma realizada el 24 de febrero de 2017 a la Ley Federal del Trabajo, la cual dota a los trabajadores del derecho a elegir a sus sindicatos y líderes sindicales de manera libre y democrática, pero además obliga a los sindicatos a entregar cuentas por escrito.
“Ya tenemos una iniciativa que establece clarísimo que debe de haber voto libre y secreto, no solamente para que los trabajadores puedan elegir quién los represente, sino también para que se consulte antes de firmar un contrato colectivo, o por ejemplo, en una revisión contractual se tiene que garantizar que quien está negociando tiene legitimidad y respaldo de los trabajadores”, menciona Luisa María Alcalde.
En las últimas semanas el Gobierno federal ha implementado una lucha contra la corrupción por el robo de combustible a Petróleos Mexicanos (Pemex), la cual ha derivado en investigaciones a servidores públicos de la petrolera, empresarios y políticos. Diversas voces han señalado como uno de los responsables al líder petrolero Carlos Romero Deschamps, pero el Presidente informó que no ha interpuesto ninguna denuncia penal en su contra, por lo que no hay elementos para enjuiciarlo.
Si bien no hay pruebas que vinculen al líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana con el huachicol, la titular de la STPS confirmó que en la Junta de Conciliación y Arbitraje hay asuntos que se están resolviendo en contra de Romero Deschamps.
“Hay asuntos que lo resolverán los diferentes presidentes de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, que recordemos son órganos tripartitos”, dice Alcalde y también enfatiza que en este momento hay muchas piezas de un rompecabezas que se están colocando para garantizar los derechos de los trabajadores sindicalizados.
“Considero que el esquema anterior era de control, no es novedoso decir en este momento que el 90 por ciento de los contratos eran de protección, es decir, se hacían a espaldas de los trabajadores, por eso hubo un divorcio entre los trabajadores y sus representaciones (…) Yo creo que las nuevas reglas del juego en materia laboral nos van a ayudar a ir corrigiendo ese camino”, detalla.



Luisa María Alcalde, Secretaria del Trabajo, habla acerca de los objetivos de su administración. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo.

Luisa María Alcalde, de 31 años, también habla sobre uno de los programas más ambiciosos en este sexenio: Jóvenes Construyendo el Futuro, cuya meta es atender a 2 millones 300 mil jóvenes de 18 a 29 años que no estudian ni trabajan. Dice que la principal diferencia entre este programa y los implementados en administraciones pasadas es que “los anteriores estaban más relacionados con incentivos fiscales para las empresas y tampoco eran tan específicos en atender una demanda en concreto”.
En entrevista para SinEmbargo, la Secretaria más joven del Gabinete de López Obrador, enumera los cuatro principales objetivos durante su administración: Jóvenes Construyendo el Futuro, recuperación del salario mínimo, democracia y libertad sindical y el trabajo digno.
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–La semana pasada la STPS puso en marcha Jóvenes Construyendo el Futuro, ¿cuál es la diferencia de este programa y otros que hemos visto en sexenios anteriores como por ejemplo el de Primer Empleo (con Calderón), los cuales iban dirigidos a jóvenes, pero que terminaron siendo aprovechados por las empresas.
–Son varias las diferencias. Por un lado, los programas anteriores estaban más relacionados con incentivos fiscales para las empresas y tampoco eran tan específicos en atender una demanda en concreto, que sí es el caso de Jóvenes Construyendo el Futuro.
Este programa se divide en dos grandes objetivos: uno es garantizarle a todos los jóvenes de este país que tengan una posibilidad. El problema que tenemos es que son millones de jóvenes que no tienen opciones, que quieren capacitarse, que no encuentran empleo, que les piden experiencia profesional, la cual no tienen, que no hay puertas en dónde tocar. Lo que garantiza este programa no sólo es que tú puedas apoyar y enlazar a estas dos partes, sino que el apoyo es directo a los jóvenes y eso no se había hecho antes.
Es el primer programa que atiende a los jóvenes, sin intermediarios, a través de una tarjeta bancaria para que logren capacitarse. Las empresas ganan varias cosas, por un lado, es el compromiso que asumen ante la sociedad al decir ‘entendemos la problemática, sabemos que hay un potencial que se está desperdiciando’, y también ganan la posibilidad de ir formando los perfiles, que tampoco están encontrando en el mercado laboral, porque por un lado los jóvenes no tienen posibilidades, pero por el otro las propias empresas no están encontrando los perfiles que necesitan.
Jóvenes Construyendo el Futuro ayuda a que las empresas puedan ir formando a los jóvenes.

–Sobre Jóvenes Construyendo el Futuro, esta semana el Centro de Estudios Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) hizo una serie de observaciones, pues consideró que en este programa la desigualdad de género no está debidamente atendida. Por ejemplo, dijo que una oportunidad para atender esta limitación hubiese sido incluir en los Lineamientos la posibilidad de que las mujeres con niños pequeños utilizaran las guarderías del IMSS o de otras instituciones para poder participar activamente en el Programa. Otro hueco que detectó es que mantienen como requisito de participación que él o la joven no se encuentre ya trabajando, lo que impide que los jóvenes salgan de empleos precarios. ¿Cuál es la respuesta de la dependencia a estas observaciones?

–Dos cosas, sin duda lo ideal hubiera sido que parte de los beneficios que obtuvieran los jóvenes fueran las guarderías, pero eso no era posible en este primer momento. Hay muchas mujeres que no estudian ni trabajan, pero se dedican al cuidado de sus hijos, enfermos, personas de la tercera edad, entonces no estarían disponibles para trabajar.
En un primer momento creímos que eso iba a ser una dificultad para que las mujeres ingresaran al programa, lo cierto es que la realidad nos está demostrando que no necesariamente hay esa deficiencia en el programa y tal es el caso, que hay más mujeres inscritas que hombres. Pareciera asumirse que si no hay guarderías entonces no entran las mujeres a Jóvenes Construyendo el Futuro, pero no, hay más mujeres inscritas que quieren participar.

–La STPS recibió un aumento presupuestal para este año. Sin embargo, al igual que otras dependencias, a finales de diciembre comenzó con el despido de personal, así lo denuncian los afectados y acusan irregularidades en el despido. ¿Tiene conocimiento de estos despidos, cuántos empleados fueron y en qué áreas?

–De entrada no se despidió a nadie que fuera de base, pero sí hubo una reestructura en toda la función pública porque durante los dos sexenios pasados engordaron mucho la nómina. La oficina del anterior Secretario (Roberto Campa) tenía para atender sus asuntos a más de 100 personas, entonces sí hubo una reestructura, pero en todos los casos se respetaron los derechos de los trabajadores. Sí hubo un recorte necesario porque se duplicaban funciones, porque ya no eran prioritarios en este nuevo proyecto.
Recordemos que había tres subsecretarías y ahora lo reducimos a dos. Lo que está sucediendo es que si bien hay más presupuesto para la STPS, éste no se utiliza para pagar nómina sino se utiliza para pagar la beca de los jóvenes que no tienen opciones. Al programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” se le destinaron 40 mil millones de pesos en esta primera etapa porque nuestra meta es atender a 2 millones 300 mil, pero si hay más jóvenes de 18 a 29 años que necesiten este apoyo el presupuesto se irá ampliando.

–En las últimas semanas el Gobierno federal ha implementado una lucha contra la corrupción en el robo de combustible a Pemex. Diversas voces han señalado como uno de los responsables al líder petrolero Carlos Romero Deschamps, dicen que si el gobierno de verdad busca limpiar Pemex tendría que empezar con él porque sólo ha usado al sindicato para enriquecerse. ¿Cómo va a intervenir la STPS en el tema de Deschamps?

–No le corresponde a la Secretaría del Trabajo ni poner ni quitar líderes, esos eran otros tiempos donde desde el poder se determinaba quien debería ser o no, ese no es nuestro trabajo. Al contrario, lo que nosotros tenemos que garantizar es que haya libertad y democracia, ese es nuestro papel, garantizar que la gente pueda decidir libremente y los trabajadores tienen que decidir quién los representa y lo deben de hacer a través del voto personal libre y secreto.
Va a hacer un proceso porque no es de la noche a la mañana, pero ya estamos avanzando. Ya tenemos una iniciativa presentada en la Cámara de Diputados, que es la iniciativa reglamentaria a la Reforma Constitucional que establece clarísimo que debe de haber voto libre y secreto, no solamente para que los trabajadores puedan elegir quién los represente, sino también para que se consulte antes de firmar un contrato colectivo, o por ejemplo, en una revisión contractual se tiene que garantizar que quien está negociando tiene legitimidad y respaldo de los trabajadores.
Ese es el papel de la Secretaría del Trabajo y ese es el que estamos desempeñando.

–¿En la STPS les ha llegado alguna denuncia en contra del líder sindical?

–Sí, en la Junta de Conciliación y Arbitraje hay asuntos que se están resolviendo y que lo resolverán los diferentes presidentes de esas juntas, que recordemos son órganos tripartitos.

–No sólo es el sindicato de Pemex, está también el de la CFE, el del Metro, del Monte de Piedad… Los trabajadores acusan que aunque el Senado ya firmó el Convenio 98, los grandes sindicatos siguen haciendo alianzas con empresas dejando sin voz a los pequeños sindicatos. ¿Qué va a hacer con el tema del cacicazgo en los sindicatos?, ¿los trabajadores pasarán otro sexenio denunciando a estos señores, hasta qué punto llega la autonomía sindical?

–Lo que nos va a tocar a nosotros es una gran transformación del mundo laboral, es esta posibilidad de que los trabajadores decidan a través del voto secreto. En este momento hay muchas piezas de un rompecabezas que se están colocando.
Por un lado es la Reforma Constitucional que ya habla del voto secreto (de sindicatos), también están los compromisos asumidos por México en el T-MEC (Tratado comercial México, Estados Unidos y Canadá), donde estamos diciendo que vamos a acabar con los contratos de protección, vamos a garantizar la representación de los trabajadores y la libertad de éstos para organizarse. También está la ratificación del Convenio 98 de la OIT en el Senado.
La conclusión de todo esto es una iniciativa que ya se presentó en la Cámara de Diputados y que estamos a la espera de que se apruebe, esperamos que en febrero se esté discutiendo en ambas cámaras para tener este marco jurídico que deje en claro que se vale y que no.
Nosotros estamos convencidos de que si los trabajadores tienen un instituto autónomo que se encargue de todos los registros sindicales del país y si este mismo órgano se encarga de los depósitos de los contratos colectivos, se garantizará la libertad. Por otro lado, si la justicia laboral transita de las juntas de conciliación y arbitraje a los tribunales laborales, se garantiza la autonomía y una serie de mecanismos y procedimientos muy claros de cómo se debe proceder ante una elección de dirigentes, de una consulta a los trabajadores para revisiones contractuales y para firmas de contratos laborales iniciales.
Los procedimientos están claros, están en la iniciativa que estamos a al espera de que se apruebe en estos meses y a la STPS le va a tocar la buena implementación de estas nuevas reglas del juego en términos de libertad sindical y democracia. Eso nos va a ayudar a garantizar que el líder que esté frente a los sindicatos realmente sea alguien que los y las trabajadoras respaldaron y votaron por él.
Todos los nuevos procedimientos, a partir de que apruebe la reforma, van a tener que ser con voto secreto, van a tener que pasar por un procedimientos donde haya un padrón confiable, una convocatoria amplia y se deje participar a todos, un lugar neutro en el cual se realice la votación y realmente que sea en urnas, secreta, nunca más a mano alzada. Ese procedimiento, que hoy no es una realidad en el país, se va a tener que realizar de manera obligatoria.
Nosotros en la Secretaría vamos a garantizar que la gente realmente decida, que este procedimiento se realice de esta manera. Si no es así, le toca a la autoridad decir que es nula esa votación. A nosotros no nos toca decir quién e líder y quién no.



La titular de la STPS aseguró que luchará por la libertad sindical. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo.

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–Un avance muy importante al inicio de su administración fue lograr un aumento considerable en el salario mínimo, ¿cuál es la meta de su dependencia en esta materia?, ¿planean hacer más aumentos?

–Sí, este es un primer paso histórico, llevábamos más de 30 años que no se habían dado estos incrementos significativos, 16 por ciento en todo el país y se fue al doble en la frontera. Es una nueva visión, los gobiernos anteriores limitaron al salario de manera deliberada y eso lo sabemos porque si nosotros revisamos el estancamiento del salario mínimo, en muchos de los años se dio por debajo de la inflación y cuando la productividad estaba aumentando por encima del mínimo.
Es un primer paso y fue un proceso de diálogo. Lo interesante de este incremento es que salió por consenso, estuvieron de acuerdo los empresarios, los representantes obreros y el Gobierno, entonces es una nueva política de salarios mínimos ara irlos recuperando de manera responsable y paulatina. La idea es que podamos seguir este camino para que los trabajadores puedan vivir con dignidad con su salario.

–¿En esto influyó el cambio de presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami)?

–Me atrevería a decir que las decisiones de la Conasami respondieron a una política económica y al Gobierno en turno. Creo que fueron los funcionarios de Hacienda y los propios presidentes los que determinaron que el salario mínimo no aumentara por muchas razones, una era que creían que si manteníamos los salarios bajos íbamos a ser atractivos en el exterior e iban a llegar los grandes capitales. Por otro lado, es que el salario mínimo está vinculado a muchas cosas como los créditos del Infonavit, cosas que lo sujetaban y que no permitían que creciera.
Creo que en los últimos meses, por lo menos por parte de la Coparmex (que siempre estuvo declarando que necesitábamos una política salarial distinta) se vinieron encontrando los consensos. Ahora, también le da una frescura a la Conasami el hecho de que sea un grupo distinto de especialistas que esté al frente de este organismo, que es el que ayuda de proveer de buena información para tomar decisiones.

–Una de las deudas que dejó el sexenio pasado fue la precarización del empleo. ¿Cómo trabajará la STPS en este tema, cómo vincular a los jóvenes que ya se están preparando en las universidades al trabajo y que éste sea bien pagado?

–Es un plan integral, es uno de los retos del país el ver cómo le hacemos para generar bienestar y que la gente pueda vivir y no tener que salirse de sus lugares de origen para encontrar una forma digna de vivir.
Hay muchos programas que están enfocados a que la gente encuentre actividades productivas que le permitan ir mejorando su calidad de vida. En lo que respecta a la STPS, por un lado está lo de Jóvenes Construyendo el Futuro, que nos va a ayudar a que ellos ingresen al mercado laboral y tengan mejores salarios.
Por el otro lado, tenemos todo lo que tiene que ver con la nueva iniciativa, en la cual si tú garantizas que hay una representación del lado de los trabajadores, van a haber mejores contratos colectivos. Si tienes un representante que realmente vea por tus intereses en las revisiones de contratos va a ir por mejores incrementos.
También estamos creando una área que se llama “Trabajo Digno”, la cual, a diferencia de lo que existía anteriormente que había una inspección muy corrupta y poco efectiva porque muchos inspectores iban a las empresas a ver qué encontraban para pedir mordida, lo que estamos planteando ahora es una revisión mucho mas enfocada en prioridades, por ejemplo, para que no haya una subcontratación abusiva, durante los últimos años parte de la precarización del empleo era por figuras como la subcontratación, que yo siempre he dicho que es como el colesterol, hay del bueno y malo, pero e dañino ha crecido y ha afectado las relaciones laborales y los derechos de los trabajadores.
Atender la subcontratación abusiva es uno de los pendientes que nos toca en esta administración, y por el otro lado es el tema del subregistro en el Seguro Social. No sólo es el drama de que e 60 por ciento de los que trabajan no tienen acceso a seguridad social, sino a los que sí tienen los registran con un salario menor al que realmente gana, y eso provoca un daño al IMSS y a los propios trabajadores porque al cotizar de manera baja no están ahorrando para su futuro.

–¿A parte de Jóvenes Construyendo el Futuro, la dependencia tiene algún otro programa para implementar este sexenio?

–Jóvenes Construyendo el Futuro es el programa principal de la dependencia y subsiste el Servicio Nacional de Empleo (SNE), que ayuda con la intermediarios laboral. Necesitamos mejorar mucho la plataforma que existe para buscar para el trabajo porque quedó muy rezagada.

–¿Qué opina de los líderes sindicales mexicanos que han sido denunciado por trabajadores?

–Considero que el esquema anterior era un esquema de control, no es novedoso decir en este momento que el 90 por ciento de los contratos eran de protección, es decir, se hacían a espaldas de los trabajadores, por eso hubo un divorcio entre los trabajadores y sus representaciones.
Yo creo que las nuevas reglas del juego en materia laboral nos van a ayudar a ir corrigiendo ese camino porque si uno platica de esto en otras partes del mudo, no entienden cómo es que alguien pueda firmar a nombre de los trabajadores si antes no los consultaron. Ahora con estas nuevas reglas del juego van a tener que crearse o fortalecerse liderazgos auténticos que representen a los trabajadores y que nos ayuden a tener equilibrios, que se den diálogos auténticos, tanto para incrementar los salarios como productividad.
Era una decisión del Gobierno, como en el caso del salario mínimo, también en estos casos controlar (los sindicatos), ahora la apuesta es distinta, es fortalecer el mercado interno y que haya mayor crecimiento.

– Cuáles son los principales objetivos de la STPS en este sexenio?

– Jóvenes Construyendo el Futuro, recuperación del salario mínimo, democracia y libertad sindical para rescatar la negociación colectiva, y en el área de trabajo digno será atender la subcontratación abusiva y subregistro del seguro social.

(SIN EMBARGO/ GUADALUPE FUENTES LÓPEZ/18 DE ENERO 2019)