Rinden homenaje a soldados caídos. Foto:
Octavio Gómez
No sólo delincuentes y civiles han
perdido la vida en la guerra que Felipe Calderón declaró en enero de 2007
contra el narcotráfico. También el Ejército ha aportado una cuota de sangre:
458 militares muertos y mil 318 heridos en casi una década. En respuesta a
peticiones de información de este semanario, la Secretaría de la Defensa revela
sus estadísticas de “bajas”, donde se constata que Tamaulipas es la entidad más
letal para los uniformados, muy lejos de Michoacán o Guerrero, donde también
han sido vapuleados, o de Jalisco, estado en el cual fue derribado un
helicóptero de la Fuerza Aérea el pasado 1 de mayo.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En
el saldo de bajas derivado del combate al narcotráfico en México, el Ejército
también ha pagado su cuota. Casi 2 mil efectivos de la principal fuerza armada
de México han muerto o han sido heridos desde que Felipe Calderón le declaró
“la guerra a las drogas”; guerra que, salvo cambios en el discurso, mantiene el
presidente Enrique Peña Nieto.
Casi nueve años han pasado
desde que Calderón decidió sacar a los militares de los cuarteles para
enfrentar a los grupos de la delincuencia organizada; sin embargo, la muerte de
civiles, más de 100 mil desde entonces, no se compara con el número de bajas
del Ejército.
Pero el total de efectivos
muertos y heridos en ese lapso, mil 776 hasta el pasado mayo, muestra a un
Ejército en combate, sin tregua, tal como aquellos involucrados en conflictos
internos o internacionales.
Los datos de la propia
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) dan cuenta de una milicia en
operaciones fuera de sus cuarteles con directivas específicas para la llamada
Campaña Permanente Contra el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y
Explosivos. El resultado le ha sido costoso: 458 muertos y mil 318 heridos.
Casi todas las bajas –así las
llaman los militares– se concentran en los rangos menores. El generalato ha
estado prácticamente a salvo. En los siguientes grados, unos pocos jefes y
docenas de oficiales han resultado muertos o heridos. La mayor cuota de sangre
la ha puesto la tropa: soldados, cabos y sargentos.
En respuesta a dos peticiones
de información realizadas por Proceso, la Sedena deja en claro que gran parte
del territorio nacional ha sido escenario de las bajas del Ejército.
El estado más letal ha sido
Tamaulipas, guarida de Los Zetas, la organización delictiva surgida del propio
seno de esa institución armada. Fuerzas especiales le dieron origen en los
noventa y desde entonces los cuarteles del país se han convertido en sus
surtidores de gente ya entrenada por el propio Ejército.
Los años de Calderón fueron
los más mortíferos para el Ejército. Con Peña Nieto las bajas no cesan, aunque
a un ritmo menor y con nuevos escenarios geográficos de confrontación.
Fuera de Tamaulipas, que se
mantiene como la entidad más peligrosa para los soldados mexicanos, Jalisco es
ahora uno de los estados más problemáticos. El ataque con un misil antiaéreo
que derribó un helicóptero Cougar 725 de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) el
pasado 1 de mayo exhibió la vulnerabilidad del Ejército.
Michoacán y Sinaloa también
son estados donde todos los años, desde 2007, hay bajas para el Ejército. Con
Calderón, las entidades más peligrosas para los soldados fueron Tamaulipas,
Michoacán, Sinaloa, Nuevo León, Guerrero, Veracruz, Zacatecas, Coahuila,
Durango y Chihuahua. En este sexenio, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Sinaloa y
Tamaulipas siguen siendo críticos.
EL LETAL TAMAULIPAS
La principal causa de las
bajas es “agresión de arma de fuego”, aunque también ha habido por accidentes
aéreos y automovilísticos, ahogados y atropellados.
En su relación de “Personal
fallecido en la aplicación de la campaña permanente contra el narcotráfico y la
Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos”, la Sedena tiene el registro del
estado, municipio, fecha, grado y circunstancia de los casos de efectivos
militares muertos. La misma información está contenida en su relación titulada
“Militares heridos con motivo de las agresiones en contra del personal
militar”.
De todo el país, sólo 10
entidades han dejado saldo blanco al Ejército: Aguascalientes, Baja California
Sur, Campeche, Chiapas, Distrito Federal, Puebla, Querétaro, Quintan Roo,
Tlaxcala y Yucatán.
Tanto en el caso de los
fallecidos como de los heridos, todas las armas y varios servicios del Ejército
han sido afectadas: Infantería, Caballería Motorizada, Artillería, Blindada e
Ingenieros.
La mayoría de las bajas han
sido de Infantería. En menor medida, de Caballería, y en mucho menor
proporción, de Artillería, Blindada e Ingenieros. En servicios, conductores y
cocineros también forman parte de las bajas. En el caso de los mil 318 heridos
reportados en total, 647 pertenecen al arma de Infantería y 303 a Caballería.
La Fuerza Aérea también ha
registrado muertos y heridos, tanto escuadrones aéreos como fusileros
paracaidistas. Lo mismo ha ocurrido con la Policía Militar, Compañías no
Encuadradas de Infantería. Las Fuerzas Especiales y Batallones de Operaciones
Especiales han reportado asimismo bajas. Pero lo más significativo es que el
mayor número de éstas ha ocurrido en el actual sexenio.
Según la relación de personal
fallecido, en el sexenio de Calderón, 30 efectivos fueron “ejecutados” por células
delincuenciales. Esa circunstancia no se reporta en lo que va del gobierno de
Peña Nieto. En el sexenio pasado, 357 militares perdieron la vida, mientras que
en los 31 meses de gobierno de Peña Nieto, la Sedena ya registra 101 efectivos
fallecidos.
En Tamaulipas han perdido la
vida 79 elementos; 46 el sexenio pasado y 32 en el actual. Además, casi la
mitad de todos los heridos ha ocurrido ahí. Sedena reporta 609, 46.2% de todos
los heridos en casi una década.
A decir de ambos informes,
casi toda la geografía tamaulipeca ha sido escenario de ataques al Ejército:
Matamoros, Río Bravo, Reynosa, Ciudad Madero, Tampico, Nuevo Laredo, San
Fernando, Ciudad Mier, Miguel Alemán, Gustavo Díaz Ordaz, Valadeces, Tancol,
Camargo, Hidalgo, Méndez, Nueva Ciudad Guerrero, San Carlos, Valle Hermoso
Ciudad Mante y la propia capital del estado, Ciudad Victoria.
A Tamaulipas le sigue
Michoacán, donde Calderón inició la guerra contra el crimen organizado en enero
de 2007 con una imagen que marcó su paso por la Presidencia: vestido con
chamarra y quepí castrenses más grandes que su talla.
Fue en esa entidad donde el
Ejército sufrió las primeras bajas de esta guerra. En total, 34 efectivos
murieron en Michoacán el sexenio anterior como parte de los enfrentamientos con
La Familia Michoacana y su escisión, Los Caballeros Templarios. Aunque ambos
cárteles oficialmente están desarticulados, en lo que va del gobierno de Peña
Nieto la cifra de militares muertos llega a 10.
En Sinaloa, la tierra del
fugitivo Chapo Guzmán, cinco miembros de la milicia han perdido la vida en lo
que va de esta administración. Durante los operativos que autorizó Calderón, 36
efectivos de la Sedena fallecieron en esa entidad.
Guerrero y Jalisco –otras dos
entidades azotadas por los cárteles del narcotráfico– presentan contrastes
entre uno y otro sexenio. El caso más significativo es Jalisco. Con Peña Nieto
como comandante supremo de las Fuerzas Armadas, las muertes de militares en ese
estado alcanzan ya la cifra de 19.
La acción más aparatosa
ocurrió el pasado 1 de mayo, cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación derribó
con un misil tierra-aire el helicóptero Cougar 725 de la FAM entre los
municipios de Villa Purificación y Casimiro Castillo. En el ataque murieron 11
militares, por “agresión de arma de fuego”.
En los siguientes 19 días,
otros cinco militares del Regimiento Blindado de Reconocimiento fallecieron por
“agresión por arma de fuego” y por “accidente con arma de fuego”, en los
municipios de Casimiro Castillo y Villa Purificación. Con Calderón, apenas
cinco efectivos del Ejército murieron en Jalisco; cuatro de ellos pertenecían
al arma de Infantería.
En Guerrero, donde operan las
bandas Guerreros Unidos y Los Rojos –surgidos tras la ejecución de Arturo
Beltrán Leyva por parte de fuerzas especiales de la Marina– perdieron la vida
28 militares con Calderón, mientras que con Peña van cinco.
Por lo que hace a los
heridos, después de los 609 de Tamaulipas, siguen Nuevo León con 122; Guerrero,
80; Michoacán, 70; Sinaloa, 67; Veracruz, 58; Zacatecas, 51; Coahuila, 50;
Durango, 43; Chihuahua, 42; Jalisco, 33; San Luis Potosí, 28; Nayarit, 23; y
Sonora con 12.
POR GRADOS
La lista de “Personal
Fallecido en la Aplicación de la Campaña Permanente Contra el Narcotráfico y la
Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos” ilustra que aunque la mayoría de
las bajas son soldados, cabos y sargentos en ambos sexenios, también han caído
oficiales (capitán primero, capitán segundo, teniente y subteniente) y jefes
(coronel, teniente coronel y mayor), aunque en menor número.
En la gestión de Calderón, 27
tenientes perdieron la vida, la mayoría de ellos por accidentes aéreos, seguidos
de agresión por armas de fuego y tres ejecutados por el crimen organizado. Los
ejecutados fueron en Ciudad Guzmán, Jalisco, en 2010; Saltillo, Coahuila,
también ese año y Zamora, Michoacán, en 2011. En lo que va del gobierno de Peña
Nieto, siete tenientes han fallecido, cuatro por agresión por arma de fuego,
uno por caída y dos por accidente aéreo.
En las campañas militares
sólo un general ha resultado lesionado. Ocurrió en Sombrerete, Zacatecas, el 17
de marzo de 2009. Se trató de un general de brigada adscrito a la Comandancia
General de la 11 Zona Militar y quien fue herido con arma de fuego.
Entre los lesionados la
Sedena sólo reporta a un coronel y cuatro tenientes coroneles. Es decir, sólo
cinco jefes del Ejército han resultado heridos. El número se incrementa entre
los oficiales. Llega a 131, pero está muy lejos de los heridos entre la tropa.
De los oficiales, 16 subtenientes, 96 tenientes, 16 capitanes segundos y tres
capitanes primeros han resultado lesionados.
Esas cifras están muy lejos
de las heridas recibidas por los soldados y las llamadas clases (cabo, sargento
segundo y sargento primero). Llama la atención que la Sedena reporte, entre los
heridos, 98 casos “sin datos” del grado o el arma al que pertenecían.
La Sedena tiene registrados
también los días más aciagos para sus efectivos. Además del 1 de mayo de 2015,
el 20 de diciembre de 2008, ocho efectivos de Infantería aparecieron ejecutados
en Chilpancingo, Guerrero. Nueve habían sido ejecutados en Monterrey, Nuevo
León, entre el 15 y el 22 de octubre de ese año.
En Badiraguato, Sinaloa,
tierra natal de los capos históricos del narcotráfico en México, el 19 de junio
de 2010, 11 efectivos de las Fuerzas Especiales y del Escuadrón Aéreo
fallecieron en un accidente aéreo. El 18 de abril de 2008, 12 miembros de la
Fuerza Aérea y de Infantería murieron en lo que la Sedena reportó como
accidente aéreo, en Uruapan, Michoacán. También en ese tipo de accidente, el 24
de noviembre del 2010 cuatro integrantes de un escuadrón aéreo perdieron la
vida en Monterrey.
Por lo que toca a los
heridos, el año más difícil para el Ejército fue 2011, con un total de 324.
Cerca estuvieron 2012, con 290; y 210, con 257. En esos tres años, 871
efectivos fueron heridos, todos por agresión de arma de fuego. Con Peña Nieto,
en sus primeros dos años y medio la cifra es de 246.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/JORGE
CARRASCO Y NOÉ ZAVALETA/19 DE AGOSTO DE 2015)