viernes, 1 de febrero de 2019

DESPROTEGIDO




Fotos: Internet/Humberto Rodríguez Bañuelos "La Rana"

Es una vieja treta de los policías rufianes. Disimulan proteger a personas en peligro. Lo hacen tan bien como si estuvieran dramatizando profesionalmente. Ya es normal. Reciben buena paga en secreto y la consigna palabras más, palabras menos: “Tú dime a dónde va, con quién y de qué platica”. Otros son más perversos. Desobedecen a sus jefes o con sus jefes prefieren la dolarizada orden mafiosa: “Retiren la guardia”. Y así quedan desprotegidos el, la o amenazados. Los dejan solitarios como alma en pena y fácil blanco para amedrento, asalto o asesinato. Supe de varios casos verídicos. Lo vi en dos que tres películas y otras tantas novelas. Me tocó vivirlo una vez.

Pero la ficción y la realidad son como túnel. Sólo tienen una salida: La inmediata muerte de los policías vendidos. Es que ningún mafioso confía en guardianes traidores. Como no están bajo su control las 24 horas, pueden recular y medir con la misma vara. Sobran capos o funcionarios billetudos interesados.

A propósito: El señor Licenciado Jorge Fonseca Carrillo no tiene un trabajo fácil. Desde 1997 es fiscal especial en el caso Posadas y Ocampo en Jalisco. Por eso la Procuraduría tapatía ordenó cuidarlo. Que siempre estuviera acompañado por un agente armado. Era y es lógico el temor. Si los Arellano Félix y sus asociados son acusados, podrían ordenar matarlo.

Fonseca sabe del riesgo y ha tratado zafarse de la comisión. Pero en el ámbito judicial de Jalisco bien sabido es: No quieren cambiarlo ni aceptan su renuncia. Es que nadie como él conoce tanto sobre el asesinato del Cardenal. Además, se ha manejado alejado del manipuleo y con pruebas legales de peso. Por eso más de diez arellanistas fueron sentenciados a muchos años de prisión. Y cuando los procesaron surgieron elementos suficientes para ordenar la aprehensión de Benjamín y Francisco Javier. La de Ramón existió, pero naturalmente se desvaneció tras morir a balazos en Mazatlán.

Aparte está encarcelado y bajo proceso Humberto Rodríguez Bañuelos “La Rana”, notable colaborador de los Arellano. Ya es historia cómo este hombre cambió de nombre y fue apresado en Tijuana. Pero un agente estatal le reconoció y el Ejército verificó su identidad. Por eso lo enviaron a Guadalajara, donde le reclamaba la justicia. Total, nunca un fiscal logró sentencia para tantos cómplices de los Arellano Félix. La gran mayoría afamados gatilleros del Barrio Logan de San Diego, California. Sí. Todos fueron llevados a Guadalajara por Ramón en 1993. Participaron en la balacera donde murió el Cardenal.

Algunos le llaman coincidencia. Otros, eslabones perdidos. Pero como quieran titularles hay una serie de hechos curiosos: Terminando octubre retiraron la escolta al señor fiscal Fonseca. Con apenas días de diferencia Benjamín Arellano declaró al periódico Frontera de Tijuana, su inocencia en el caso Posadas y Ocampo. Afirmó: “Carpizo nos hizo famosos”.

Pero luego vino el hecho estelar de este asunto: Sucedió el jueves 7 de noviembre. El señor Fonseca se apersonó en la prisión de Puente Grande. También personal del Juzgado Cuarto de lo Criminal. El Defensor de Oficio. Todos, para una diligencia especial: Certificar cicatrices de “La Rana”. Un paso legal para su identificación. Al certificarla simplemente se confirmará: 1.- Humberto Rodríguez Bañuelos estuvo en Guadalajara para recibir a Ramón Arellano Félix y pistoleros en 1993. 2.- Les equipó con armas y vehículos. 3.- Rescató del aeropuerto a Francisco Javier Arellano Félix ocultándolo en algún lugar de Jalisco. 4.- Ramón viajó a Tijuana después de asesinado el Cardenal. 5.- Inmediatamente se fue a Estados Unidos. De una ciudad a otra. Guiado por dos jóvenes. Lo transportaron, escondieron y ayudaron con el idioma que él no dominaba. Cruel, los mató al terminar el viaje.

La identidad de “La Rana” es clave. Se comprobará la participación de los Arellano en la balacera de 1993. Por eso Rodríguez Bañuelos se encorajinó el 7 de noviembre. Aprovechó cuando le facilitaron el bolígrafo para firmar sus declaraciones. Garabateó en la palma de su mano derecha. No disimuló. Por eso los funcionarios le obligaron a enseñar lo grabado. Irritado y molesto extendió el brazo y se leyó claramente: “Jorge”. A un por qué contestó simplemente “…quería tener el nombre de su acusador”: el fiscal Fonseca. Así está escrito en el acta 20/2001. Además, el Secretario de Acuerdos Alejandro Guerra Espinosa apuntó cómo el acusado “…mostró desde esos momentos una actitud agresiva”.

No hace falta imaginación ante una fatal posibilidad. “La Rana” quiere ver muerto al fiscal. Ya. Sabe bien: Si Fonseca lo identifica eso perjudicará y podría refundir a los Arellano. Es fatal. Ni duda debe tener. Le cambiarían su celda por un descanso en paz tres metros bajo tierra.

Humberto Rodríguez Bañuelos “La Rana” es peligroso y desalmado. Cuando fue jefe de la Policía en Sinaloa, ordenó asesinar a dos periodistas: El 16 de julio de 1987 a Sergio Galindo. Se le atravesó cuando el reportero iba con su esposa. Le entregó una bala y le dijo textualmente: “Mira Galindo. Esta es para ti y que conste. Te la estoy entregando”. Y el 22 de febrero del 88 al maestro Manuel Burgueño. Mandó a sus achichincles. Se metieron a la casa del periodista y lo balearon. Inexplicablemente en Sinaloa no han reclamado al matón.

Las mujeres no lo querían por gordo. De allí el apodo de “La Rana”. Entonces fue con el doctor Francisco Joel Rubio Robles. Le pidió “…hágame una liposucción”. Inmediatamente el médico desapareció la gordura. Su trabajo fue excelente y profesional. En lugar de agradecerle “La Rana” lo mató. Seguramente recordó el viejo refrán de “…en boca cerrada no entran moscas”.

Otro doctor fue señalado como testigo del crimen: Manuel Jiménez del Toro. El 5 de noviembre fue llamado a declarar. Llegó y sorprendió. Negó conocer a “La Rana”. Cercanos al caso comentaron que “…segurito lo amenazaron” y hombres de “La Rana” le advirtieron fuera del penal: Si testimoniaba le haría compañía al otro doctor.

Eso no es todo: El fiscal Fonseca recibió dos avisos en marzo de este año. Uno: Subió a su auto después de cumplir con asistir a la prisión de Puente Grande. Tomó la carretera a Zapotlanejo. Se acercó otro carro y le obligó a salir del camino. Dos: Alguien tiroteó el frente de su residencia particular. Inexplicablemente, la Procuraduría General de Justicia en el Estado de Jalisco no descubrió nada. Ni a los abusivos en la carretera y menos a los gatilleros.

Total, Fonseca ya pasó las etapas “reglamentarias” de la venganza mafiosa. Sustos y amenazas. Por eso sorprende que le hayan retirado la escolta. Lo dejaron solitario. Como en alma en pena. Como tiro al blanco.

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en octubre de 2002.

“LOS BUCHONCILLOS”



Fotos: Internet

Si la soberbia hiciera sudar “Los Buchoncillos” siempre andarían empapados. Les encanta presumir. Con ese mote son conocidos los chavos metidos al narcotráfico en Sinaloa. Algunos, parientes de mafiosos. La mayoría ayudantes o aprendices de tan insana ocupación. Les dicen también “buchones”. Y cuentan que su forma de ser casi es cultura sinaloense. Una amiga me dijo sobre estos jóvenes: “Es curioso ver sus caras de orgullo y presunción cuando los miras pasar en una camioneta ‘Lobo’ 2006. De doble cabina. Con acabados dorados y rines cromados. Y oírles cómo presumen a este o aquel narcotraficante”. Les fascina subir el sonido de su estéreo a todo lo que da. “Y no precisamente para disfrute propio, sino para que los demás oigan, los vean y sepan quiénes son”.

No es que alguien llegó a Sinaloa y los contagió con esa forma de ser. Tampoco fueron influenciados como “los cholos” que llegaron desde la chicanada de Los Ángeles. Entraron con sus costumbres a Tijuana y luego se desparramaron por todo México. No es moda como punk horripilantes que surgieron en Europa y acá los arremedan de lo peor. Lejos están “Los Buchoncillos” de esos odiosos “Mara Salvatruchas”. Pelones todos. Tatuados. Casi como los sicarios del Barrio Logan en San Diego, California. Con ese estrafalario enderezar y torcer dedos de las manos. Descamisados y descalzos. Boca abierta resaltando incompleta dentadura. Se me figuran vampiros sorprendidos por la luz. Atarantados al no alcanzar zambullirse en la sepultura.


Fotos: Internet

“Los Buchoncillos” no son así. Ni se parecen. Al contrario. Bien limpios. “Livais” de marca o pantalón de vestir. “Versace, “Boss” o de otra firma famosa. Camisas bien fajadas pero dando la impresión de vestir talla poco más grande por lo flojo. Casi siempre estampadas. A veces con imágenes religiosas. Acostumbran cinturón y zapatos de la misma piel. Normalmente de algún animal exótico. Pero eso sí. Nunca les falta el celular. De los más modernos. Y por si todo eso no los distinguiera, agréguele las alhajas. Cadenones de oro. Más gruesos que los acostumbrados por la negrada pandillera norteamericana. Pero con algún crucifijo o medalla. También les encanta lucir figuras en oro de plantitas de marihuana. Algún “cuerno de chivo”. O su nombre en letras garigoleadas. Total. Se distinguen. Todos son “buchoncillos”. Llenos de vida. No como viciosos. Cadavéricos. Como aquellos que cuando pasan por un cementerio lo ven como si buscaran casa de renta.

También son amantes de los corridos. Los narco-corridos. Les gusta la música norteña. Pero más de banda. Puritita sinaloense. Siempre retacan “El Foro de Tecate” en Culiacán los fines de semana. Arman grandes pachangas. Por su forma de vestir son bien conocidos. Por eso y los carrazos que se cargan tienen “pegue” con las damitas. Se sienten so-ña-das cuando las escogen para bailar. Pero más y más “buchoncillos” retacan el centro de diversiones cuando se presentan “Los Intocables”, Valentín Elizalde o “Los Cadetes de Linares”. Aparte se aparecen en los “bailongos” de otros lados. Siempre llegan como si fueran la divina garza envuelta en huevo. Muchas veces los adultos les ven con más respeto y menos miedo.

También les gusta mucho ir a los restaurantes. Dinero nunca falta. Por eso pueden darse tales lujos y más. Pero tienen sus preferencias, como la cabra cuando tira al monte. Frecuentan los comederos en “Las Quintas” de Culiacán, la llamada “zona rica” sinaloense. Allí están puras residencias de ensueño. Una tras otra ocupadas por familias de narcos. Intocables. Por eso “Los Buchoncillos” se sienten lurios caminando o manejando por esos lugares. Sabiéndose vistos se dan por satisfechos. Es como cuando entran a tiendas de artículos remilgados. Encarecidos. Entonces sí “se dan su gran paquete”. Aprovechan para revolverse con los acomodados y eso les satisface. Se sienten realizados. Sobre todo, al ver que impresionan a los ajenos en el narcotráfico.

Una forma que les encanta es “quemar llanta”. Sobre todo, cuando hay chamaconas viéndolos. Lo hacen una, dos y tres veces frente a ellas. Naturalmente con el volumen del estéreo al máximo. Algunos andan debajo de los 18 años y otros, ya cumplidos pero sin licencia para conducir. Los gendarmes saben pero ni se meten. Y otros les llaman a “Los Buchoncillos” y salen bien gratificados. Además, tienen una ventaja sobre los policías: Siempre andan en grupo. Por lo menos 15.

Desgraciadamente esta no es toda una vida para “Los Buchoncillos”. Ellos lo saben muy bien. Pero dan la impresión de no tomarlo en cuenta. Su vida es realmente corta. De pronto aparecerán muertos por allí. Ejecutados. Con dos o tres tiros en la cabeza. Me los imagino como apéndices en el cuerpo del narcotráfico. Cuando es necesario debe extirparse porque causa daño. Así está resultado. Jóvenes que terminan en el camposanto. Su vida se alargará un poco cuando se apeguen a grandes mafias o se acerquen a los capos. No es que uno les eche la maldición gitana, pero de viejos no van a morir. Es triste escribirlo. Más todavía: Hay muchos niños en Sinaloa soñando con ser “buchones” en cuanto crezcan.

Recuerdo con eso a los “narco-júniors” de Tijuana. Tampoco andaban de fachosos. Normalmente bien vestidos y con buena ropa. Carros último modelo. Fiestas en grande. Los reyes en la preparatoria o fuera de ella. Atracción de las chamacas que al final de cuentas terminaron unas viudas, y otras visitando a su pareja en la penitenciaría. Fue una época en Tijuana cuando se afamaron. Y ahora todo mundo los recuerda. Unos en el cementerio. Otros enchiquerados en “La Palma” o alguna cárcel de Estados Unidos. Saldrán libres cuando estén ancianos y nadie les haga caso. La vida deja ver. Lo afamado y presumido en el narco es como un suspiro. Las consecuencias son la vida.

 Escrito tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en noviembre de 2010.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA  JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 31 DICIEMBRE, 2018 12:00 PM)


LOS DÓLARES


Fotos: Internet

–A ver, ¿tú de dónde eres?

“De Michoacán”.

–¿Y tú?… ¡Hazte para acá!

“De Jalisco”.

–¿Dónde los agarraron?

“A mí en Oxnard?
“A mí cerquita de Los Ángeles”.

–¿Iban o ya estaban trabajando?

“Yo ya tenía un año”.
“No pues yo ya iba para tres”.

–¿Qué traían?

“Nada”.

–¿Cómo que nada? ¿A poco ni equipaje?

“A mí no me dieron chance ni de ir a la casa por mis cosas”.
–¿Cómo le van a hacer para irse a su tierra? ¿O se van a pasar de ilegales otra vez?

“Yo voy a ir a la Casa del Migrante. De allí llamaré a mis familiares para que manden dinero”.
“Si no encuentro trabajo, pues también me regreso”.


–A mí no van a ver la cara. No soy nuevo aquí. He recibido a muchos como ustedes. Segurito se van a buscar un coyote y se pasan de regreso.
“No, señor. Yo quiero irme para mi tierra”.
“Y yo no buscaré ningún pollero. Si me voy, me lanzo solo”.

–Bueno, bueno, ya estuvo. ¿Cuánto dinero llevan? A ver.
“A mí no me habían pagado”.
“Yo acababa de mandárselo a mi jefecita”.

–Nada, nada, no se hagan, deben traer algo.
“No, señor”.
“Por esta, jefe”.
–A ver, quítense los tenis.

“¿Cómo?”
“¿Para qué?”

–Rapidito, rapidito, quítenselos.
“Está bien”.
“Ya voy, señor”

–¿Conque no traían dinero? ¿Y éste qué es? A ver tú, 20, 40, 60, 80, 100… ¿Y tú? ¡Hijo de la…! 100, 200, 300, 400…

“Son para comer”
“Es lo que llevo a la casa”.

–No me aleguen. A ti te dejo 20 dólares, a ti 100 y díganle que les fue bien. Ni griten. Más les vale irse si no los remito a la barandilla. Háganse a un lado. A ver, los que siguen, los que siguen….

Este relato, palabras más, palabras menos, se ha escuchado día y noche en la puerta giratoria de gruesos tubos, única, en la cerca fronteriza de cualquier ciudad norteña. Sucede cuando un autobús de la migra, atiborrado de mexicanas, mexicanos y chiquillos los transporta hasta los últimos metros de Estados Unidos, más cerca de tierra mexicana. El diálogo no es ficción. Ciertamente tampoco es textual. Pero lo escribí aproximado a los testimonios que he recibido, de los propios protagonistas: Indocumentados, policías, defensores de los derechos humanos, compañeros reporteros, miembros de organizaciones no gubernamentales, lectores e investigadores. Además, igual o parecido, se multiplica.

Muchos de estos mexicanos llegan así al suelo que les causaba inmensa nostalgia hasta invadir su pensamiento cuando estaban al otro lado. Al escuchar atrás el ruido hueco de la puerta giratoria es como si estuvieran otra vez frente a lo desconocido. Solos. Aunque muchos ya saben de su existencia por lo tantas veces dicho se van derechito a las casas de migrantes sostenidas por misioneros europeos, la Iglesia Católica y los organismos no gubernamentales. Allí tienen cobijo y ropa por tres días. Les consiguen empleo. Reciben atención médica si la necesitan. A veces boleto gratis en autobús hasta su pueblo o Ciudad. O pueden llamar a sus familiares. Otros deciden solicitar trabajo en las maquiladoras donde inmediatamente les entrenan y luego a pegarle duro en jornadas de ocho horas. Unos deciden vender periódico para tener dinero inmediato y poder comer. Otros limpian vidrios a los autos cuando hacen alto en los cruceros. Aquellos, hacen de tripas corazón y piden limosna en la calle o las casas para regresar. Sobran los desesperados: Roban en la calle o residencias. Con el tiempo llegan a ser asalta-bancos pero normalmente los capturan y pasan años encarcelados. Otros pordiosean un trago en las cantinas y se convierten en carne de barandilla.

En este escenario aparecen los coyotes, enganchadores o polleros. Saben a quién ofrecer sus servicios. Los pasarán ilegalmente y cuando lleguen a donde quieren, allá estará esperando otro camarada. Le entregarán el dinero al contado o en abonos. Si pagan bien pasarán hasta por la garita. Los esperará un auto en territorio estadounidense y si quieren, los despacharán en jet comercial. Pero si no tienen billetes ni nadie quien pague por ellos al otro lado, entonces pueden mantenerlos en la frontera mexicana hasta cuando les llegue dinero de su tierra. He recibido informes que en el chihuahuense Janos las autoridades reciben a los extranjeros, indocumentados, como si fueran turistas de primera clase. Hasta los hospedan en buenos lugares. Me escribe una lectora amable lo que todo mundo sabe: “Los camiones vienen repletos de hondureños y colombianos. Pagan mucho dinero, 15 mil dólares cada uno”. Pero en cualquier lugar de la frontera, si no tienen mucho para pagar, los pasan por llanuras, montañas, el Río Bravo, desiertos o canales. A veces el frío o la nieve los atrapa, entume y mata. En tiempos de verano terminan fatalmente deshidratados. El que no sabe nadar se mete al agua como si echara un volado. O llega a la otra orilla echándose uno que otro buche o de plano se ahoga. A estos albures de vida y muerte hay un agregado: Ladrones mexicanos les esperan nada más cruzando la imaginaria línea divisoria. Les quitan hasta la ropa. Violan a las mujeres. Hace meses cerca de la frontera tijuanense en territorio estadounidense, unos chamacos gringos se divertían disparándoles a los indocumentados con rifles de municiones. Los sorprendían hasta cuando iban al excusado. Afortunadamente fueron detenidos y procesados.

Normalmente el origen y destino de estas mexicanas y mexicanos con sus chiquillos, no los lleva a lograr una buena posición. Si bien ganan más dinero que en su tierra, en Estados Unidos no es suficiente para el tren de vida. Existe además una situación de costumbre mezclada con la condición de ilegal. Un 44 por ciento de los hispanos radicados al otro lado no tiene seguro médico. Tomé esta cifra de una importante organización: El Colegio de Doctores de Estados Unidos y la Sociedad de Medicina Interna. Sus cifras son dramáticas. 37 por ciento de la población hispana menor de 65 años no tiene seguro, frente a un 24 por ciento de negros y 14 por ciento de blancos no hispanos. Hay un dato más revelador: Ocho de cada 10 mexicanos cuentan con trabajo constante, pero sus patrones no les otorgan el beneficio del seguro. Hay un 17 por ciento de mexicanos adultos con problemas de salud. No han visitado un doctor por lo menos en los últimos doce meses. Y 40 por ciento de los México-americanos no han tenido servicio médico a pesar de sentirse enfermos. Muchos, infectados de SIDA.

Estos paisanos no viajarán en auto y a México durante esta temporada navideña y findeañera. Unos seguirán escondiéndose y toreando a Migración. Otros se atreverán a venir pero a la sorda. Dejarán el terreno preparado para regresar. No harán berrinche con los oficiales de la aduana para realizar trámites de internación. No pasarán por la garita aunque la policía sí sabe en donde para pescarlos y arrebatarles el dinero. No los recibirá el Presidente Fox en la frontera. No les preguntará cuánto ganan y que comisión pagan por el envío de dólares a México. No preguntará cómo son tratados. Un respetado periodista de la Ciudad de México me dijo: “Desengáñate. A Fox le interesan únicamente los paisanos que traen dinero. Los que traen problemas, que se los lleve el diablo”. Por mi parte le concedo al guanajuatense el beneficio de la duda.

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA  JESÚS BLANCORNELAS/ LUNES, 19 NOVIEMBRE, 2018 12:00 PM)

DROGA LEGAL


Imagínese Lector: Va en su auto por la Avenida Reforma del Distrito Federal. Llega a la Glorieta de la Independencia. Hace alto. Piensa: “Van a venir esos latosos limpia-brisas o a venderme una máscara de Fox”. Pero no. Se le acerca un jovencito no mal vestido. Trae una cachucha verde. En el frente, pegada, la imitación en plástico de hojitas de marihuana. Baja Usted el vidrio de la portezuela. “Jefe”, le dice el adolescente al momento que con delicadeza le da una cariñosa chupadita a su carrujo. Luego el “golpe” y enseguida el hablar forzado, hacia adentro, para no dejar escapar el humo: “Esssshh dddde laaaa buuuuena. ¡Pruébela!”. Le extiende el brazo aprisionando entre su pulgar e índice el cigarrito prendido. Lo siente Usted cerca de sus narices, de su boca. Voltea para todos lados. En la esquina está un policía. “No se fije, patroncito. Ya le dimos lo suyo. No la hará de tos”.

Sigue teniendo el carrujo cerca de su boca ofrecido por el chavo. Usted hace para atrás la cabeza. Sube la barbilla como si el agua le llegara al cuello. Mira hacia abajo el retorcido cigarrillo pensando para sus adentros: “No. En público no me voy a dar un toque”. Y entonces elige como de rayo diciéndole al jovencito: “Mejor dame uno” y “¿cuánto es?”. Escucha “cien”. Lo siente como un gancho para regatear: “No. Te doy 50”. Sonriendo el vendedor sentencia: “Ni para Usted ni para mí, jefecito. 75 y a’i muere”. Saca Usted un billete de a cien. Recibe el enrollado. Los dos embolsan lo recibido. El vendedor hunde su mano en el pantalón buscando la feria. Prende el verde del semáforo.

El policía pega un silbatazo más escalofriante que cuando el árbitro marca penalty. Ni modo. Mete Usted drive si su carro es automático o primera si no le alcanzó para comprar “este de velocidades cada vez más latoso”. Duda en arrancar esperando la feria. Suenan los claxonazos y el silbato del gendarme. Arranca. Ni modo. El chavalo se quedó con los cien pesos. Si no trae carro sube a un taxi. En el respaldo del conductor hay una leyenda enmicada impresa con letras rojas y negras sobre un fondo amarillo. “Cigarrillos de marihuana a cien pesos. Haga más placentero su viaje. Ahora sí goce los embotellamientos y plantones”.

Otra vez imagínese de viaje en León, Guanajuato. Afuera de la Plaza del Zapato como si fueran delanteros panzas-verdes, aparecen los vendedores de marihuana. Le muestran una bolsita de plástico. Cuatro pulgadas por cuatro y cierre mágico. “Le sale más barato que comprar por pieza”, alega el de la oferta. Sigamos con la suposición: Llega a Hermosillo, va a comprar machaca o “coyotas” a Villa de Seris. Cerca de los expendios tradicionales, hay quien ya se las vende con su marihuana incluida. “Es más sabrosa y hasta nutritiva”, anuncian en voz alta como tirando un anzuelo. En Chihuahua, turisteando, le entra la curiosidad cuando pasa frente a Palacio. “Vamos a ver dónde tirotearon al Gobernador”. Antes de entrar, adultos bien vestidos le ofrecen desde un carrujo, bolsa de 250 gramos o un “ladrillito” de a kilo. Mandil verde colgando del cuello y amarrado por la cintura trae un logo amarillo con letras anaranjadas: “Producto legítimo. Cártel de Juárez”. Son los mismos que andan caminando entre la “cola” de autos en Ciudad Juárez cuando se dirigen a El Paso, Texas.

Más escenarios ficticios: En Cancún se acabaron los “spring-break”. Pero como nunca, hay más jóvenes estadounidenses. Casi no se puede caminar en esta hermosa zona caribeña. Ahora son “mota-spring-break”. En Acapulco, los hoteles de cinco estrellas decidieron colocar un par de carrujos gratis en la mesa junto al balcón donde se mira toda la bahía o en la de centro. Están junto a la canasta con frutas en señal de bienvenida. En Vallarta es diferente. Ya no circulan entre turistas los cupones buenos por una “margarita” de cortesía. Ahora es válido por 50 gramos de marihuana y un sobrecito de 100 si prolonga su estancia dos noches más. En Guadalajara es más fácil encontrar la droga que un boleto de reventa para el Chivas-América.

Ahora que si les gusta la nieve de coco, mango y otros exquisitos sabores, la mejor es en Mérida bajo los arcos y a un paso de Palacio de Gobierno. Chaparritas que allí y antes vendían abanicos de madera aromatizada en simpáticas cajitas con tapa corrediza de vidrio, ahora las traen con carrujos o, si lo desea el cliente, nada más con la hierba. Y si le encantan las nieves de tequila, jamoncillo, aguacate o frijoles, nunca faltan en la plaza principal de Dolores Hidalgo. Cerquita de allí está el tianguis. Imagínese: Montoncitos de marihuana sobre una colorida tela tendida en el piso. “Lléveselos patroncito –dice una chamaca– a 200 cada uno”. Si pasa por Guanajuato, los muchachitos que le sueltan una letanía para mostrarle las momias le agregan: “Y si quiere marihuana, vaya a esa casa, pregunte por Serapio y le dice que lo mandó Basilio”.

Ah, y en Puebla, sigamos con la imaginación. Después de esperar mesa para un buen mole y luego ir a comprar camotes y “borrachitos”, abundan vendedores de marihuana en el camino. Uno de ellos dice que “con ésta se ve mejor a Don Goyo, el Popo”. En Morelia es un encanto saborear cafecito bajo los arcos, frente al jardín y cerca de Catedral. No faltarían las ofertas de hierba yendo de una mesa a otra. Los aromas, bebida y marihuana, se mezclan inconfundibles. En Aguascalientes ni se diga. Imagínese la Feria de San Marcos. O en Veracruz bailando danzón después de tres que cuatro toques hasta parece que anda en el espacio. Suavecito. En Los Mochis los turistas antes de llegar al Santa Anita ya estarían bien surtidos. No se diga en el malecón de Mazatlán. Con camaroncitos y toda la cosa. Badiraguato se convertiría en una gran atracción turística mundial. Habría un museo de los grandes capos. Hasta venderían pomitos de marihuana con alcohol para la maldita reuma.

¿Se imagina en Polanco? Carritos como de paleteros, con su campanilla que despertaría las exclamaciones a los que atiborran cafeterías y restaurantes-bar: “A’i viene la marihuana”, mientras otra voz resonaría: “Yo mejor espero al de la cocaína”. ¿Y Zacatecas? Seguro que antes de visitar las famosas minas o saliendo de ellas escucharía las ofertas de droga acompañadas de un buen vino tinto especialidad de la ciudad. También los encontraría en el Cerro de la Bufa o si está haciendo línea para treparse al teleférico. Frente a la Catedral de Oaxaca, donde venden tan sabroso pan, o en la plaza, cerca de los puestos de vestidos bordados y la fuente donde las gardenias flotan no podía faltar “…aquí está su coca de Colombia, de la buena, legítima”. A la entrada de Monte Albán le venderían morralitos de estambre arco-iris con hierba, boquillas de piedra y pincitas chapeadas en oro para sostener el carrujo.

Ahora imagínese la frontera norte. Un gran negocio para vender droga: Tijuana, Mexicali, Tecate, San Luis Río Colorado, Nogales, Naco, Ciudad Juárez, Chihuahua, Nuevo Laredo y demás ciudades. Siempre estarían llenas de estadounidenses. Aunque en su tierra tienen muchas facilidades para comprarla y consumirla, acá se las darían más barata. La Procuraduría General de la República se convertiría en “changarro”. Desaparecería el delito de siembra, posesión, transporte, venta y consumo de drogas. Y con ello la Fiscalía Especializada de Atención a Delitos contra la Salud (FEADS), el Instituto Nacional de Combate a las Drogas (INCD) y la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO). Ya no perseguirían a los vendedores afuera de las escuelas. Al contrario, en las librerías con cada ejemplar le regalarían un carrujo.

Todo esto imaginario creo que sería poco frente a la realidad si en México se legalizara el comercio de la droga. Hace tiempo lo propuso el brillante escritor Carlos Fuentes. Luego lo declaró un funcionario de la Federal Preventiva. Y se les sumó el baleado Gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez. Estoy seguro que si se aprobara crecería el narcotráfico y aumentaría la corrupción. Saldríamos perdiendo. La droga subiría de precio aunque siendo ya comercial debo reconocer que de cuando en vez habría baratas. Los cárteles se convertirían en poderosas empresas. A lo mejor cotizaban en la Bolsa de Valores o patrocinaban un equipo de futbol. El goce temporal del consumo o el vicio provocaría más crímenes, robos, violaciones, accidentes y hasta suicidios. Pero hay alguien que estaría muy contento: Don Francisco Gil Díaz, nuestro Secretario de Hacienda. Les aplicaría el IVA de volada.

Escrito tomado de la colección “Dobleplana” y publicado por última vez en septiembre de 2015, propiedad de Jesús Blancornelas.



CISEN



Fotos: Internet/Humberto Álvarez Machain

“¿De quién es el auto?”, me preguntó con mirada de puñal el agente de Migración. “Mío”, respondí. Y sin pronunciar un cortés “por favor” soltó mandón la palabra: “¡Bájese!”. Jalé la manivela pero no pude abrir la puerta porque una nueva frase me detuvo: “Apague el motor y ponga aquí sus llaves”, señalándome el techo del carro. Di vuelta al switch. Y entonces salí de mi Volkswagen negro, una “pulguita”. El vigilante me dijo entre cansado y fastidiado: “Abra la cajuela”. Cuando le aclaré que necesitaba las llaves, de mala gana apuntó con su índice dándome a entender “tómalas”. Levanté la capota: Llanta de refacción, cruceta, diminuto gato, un pequeño estuche negro de plástico con herramienta y nada más. “Okey”, dijo tras echarle una mirada. ¡Zas! Sonó cuando cerré la cajuela. Me quedé con las llaves.

Como si fuera baraja, el migrante vio los pasaportes de mi esposa y tres hijos. Puso sus manazas sobre el techo y se agachó a la ventanilla, los llamó por su nombre y cada uno fue respondiendo correctamente y les regresó el documento. Con el dorso de su mano golpeó las portezuelas en busca de algo sólido e irregular. Dio pequeñas pataditas a las llantas esperando encontrar algo más que aire, y terminando de rodear el auto preguntó: “¿A dónde van?”. Escuchó “…a San Diego” y reinterrogó “¿A qué van?”. Entre sorna y broma se me ocurrió responder: “Bueno, pues íbamos a desayunar, pero después de tanta espera, creo que mejor vamos a comer”, no le cayó bien la respuesta. Así, con más disgusto que formalidad dijo: “¡Pasen!” y cruzamos la frontera.

Como decía mi abuelita: “Las tripas gruñen de hambre”. Desde la noche anterior nos pusimos de acuerdo en familia: “Mañana vamos a desayunar al otro lado”. Y al día siguiente, cuando salimos, ya íbamos saboreándonos unos hotcakes con huevos revueltos y tocino. Primero cafecito negro y luego un vaso de leche helada.

Rumbo a la garita nos encontramos lo entonces pocas veces visto: Una enorme “cola”. Inmediatamente di la media vuelta y enfilé para Otay, el otro paso más alejado, esperaba menos tráfico y me sorprendí. Luego de alinearme, detrás de mi auto, en un ratito, creció la fila que se movía con tanta calmosidad que empujaba al fastidio esquina con el berrinche.

Todavía no existían los celulares, por eso no pude hablar al periódico y preguntar el motivo de “la cola”. No me quedó otra que bajarme del auto y consultar al más cercano automovilista por la tardanza. Enfurecido respondió que no sabía.

Al rato, primero uno y luego otros helicópteros pasaron cerquita de nosotros; abajo y a sus costados se leían las iniciales de las televisoras estadounidenses. Entonces sí pensé: “Algo grave pasó”. Encendí el radio del auto y escuché la noticia. “Mataron en Guadalajara a Enrique Camarena Salazar, agente antidrogas de Estados Unidos”. Transmitieron los detalles de rigor. Por eso el retraso en el paso a Estados Unidos. “Seguramente los migrantes recibieron órdenes de revisar todo”, les dije a mi esposa e hijos aquel cinco de marzo de 1985.

Fue la segunda ocasión que vi un embrollo así desde los setentas, cuando la famosa “Operación Intercepción” me pescó en el cruce Mexicali-Calexico. La ordenó el presidente Richard M. Nixon, era una revisión endemoniada que también provocaba retrasos. Los oficiales de Inmigración traían un artilugio como palo de golf, pero que en el extremo inferior redondo tenía un espejo hacia arriba. Lo metían bajo la carrocería para ver si no había por allí algún pegoste con droga. El sistemita ese atormentó y disgustó. Miles de mexicanos nos sentimos ofendidos; es que nada más por cruzar a Estados Unidos se nos estaba etiquetando como sospechosos de narcotráfico.

Aquel marzo del 85 no detuvieron sospechosos en la garita, pero a los pocos días sucedió lo increíble. Un juez estadounidense sobornó con 30 mil dólares a tres agentes de la policía estatal bajacaliforniana. Secuestraron a René Martín Verdugo en territorio mexicano. Lo encajuelaron, se fueron a despoblado, y en la imaginaria división territorial fronteriza la policía de Estados Unidos lo recibió. Sigue prisionero. Fue enlistado como asociado de Rafael Caro Quintero, el afamado narcotraficante de la época. Los estadounidenses le pusieron el dedo como autor intelectual en el crimen de Camarena.

Otros policías antidrogas secuestraron al doctor Humberto Álvarez Machain en Guadalajara, acusado de cuidar a Camarena para que no se muriera cuando lo torturaban. Encarcelado varios años, sorpresivamente lo liberaron, pero a Rubén Zuno Arce le desgraciaron. Dijeron que era dueño de la casa donde fue el martirio, lo citaron a un tribunal, viajó desde Guadalajara para cumplir. Inocente, tercos descaminados lo condenaron a prisión de por vida.

Camarena investigaba el narcotráfico en Guadalajara desde el consulado de Estados Unidos. El 7 de febrero del 85 salió a comer, le acompañaba su esposa cuando varios fulanos aparecieron. Nada se supo hasta el 5 de marzo, cuando encontraron tirado su cadáver. Desde entonces, la policía de Estados Unidos insiste en buscar más culpables aparte de los inocentes que tiene encarcelados.

En Tijuana ejecutaron a José Juan Palafox Cadena. Era el jefe local del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN). Iba en auto solo y desarmado, estaba a cuatro cuadras de su oficina en el Fraccionamiento Agua Caliente. Pasaditas las diez de la noche un julio 26, dos hombres en una camioneta empezaron a rebasarlo. Y cuando se emparejaron le dispararon seis veces, allí murió. En un hombre con el cargo de Palafox, fue imprudente permitir ese paso y a esa hora.

El tráfico en la garita no se detuvo, continuó como si nada el movimiento de pasajeros en el aeropuerto, central de autobuses y carreteras. No se detuvo la circulación en bulevares, avenidas, calles y callejones, nada de retenes u otra forma para atajar o perseguir matarifes. Rodeando el auto de la víctima y borrando evidencias, más curiosos y menos policías. Los agentes federales se aparecieron al último. Transcurridos los días, oficialmente ni pista ni detenidos. Secreto a voces: Fueron agentes estatales.

Entristece que tal suceda entre funcionarios, duele ver el mayor empeño estadounidense cuando les matan un compañero y la poca solidaridad de mexicanos si ejecutan a un agente. Pero lo más grave: Oficialmente el CISEN es lo máximo en inteligencia y seguridad de este país, no puede ser posible tanta ignorancia para resolver el fatal enredijo, es para alarmar. Si eso pasa en el CISEN con uno de los suyos, mal deben andar muchas cosas. No aclarar nada, despostilla a la Secretaría de Gobernación, es tiempo de hablar sobre sogas en la casa del ahorcado. El silencio embarra de complicidad.

Tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en agosto de 2002.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA  JESÚS BLANCORNELAS/ LUNES, 5 NOVIEMBRE, 2018 12:00 PM)

PROFESORA


Fotos: Internet

Mi profesora Raquel era muy rigurosa. Soltera y cuarentona. Dueña con su hermana del Colegio “Progreso”. No por eso caía en la burguesía, pero era demasiado culta e inteligente. Lucía robusta. A pesar de eso le gustaba vestir falda ajustada y hasta abajo de la rodilla. Casi siempre negra. Pero debía encantarle lo floreado porque sus blusas o suéteres lo tenían estampado o bordado. Morena. Sus labios siempre bien pintados. Igual pestañas y bien depiladas las cejas. Su nariz un poquito achatada. Un lunar grande en la mejilla izquierda. El pelo negro, asomándole una que otra cana. Peinado alto a la Ida Lupino o Ginger Rogers. Sonriente muy pocas veces. Normalmente muy seria sin caer en cara de berrinche.

Era una maestra excelente. Me caía bien. No regateaba buenas calificaciones cuando el trabajo estaba bien hecho. Pero nada le enojaba tanto como las tareas incumplidas. Tenía el tiempo suficiente para revisarlas porque no éramos más de treinta en el salón. Se encargaba de todas las materias, menos la de Educación Física donde recibíamos la instrucción con un profesor. Pero de todas formas estaba presente. Así es que la pasaba con nosotros todo el día.

Cuando estuve con ella en sexto año de primaria, varias veces sufrí el rigor de su castigo. Se enojaba. Pero de veras derramaba bilis si nos distraíamos en la clase. Yo era de los más chaparros. Solamente otro compañero tenía pocos centímetros de estatura menos. Por eso nos sentaban en el doble pupitre al frente del par de filas en el salón. Una solo para hombres y en la otra nuestras primeras arranca-suspiros. Estábamos en el segundo piso y dos grandes ventanas dejaban colar sin estorbo la luz natural. Ni hacía falta prender el foco. No recuerdo haberlo visto encendido. Es que entrábamos a las nueve de la mañana y salíamos exactamente al mediodía.

Después de comer, el regreso era a las tres y la jornada terminaba a las cinco. Siempre de lunes a viernes. Casi ninguno de los compañeros esperaba algún autobús para irse a casa ni lo había en la escuela para transportarnos especialmente. Todos lo hacíamos a pie. Yo vivía a nueve cuadras. De vez en cuando nos dábamos nuestra desviada para acompañar a las chamacas o nada más ir tras ellas.

Cada año las clases se iniciaban pasando el Día de los Santos Reyes y no terminaban hasta cuando empezaban las posadas, el meritito 16 de diciembre. Nuestras únicas vacaciones eran durante Semana Santa. Y los días festivos debíamos desfilar. Cuando lo hacíamos, mi compañero y yo, por chaparros, íbamos al frente del contingente, llevando siempre bien planchadito el banderín con el nombre de nuestra escuela. Los demás nos daban carrilla. Pero llegaba la hora del desquite: Cuando los papás iban y tomaban fotos siempre salíamos en primer lugar. A sus hijos apenas si se les veía la cabeza. Fue el año del 47.

Recuerdo que uno de tantos domingos fuimos al cine. Hicimos “cola” para llegar a la taquilla. Con mi madre Cuca y mi hermana Arcelia ocupamos las butacas de madera en la localidad de balcón. Se me salieron las lágrimas cuando vi a Pedro Infante haciéndola de Pepe “El Toro” en Nosotros los Pobres. Pantalón mezclillero de pechera. Playera a rayas blanco y negro. Su mechón cayéndole sobre la frente. El rostro tiznado por una quemazón. Llorando ahora sí que a grito abierto. Llevaba en sus manos seguramente un muñeco pero cubierto con aquella cobijita gris obscura. Simulaba con tanto realismo que cargaba a su hijo muerto en un incendio. Era una tragedia.

Como no queriendo vi de reojo a mi madre. Tenía su pañuelo pegado al pómulo derecho. También lloraba. Al otro día, cuando llegué a la escuela antes de las nueve platiqué sobre la película a mis compañeros con la respectiva tonadita de “Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso mordelón…” Recuerdo sus ojos sobresaltados. Interrumpí al llamado de formarnos para rendir honores a la Bandera y pasar lista. La “bolita” me atrapó para seguir contándoles cuando subimos la escalera y llegamos al salón.

Tan entretenidos estábamos que ni cuenta nos dimos cuando llegó la maestra. Todos se pusieron de pie menos nosotros. Con su maciza regla, madera toda y metro preciso, golpeó mi pupitre. Lo sentí como relámpago furia del cielo. Luego, igual que un chubasco vino la regañina. Escuché entre estremecimientos. Y terminó con un “…de castigo, no salen a recreo”.

Me pasó al pizarrón, como siempre lo hacía al azar, para escribir día, mes y año. Nervioso como estaba temblé en el trazo y rápidamente me cayó nueva llamada de atención. Regresé al pupitre y escuché un tronante: “A ver, su tarea”. Saqué rápidamente mi cuaderno. Viendo la situación no le dije que sábado y domingo anduve jugando y dejé de estudiar contrario a su orden. Y que la tarea la hice hasta el lunes, de volada, mientras desayunaba antes de ir a la escuela. Precisamente por la prisa no estaba bien el rasgo de las letras y me equivoqué en aritmética.

La profesora Raquel siempre traía un lápiz bicolor. Con el azul aprobaba. El rojo era para reprobar. Poco faltó hasta para romper la hoja de mi cuaderno al tacharlo. Sin abandonar el sermón, con índice y pulgar me agarró del oído derecho. Rapidito, me puse de pie. Y mientras crecía su coraje me encaminaba al rincón, al fondo del salón. “Aquí se la pasará todo el día”. Por fortuna no había orejas de burro en la escuela, pero ése era el castigo para los que no cumplíamos con nuestra tarea. Aparte del dolor por el jalón de oído, sentí mucha vergüenza ante mis compañeritas. De pasadita a unas las vi serias y a otras dejando escapar una risita burlona.

Total, ese mes saqué tres cincos: Conducta, Aprovechamiento y Matemáticas. Cuando le entregué la calificación a mi madre primero preguntó por qué y le dije. Luego advirtió “…ahora que venga tu padre vas a darle una explicación”. Quedé engarrotado. Por la noche mi papá terminó con aquel día fatal. Otra llamada de atención. Desde entonces no fallé con la tarea. La empezaba desde el mismo viernes hasta la noche para tener tiempo y disfrutar el domingo. El sábado primero de este septiembre, viendo y oyendo el informe en la televisión me quedé acalambrado. Beatriz Paredes me recordó a mi profesora Raquel.

Escrito tomado de la colección “Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 23 de noviembre de 2007.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA  /JESÚS BLANCORNELAS/ LUNES, 29 OCTUBRE, 2018 12:00 PM)

11 HOMICIDIOS EN LAS ÚLTIMAS HORAS EN TIJUANA


En distintos hechos, 11 personas fueron privadas de la vida este miércoles y madrugada de jueves. La mayoría de ellas fueron agredidas a balazos. Hasta el momento solo tres de las víctimas han sido identificadas por sus familiares.

En la calle Omega de la colonia Reacomodo Sánchez Taboada, un sujeto fue asesinado por arma de fuego. La víctima fue identificada como Pablo Corona Sandoval de 37 años.

Un desconocido de 45 años, fue ultimado de por lo menos cinco tiros cuando se encontraba en el interior de un edificio abandonado en calle Francisco I. Madero en la Zona Centro

En el interior de un edificio de la colonia Presidentes una pareja de desconocidos fue ultimada a balazos.

En el Hospital General falleció un sujeto de nombre Daniel Valdez Gómez, de 45 años. La víctima fue agredida por arma de fuego en la Zona Centro.

En el Hospital del IMSS numero 1 pereció por las lesiones por arma de fuego, Christian Daniel Leyva Pérez, de 25 años.

En el interior de una vivienda localizada en calle Nogal de la colonia Las Torres fue asesinado un desconocido.

“Así van a quedar todos los putos que no estén de este lado. Atte CDS”, fue el mensaje que dejaron escrito con letras negras en una cartulina, junto al cuerpo sin vida de un desconocido a bordo de un vehículo abandonado en calle Fogata y Rodeo de la colonia Puerta del Sol.

Este jueves 31 de enero, en la calle 9 de la colonia El Pípila fue asesinado de un tiro en el abdomen un desconocido.

En la calle Camino Viejo a Tecate en la colonia Los Venados, fue localizado el cadáver de un masculino envuelto en una cobija. La víctima tenía un trozo de cinta adhesiva color gris y plástico transparente a la altura de la región cefálica. Testigos refieren que los presuntos responsables ser retiraron a bordo de un vehículo color rojo.

En el bulevar Santa Fe en la colonia Santa Fe segunda sección fue ejecutado a balazos un hombre al interior de un taxi. Los presuntos responsables huyeron pie tierra.

(SEMANARIO ZETA/ DESTACADOS  ZETA/ JUEVES, 31 ENERO, 2019 11:55 AM)

BIENVENIDOS LOS NARCOS


El mismo día que concluyó el juicio en Nueva York contra Joaquín El Chapo Guzmán, y el secretario de la Marina, Rafael Ojeda, informó que el Cártel de Santa Rosa de Lima era responsable de los bloqueos para sabotear los operativos contra el robo de combustible en Guanajuato, el presidente Andrés Manuel López Obrador, anunció que ese 30 de enero de 2019, a menos de dos meses de iniciar la Cuarta Transformación, acabó la guerra contra el narcotráfico. “Oficialmente, no hay guerra, nosotros queremos paz”, subrayó. Y dijo:

“No se han detenido a capos porque no es nuestra función principal. La función principal del gobierno es garantizar la seguridad pública, ya no es la estrategia de los operativos para detener a capos. Lo que buscamos es que haya seguridad, que podamos disminuir el número de homicidios diarios. Lo que me importa es bajar el número de homicidios, el número de robos, que no haya secuestros. Eso es lo fundamental, no lo espectacular”.

La declaración, por el hecho mismo de serla, fue insólita, pero no para extrañarse de nada. Desde que se comprometió a dar amnistía a los narcotraficantes antes de iniciar su campaña presidencial, esbozó lo que haría al llegar a la Presidencia. Su objetivo era reducir los índices de criminalidad y restablecer la seguridad y confianza entre los ciudadanos, pero a su manera. No aceptó la estrategia del presidente Felipe Calderón -utilizada en Colombia, Italia y Estados Unidos- de combatir intensamente a toda la estructura criminal, que provocaba como externalidad una alta cuota de muertes en un principio, y que después de varios tropiezos adoptó el presidente Enrique Peña Nieto. Tampoco tenía tiempo para estrategias de largo plazo. Lo suyo sería administrar el narcotráfico: no se mete con ellos a cambio que los cárteles guarden las armas y pacifiquen el país.

Administrar el narcotráfico en lugar de combatirlo, no es una estrategia que va a admitir explícitamente el presidente que está haciendo. Lo que hará es lo que hicieron muchos gobiernos priistas en el siglo pasado, permitir que los cárteles de la droga hagan su negocio -producción, distribución, trasiego y comercialización- a cambio que no se peleen entre ellos ni confronten a las fuerzas de seguridad. En el pasado, como era la circulación de las élites en el viejo régimen, uno o dos cárteles eran atacados por el gobierno en turno, y al siguiente eran otros los perseguidos. De esa forma, todos sabían que, como en el sistema político, era una rueda de la fortuna donde los beneficiados hoy, serían afectados mañana.

Calderón modificó el status quo. Confrontó a todos los cárteles al mismo tiempo, con los cuales se modificó el incentivo para no pelear contra el adversario, sino pactar territorios e impuestos criminales para el derecho de paso, con lo cual no obligaban al Estado a actuar con fuerza. El cambio fundamental fue que los cárteles tuvieron que pelear entre ellos para sobrevivir, que fue el detonante de la violencia. Bajo esa estrategia la delincuencia se atomizó y se mudó de delitos federales a delitos del fuero común. Por ejemplo, los matones del Cártel de Tijuana, al quedarse sin dinero para sus nóminas por los golpes federales, se mudaron al secuestro exprés, que se incrementó en 200%. Los Zetas, que se habían quedado sin droga, entraron primero a la piratería, y después a vender protección y contrabando humano. Los hermanos Beltrán Leyva comenzaron a subcontratar asesinos en el Valle de México, y de su desmantelamiento surgieron Guerreros Unidos y Los Rojos, y de ellos, una mayor atomización de bandas criminales, como sucedió también con el Cártel de Juárez.

Esta es la parte de la película que ve a medias el presidente López Obrador. Quiere una Guardia Nacional con disciplina, adoctrinamiento y mando militar para enfrentar a las pandillas criminales que no alcanzan a ser consideradas cárteles -al no controlar todo el sistema de producción del negocio del narco-, pero que están metidas en el narcomenudeo, asesinatos, secuestros, robos y extorsiones, por mencionar los delitos más comunes del fueron común, sin enfrentar a los cárteles de la droga, cuyos delitos contra la salud y lavado de dinero son federales. El eslabón débil de esa estrategia es desconocer en la práctica operativa, los vasos comunicantes de la droga entre los criminales.

Por ejemplo, las bandas que ven la Ciudad de México como botín, tienen alianzas o dependen de mercancía de los cárteles de la droga que, a la vez, les suministran respaldo de fuego. Si el presidente cree que desmantelando la Unión Tepito, que es la que controla la vida a espaldas de Palacio Nacional y cobra protección a sus habitantes, desaparecerá el crimen, está equivocado. Siempre habrá quien remplace a sus líderes para que la cadena productiva criminal que sale de Culiacán o Matamoros, no merme sus utilidades ni afecte su generación de cuadros. Durante todo el sexenio, debe saber, tendrá como vecinos a criminales.

Para que la administración del narcotráfico funcione como en el pasado, este país tendría que dejar de consumir de drogas, lo cual es imposible. Desde 1996 México se convirtió en consumidor de drogas, y es un camino sin retorno. Pero López Obrador ya formalizó su decisión: perdón para los capos de la droga y garantías que no los perseguirá. Entonces, si reducen la violencia, volverán los tiempos de antaño donde el narcotráfico convivía entusiastamente con el poder. Los mayos, los menchos, el caro quintero, los zetas y todos los demás que controlan el crimen organizado podrán estar tranquilos. Sólo tienen que restablecer sus viejos pactos y quitar el dedo del gatillo.

Nota: Por ser un día feriado, el próximo lunes no aparecerá esa columna.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa

EU ANUNCIA SU RETIRO DE TRATADO NUCLEAR Y CONDICIONA A RUSIA


El sábado comenzará el proceso de retiro, "a menos que Rusia vuelva a respetarlo destruyendo todos los misiles, lanzadores y equipos que violan el texto"

WASHINGTON, EU. Estados Unidos anunció el viernes su retiro del histórico tratado INF (por las siglas en inglés de Intermediate-Range Nuclear Forces) con Rusia sobre las armas nucleares de alcance intermedio, un hito de la Guerra Fría, acusando a Moscú de violarlo.

A partir del sábado, “Estados Unidos suspenderá sus obligaciones en el marco del Tratado INF y comenzará el proceso de retiro”, el cual “se completará en seis meses, a menos que Rusia vuelva a respetarlo destruyendo todos los misiles, lanzadores y equipos que violan el texto”, dijo el presidente Donald Trump en un comunicado.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, dijo sin embargo que Washington estaba “listo” para continuar hablando con Rusia “sobre el tema del desarme”. MM

(EJE CENTRAL/ AFP/ 1 DE FEBRERO DE 2019)

#ARISTEGUIENVIVO 01/02/19: AMENAZA AL PRESIDENTE; EU ABANDONA ACUERDO NUCLEAR; #MESADEANÁLISIS, Y MÁS…


Además, retomamos la carta que envió el autonombrado presidente encargado de Venezuela Juan Guaidó, al presidente López Obrador en la que dijo que "únicamente estaremos interesados en una negociación“, siempre y cuando sea para acordar “los términos del cese de usurpación".

(ARISTEGUI NOTICIAS/ REDACCIÓN AN / IR /01 DE FEBRERO 2019)

S.O.S URGE LA PRESENCIA DEL CONSEJO DE ANCIANOS DE SARA VALLE…¿DÓNDE ESTÁN AHORA QUE MÁS LOS NECESITAMOS?


Si algo aseguró la presidenta municipal de Guaymas cuando se jugó su prestigio y honorabilidad por su cuñado Santiago Luna García, es que el ahora Tesorero era un hombre capaz.

Dijo que tenía una gran experiencia en la elaboración de presupuestos ya que había trabajado en el Congreso de Chiapas elaborando proyectos para los municipios de ese Estado.

Sostuvo además que con Santiago Luna en la Tesorería se emprendería un programa de cobranza intensivo de prediales.

Con tal de sostener su mentira no dudo en traicionar a su amigo, casi hermano, Rodolfo Lizárraga, quien la revivió en la política metiéndola al PT.

No dudó en violar la Ley al proponer y votar a favor de Santiago Luna García.

No dudó en mentir a sabiendas de que todos en Guaymas estábamos seguros de que su cuñado no tenía residencia en nuestra ciudad.

No dudó en desafiar al actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien le pidió que lo sacara.

No dudó en traicionar a los regidores de MORENA, PT y PES al decir que ellos fueron los que votaron por Santiago Luna. Se lavó las manos, pues.

El teatro se le cayó muy pronto, el Congreso del Estado de Chiapas, aseguró que Santiago Luna García nunca trabajó elaborando presupuestos para los municipios.

Sus funciones eran otras. La alcaldesa mintió.

El 26 de septiembre pasado el ISAF le envió un documento donde dejó claro que es ilegal que su cuñado trabaje en la administración municipal.

El diputado local del PT gritó a los cuatro vientos, que el dinero con el que pagaron a MIFEL fue una gestión suya y no del cuñado.

Pronto se conoció que la residencia del Tesorero en Guaymas es un lote baldío.

Santiago Luna García, quien desde hace tres meses trabaja en el oscurantismo, porque se sabe vulnerable, no fue capaz de sacar adelante uno de los compromisos más grandes que tiene cada administración municipal al llegar al poder.

Ni al ex Tesorero de César Lizárraga, de Otto Claussen y de Lorenzo De Cima, les pasó esto al llegar al cargo.

Es decir, ninguno de ellos encontró el dinero para pagar aguinaldos en la Tesorería.

Todos tuvieron que corretear la liebre en sus primeros tres meses de gobierno.

Pero tampoco a ninguno de ellos les fincaron responsabilidades por no cumplir con lo que marca la Ley.

Ninguno de los anteriores fue responsable, ninguno cumplió con la Ley, pero todos sacaron adelante el compromiso.

Sara Valle Dessens y Santiago Luna García sabían de la situación financiera de Guaymas, que no es muy distinta a la de hace tres o seis años.

No pueden decir que lo desconocían, sin embargo, se confiaron.

Por mucho estuvo peor la situación financiera de Empalme que la de Guaymas y el alcalde de esa ciudad, logró cumplir con los trabajadores.

Ahora lo más fácil es repartir culpas y lavarse las manos. Cuando Lorenzo de Cima Dworak autorizó a su entonces Secretario, David Kiamy, que entregará la carta de residencia a Santiago Luna, no era de lo peor. Hoy si lo es.

YO NO LE CREO A SARA VALLE.. ¿Y TÚ?

Ahora que los trabajadores sindicalizados la acorralaron con sus plantones, la alcaldesa volvió a demostrar su falta de capacidad y su escaso oficio político.

Dos días después se presentó ante ellos para decirles lo que ya sabemos, que no tienen dinero.

Ahora si lanzó un discurso incendiario contra su antecesor, oportunidad a la que renunció el 16 de septiembre pasado. Favor con favor se paga.

En un mensaje a la ciudadanía, Valle Dessens dijo que el endeudamiento, el desorden administrativo y el despilfarro de pasadas administraciones han hecho estragos en nuestro municipio, al extremo de que el lastre de la corrupción y la irregularidad han sido el común denominador de quienes antecedieron la presente responsabilidad de gobierno.

Y tiene toda la razón. Por ello está obligada a no desistirse de la demanda contra BANSI, la empresa que prestó a Otto Claussen Iberri, más de 300 millones de pesos de manera ilegal.

Pero que eso suceda tengo mis dudas, primero porque la alcaldesa no es de fiar. Sus constantes mentiras han quedado descubiertas.

En ese mismo mensaje que envió a la ciudadanía Valle Dessens, se vuelve a lavar las manos y dice que: “Por instrucciones del H. Cabildo de la comuna, con fecha 15 de noviembre de la sesión No. 10, el cuerpo edilicio acordó por mayoría de votos, otorgar la autorización para buscar un crédito para cubrir el pago del aguinaldo correspondiente al año 2018”.

Otra vez embarra a sus regidores. Otra vez dice que ellos son los que le ordenan hacer y no que ella les pide y les dice qué votar y qué no.

Por lo pronto, esta analizando y deliberando si acepta desistirse de la demanda contra BANSI con tal de que le preste el dinero que su cuñado no pudo captar en estos tres meses.

Dice Valle Dessens que está por deliberar y concretar dicha medida, sin que esto signifique la exoneración de los titulares que le antecedieron.

O sea, ¿Qué parte no entiende que si se desiste de la demanda contra BANSI el más beneficiado sería Otto Claussen?

Urge que el Consejo de Ancianos de Sara Valle Dessens la asesoren. Urge que Marco Antonio Llano Zaragoza, Mónica Marín Martínez, Antonio Astiazarán, César Lizárraga, Otto Claussen, Gaspar Zaragoza, Edmundo Chávez Méndez y Felipe Rivadeneyra, la ayuden a resolver este grave problema antes de que le venda el alma a BANSI.

Dónde quedaron esos hombres y mujeres guaymenses que hace tres meses posaron orgullos junto a la alcaldesa y aseguraron que su única intención era ayudarla a que Guaymas progresara. Los mariachis callaron!!!

Lanzaremos una Alerta Amber para localizarlos. Urge que hablen con la alcaldesa porque entre tantas mentiras, ilegalidades, viajes y fiestas, se van a acabar a Guaymas estos representantes de la Cuarta Transformación.

Estábamos mejor cuando estábamos peor.

(EL PORTAL DE NOTICIA/ ÁGUEDA BAROJAS ONTIVEROS/24 DICIEMBRE 2018)

FUERZAS ARMADAS CAPTURAN A CUATRO PRESUNTOS ASESINOS DEL COMISARIO MARCO VINICIO GÁLVEZ



En operativo coordinado, entre elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), AMIC, Sedena, Secretaria de Marina y Policía Federal, ubicaron y aseguraron a cuatro hombres en posesión de armas de alto poder, quienes podrían estar relacionados en la agresión y homicidio de un mando policial.

La reacción inmediata fue del personal de la Policía Estatal de Seguridad Pública (PESP), de la base Operativa de Vícam en operativo conjunto con corporaciones federales y estatales dieron inmediata respuesta. La Fiscalía General de Justicia inició con la integración de la carpeta de investigación.

Al activarse el Código Rojo, con apoyo del Centro de Control, Comando, Comunicación, Cómputo, Coordinación e Inteligencia en Sonora (C5i), se detectó la persecución de un vehículo tipo vagoneta Honda, color blanco, en contra de un vehículo oficial que abordaban el titular y acompañante; elementos de Seguridad Pública Municipal de Empalme, a quienes le realizaron varios impactos con armas de fuego.

Gracias a las cámaras de seguridad del C5i, instaladas en varios sectores de Empalme, se ubicó a la unidad automotriz con los presuntos responsables a bordo, quienes tomaron la salida al Sur.

En bulevar Las Américas, en la colonia Ortiz Rubio, se registró la agresión alrededor de las 11:50 horas de hoy, al ser sorprendido el Comisario de Seguridad Pública Municipal, Marco Vinicio “N.”, junto con su chofer Dominic “N.”.

Ambos viajaban a bordo de la unidad número 24, de la Policía Municipal, cuando hombres armados que viajaban en un automóvil dispararon en su contra, estrellándose el vehículo oficial contra un inmueble.

En el lugar perdió la vida el Comisario, mientras que el oficial fue trasladado a recibir atención médica, luego de presentar varios impactos de proyectiles de armas de fuego.

Con el operativo coordinado, apoyados con las cámaras operadas por personal del C5i, se detectó la vagoneta Honda, por lo que se inició una persecución ininterrumpida que concluyó en la detención de cuatro imputados, que se encontraban en posesión de armas de fuego.

Ahí se detuvo a quienes fueron identificados como Mario Alfonso “N.”, de 35 años, nativo de Ciudad Obregón, Manuel Ernesto “N.”, de 22 años, Genaro “N.”, de 25, y Aarón Alejandro “N.”, de 21, estos últimos originarios de Empalme, Sonora.

Además del vehículo Honda CRV, blanco, modelo 2014, con reporte de robo el 17 de septiembre de 2018, también se aseguraron en el interior en el asiento del piloto un arma de fuego tipo fusil calibre 7.62x 39, de las llamadas “cuernos de chivo”, con su respectivo cargador.

Sobre el piso del asiento del copiloto otro fusil calibre 7.62x39 con su respectivo cargador, además una pistola, tipo revólver, calibre 38, en el piso del asiento posterior del auto otro fusil calibre 7.62x39, con su respectivo cargador.


(EL PORTAL DE LA NOTICIA /REDACCIÓN/  1 DE FEBRERO 2019)