lunes, 12 de noviembre de 2018

LOS ARREBATOS DE RIOBÓO


José María Riobóo es un ingeniero con una experiencia amplia. Cuarenta y siete años de historia profesional, incluyen su participación en obras como las línea 9 y B del Metro y la cimentación de los segundos pisos durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México. Es un profesional altamente reconocido, que formó parte del Comité de Seguridad Estructural después del terremoto de 1985. Riobóo ha sido desde hace más de una década el principal asesor del hoy presidente electo en temas de construcción, pero su nombre no es reconocido por el público en general como un respetado ingeniero en estructuras, sino como el hombre detrás de la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco y del resplandor de Santa Lucía como la futura terminal. En este campo, a menos que sepa algo que el mundo desconoce, está allanando el camino al mayor ridículo y costo que pueda tener López Obrador en el próximo futuro. 

La semana pasada acompañó a López Obrador a recorrer la Base Militar de Santa Lucía, donde el presidente electo grabó un mensaje repitiendo los argumentos de su asesor a favor de esa instalación, y aplastando de nueva cuenta el proyecto de Texcoco, que será cancelado una vez que asuma legalmente el poder. Fueron días de gloria pública para Riobóo, quien en las vísperas concedió una entrevista a la prensa al salir de la casa de la transición, sin desperdicio alguno y que, si las cosas no salen como él las pronostica, el espejo de su vergüenza eterna y una daga en la credibilidad y confiabilidad de López Obrador serán sus compañeras de vida.

Riobóo dijo en esa entrevista que Mitre “dice lo que quiere, (y) no hace falta”. El ingeniero se refería a la Corporación Mitre, que se fundó en 1958 como una empresa privada que desde su nacimiento estuvo vinculada con el Pentágono. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes la contrató para el análisis y rediseño del espacio aéreo en lo que iba a ser el aeropuerto en Texcoco y concluyó que la operación simultánea del actual aeropuerto “Benito Juárez” y Santa Lucía, no era viable.

El resumen del reporte entregado se lo presentó Mitre el 17 de agosto pasado a López Obrador, a Riobóo, al futuro jefe de Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, a los siguientes secretarios de Comunicaciones y de Hacienda, Javier Jiménez Espriú y Carlos Urzúa, y a quien designó el presidente electo como el responsable de la obra en Santa Lucía, Sergio Samaniego. Nunca le gustó el resultado a Riobóo.

–Para usted, ¿Mitre no es confiable?, preguntó la prensa.

–Para mí, no, respondió.

–¿Ustedes no tendrán que ver nada con Mitre?, replicó la prensa.

–Todo lo contrario, contestó. Mitre se debe a sus antiguos patrones.

Riobóo probablemente pensaba que los “patrones” son el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, pero se equivoca. El estudio de Mitre, que sí contrató el gobierno, lo realizó su Centro para el Desarrollo de Sistemas Avanzados de Aviación, que es financiado por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), que se encarga de la regulación aeronáutica de ese país y que trabaja conjunta y estrechamente con la Organización de Aviación Civil Internacional, que reglamente la navegación aérea en el mundo. Mitre sigue siendo una empresa privada sin fines de lucro, y sus patrones actuales, si se define por “patrones” a quienes financian sus estudios, son el Departamento de Transporte de Estados Unidos, del que depende la FAA, el de Seguridad Interna y el Pentágono.

La descalificación de Riobóo ha ido de la mano de la de Jiménez Espriú, quien dos días después de la consulta sobre la cual López Obrador apoyó su anuncio de cancelación de Texcoco, afirmó: “Santa Lucía no necesita más estudios para su realización. Está confirmado que Santa Lucía y el aeropuerto ‘Benito Juárez’ funcionan. Lo que se tiene que hacer es la construcción del sistema aéreo para que se definan las rutas. Son cosas de detalle”. El Centro les había informado semanas antes lo contrario.

“Debido a la significativamente capacidad limitada de los procedimientos y la interferencia entre el flujo de tráfico de y para el AICM (el actual aeropuerto) y SL (la base militar)… el plan resultaría en la creación de un aeropuerto y un sistema aeroespacial severamente congestionado y complicado, que causaría retrasos y problemas de operaciones que impediría satisfacer la demanda de aviación a largo plazo en la Ciudad de México”, afirmó el reporte. Es decir, podrían existir los dos aeropuertos, pero no sólo sería inviable la operación simultánea, sino hacer que funcionen los dos, sin la dualidad, generaría más congestión y saturación que en la actualidad.

Mitre informó la semana pasada que un nuevo aeropuerto en Santa Lucía tardaría 10 años en estar concluido. “Es un berrinche”, reviró Riobóo descalificando una vez más a la principal empresa de seguridad aérea en el mundo. “Así lo veo, una patada de ahogado”. Su corajina puede costar muy cara. Al adelantar que Mitre no será consultado ni contratado para hacer un nuevo estudio sobre navegación y seguridad, abre la puerta para que la FAA no certifique a Santa Lucía como aeropuerto seguro.

Entonces, todas las rutas con destino a México en operación simultánea “Benito Juárez” y Santa Lucía contempladas en el Convenio Bilateral de Servicios Aéreos con Estados Unidos podrían ser cancelados. Y si la FAA lo hace, lo más seguro es que el resto de las aerolíneas internacionales sigan su ejemplo, gracias al arrebato de Riobóo y la tolerancia de López Obrador.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa

(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/12 DE NOVIEMBRE DE 2018)

EL PAÍS DE LAS 2 MIL FOSAS


Alejandra Guillén, Mago Torres y Marcela Turati
Visualización: David Eads*
El 20 de febrero de 1943 la comunidad purépecha de Angahuan observó atónita cómo se abrió la tierra, expulsó humo negro de su interior y comenzó a parir al Paricutín, el volcán más joven del mundo. Más de 60 años después, ese mismo municipio michoacano, fue sitio de otro hallazgo: al cavar la tierra, la policía encontró seis hombres maniatados, semi desnudos, con los ojos vendados y la yugular cortada. Era el 7 de septiembre de 2006.

La primera fosa clandestina del año acababa de ser descubierta en ese boscoso paraje turístico, a sólo media hora de la próspera ciudad de Uruapan. Ocurrió después de que lugareños dijeron haber visto pasar una camioneta de lujo; al asomarse detectaron tierra removida.

Angahuan volvió a honrar uno de los significados que dan a su nombre en purépecha: “En medio de la tierra”.

El hallazgo de estos cuerpos marcó el comienzo de la barbarie. Desde entonces, y mientras se desplegaba la “guerra contra las drogas”, a los asesinos ya no les ha bastado matar; ahora se esmeran en ocultar los cuerpos.

Una investigación iniciada hace año y medio por un equipo de periodistas independientes, y que a medio camino encontró respaldo financiero y editorial de Quinto Elemento Lab, revela que prácticamente en todo el país se han encontrado casi 2 mil fosas clandestinas entre 2006 y 2016, a un ritmo de vértigo: una fosa cada dos días, en uno de cada siete municipios de México.

Fueron, al menos, mil 978 entierros clandestinos en 24 estados del país. Esta cifra supera por mucho la información dada por el gobierno mexicano hasta hoy.

Las fiscalías recuperaron de estos hoyos 2 mil 884 cuerpos, 324 cráneos, 217 osamentas, 799 restos óseos y miles de restos y fragmentos de huesos que corresponden a un número aún no determinado de individuos.

Del total de cuerpos y restos, en todos estos años, y de todas estas fosas, sólo mil 738 de las víctimas han sido identificadas, según documenta la investigación hecha a partir doscientas solicitudes de acceso a la información a las autoridades de cada uno de los 32 estados.

Este es el mapa, al menos parcial, de la dimensión de la barbarie.

El fenómeno creció a niveles de catástrofe si se toma en cuenta que el año 2006 fueron descubiertas sólo 2 fosas, y que en los años siguientes subió a varios cientos el número de ellas.

En 2007 el número de escondites de cuerpos descubiertos bajo tierra trepó a diez, extendidos en cinco estados. En 2010 la cifra anual ya era de 105 fosas, en 14 entidades; en 2011 fue en 20 estados y saltó a 375, equivalente en promedio a una por día.

A partir de 2012 los hallazgos de entierros clandestinos, por año, no han bajado de 245.

Las inhumaciones ilegales se convirtieron en uno de los sellos de agua de los dos sexenios, al grado de que en uno de cada siete municipios mexicanos personas criminales cavaron hoyos en la tierra para ocultar los cadáveres de sus víctimas y, en algunos casos, también quemarlos.

En por lo menos 372 municipios de México hubo personas que desaparecieron a sus víctimas de esta manera.

“Esta investigación permite conocer los municipios donde el crimen organizado tiene capacidad de asesinar personas y hacer fosas para desaparecerlas; permite ver nuevas formas de operación y de gobierno donde la gente no se atreve a denunciar. Sería interesante saber cuánta gente vive en este 15 por ciento de los municipios con fosas y que nos dan indicios de esquemas de gobernanza criminal”, reflexiona Sandra Ley, profesora-investigadora del CIDE experta en criminalidad y violencia, al conocer los resultados de esta investigación.

Esta cifra inédita de casi 2 mil fosas en 11 años está sustentada en las respuestas que proporcionaron las fiscalías de 24 estados a las solicitudes de acceso a información pública que realizamos.

Aun cuando estos datos superan todas las cifras dadas antes por cualquier autoridad, la información todavía está incompleta.

Ocho estados no están incluidos en el mapeo porque respondieron que en esos 11 años no encontraron fosas: Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Hidalgo, Puebla, Querétaro y Yucatán.

Sin embargo, Yucatán es el único estado donde nadie -ni la fiscalía local, la PGR, la CNDH o la prensa- había registrado hasta esa fecha el hallazgo de algún entierro clandestino.

PLAGA DE ENTIERROS

La pestilencia comenzó a impregnar el paisaje. Fue en 2010, en la temporada en la que Juan Viveros y Nabor Baena, los dos cuidadores de la abandonada mina “Dolores”, ubicada en la periferia de la ciudad de Taxco, escuchaban por las noches ruidos de camionetas, y fueron percibiendo ese insoportable olor a muerte que salía de uno de esos tiros de mina semejantes a los escapes de las chimeneas.

Fue entonces que detectaron que su punta, antes sellada, había sido ranurada, y el pozo reabierto.

“Nos caló la vez que vinimos porque había harta sangre. Le dije a Nabor: “Ira, ¿y esa sangre qué?”. Y me dijo: ‘¿Quién sabe? ¿Traerían un animal?’. Sea lo que haiga sido subía el aroma, olía a feo. Entonces nos fuimos a trabajar”, recordó Juan Viveros.

“Luego alguna gente dio parte de que estaba oliendo a feo, y cuando se asomaron los de Protección Civil ahí estaba el agujero donde los aventaban pa’bajo: eran seres humanos los que estaban ahí”, dijo Nabor Baena.

“Nos dimos color de lo que había, que estaban sacando gente, que había gente almacenada, que ese pozo estaba premiado”, alternó Juan Viveros.

Ambos mineros devenidos en vigilantes desde que la empresa está en paro supieron por las noticias que, en las carretas donde normalmente se extrae plata, fueron subiendo a la intemperie cuerpos. Eso narraron en entrevista en 2010.

“Encuentran 55 cadáveres”, reportó la prensa en esa ocasión. Fueron 41, quedó escrito en los registros de la PGR y 64, en la bitácora de la fiscalía local. Más de 120, aseguran las familias que acudieron a la morgue a verificar si alguno de los cuerpos extraídos era del familiar desaparecido.

El hallazgo ocurrió en 2010, el mismo año cuando, según esta investigación, registró el primer pico en el número de cuerpos encontrados en un solo sitio; cuando los hallazgos de cadáveres pasaron de las decenas a los centenares. Era el preámbulo del infierno.

A partir de entonces, ese tipo de descubrimientos se fueron haciendo cada vez más comunes.

La sistematización de los datos oficiales obtenidos en esta investigación revela que:

*Los principales sitios de la muerte en México esos 11 años son el municipio de Veracruz, con 125 fosas en la que se localizaron 290 cráneos. El lugar exacto se llama Colinas de Santa Fe: ahí se han encontrado 22 mil 79 restos óseos de los que la autoridad aún no reporta a cuántas personas corresponden, y donde continúan las labores de desenterramiento.

El otro está en el municipio de San Fernando, a hora y media de la frontera con Texas, en Tamaulipas, donde, en dos años registraron 139 fosas con 190 cuerpos y restos óseos.

*Desde 2008, año con año, Ciudad Juárez aparece en esta estadística macabra. La sumatoria de fosas -sin contar los municipios del valle circundante- da 58. En tanto, Acapulco a partir de 2010 no ha faltado ningún año en la lista: esa ciudad-puerto de 2006 a 2016 acumuló 108 fosas.

*El municipio donde más cuerpos fueron extraídos en un año fue Durango, con 350, en 2011. Y Durango es también el estado donde más cuerpos han sido encontrados en fosas: 460 en 7 años.

Nuevo León alcanza un número mayor por ser el único estado que detalla cuántos restos óseos recuperados corresponden a cuántas personas, por lo que sus registros mencionan que recuperó los restos óseos de 475 personas y 119 cadáveres. Es decir, 594 víctimas que estaban ocultas en fosas clandestinas.

Veracruz, en tanto, informa que exhumó 222 cuerpos, 293 cráneos y 157 restos óseos que sumados corresponderían a 672 personas.

*Los estados que encabezan el número de fosas exhumadas en el lapso estudiado son: Veracruz (con 332); Tamaulipas (280); Guerrero (216); Chihuahua (194); Sinaloa (139); Zacatecas (138); Jalisco (137); Nuevo León (114); Sonora (86); Michoacán (76); San Luis Potosí (65).

*Morelos fue el único estado que mantuvo en secreto las fechas del hallazgo de sus 21 fosas (omitió mencionar en su lista las fosas de Tetelcingo, creadas por la propia fiscalía para enviar cuerpos que deberían haber ido a fosa común, pero enterradas ahí de manera clandestina hasta 2016, cuando las familias de víctimas descubrieron su existencia).

*Los estados donde fueron descubiertos más cadáveres en fosas son: Durango (con 497 cuerpos); Chihuahua (391); Tamaulipas (336); Guerrero (325); Veracruz (222); Jalisco (214); Sinaloa (176); Michoacán (132); Nuevo León (119); Sonora (96); Zacatecas (81).

HASTA DENTRO DE CASA

En el imaginario está el que la fosa se encuentra en un lugar remoto y solitario. Esta investigación demuestra que no siempre es así. Los entierros se dan lo mismo en colonias pobladas que en avenidas transitadas.

En la primavera de 2011 un sonido despertó a un matrimonio de profesionistas que habitaba en una pequeña vivienda que antes había estado abandonada, y al cuidado de un velador, en el fraccionamiento Providencial, en el centro de la ciudad de Durango. La pareja se sorprendió al descubrir a soldados intentando cortar las cadenas de la reja de la entrada.

Cuando la pareja los cuestionó, éstos les pidieron entrar a excavar a su patio. Entonces hicieron un primer hoyo, no encontraron nada. Fueron al fondo, casi en la barda limítrofe, y ahí encontraron algo. Eran cuerpos. En otro punto, debajo del piso de cemento de una palapa, otros más.

Una cadena oxidada clausura la reja negra desde entonces. Hay hierba crecida sobre los montones de tierra en el patio donde el ejército encontró 12 cadáveres. Sí, 12.

La mayoría de los 350 cuerpos extraídos en 2011 en el municipio que es cabecera de ese estado estaban enterrados en zonas urbanas: algunos en el mero centro, otros en casas, refaccionarias, talleres, obras negras, en terrenos baldíos, en plena avenida o, incluso, junto a un Bachilleres.

Lo que ocurrió en la ciudad de Durango está lejos de ser extraordinario.

En 18 de los 24 estados hay registro de fosas en los municipios de las ciudades capitales. Estos son: Aguascalientes, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Chihuahua, Durango, Guerrero, Jalisco, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Quintana Roo y Zacatecas.

LA DANZA DE LAS CIFRAS

Una lona color azul cielo sirve como tendedero de lo que parece ser una truza, una camiseta, bolsas negras de plástico, pedazos de tela sin forma y hasta ropa de bebé. Todo pintado con el mismo tono color lodo por el tiempo que permanecieron bajo la tierra.

Esa imagen divulgada por el gobierno veracruzano ilustraba la noticia que el pasado 7 de septiembre reportaban algunos diarios: el hallazgo de 32 fosas clandestinas con 174 cráneos en el centro del estado de Veracruz.

“Hay ropa de bebés en las fosas de Veracruz; familiares identifican hasta mamelucos y trajecitos” o “Pantaloncitos, gorritos y sudaderas: encuentran ropa de bebé en mega fosas clandestinas de Veracruz”, publicaron distintos medios resaltando la crueldad de los victimarios.

Al hallazgo le siguió un baile errático de cifras. El equipo de la futura Secretaría federal de Gobernación habló de las cifras tan dispares que les había dado el gobierno federal saliente: son 855 les dijeron en SEGOB, 1 mil 150 en la Comisión Nacional de Búsqueda.

Ese mismo día la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) actualizó su último registro y dijo que hasta mayo de 2018 localizaron mil 306 fosas que albergaban donde estaban ocultos 3 mil 926 cadáveres y casi 36 mil fragmentos de restos óseos.

Esta investigación arroja el doble que la cifra gubernamental más alta. Para el periodo de enero de 2007 y diciembre de 2016 –lapso en el que la CNDH llevaba documentadas 855 fosas- este equipo registró la existencia de mil 976 fosas.

Aun cuando es superior, no es una cifra completa. Y aquí por qué:

-No todos los estados reconocen sus fosas: Los gobiernos de 7 estados informaron que en su territorio no hay fosas o sitios parecidos de exhumación, aun cuando información de la CNDH, la PGR o la prensa indican lo contrario.

Fue el caso del gobierno de Baja California que negó tener registro de entierros, sitios de disolución de cadáveres, “cocinas” o similares, donde criminales pudieran haber desaparecido los cuerpos de sus víctimas. Esto a pesar de que en 2009, en Tijuana, el Ejército capturó a Santiago Meza López, quien fue presentado ante la prensa como “El Pozolero” porque deshacía en ácido los cuerpos de supuestos enemigos del cártel de Tijuana.

Meza confesó haber disuelto los cadáveres de al menos 300 personas; lo dijo estando justo en el sitio donde cometió los crímenes, en una finca en el ejido de Ojo de Agua, a las afueras de la ciudad. Desde ese día de pesadilla las familias acompañadas por autoridades hacen rastreos para buscar en esos terrenos rastros de personas desaparecidas, y cada tanto encuentran dientes o fragmentos de hueso que la PGR se ha llevado para su análisis. Es decir: sí hay sitios de inhumaciones clandestinas.

Ciudad de México, Querétaro, Hidalgo y Chiapas también reportaron cero entierros clandestinos cuando se les solicitó información. Esta negativa contrasta con los reportes de la PGR o la CNDH que dan cuenta de 10 fosas entre todos; pero si se toma en cuenta el monitoreo de medios de la CNDH, éstas llegan a 17. En el caso de Guanajuato y Puebla, aunque ambos se declaran libres de fosas, la prensa reporta lo contrario.

El mapa que surge de esta investigación no mezcla los datos de las fiscalías estatales con los de la PGR.

-Las fiscalías estatales reportaron menos fosas que las encontradas.

Para muestra tomamos el caso del gobierno de Michoacán que reportó el hallazgo de sólo dos fosas en 2006 (el entierro de los seis hombres degollados en Aganhuan y una fosa localizada en Aguililla). La PGR sumó otra pieza al incompleto rompecabezas y reportó otra en Lázaro Cárdenas con tres cuerpos de hombres atados de pies y manos.

La prensa, al final del año, dio cuenta de dos fosas más que omiten los registros gubernamentales: una en Morelia y otra –descubierta el último día del año- en Buenavista Tomatlán.

-Las fosas procesadas por la PGR, y cuyos restos exhumados terminaron en instalaciones federales de la ciudad de México, no son tomadas en cuenta en los registros estatales.

Esto origina el subregistro de cementerios clandestinos de gran escala, como los de La Barca, Jalisco, de 2013, donde se hallaron 37 fosas con 75 cuerpos. O los 175 cuerpos extraídos de 54 fosas en los cerros circundantes a Iguala, Guerrero, descubiertas por lugareños agrupados en el colectivo “Los otros desaparecidos”, a partir de la desaparición en 2014 de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Este reportaje y el mapa que acuerpa la información encontrada, también clasifica de manera diferenciada, y en espacios separados, ambas fuentes de información, la proporcionada por fiscalías locales y por la PGR.

-Hay regiones que aparecen en blanco en este mapa, como si ahí no hubiera entierros clandestinos, lo que puede deberse, más bien, a que son zonas de muy difícil acceso, por su ubicación y por el control de grupos del crimen.

“Hay diferencia temporal en cuanto se crea una fosa y cuando ocurre su hallazgo, y eso nos habla de las dinámicas temporales y espaciales de la violencia. Los hallazgos de fosas pueden corresponder a un tiempo en que la violencia en esas zonas ha disminuido, difícilmente cuando está en su pico”, opina el historiador de la Universidad Nacional Autónoma de México, experto en la historia de las desapariciones en México, Camilo Vicente Ovalle.

Tras ver el mapa, Vicente Ovalle dice que seguramente lugares como la Sierra de Guerrero existen más fosas con las que los criminales se aseguran la muerte clandestina, pero no han sido descubiertas.

LOS SITIOS DE LA MUERTE

En 2015 la señora María de la Luz López Castruita, quien desde 2008 busca a su hija Claribel Lamas López, encontró uno de estos puntos en el Ejido Patrocinio, en Coahuila. Como suelen hacer las familias de personas desaparecidas, ella inició su propia investigación, e ideó la manera de infiltrarse a esos terrenos donde corrían rumores de que eran llevadas personas que nunca más volvían a ser vistas.

María de la Luz López comenzó a ir disfrazada como campesina -sombrero, paliacate, un palo y garrafón de agua a la espalda-, y pronto los cuidadores de chivas le ayudaron a dar con los sitios donde había tambos, cenizas, restos de huesos enterrados, zapatos y ropa esparcida en el piso.

Un chivero le dijo que él llegó a ver de 80 a 90 tambos donde quemaban a las personas capturadas. El hermano de la señora Luz López llegó a ver 14.

-¿Entonces hubo cientos de muertos?- preguntó ella al chivero.

-Son miles, señora. Diario pasaban las camionetas con gente amarrada atrás, así, empalmados como animales, de día, el sol estaba altito– recuerda que le respondió el hombre.

-¿Y los tambos?

-Se los llevaron pa’l kilo, pero allá quedan dos – dijo el señor y la llevó a donde se encontraban.

Patrocinio era un sitio más, de entre otros que establecieron los criminales en Coahuila para el exterminio de personas. El Grupo Vida, colectivo de rastreadores del que formaba parte la señora López, ubicó otros puntos con tambos agujereados con un talache (pico), en los que metían a sus víctimas y las quemaban con diesel y gasolina.

Alrededor ponían una llanta de tráiler para contener el fuego; en hoyos vaciaban los restos quemados.

Lucy, como es mejor conocida, se organizó con otras familias para realizar la Caravana Internacional de Búsqueda en Vida, que, en mayo de 2017 en Coahuila, reunió a otras familias para hacer rastreos en campo.

En México las búsquedas se han realizado cuando la violencia no ha amainado, en medio de la “guerra”, cuando muchos de los territorios donde se oculta a personas aún están controlados por mafias. Los paisajes forenses siguen siendo escenas del crimen y algunos, zonas de exterminio.

Muchos de los hallazgos de fosas han sido posibles gracias a las investigaciones a una ardua la labor de investigación por parte de las familias.

Pero ese esfuerzo tiene una pobre recompensa, y Lucy siente una gran frustración. Ella y otras buscadoras han encontrado, una tras de otra, un gran número de fosas. Y el gobierno pocas veces hizo la labor de identificar los restos que ahí se encontraban.

En su caso, la Policía Científica de la Policía Federal es la responsable de hacerles los análisis y avisarles si identifica alguno.

El cuerpo de su hija Claribel no está entre las mil 738 víctimas que las fiscalías ya han identificado, y que estaban sepultadas en alguna de las casi 2 mil fosas.

A unos años de que comenzó los rastreos, Lucy comenta decepcionada: “¿Para qué perdemos tiempo buscando fosas, a los muertos, si de todos modos no nos dicen quiénes son? Y en esto no tenemos tiempo, por eso decidimos mejor buscar a los vivos”.

La identificación de cadáveres se dificulta mucho más cuando se cometieron errores durante el desentierro, como en Durango en 2011, donde los cuerpos fueron extraídos con trascabo que los destrozaron.

O cuando los restos fueron quemados, incinerados o disueltos usando ácidos o métodos alcalinos. Como en Veracruz, donde hay seis puntos con al menos 18 mil 680 restos óseos y sólo dos personas identificadas, según la respuesta a nuestras solicitudes. Coahuila, por ejemplo, reporta 87 sitios de inhumación clandestina de los que se han tomado 102 mil 717 “muestras biológicas” y sólo han identificado a 19 personas. La fiscalía se rehusó a proporcionar la ubicación de cada una, y por eso aparecen menos sitios en el mapa nacional.

En otros estados pareciera que las propias fiscalías perdieron el rastro de los cuerpos que tienen bajo su resguardo.

Es el caso de Sonora que, al solicitarle información de un cuerpo recuperado en Nogales en 2016 respondió: se “desconoce si fue identificado”. Acerca de dos cuerpos exhumados en 2008 en el municipio de Naco, indicó: “no se cuenta con la información debido a baja del médico”. Sobre otros casos respondió: “no se sabe si fueron cremados ni se conoce el lugar de resguardo”.

“¿Para qué sacar los restos si de igual manera no les vamos a poder dar identidad?”, se pregunta Juan Carlos Trujillo Herrera, quien tiene cuatro hermanos desaparecidos -dos capturados en Guerrero, los otros dos en Michoacán-, y quien ha encabezado las brigadas nacionales de búsqueda.

“No hay capacidades. Yo digo, ése es el problema”.

Esta investigación, que intenta dotar de ubicación y número a las fosas y a los restos hallados, arroja también pistas sobre sitios en disputa, métodos de desaparición por regiones o cambios de patrones.

Con la información obtenida que sirvió de sustento para el mapa es posible detectar sitios donde se acumulan capas de fosas. Entre estos destacan cinco en permanente disputa entre grupos criminales, y a veces Fuerzas Armadas, todos ellos de frontera, sea con el mar o con Estados Unidos. Los cinco puntos concentradores de fosas son: Ciudad Juárez, así como los puertos o corredores cercanos al mar: Ahome, Sinaloa; San Fernando, Tamaulipas; y los puertos de Acapulco y Veracruz.

También es posible distinguir que en el noroeste y la parte norte del Golfo de México se ha extendido la incineración como un método para deshacerse de los cadáveres de sus víctimas. Acaso quedan fragmentos. Esto ocurre en lugares como Veracruz, Coahuila, Tamaulipas, Coahuila o Nuevo León.

En esos sitios tanto familias buscadoras como autoridades siguen descubriendo terrenos con miles de fragmentos óseos, lo que dota de mayor dificultad las labores para su identificación.

Un lente para mirar el mapa de fosas derivado de esta investigación es la que propone la doctora argentina en Ciencia Política, Pilar Calveiro, autora de libros como”Poder y Desaparición”: observar los momentos en los que matar y tirar los cadáveres en la calle dejó de ser castigo suficiente, en que comenzaron a sepultar cuerpos para desaparecerlos, y el momento en el que los asesinos dejaron de enterrar y optaron por métodos para disolver cuerpos.

“La tecnología usada para la desaparición dice mucho de los desaparecedores y del poder que los sustenta”, señala.

TORRE DE BABEL FORENSE

Esta investigación también se topó con información fragmentada, muchas veces contradictoria, otras maquillada, así como la falta de homologación de registro entre fiscalías estatales, incluso para clasificar cuerpos, osamentas, restos, fragmentos y fosas.

Para llegar a los números alcanzados hubo que desentrañar la variedad de nombres que cada fiscalía da a cada sitio de levantamiento de cuerpos, según la complejidad que enfrenta.

Para la fiscalía de Veracruz, por ejemplo, un pozo con restos óseos calcinados es una fosa, pero también lo nombra como “centro de destrucción de cuerpos”. Mientras que Coahuila llama “sitios de inhumación clandestina” a los lugares donde se encontraron tambos usados para calcinar personas.

A la petición de número de fosas, Tamaulipas agregó en su respuesta el número de tambos metálicos que han encontrado con remanentes de restos óseos incinerados. Y a los 19 lugares donde fueron calcinados cadáveres, la fiscalía de Nuevo León las mencionó como “cocinas”, utilizando el argot de los grupos del crimen organizado.

Aguascalientes, en tanto, respondió que desconoce el significado de la palabra fosa clandestina.

El investigador del Colegio de México y maestro de la Universidad Iberoamericana, Jacobo Dayán, experto en crímenes de lesa humanidad, opina que investigaciones como esta “encuera la falta de Estado”.

“No hay información oficial de fosas en el país como no hay claridad de la ubicación de los cuerpos, o si estos fueron donados a escuelas de medicina o están dando vueltas en tráilers o perdidos en Semefos o quién sabe dónde. Es urgente un registro claro sobre desaparecidos, y por otro lado de fragmentos, restos y fosas para empezar a hacer las políticas de búsqueda, exhumación e identificación”.

Para Mercedes Doretti, la directora del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en México, investigaciones como esta muestran la necesidad de crear un protocolo homologado en todo el país para registrar fosas y restos encontrados.

“Que expliquen (cada fiscalía) qué quieren decir cuando dicen fosa, osamenta, cuerpo o resto; cómo llaman a alguien que fue identificado pero no encuentran a su familia: ¿no identificado o no reclamado?, ¿cómo lo cuentan?; ¿cómo catalogan las que llaman ‘cocinas, o cuando los cuerpos están enterrados o en ríos, presas, a la intemperie o dentro de una maleta?. Sin esas definiciones es muy difícil hacer estadísticas. Eso hay que resolverlo.”

Registros dispersos, incompletos, contradictorios o fragmentados de los gobiernos estatales y del federal obligan a las familias a vivir en la incertidumbre sobre el paradero de su seres queridos. La suma de negligencias y omisiones condenan a las personas desaparecidas a desaparecer por segunda vez.

La salvadoreña Bertila Parada tuvo que rescatar a su hijo Carlos Alberto Osorio Parada de los laberintos de la burocracia mexicana, donde su cuerpo, rescatado de una fosa, estuvo perdido por esa falta de protocolos que a las personas recuperar el cuerpo de su ser querido y darle un entierro digno, y dejarlo al lado de su gente.

El joven migrante fue asesinado en marzo de 2011 por Los Zetas, en complicidad con la policía municipal de San Fernando. Su cuerpo fue el tercero en ser localizado en la fosa 3 de la brecha El Arenal, junto con otras 12 personas asesinadas, cuando comenzaron las exhumaciones en abril. En total serían 189 cuerpos los recuperados en una cuarentena de fosas.

El cadáver de Carlos Alberto Osorio fue trasladado a la morgue de Matamoros el 17 de abril, donde, al día siguiente, le practicaron la autopsia; otros 122 cuerpos exhumados tomaron otro rumbo: fueron trasladados por la PGR a la Ciudad de México.

El cuerpo de Carlos Alberto fue sepultado con registro de persona no identificada junto a 67 cuerpos. Él fue enterrado en la fila 11, el lote 314, la manzana 16, del panteón municipal de la Cruz en Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas.

Cuando su familia se enteró del hallazgo de las fosas, y como Carlos Alberto había dejado de reportarse, se hicieron los análisis genéticos para que la PGR los cotejara con la genética de los restos exhumados. Pero la PGR inicialmente sólo realizó las pruebas a los cuerpos enviados a la ciudad de México. El joven, por ello, permaneció tres años y 10 meses en la fosa común tamaulipeca, y una vez estuvo a punto de ser incinerado por las autoridades.

“Aquí estuvo enterrado. ¿Por qué tanto tiempo sin poderlo traer? En esta colina estuvo”, dijo su madre, doña Bertila Parada, vendedora de pupusas, al ser entrevistada en 2016, mientras mostraba la carpeta que recibió el 28 de enero de 2015 y que contiene las fotos del cráneo destrozado de su hijo y del panteón donde reposaba bajo una cruz oxidada que marcaba su tumba. Cuando llevaba como identidad las señas “Cuerpo 3 Fosa 3”.

Ella tuvo que protestar muchas veces ante las autoridades de su país, hasta que encontró una organización mexicana (Fundación para la Justicia) y a un grupo de antropólogos forenses (el EAAF), que la ayudaron a rescatar a su hijo del abandono y del anonimato, hasta darle descanso en su casa.

Ya recobrado el cuerpo de su hijo, Bertila pudo sentir un poco de alivio de la tortura que vivió penando por encontrar dónde estaba y recuperarlo.

“Siento dolor y al mismo tiempo siento que hay algo que sí logramos. Porque mucha gente no lo ha logrado, muchos que no saben dónde están sus hijos. Cuando lo enterré tuve un poco de descanso”, dijo.

En México 37 mil 485 personas estaban reportadas como desaparecidas entre diciembre de 2006 y octubre pasado, según los registros oficiales. Se desconoce cuántas de ellas están en fosas.

*Colaboraron con información para este texto Juan Solís, Gilberto Lastra, Aranzazú Ayala, Paloma Robles, Mayra Torres y Erika Lozano. Este reportaje es parte del proyecto Adondevanlosdesaparecidos.org, sitio de investigación sobre las lógicas de la desaparición en México, y recibió apoyo editorial y fondos de Quinto Elemento Lab.

(SIN EMBARGO/ Alejandra Guillén, Mago Torres y Marcela Turati/ Visualización: David Eads*/ Destacados  ZETA Lunes, 12 Noviembre, 2018 05:00 AM)




INDÍGENAS PERSIGUEN POR HORAS EN UN BOSQUE A 4 QUE PLAGIARON UNA NIÑA; LOS CAPTURAN, Y LOS QUEMAN



Habitantes de las comunidades Francisco Serrato y Crescencio Morales, en Michoacán, golpearon y quemaron a cuatro hombres señalados por asaltar un comercio y como presuntos secuestradores de una niña.
Un grupo de aproximadamente 300 personas indígenas siguió a las víctimas hasta su vehículo, del que huyeron, pero los locatarios incendiaron. Los cuatro hombres fueron golpeados y llevados a una zona conocida como la Cuarta Manzana de Crescencio Morales, donde les prendieron fuego.
Datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos muestran que en lo que va del año al menos 25 personas fueron linchadas y hubo otros 40 intentos frustrados, cuyas víctimas sufrieron lesiones de distintos grados.

Morelia, Michoacán, 11 de noviembre (EFE).– Indígenas mazahuas lincharon y quemaron hoy a cuatro hombres acusados del secuestro de una niña en el estado de Michoacán.

La Fiscalía de Michoacán informó a Efe que las cuatro víctimas fueron linchadas alrededor de las 13:00 horas por personas indígenas de las comunidades de Francisco Serrato y Crescencio Morales.

La Policía precisó que estos sujetos presuntamente asaltaron el sábado una tienda de abarrotes en Francisco Serrato, donde armados con una pistola secuestraron a la hija de la propietaria.

Más de 300 personas indígenas de los dos poblados se organizaron y el sábado por la tarde lograron interceptar a los cuatro hombres cuando viajaban a bordo de un vehículo marca Volkswagen por la carretera estatal que une ambas comunidades.

Los presuntos secuestradores abandonaron el vehículo con la niña, su víctima, y lograron huir para internarse en una zona boscosa, por lo que un grupo de indígenas se dio a la tarea de seguirlos y capturarlos alrededor del mediodía del domingo.



Habitantes de Zitácuaro, Michoacán, quemaron vivos a cuatro hombres porque presuntamente cometieron un asalto y un secuestro. Foto de la Agencia Informativa del Valle de Apatzingán (AIVA), difundida en Facebook.

El automóvil fue incendiado por los mazahuas, quienes golpearon y trasladaron a los cuatro hombres a un predio en la zona conocida como la Cuarta Manzana de Crescencio Morales, donde les prendieron fuego.

Personal de la Fiscalía de Michoacán logró que los pobladores permitieran que los peritos del Servicio Médico Forense (Semefo) levantasen los cadáveres, mientras que las autoridades iniciaron una investigación especial para esclarecer lo sucedido.

En la escena del crimen, peritos del Semefo localizaron la identificación de una de las cuatro víctimas mortales, con dirección en el municipio de Ixtapaluca, en el Estado de México, colindante con Michoacán.

Las altas tasas de impunidad y la desconfianza en la policía y en el sistema judicial han dado paso a una oleada de linchamientos en México.



Personal de la Fiscalía de Michoacán logró que los pobladores permitieran que los peritos del Semefo levantaran los cadáveres. Foto: Agencia Informativa del Valle de Apatzingán (AIVA), difundida en Facebook.

LINCHAMIENTOS EN MÉXICO

Según registros de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en lo que va del año al menos 25 personas fueron linchadas y hubo otros 40 intentos frustrados, cuyas víctimas sufrieron lesiones de distintos grados.

Los casos relacionados con el linchamiento han crecido hasta 300 por ciento en los últimos ocho años, destaca el profesor Raúl Rodríguez Guillen, del Departamento de Sociología de la UAM Azcapotzalco y autor del estudio “Linchamientos en México: recuento de un periodo largo”.

El académico, quien por años ha investigado el fenómeno, plantea que en 30 años y ocho meses se han registrado al menos mil 180 casos –entre intentos y linchamientos consumados– en todo el país. Tan sólo en la Ciudad de México subió un 80 por ciento.

De enero a 19 de septiembre de 2018 suman a nivel nacional 184 linchamientos, entre consumados y tentativas, de acuerdo con el registro de la UAM.

(SIN EMBARGO/ EFE/11 DE NOVIEMBRE 2018)

POLICÍAS DE LA CDMX INVADEN UNA COMUNIDAD DE EDOMEX Y TORTURAN A CIUDADANOS: VIDEOS LOS EXHIBEN



Desde la madrugada de este lunes, decenas de pobladores cerraron la autopista México-Pachuca en ambos sentidos en protesta por las agresiones de la Policía capitalina. La protesta ha afectado a decenas de personas que intentan ingresar a la Ciudad de México.
Son vecinos de San Juanico. Temprano denunciaron que los agentes de seguridad ingresaron al territorio mexiquense y los agredieron. Aseguraron que al menos dos taxistas resultaron severamente lesionados. Denisse Ugalde, Alcaldesa de Tlalnepantla, indicó que al menos ocho personas resultaron lesionadas durante el operativo.
Videos circulados esta mañana muestran a hombres y mujeres en custodia de la policía que son torturados por los uniformados.

Ciudad de México, 12 de noviembre (SinEmbargo).- Al menos dos videos que han sido difundidos en redes esta mañana muestran a elementos de la Policía de la capital mexicana torturando a varios ciudadanos, entre ellos al menos una mujer, durante un operativo para detener a cuatro presuntos asaltantes en San Juanico, en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México.

En uno de los videos se observa cómo decenas de policías golpean, tiran al suelo y patean a un hombre vestido de blanco en un callejón. Al hombre lo dejan tirado en el suelo, al parecer inconsciente. Luego otro grupo comienza a acorralar a una mujer, a quien también golpean entre decenas de policías. Le dan de bofetadas mientras ella llora.

Los agentes también son grabados mientras patean el portón de una vivienda para intentar abrirla. En las cuentas de Twitter del Gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, y de José Ramón Amieva, Jefe de Gobierno de la capital, sólo hay publicidad. Ninguno de los dos ha reaccionado directamente desde sus herramientas de comunicación personales.


En otra grabación se observa de lejos a decenas de policías que al parecer persiguen a varios civiles. En ésta segunda grabación se escuchan los gritos de al menos una mujer.

La Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México dijo que la incursión de los elementos de seguridad a la comunidad fue para detener a los presuntos responsables del robo a una gasolinera. No ha explicado por qué se aplicó tortura a ciudadanos detenidos por los uniformados. En un documento de la corporación, difundido por medios nacionales, sólo se detalló que se “detuvieron a cuatro personas involucradas con el robo de una gasolinera y a dos hombres más por causar lesiones a elementos de esta dependencia y tratar de impedir el arresto”.

La tortura a ciudadanos fue captada desde distintos puntos. En los videos se escuchan gritos de mujeres y hombres. Las imágenes son tomas de video

Sin embargo, los vecinos denunciaron que los agentes de seguridad capitalina ingresaron al territorio mexiquense y agredieron a los pobladores. Aseguraron que al menos dos taxistas resultaron severamente lesionados.

Denisse Ugalde, Alcaldesa de Tlalnepantla, indicó que al menos ocho personas resultaron lesionadas durante el operativo.

En tanto la  Fiscalía General de Justicia del Estado de México descartó que haya personas muertas y confirmó que el operativo era para detener a unos delincuentes.

La Secretaría de Seguridad del Estado de México (SSEM) informó que “desde la noche de este domingo hizo acto de presencia en San Juanico, donde cientos de personas salieron a protestar.

“Ya se estableció comunicación con autoridades de la Ciudad de México, quienes se comprometieron a iniciar una investigación interna para conocer el proceder de los elementos de la policía capitalina. Asimismo se solicitó a la SSP-CDMX, los detalles de este ingreso a territorio mexiquense”, detalló el gobierno mexiquense en un comunicado.

BLOQUEAN LA MÉXICO-PACHUCA

En respuesta, desde la madrugada de este lunes, decenas de pobladores cerraron la autopista México-Pachuca en ambos sentidos. La protesta ha afectado a decenas de personas que intentan ingresar a la Ciudad de México.

Los pobladores prendieron fogatas para impedir la circulación de los vehículos. Además le prendieron fuego a un par de patrullas.

El bloqueo es a la altura de la calle Francisco Macín y CTM Atzacoalco, en los límites del Estado de México y la alcaldía de Gustavo A. Madero.

El bloqueo de la autopista México-Pachuca generó severas afectaciones viales y provocó que miles de personas que se trasladan a diario a la Ciudad de México tuvieran que caminar varios kilómetros para llegar a sus lugares de destino.

Cientos de conductores se encuentran varados desde la altura de la caseta de Ecatepec. La mayoría de los afectados que se dirigen a la Ciudad de México caminan para llegar al metro o Metrobús de Indios Verdes.

Los pobladores mantienen el cierre de la autopista y exigen la presencia del Secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Raymundo Collins.

(SIN EMBARGO/ REDACCIÓN / 12 DE NOVIEMBRE 2018)


#ARISTEGUIENVIVO 12/11/18: #MÉXICOPAÍSDEFOSAS; MARKO CORTÉS, NUEVO LÍDER DEL PAN; MESA POLÍTICA, Y MÁS…


Asimismo, conversamos sobre las comisiones que cobran los bancos y la iniciativa de Morena para reducirlas.

(ARISTEGUI NOTICIAS/ REDACCIÓN AN / IR /12 DE NOVIEMBRE  2018)