CIUDAD DE MEXICO (apro).- El
linchamiento o los actos de justicia de propia mano tienen una larga historia
en México, pero a últimas fechas se han reproducido en una cantidad preocupante
como una expresión de hartazgo social frente a la ineficacia, deficiencia e
incapacidad de las autoridades e instituciones para detener los asaltos, violaciones,
atracos, secuestros, extorsiones y asesinatos que todos los días sufre la
población en todos sus estratos.
El caso más reciente,
conocido en las redes sociales como “El Justiciero de la Marquesa”, es el
ejemplo más emblemático y claro de este fenómeno de cansancio de la población
que día a día sufre los embates de la violencia y que corrobora la percepción
de que el gobierno está rebasado por mucho por la delincuencia común y
organizada que se ha entronizado en todo el país como el grupo de poder más
fuerte.
El artículo 17 de la
Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos rechaza cualquier intento
de la población de apropiarse de la justicia: “Ninguna persona podrá hacerse
justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho”.
Sin embargo, los casos de
linchamiento han ido creciendo en todo el país conforme el Estado mexicano se
muestra incapaz de dar seguridad a los ciudadanos. Tan sólo el año pasado se
contabilizaron 63 casos, la mayoría perpetrados en las zonas rurales.
Según el estudio
“Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014)” realizado
por Raúl Rodríguez y Norma Veloz, publicado por la Universidad Autónoma
Metropolitana, en los últimos 26 años se registraron al menos 366 casos
relacionados con el linchamiento a nivel nacional, pero sobre todo en el Estado
de México, Ciudad de México, Puebla, Morelos, Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
El Estado de México es uno de
los más violentos del país. El primer bimestre de este año hubo 352 personas
asesinadas en esa entidad, colocándose a la cabeza de esos penosos episodios.
El año pasado también lo fue con 2 mil 105 homicidios, según el Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Denuncia Ecatepec, una página
en redes sociales, registró de manera extraoficial que sólo en ese municipio
conurbado con la Ciudad de México hubo alrededor de 30 casos de linchamientos
el año pasado. Esto se debe a que este municipio es uno de los más violentos de
todo el país.
No es casual, entonces, que
precisamente en los linderos de la Ciudad de México y el Estado de México,
sobre el asfalto de la autopista Toluca-México, hayan sido ejecutados cuatro
asaltantes de un autobús por una persona que ahora llaman “El Justiciero de la
Marquesa”.
Ninguno de los pasajeros del
autobús denunció al ejecutor anónimo y en una especie de “omerta” o pacto de
silencio tejieron un manto protector sobre este personaje del que ya se cuentan
muchas historias convirtiéndolo en un mito popular.
En diversas colonias de Ecatepec
la gente ha ido formando grupos de autodefensa que, armados con palos,
cuchillos y armas de bajo calibre, han formado corredores de seguridad por los
cuales, todas las mañanas y en las noches, caminan los colonos para tomar sus
autobuses que los llevan a sus centros de trabajo o a las escuelas.
Pero el hartazgo social se
manifiesta en los casos de linchamiento. El 6 de septiembre del año pasado un
grupo de pasajeros de un microbús de Ecatepec capturó a dos asaltantes y, tras
someterlos, les sacaron los ojos “para que no vieran quiénes se los sacaron”.
Los pasajeros fueron
detenidos por la policía y, tras un interrogatorio, los soltaron, pues ninguno
de ellos delató a los autores del linchamiento.
(PROCESO/ ANÁLISIS/ JOSÉ GIL OLMOS/ 9 NOVIEMBRE, 2016)