miércoles, 18 de abril de 2018

LA MECHA CORTA DE ANDRÉS


Dos viejos conocidos, aliados tácticos en diferentes momentos, chocaron agriamente por el tema de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México que se ha convertido en la metáfora de la campaña presidencial. Andrés Manuel López Obrador, que ha ejemplificado en esa obra el despilfarro del Gobierno, su corrupción y tráfico de influencias, se enfrentó con el magnate Carlos Slim quien en una conferencia de prensa el lunes, dijo que detenerla sería cancelar el desarrollo nacional. López Obrador, de manera insólita por tratarse de un personaje que en otros momentos lo apoyó, perdió las formas. Le espetó en la cara que era marioneta del Presidente Enrique Peña Nieto y del ex Presidente Carlos Salinas, que sólo defendía sus intereses en la obra -previamente ha dicho que la corrupción es la matriz de esa joya de la ingeniería civil-. Las reacciones en la opinión pública fueron negativas para López Obrador y mixtas en el territorio que domina, el de las redes sociales.

La reacción de López Obrador contra Slim lo pintó de cuerpo entero. Intolerante a un punto de vista diferente, brutal contra quien no piense como él. Los contactos directos entre el magnate y el candidato han sido inexistentes desde hace varias semanas, reconocido por Slim en privado, quien habla de lo difícil que es cada vez más el trato con López Obrador porque quien no esté de acuerdo con él, se convierte automáticamente en su enemigo. La paranoia de López Obrador se combina con la soberbia. Con más de 10 puntos de ventaja sobre su más cercano rival en la elección presidencial, piensa que la elección es un trámite porque la tiene en la bolsa, por lo que deben trabajar sus incondicionales para alcanzar la mayoría calificada en el Congreso y el Senado, a fin que a través de los instrumentos democráticos, modifique el rumbo del país y lo ajuste a su proyecto de Nación.

Los argumentos de López Obrador sobre el nuevo aeropuerto no son endebles sino tramposos. El 20 de febrero pasado, se presentó sin previo aviso en la puerta de la obra en Texcoco, acompañado de Higinio Martínez y Delfina Gómez, los operadores de Morena en ese municipio, y de José María Riobó, uno de los constructores más beneficiados cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y siempre a su lado cuando de proyectos de infraestructura se trata. Lo recibió el ingeniero Raúl González Apodaca, director corporativo de la construcción. López Obrador dijo que era una obra “faraónica”, a lo que González Apodaca le respondió que su información era incorrecta. Le explicó la obra y lo llevó a recorrerla. Al finalizar, López Obrador le pidió a Riobó que confirmara la información y se fue. Nunca cambió su opinión.

La obra no se hizo en Texcoco por una improvisación. Desde 1995, cuando se comenzó a planear seriamente un nuevo aeropuerto internacional en la Ciudad de México, se realizaron numerosos estudios. El primero lo hizo ese año la consultora McKinsey. En 1999 la administración de los Aeropuertos de París analizaron la conveniencia de construirlo en Tizayuca. Ese mismo año, la Comisión Nacional del Agua evaluó el impacto hidrológico en el ex vaso de Texcoco. En el 2000, Felipe Ochoa y Asociados estudiaron ocho opciones para la ampliación del actual aeropuerto y en octubre, Mitre Corporation presentó los resultados finales de estudios que comenzó en 1997 para ubicar un nuevo aeropuerto. Ese mismo año la consultora COPLA analizó Texcoco y Tizayuca. En 2001 la empresa canadiense Bombardier hizo el estudio de conectividad en Tizayuca, y ese mismo año la Asociación de Controladores de Tránsito Aéreo analizó la capacidad técnica de las opciones. Igualmente, el Colegio de Pilotos de México, revisó las opciones de Texcoco y Tizayuca. En total se realizaron 31 estudios -sin contar con el conjunto de estudios para el nuevo aeropuerto-, y en ninguno se mencionó Santa Lucía. Texcoco siempre figuró como la mejor opción.

Argumentos como la solidez del terreno de la nueva obra son baladíes. No sólo es más sólido donde se encuentra la obra frente al actual aeropuerto, sino que hoy en día existen aeropuertos construidos sobre el mar. Alegatos de corrupción en las licitaciones han sido enfrentadas por el responsable máximo de la obra, Fernando Patiño, con una respuesta simple: todas las licitaciones y los procesos de adjudicación están en línea y fueron acompañados por contralores. Hasta este día, ninguna de las cientos de empresas involucradas en la obra se han quejado de alguna irregularidad. Es decir, la impugnación a partir de esas dos variables, choca con la documentación de la obra misma y los antecedentes.

La posición de López Obrador no es técnica ni tampoco ve el desarrollo de México a largo plazo. No cabe en su lógica la planeación estratégica porque es inmediatista y, como en todo lo que él plantea, con un enfoque político. Pero en el caso del nuevo aeropuerto, hay una variable poco explorada, totalmente subjetiva: la personalidad de López Obrador. Personas que lo conocen de tiempo atrás y estudiado su pensamiento, sugieren que su ego es más poderoso que su inteligencia. El ego es lo que acorta su mecha y responde a quien discrepa de él. ¿Es esto lo que produjo su choque con Slim? De todas las explicaciones, la valorativa es la más probable. López Obrador piensa de sí mismo que él está antes que nadie. Incluso del país que quiere gobernar.

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(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 18/04/2018 | 04:02 AM) 

LA GUERRILLA ELECTORAL


Los jefes de las casas encuestadoras observan con sorpresa la forma como la preferencia electoral de Andrés Manuel López Obrador se ha ido incrementando sostenidamente. En 2006 votó por él poco más del 35 por ciento del electorado, y en 2012 lo hizo el 31.57 por ciento de los mexicanos. Es decir, el techo histórico de López Obrador se encontraba en alrededor de una tercera parte de los votantes, mientras que entre el 65 y el 70 por ciento votaban contra él. Las recientes mediciones prueban que ese techo se rompió. Si tomamos como referencia la última elección presidencial, el candidato de Morena tiene en estos momentos el 42.7 por ciento de preferencia de voto, de acuerdo con el agregado de encuestas oraculus.mx, tras un brinco de casi cinco puntos desde febrero. Si eso se traduce a votos, significaría aproximadamente que cinco millones de mexicanos, que no votaron por él hace seis años, lo quieren hacer el 1 de julio.

López Obrador considera que esos votos son por su persuasión y convencimiento de los mexicanos de que su proyecto de Nación es el único correcto, y que serán sufragios incondicionales para él. Los números no parecen darle la razón. Hasta febrero pasado, se había mantenido muy estable en las preferencias de voto, como se apreció en la encuesta de El Financiero, que también registraba una disminución importante en sus negativos, que ha sido una tendencia coincidente con el incremento en los negativos de la gestión presidencial. El brinco que dio a partir de febrero podría argumentarse, tiene una correlación con la creciente opinión negativa de José Antonio Meade, el candidato oficial (40 por ciento), que entre más lo conocen más rendimientos decrecientes tiene, y la mala imagen que han dado las acusaciones de corrupción al candidato frentista, Ricardo Anaya.

Se puede argumentar que el despegue radical del morenista está asociado con una creciente decepción de sus adversarios, no por el convencimiento en sus ideas, lo que permite establecer como hipótesis de trabajo que el techo lo rompió un tsunami que cada vez se hace más grande y más poderoso de votantes, que lo que quieren es no sólo un cambio de partido en el gobierno, sino un cambio de régimen, donde el PRI y el PAN son echados a la misma bolsa de desprecio. Si la hipótesis se prueba en las elecciones, lo que comprobará es lo que un viejo y experimentado político priista llama “la inevitabilidad” de la victoria de López Obrador, que es el único que verdaderamente representa ese cambio de régimen.

En esta misma línea de pensamiento, es irrelevante lo que haga o deje de hacer López Obrador, o lo que diga y crea por más estrambótico que pudiera ser. Los votantes que le están dado su apoyo, particularmente aquellos que no lo respaldaron antes y hoy lo ven como el vehículo para cobrarle las facturas al régimen –también una hipótesis de trabajo-, lo están oyendo pero no lo están escuchando. Está el ejemplo del grupo de los millenials, que según una encuesta del portal Nación 321 de El Financiero, el 51 por ciento votaría por él, muy por encima del segundo escogido, Ricardo Anaya, que tiene 29 por ciento de preferencia.

La paradoja, que apoya la hipótesis de que oyen a López Obrador pero no lo escuchan, es que es el candidato que está en las antípodas de ese grupo. La última encuesta global que realiza la empresa Deloitte en 30 países emergentes en ese segmento, difundida el año pasado, dice que los millenials, totalmente inmersos en la tecnología, no apoyan en general a los líderes que polarizan o que buscan una transformación radical en lugar de un cambio gradual. Tampoco son nacionalistas sino globales, y piensan que los negocios –que consideran el principal motor para su bienestar- son los que tienen el potencial para aliviar los mayores problemas de la sociedad. La visión de país de López Obrador es opuesta; generacionalmente es el más alejado de ellos; no es tecnológico; pretende una nación cerrada al mundo con un cambio en las relaciones diplomáticas y comerciales internacionales, y un modelo económico que, como lo explica él, es más probable que conduzca a una crisis que a un desarrollo sostenido.
Lo que sucede con los millenials en el caso de López Obrador, pasa con todos los grupos demográficos y socioculturales, en donde aventaja a sus rivales en casi todos los rubros. No importa lo que diga, es la bala de plata contra el régimen. Bajo esta categoría de análisis, lo que estamos viendo en la campaña presidencial es meramente un trámite, porque el enojo o la rabia de millones de mexicanos se va a expresar en las urnas sin reflexionar sobre quién está mejor preparado para gobernar, o quién tenga el mejor programa de gobierno. La discusión sobre los atributos, fortalezas y debilidades, entonces, pasa a un segundo término, porque un debate en ese campo es estéril.

Hoy en día, parece que el cambio de régimen es el destino manifiesto que reflejan las encuestas. Sin embargo, nada estará escrito hasta la noche del 1 de julio. Muchas cosas pueden pasar, como que el etnocentrismo de López Obrador, que se ha venido expresando públicamente en las últimas semanas chocando en planteamientos con los que explican sus asesores, lo lleve al extremo donde lo sonoro de sus dichos sea finalmente escuchado por todos, y que sus adversarios entiendan que la lucha no es contra él en el fondo, sino contra un sistema que representan y que finalmente colmó a millones, dispuestos hoy a liquidarlos en las urnas.

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(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL// 17/04/2018 | 04:04 AM)  

GENARO ROMPE EL SILENCIO


Después de más de cinco años de silencio, Genaro García Luna, finalmente habló públicamente. El controvertido Secretario de Seguridad Pública Federal en el Gobierno de Felipe Calderón reapareció en una entrevista transmitida este domingo en El Financiero/Bloomberg, a propósito de un nuevo libro que será distribuido a partir de hoy a través de las diversas plataformas del diario. Salió de México fuertemente criticado por el alto costo de vidas en la lucha contra el crimen organizado, que en 2013, en el comparativo de aprobación presidencial, tenía a Calderón con 80 por ciento de rechazo, contra 20 por ciento que del entrante Enrique Peña Nieto. Cincuenta meses después, los porcentajes se invirtieron por una razón objetiva: la tasa de homicidios dolosos en ese periodo, superó en 23 por ciento la alcanzada en los 72 meses del sexenio de Calderón. En su libro, García Luna explica que fue resultado de la involución en la política de seguridad pública, eufemismo del desastre que se sigue viviendo en la administración peñista.

García Luna detalla los porqués del colapso de la seguridad pública en el Gobierno. “No se pueden entender las dimensiones, la naturaleza y el poder de fuego del crimen organizado en México, si no se examina el raquitismo de las instituciones del Estado”, escribió en el prólogo Tony Payán, director del Centro México del Instituto Baker de Política Pública de la Universidad de Rice. “Es la desnutrición institucional del Estado mexicano lo que justamente abre espacios al quebrantamiento de la ley, habilita a los delincuentes con impunidad, crea las condiciones para su crecimiento y alienta así la evolución del crimen organizado hasta alcanzar la potencia que tiene hoy. Los delincuentes olfatean la debilidad del Estado, como un tiburón percibe un tiño de sangre en el agua”.

No fue un proceso de generación espontánea del Gobierno de Peña Nieto. Fue peor. Durante los últimos 40 años, recuerda García Luna, las instituciones de policía de los estados y municipios sufrieron un abandono estructural y de inversión, que “deterioró su operación, su infraestructura básica y tecnológica, así como sus recursos humanos”. El Estado Mexicano empezó su transición hacia un combate al crimen organizado en 1989, y tras casi 25 años de una política de Estado con altibajos y deficiencias, conflictos y contradicciones, derivó en 2008 en el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, que firmaron los tres órdenes de gobierno, empresarios, ONG’s y representantes sociales. Entre los signatarios estaban los gobernadores del estado de México y de Hidalgo, Peña Nieto y Miguel Ángel Osorio Chong.

Al llegar al poder en 2012, tiraron todo a la basura, a partir de un diagnóstico primitivo: hay un conflicto en el gabinete de Calderón que no permite la coordinación; la violencia es porque se combate al crimen organizado. Por tanto, la clave era la coordinación y dejar de combatir al narcotráfico durante ocho meses. Sucedió no sólo lo contrario, sino que se metieron al peor de los mundos. Desde el primer momento, describe García Luna, comenzó la involución. El 2 de enero de 2013, se suprimió la Secretaría de Seguridad Pública y la absorbió Gobernación. Cuatro sexenios de esfuerzo institucional se borraron mediante un decreto. Ese paso, escribe García Luna, “implicó un retroceso de más de 40 años en el modelo institucional para la atención a la seguridad”. El diseño de Peña Nieto y Osorio Chong “corresponde al modelo de los años 70s, cuando el esquema de seguridad obedecía a un patrón de control social más que de combate al delito y protección de la sociedad”.

Se desmantelaron los sistemas de interconexión de telecomunicaciones de Plataforma México, con todos sus bancos de datos e inteligencia para combatir criminales. Se dejó de invertir en mejorar las estructuras y capacidades de la Policía Federal, y en tecnología –la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán es el mejor ejemplo del daño al Estado que provocó esa negligencia-, y de evaluar a las policías municipales y los controles de confianza se aplazaron durante dos años. “En el marco de esta involución de la seguridad y del abandono de la conducción institucional del gobierno en las tareas de seguridad pública”, argumenta García Luna, se institucionalizaron las autodefensas. “En un esquema sin precedentes, el Gobierno mexicano renunció a su obligación constitucional de garantizar la seguridad a los mexicanos”, afirma.

El colapso de la seguridad pública contribuyó de manera importante al colapso del Gobierno peñista. Las estrategias implementadas por García Luna, se habían utilizado con éxito en el mundo, y varias de ellas son sujetas de un análisis comparativo en el libro, titulado “Seguridad con Bienestar”. Esto llevó a que el máximo de violencia previsto en México fuera en mayo de 2011, a partir de lo cual comenzó a bajar la incidencia delictiva ante la superioridad del Estado. La inercia, no la estrategia como decía Osorio Chong, redujo los niveles de violencia y los homicidios dolosos, señala García Luna. De haberse mantenido la estrategia y el esfuerzo institucional de cuatro gobiernos, la tasa de homicidio doloso en 2016 casi habría empatado la de 2008 –sin control territorial del narcotráfico como entonces-, con tendencia a la baja.

El diseño peñista provocó un rebote en 2015 que cada mes, en el acumulado de homicidios dolosos, alcanza máximos históricos que no se ve cómo puedan controlarse. Lo pomposo de la declaración de los responsables de la seguridad al principio de sexenio de terminar la violencia en 90 días, se convirtieron en la pesadilla que acompañará para siempre el recuerdo de Peña Nieto.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 16/04/2018 | 03:02 AM)  

TIENDAS SUPERISSSTE SE USAN COMO FACHADA PARA LA TRIANGULACIÓN DE RECURSOS PÚBLICOS: ANA LILIA PÉREZ


La periodista detalló que de 336 tiendas ya solo quedan 70, las cuales operan en el abandono y presentan una serie de anomalías en sus estados financieros.

Las 70 tiendas Superissste que aún quedan en el país están en el abandono y son utilizadas para triangular millones de recursos públicos, afirmó la periodista Ana Lilia Pérez.

En entrevista para #AristeguiEnvivo, recordó que las tiendas Superissste eran una prestación social de los trabajadores del Estado y abrieron su primera sucursal en 1953; en total, llegaron a funcionar 336 tiendas y farmacias en las 32 entidades federativas.

Al presentar su reportaje Así matan a las tiendas del Superissste, comentó que las tiendas fueron decayendo y actualmente solo quedan 70 sucursales, que cuestan al erario dos millones de pesos diarios únicamente para el pago de nóminas, de luz y gastos de operación.

“En este momento son 70 tiendas y prácticamente están en un estado de abandono, son inoperantes”, agregó.

Además, señaló, “están ocurriendo contrataciones gubernamentales que se operan como fachada, están ocurriendo anomalías como desvío de recursos, hay una denuncia de un supuesto peculado en contra del director de tiendas Superissste en estos momentos y hay un cúmulo de anomalías que nos llevan a entender por qué el gobierno mantiene abiertas estas tiendas a pesar de que representan un gasto al erario tan grande”.



La periodista detalló que para realizar este trabajo periodístico, junto con el equipo de Investigaciones Especiales de Aristegui Noticias, se recorrieron algunas tiendas, tomaron imágenes y buscaron los estados financieros del Superissste.

“Tuvimos acceso a través de solicitudes de transparencia y consultas a fuentes de alto nivel de lo que está ocurriendo financieramente y físicamente en el Superissste. Físicamente las tiendas están en un estado de abandono, se llega al punto de que se compra mercancías en otros supermercados para tratar de rellenar los anaqueles”, apuntó.

Por otro lado, abundó, “los números son tremendos”, pues la deuda de Superissste suma 700 millones de pesos y su mercancía apenas vale 70 millones de pesos.

“El Superissste mantiene las mercancías bajo un sistema de consignación, eso significa que si la mercancía no se vende tiene la posibilidad de devolverse, pero eso no lo realizan los empleados. Ahora mismo hay 10 millones de pesos de mercancías inservibles que llevan ahí varios años y que los administradores no han hecho nada para moverlas”, sostuvo.

Esta es la primera parte del reportaje:

 


Pérez anticipó que el martes y el miércoles se publicarán el resto de su investigación, en la que se abordarán las finanzas de Superissste y su uso para contratación de una serie de servicios para triangular dinero público. “Se habla incluso de compras falsas”, adelantó.

Aquí la entrevista completa:





(ARISTEGUI NOTICIAS/ REDACCIÓN/ ABRIL 16, 2018 10:39 AM)