lunes, 13 de agosto de 2018

ANTE UN ESTADO OMISO EN SEGURIDAD SOCIAL, EL CAMINO ES COOPERATIVIZAR: ROGERIO DALLÓ


La seguridad social es función típica del bien común, es decir, una función del Estado. Cuando el Estado no cumple con alguna de sus funciones, el camino no es la privatización, sino la cooperativización o mutualización”, asegura Rogério Dalló, especialista en economía social y solidaria.

Ante la crisis que enfrentan los fondos de pensiones en varios países, un sistema de fondo de pensiones autogestionado por los trabajadores sería una solución, propone Rogério Dalló, especialista en economía social y solidaria. Pero esta propuesta se topa con un problema: los reguladores financieros ajustan a estas iniciativas a la lógica de la economía privada, y las consideran sistemas financieros típicos, lo que les obliga a operar de una forma que les es contraria, como sucede con las cajas de ahorro popular. Esta obligación supone operar como una institución financiera típica, e implica estructuras y costos para los proyectos de economía solidaria que terminan por hacerlos inviables.

Las regulaciones a instituciones financieras implican “exigencias y controles externos que aumentan el costo de gestión” de los proyectos, como sucede con las cajas de ahorro en México. “Les imponen estándares de gestión, propios de la actividad bancaria. Las cajas de ahorro y préstamo son la autogestión de los ahorros de los trabajadores, que no irán a los fondos de inversión en la bolsa de Chicago o las Islas Caimán, sino que se quedarán en la comunidad para uso de sus socios”, dijo Dalló en entrevista con El Economista, con motivo de la presentación de su libro El proyecto histórico político de la economía social y solidaria. Apuntes y reflexiones desde el ‘lo nuestro’.

“La seguridad social es función típica del bien común, es decir, una función del Estado. Cuando el Estado no cumple con alguna de sus funciones, el camino no es la privatización, sino la cooperativización o mutualización”, remató Dalló.

Para Dalló, el “nosotros” es la persona gramatical obligada y el “con” es la preposición irrenunciable, para construir cada una de sus expresiones. Apóstol de la economía social y solidaria, Dalló sostiene desde la praxis la convicción de que el trabajo cooperativo es la forma de llegar al bienestar común y sustentable. Dalló es el secretario general de la Confederación Latina de Cooperativas de Trabajo (Colacot). El 1 de agosto presentó su libro en la Universidad Iteso de Guadalajara, en el que reflexiona sobre y con las experiencias de la economía solidaria de las que ha sido partícipe en México, Brasil, Chile y Colombia.

La economía social y solidaria —explicó Dalló en etrevista telefónica— es una tercera forma de hacer economía, distinta de las dos formas clásicas, con distintos los valores y principios que los rigen: el modelo económico estatal, que se pauta por el servicio público, el dar buenos servicios a las personas; y la economía privada, que se conduce por eficiencia eficacia de producción de riqueza y acumulación de los excedentes: el lucro.

En un sentido positivo, la economía social y solidaria es la generación de recursos para un buen vivir social y solidario, un modelo de desarrollo sustentable, con tres pilares básicos: el primero es que cada trabajador tiene derecho a autogestionar sus cosas, prescindiendo de un patrón o jefe que le indique lo que debe hacer; el segundo, el trabajador mismo produce sus formas de ganarse la vida y de vivir; y el tercero, la autogestión de los procesos —que no debe confundirse con el emprendimiento individual, figura propia de la economía privada— de forma colectiva y solidaria.

Además de ser modelos económicos, estas tres formas comprenden un conjunto de valores característicos. Así, en la economía privada, es el capital el centro —que debe acrecentarse y acumularse—, y en la que el ser humano es nada más que un factor de producción, al igual que la materia prima o la tecnología. Por otro lado, en la economía de Estado el bien común es el centro, y su objetivo debe ser el corregir las asimetrías sociales.

En el caso de la economía social y solidaria, el centro son los trabajadores, que a través de su trabajo colectivo autogestionan su vida, su bienestar, ejerciendo su derecho humano a una vida digna. De esta forma, son las personas las que producen su vida y economía en forma autogestiva y solidaria, creciendo juntos, explica Dalló. Y sigue: por estas características es que economía social y solidaria conforma una alternativa de desarrollo económico, social, cultural y de relación con el medio ambiente.

La solidaridad y la autogestión son el centro de todo, sentencia Dalló. En este contexto, la solidaridad se debe entender como un “juntos producimos lo que necesitamos”, un crecimiento conjunto. La solidaridad es entonces distinta de la filantropía corporativa y del asistencialismo público. La solidaridad es un “tú y yo estamos buscando un buen vivir juntos, nuestro crédito juntos, nuestra producción conjunta, vender nuestros productos, mejorar nuestras viviendas”, refiere Dalló.

“Si yo acumulo, alguien perdió”, dice Dalló, como crítica a la economía privada. El neoliberalismo ha auspiciado la concentración de la riqueza en unos pocos, gracias a los mercados financieros y a que los gobiernos —renunciando al cumplimiento de sus obligaciones— han desmantelado los sistemas de seguridad social para otorgarlos como negocio a los mercados.

“Si el Estado privatiza la seguridad social, el problema es que el objetivo de las empresas es multiplicar el capital —el lucro—, no dar un buen servicio”, dice al respecto Dalló. “El Estado es para el bien común, para corregir asimetrías, para ello cobra impuestos. En todas las experiencias de privatización de los sistemas de seguridad social, como las administradoras de fondos de pensiones, éstos se destinan a inversiones de alto riesgo. Si la inversión de riesgo va bien, le va bien a la administradora del fondo de pensiones; pero si le va mal, la cuenta se pasa a los asegurados, quienes son los que invariablemente pagan los costos”.

Los principios de valor del modelo estatal son la transparencia y su objetivo social. Siempre que escapa de ellos, debe corregirse. El empresariado tiene como objetivo, dentro de lo que la ley le permite, acumular tanta riqueza como pueda.

Para Dalló es claro que sólo la solidaridad y la complementareidad —y no la competencia predatoria— es la solución a muchos de los problemas que enfrentamos en el mundo. La economía solidaria significa un cambio de paradigma radical, que Dalló resume así: “o crecemos juntos o no será un crecimiento sustentable”.



(EL ECONOMISTA/ LEÓN A. MARTÍNEZ/ 13 DE AGOSTO DE 2018, 16:24)