Hace un mes, fue “localizada” bajo los escombros de la escuela Enrique Rébsamen “Frida Sofía”, una niña de entre 12 y 13 años que tuvo en vilo a todo México, pendiente casi dos días de su inminente rescate tras el terremoto.
A pesar de las confirmaciones oficiales y del
entusiasmo con que Televisa y otros medios hicieron suya la historia, al final
supimos que la niña nunca existió. Este es el relato de cómo se produjo tan
singular malentendido.
Este texto fue publicado originalmente en el sitio del
periodista Diego Salazar y en ElDiario.es, de quien SinEmbargo es socio de
contenidos, con el título: “Frida Sofía no estaba allí o los peligros del
periodismo en directo”. Lo compartimos a los mexicanos por el enorme interés
que genera el tema.
Diego Salazar*
Ciudad de México, 22 de
octubre (ElDiario.es/SinEmbargo).- El pasado 20 de setiembre, a las 9:18 de la
mañana– veinte horas después de que un terremoto de 7.1 grados remeciera la
Ciudad de México– la periodista Danielle Dithurbide conectaba en directo con el
set de Televisa Noticias, donde se encontraba el presentador Carlos Loret de
Mola.
Dithurbide, conductora de un
noticiero matutino y directora de información internacional de noticieros
Televisa, había llegado la tarde anterior al colegio Enrique Rébsamen, ubicado
al sur de la ciudad.
En el momento del terremoto,
el 19 de setiembre a las 13:14 horas, Dithurbide se encontraba en las oficinas
de Televisa Chapultepec, en el corazón de la ciudad, según me dijo en una de
nuestras conversaciones telefónicas. Siguiendo el protocolo del canal de
noticias “24 horas” de Televisa y Foro TV, Dithurbide empezó a transmitir en
vivo los detalles de la emergencia junto a otros dos periodistas desde el set.
A las 17:00 horas, luego de
casi cuatro horas frente a cámara y de que tomara el relevo la conductora
principal de Noticieros Televisa, Denise Maerker, Dithurbide subió a una moto
que la llevó hasta el colegio Enrique Rébsamen. Uno de los edificios de la
escuela había colapsado ante las cámaras horas antes y se creía que había niños
y profesores por rescatar.
Dithurbide cuenta que
mientras se encontraba al aire en el set, la redacción le iba pasando datos de
los lugares donde se habían reportado daños y el nombre de la escuela Rébsamen
se le quedó grabado porque las anotaciones indicaban: “hay niños atrapados
dentro”.
Cuando su jefe le indicó que
saliera a reportear desde el terreno, Dithurbide buscó el colegio en Google
Maps e indicó al motorizado que la llevara para allá. Este es el trayecto entre
los estudios de Televisa y la escuela Rébsamen:
En condiciones normales, y a
bordo de una moto, el camino debe tomar unos 20 minutos. Según cuenta la
reportera, esa tarde tardaron alrededor de una hora porque “todas las calles,
todas las avenidas estaban paradas, parecían un gran estacionamiento”. Durante
esa hora, desde detrás de la moto la periodista vio “casas derrumbadas, cadenas
de remoción de escombros impresionantes, gente caminando como zombies entre los
coches, gente con letreros, cartulinas que decían ‘hablo inglés, si necesitas
ayuda acércate’, ‘dame ride, no me tengas miedo’, gente muy agresiva, gente muy
nerviosa”.
Una vez que llegó a la
escuela, la periodista empezó a enviar despachos telefónicos desde una tienda
cercana porque al principio y debido al caos no consiguió encontrar al
camarógrafo que se suponía estaba en la zona y, además, la señal celular era
muy débil. Su primer reporte en vivo, en conversación con Maerker, tuvo lugar a
las 18:16 de ese martes 19.
Pero no sería sino hasta la
mañana siguiente, luego de haber enlazado en directo unas 15 veces a lo largo
de la noche, que su nombre empezaría a hacerse familiar para todos los
mexicanos.
La mañana del jueves 20 a las
9:18, el relato de Dithurbide decía así:
“Las imágenes que ustedes
están viendo son desde el techo de una de las estructuras de la escuela que se
mantiene en pie. Estamos literalmente en la zona cero de esta desgracia y
estamos viviendo un momento muy emocionante, Carlos. Te puedo confirmar que
están teniendo contacto con una niña con vida, le acaban de pasar una manguera
para que pueda tomar agua […] Está muy alejada de la zona a la que pueden tener
acceso hasta el momento los rescatistas, pero, bueno, te puedo confirmar que
está con vida y que tan sólo en unos minutos podremos estar al aire con el
rescate de esta pequeñita”.
El rescate, pudimos saber
casi 30 horas después, no iba a ocurrir nunca. Es más, la pequeñita “no fue una
realidad”, en palabras del subsecretario de Marina, el Almirante Ángel Enrique
Sarmiento.
El jueves 21, a las 14:05
horas, Sarmiento leía ante las cámaras un comunicado que afirmaba que no
quedaba ningún niño por rescatar y “que la versión que se sacó con el nombre de
una niña, no tenemos conocimiento, nosotros nunca tuvimos conocimiento de esa
versión [sic]”.
Esto pese a que tanto él como
el Almirante José Luis Vergara, Oficial Mayor de la Marina y responsable junto
a Sarmiento de las labores de rescate en el colegio Rébsamen, habían repetido
lo contrario a las cámaras de distintos medios los días anteriores.
Pese a que entre las 9:00 de
la mañana del 20 y las 14:00 del 21 la pequeñita había adquirido nombre (“Frida
Sofía”)– confirmado en una entrevista en directo con Milenio TV por el
Almirante Vergara a las 23:00 horas del día 20; pese a que se le asignó una
edad (entre 12 y 13 años); pese a que se dijo primero que sus padres estaban
presentes en la escena, para que luego, horas después, el Secretario de
Educación Pública, Aurelio Nuño, dijera lo contrario en directo durante una
comunicación telefónica con los periodistas Denise Maerker y Joaquín López
Dóriga; pese a que se dijo, en distintas ocasiones, que había sido ubicada por
perros de rescate, que un escáner térmico – en realidad dos– había registrado
su temperatura corporal, que había respondido con golpecitos, que habían
escuchado su voz, sus gemidos y llanto, que se habían comunicado con ella, que
había dicho su nombre y que, incluso, había indicado que tenía dos, tres y
hasta cinco cuerpos cercanos que ella creía estaban con vida; a que se dijo que
ella y los otros niños –dos, tres, cinco– estaban a salvo debajo de una mesa de
granito en la oficina de la directora de la escuela; que se le había dado agua,
que había hablado con uno o varios rescatistas y hasta con una maestra…
Toda esta información, nombre
incluido, fue divulgada o validada en distintos momentos, durante los días 20 y
21, por el Almirante José Luis Vergara o por el Almirante Sarmiento,
responsables del centro de mando, delante de una cámara de televisión o en
conversación con periodistas.
Un detalle tangencial, que a
muchos ha pasado desapercibido, es que Frida Sofía es también el nombre de la
hija de una de las artistas más populares de México.
¿Se acuerdan de ese hit
noventero de Alejandra Guzmán llamado “Yo te esperaba”?
A quien Alejandra Guzmán
esperaba cuando compuso esa canción es a su hija Frida Sofía, quien hoy, a los
26 años, convertida en instructora de fitness y chica de portada Playboy,
acumula medio millón de seguidores en su cuenta de Instagram y aparece con
regularidad en las páginas sociales de los medios mexicanos.
Así que cuando el día 20,
fuentes oficiales y periodistas ubicados en la escuela Rébsamen empezaron a
repetir que la niña del rescate inminente se llamaba “Frida Sofía”, el nombre
–sonoro de por sí– no tuvo que hacer mucho para clavarse en la memoria del
público.
El nombre y todos los otros
detalles que fueron surgiendo a lo largo de los dos días fueron además
corroborados ante cámaras –y fuera de ellas– por distintos rescatistas,
miembros de la Marina o el Ejército y civiles. Algunos de los cuales eran, de
hecho, las fuentes originales de la información. Léase, aquellos que habían
realizado algún descubrimiento y lo habían comunicado a Vergara y Sarmiento, y
que luego declararon por su cuenta a los periodistas. Volveré sobre este punto,
fundamental, más adelante.
Luego del desmentido de
Sarmiento y de las disculpas públicas que él y Vergara más tarde ofrecerían
también ante cámaras, las redes sociales mexicanas estallaron.
En Twitter y Facebook todos
tenemos siempre a mano una antorcha encendida y un trinche afilado para linchar
a quien, creemos, ha cometido un error. Yo mismo, periodista y analista de
medios, lancé una serie de tuits y estados de Facebook en los que reflexionaba
sobre la importancia de dudar de las fuentes oficiales. Dirigiendo las
críticas, como casi todos los periodistas cuyos comentarios leí, a los
reporteros de Televisa que habían dado cuenta de la historia de “Frida Sofía”.
Digamos que la Marina y el
Gobierno mexicano tuvieron suerte de que fuera Televisa –y su querencia por las
telenovelas– quien puso en pantalla durante dos días la historia de esa
pequeñita inexistente bautizada con el nombre más mexicano que se nos pueda ocurrir.
Sólo el odio que despierta
Televisa y su siempre cuestionada relación con el Gobierno de turno consiguió
que pasemos por alto el desastre que fue la gestión de información de los
responsables del rescate en el colegio Rébsamen.
Como muestra un botón.
El miércoles 20, a las 14:39,
el subsecretario Sarmiento aparece en directo frente a una multitud de cámaras
y micrófonos junto a tres rescatistas. Uno de ellos, llamado Juan Ramiro de la
Fuente, le explica lo que ha hallado el escáner térmico que opera.
“Tenemos dos temperaturas,
este que vemos aquí puede ser tórax, o sea órganos vitales. Ahorita confirmados
por la doctora de policía federal”, dice De la Fuente. En ese momento
interrumpe otro rescatista, vestido de azul y casco amarillo: “Dice que puede
ser un cuerpo. Y debe estar con vida, porque la temperatura de todo el entorno
es fría y un cuerpo sin vida toma la temperatura del entorno”. Ahí retoma la
explicación De la Fuente: “Mi recomendación sería tratar de ver un ángulo
distinto, con una cámara, con la intención de asegurarlo al cien, para poder
ahora sí utilizar todos los recursos. Tendríamos que volver a entrar al
compañero –en este momento, un tercer rescatista a su derecha, con camiseta
militar, dice ‘Yo soy’-, tendríamos que volver a entrar para tratar de girar un
poco la cámara a ver si pudiéramos ver el tórax y más de la cabeza y de los
brazos”. Aquí vuelve a intervenir el segundo rescatista, que dice: “Pero
definitivamente es un cuerpo con vida”.
En ese momento, Sarmiento, a
quien toda esta explicación iba dirigida (además de a las cámaras de
televisión, claro), pregunta: “¿Y gritaron ‘mueve los dedos’?”. Los tres
rescatistas asienten y dicen que sí. El tercero, el de la camiseta militar,
dice: “Movió y con el escáner logramos detectar. Y después me pasaron la cámara
técnica y ya con eso [sic.]”. Sarmiento aquí pregunta: “¿Físicamente, la ven?”
Los rescatistas dicen que no. De la Fuente aclara: “En la parte de movimiento y
en la parte térmica está confirmado. En la parte sonora no está confirmado, hay
mucho ruido ambiental. Entonces tendríamos, pues, tratar de tomar una adicional
[sic.]”. El rescatista de la camiseta militar interviene: “Yo creo que hay que
girar”. Sarmiento, dirigiéndose a él dice: “¿Quién entraría otra vez? ¿Tú?” El
rescatista asiente y un cuarto rescatista con casco blanco detrás de él dice:
“Volvería a entrar él, mi Almirante”. Sarmiento aquí se dirige a De la Fuente y
le dice: “¿Tú también entrarías de nuevo?”. Este responde: “Sí, pero yo entro
en la parte exterior. Yo llevo el apoyo técnico con él. Entraría la parte de la
Secretaría de Marina, el grupo de rescate es el que entraría con él”. Sarmiento
asiente y dice: “Ok, sale. Adelante”.
Aquí pueden ver la escena
casi al completo. Ocurre entre el minuto 7:24 y el 8:45:
Un minuto después, Sarmiento
declara de nuevo en directo, esta vez ante las cámaras de Milenio TV: “Responde
a las señales, le indican que mueva las manos y al menos en el equipo térmico
hay movimiento. Físicamente no la ven, pero con el equipo térmico está
respondiendo, entonces ahorita lo que van a hacer es corroborar por otro medio
que realmente esté la niña ahí y entonces ahora sí meter más equipos para poder
sacarla”. Pueden verlo aquí:
Conversé por teléfono con
Juan Ramiro de la Fuente, voluntario civil, miembro de Rotary International,
unos días después, cuando se encontraba, según me dijo, ayudando en otras
labores de rescate en Oaxaca.
De la Fuente tiene 20 años de
experiencia en rescate en estructuras colapsadas y opera ese equipo térmico y
de ultrasonido, propiedad del Rotary, desde hace unos dos años. Le pregunté si
la explicación que vimos por televisión fue en realidad en directo. Es decir,
si el subsecretario Sarmiento se enteró al mismo tiempo que todos los
televidentes de los hallazgos del equipo que él manejaba. Me dijo que sí.
Es decir, el responsable del
centro de mando de la Marina permitió que se le diera una información
extremadamente sensible, la posible confirmación de la detección de un
sobreviviente, ante las cámaras. Convirtiendo así uno de los momentos claves
del supuesto rescate en un espectáculo televisivo.
Si uno ve las imágenes o
relee la descripción, puede ver cómo lo que era en principio la detección de
una variación de temperatura y cierta cautela de De la Fuente recomendando la
confirmación de este hallazgo con un nuevo ingreso de un rescatista en el
boquete donde se presume se encuentra la niña, se convierte ante cámaras, en
cuestión de segundos, en “un cuerpo vivo” que “mueve los dedos”, sin que nadie
rechiste.
Quise conocer la versión de
los dos oficiales de Marina al mando, entender por qué habían permitido que las
cámaras presenciaran esta y otras escenas igual de delicadas, y preguntar
acerca de la manera en que habían manejado la información que iban recibiendo
durante el rescate. Solicité a la oficina de Atención a Medios de la Secretaría
de Marina, tanto por teléfono como por email, conversar con el Almirante
Sarmiento y el Almirante Vergara, pero nunca recibí respuesta.
En mi conversación con De la
Fuente, le pregunté qué es lo que había podido detectar su equipo, ahora que
sabíamos que no había ahí ningún cuerpo con vida en el lugar donde trabajó su
escáner. Luego de una compleja explicación, en la que me dijo que “lo que hacen
estos equipos son dar probabilidades, porcentajes de aproximación a una
hipótesis”, De la Fuente recalcó que su equipo “detectó una temperatura” y
“unos sonidos de movimiento”. A continuación, comentó que durante los trabajos
tuvieron varios falsos positivos.
Cuando insistí en qué podían
haber sido esas temperaturas y movimientos, me dijo: “Muchas cosas, por
ejemplo, si tú tienes una entrada de luz a esa zona, por cualquier orificio,
esa entrada de luz puede calentar una superficie y eso te lo puede marcar la
cámara térmica, si tú tienes un tubo o una lámina o un cable y en la parte
exterior está expuesto al sol, como es un conductor puede generar un aumento de
temperatura. Esos son los falsos positivos normales en un rescate”.
Sin una multitud de cámaras
delante, De la Fuente seguramente habría podido explicarle esto al Almirante
Sarmiento, quien, a su vez, podría haber tomado con pinzas la delicada
información. En una transmisión en vivo y en directo, “unas temperaturas” se convirtieron
en pocos segundos en “un cuerpo con vida”.
Tanto Danielle Dithurbide
como otros periodistas –Televisa no fue el único medio que desplegó reporteros
y cámaras en la escuela Rébsamen y fue dando detalles sobre la niña y su
inminente rescate– tienen parte de responsabilidad al haber transformado esta
historia en una telenovela en vivo. Pero casi toda esa responsabilidad recae en
la espectacularización propia de la televisión en directo antes que en el
trabajo individual de uno u otro reportero.
Incluso algunos medios y
periodistas que luego se han colgado medallas incurrieron en prácticas
cuestionables, presas también ellos de la urgencia del directo. Por ejemplo,
hay cierto consenso entre la prensa y el público mexicano en que quienes
desbarataron la “farsa” de “Frida Sofía” fue el equipo de la periodista Carmen
Aristegui. Lo cual, en realidad, no es cierto.
Aristegui y su equipo
plantearon dudas sobre lo que ocurría en la escuela Rébsamen, alguna de ellas
alarmada y alarmante, pero no lograron desbaratar nada porque no llegaron a
verificar nada. De hecho, hicieron lo mismo que criticaron a sus colegas de
Televisa y otras cadenas: repetir –o amplificar– testimonios ajenos sin hacer
esfuerzo alguno para contrastarlos.
Dos ejemplos.
El día 20, a las 12:12 del
mediodía, Aristegui conectaba por teléfono con su reportera Laura Castellanos,
quien desde el colegio Rébsamen le decía:
“Es una buena noticia. La
maestra Amalia Carrillo de sexto de primaria nos dice que desde hace 40 minutos
ubicaron a una niña que movió la mano y la están hidratando, precisamente a
través de una de estas camelback, le están dando agua, no saben quién es esta
niña, simplemente la tienen ubicada y están en las labores de rescate”.
A continuación, Castellanos
empieza a dar el reporte de algunas personas que han sido encontradas en el
área cuando alguien la interrumpe, a lo que Aristegui replica: “Laura, ¿qué
sucedió?”. Y Castellanos aclara:
“Lo que pasa, me están
pidiendo un momento, me acaban de proporcionar la información de la otra
persona adulta, cuerpo femenino, me pasaron los datos pero ahorita se está
acercando un funcionario de la oficina del Comisionado Nacional de Seguridad y
me está… que todavía yo no mencione esta información que directamente me dio la
agente del Ministerio Público. Esperamos un momento a que él me precise esta
información, Carmen. Bueno, lamentablemente como estoy ahorita en una mesa
cargando el celular en la mesa precisamente pensaron que yo era autoridad y
ahorita me dieron esa información a mí”.
Pueden ver la secuencia
entera desde el minuto 4:13:00:
Pero el momento cumbre de la
transmisión de Aristegui Noticias llegaría sobre las 13:00 horas del viernes 21
de setiembre, cuando Carmen Aristegui pone en pantalla y conversa, en vivo, con
un muchacho llamado Dorian Riva.
Según explica Aristegui, Riva
es “un joven traductor alemán que esta mañana acompañó a los brigadistas
alemanes y escuchó a un jefe policiaco mexicano [decir] que “Frida Sofía” no
existe y que la esperanza de vida es nula, qué tremendo”. Tras la introducción,
Aristegui conecta con Riva para que dé su testimonio en vivo:
“Estaba yo afuera y
comenzaron a preguntar por voluntarios que traducieran [sic] alemán para los
brigadistas alemanes, y entré. En lo que nos daban un casco y todo para, pues
para ayudar, me puse a platicar con uno de los encargados de la Policía
Federal, el cual me contó que todo eso de ‘Frida Sofía’ y que están intentando
rescatar gente pues que no es cierto, que solamente están intentando que el
edificio no colapse. O sea que hay gente adentro pero que la esperanza de vida
que tienen es nula, que ya no se les puede salvar, o sea que es muy difícil,
pero pues me dijo que eso de que ‘Frida Sofía’ está dentro, que ni siquiera
existe una ‘Frida Sofía’, ni siquiera saben qué nombres hay, ni siquiera saben
dónde están, o sea en sí no están intentando salvar gente, simplemente están
rescatando el edificio. Y me enseñó una foto de una señora alemana que
rescataron hace un rato. Él tiene la foto únicamente, dice que no quiere lucrar
con la desgracia de los demás y por eso no va a mandar la foto, pero dijo que
rescató a una alemana y que ahorita ya no están rescatando gente, que solamente
están pues, este, evitando que el edificio colapse”.
La periodista, desde el set,
replica:
“Dorian, lo que nos cuentas
es muy fuerte porque efectivamente se ha creado una expectativa nacional sobre
esta niña, se han hecho crónicas, informaciones que hablan, y las hemos aquí
comentado, citando a los medios que están compartiendo estas crónicas, una
serie de informaciones en donde se dice que ‘Frida Sofía’, la presunta ‘Frida
Sofía’, habría pedido ayuda, que la única palabra que había pronunciado era
‘auxilio’, que había movido la manita, que la habían hidratado, todo eso que se
ha ido diciendo a lo largo de las horas. Si no existe una niña ‘Frida Sofía’,
bueno, pues, se pone en duda la historia misma”.
El improvisado traductor
insiste:
“A mí me dijo que todo eso
que se está comunicando desde adentro y que hay gente con ella y con eso, que
es mentira. No hay ninguna comunicación desde adentro, y que pues no se sabe si
hay gente acompañando a la tal ‘Frida Sofía’, no se sabe”.
Aristegui comenta la ausencia
de padres de Frida Sofía y Riva le dice:
“El policía dijo también que
no hay ningún papá aquí dentro reclamando niñas o niños, que no hay nadie
esperando a sus hijos, y ahí me dijo ‘si tú fueras papá, ¿a poco no estarías
aquí esperando a tu hija? No te moverías de aquí’. Dice que no hay ningún papá
aquí y que la directora del colegio Rébsamen está yendo de casa en casa a
preguntar si están los papás y los hijos, para saber en verdad quién falta.
Porque no saben quién falta, no se sabe cuántas personas hay adentro y no se
sabe quiénes son”.
Luego de esto, finalmente,
Aristegui parece recordar que el trabajo periodístico no se limita a ponerle un
micrófono delante a una fuente para que declare sin filtro, por muy explosivo
que sea su testimonio, y dice:
“Déjame regresar al punto de
tu fuente en este momento, Dorian. Volvemos a decir, tú eres un joven que está
trabajando en este momento ayudando a los brigadistas alemanes, que han venido
a México a ayudar en la tarea estructural y en este trabajo de traductor del
alemán tuviste acceso a lo más cercano, precisamente del asunto, estás
directamente trabajando con los alemanes en la traducción. Ahí es cuando este
diálogo tuyo con un elemento policíaco o militar o… ¿puedes reconocer quién te
dijo lo que nos estás diciendo ahora?”.
El muchacho responde:
“No, no me sé su nombre, pero
era un miembro de la Policía Federal, quien acompañaba al encargado de todo
esto que está pasando aquí en el colegio Rébsamen. Era el encargado de todo,
estaba organizando todo, estaba viendo quién debe entrar y quién no debe
entrar, él decía qué se necesita y qué no se necesita, el que me dijo esto iba
acompañando a esa persona”.
Aristegui aquí –de nuevo, en
vivo y en directo– hace las preguntas que algún periodista tendría que haber
hecho antes de poner el testimonio en cámara:
“¿Quieres decir que es
alguien que lleva mando en la escena de rescate? Perdón que te lo vuelva a
preguntar de esta manera, Dorian, ¿cómo es que fraseó las cosas? ¿Recuerdas
exactamente cómo te lo dijo? ¿Por qué empezaron a hablar del tema? ¿Cómo se dio
la conversación entre tú y esa persona que ahora nos estás compartiendo?
Aquí pueden ver toda la
entrevista:
Recapitulemos. Una de las
periodistas más prestigiosas y respetadas de México, azote de los poderosos y
crítica severa de sus colegas, pone en pantalla, en vivo y en directo, a un
muchacho ubicado en una zona de desastre del que no sabe absolutamente nada,
tan sólo el nombre, para que su testimonio se tumbe la operación de rescate que
realiza la Secretaría de Marina. Testimonio que, como el mismo muchacho admite,
está basado en lo dicho por un tercero, cuya identidad desconocen tanto el
entrevistado como la periodista.
¿Cuál es la diferencia– visto
lo ocurrido en la cobertura del rescate en el colegio Enrique Rébsamen– entre
el trabajo de Carmen Aristegui y su equipo y el de Danielle Dithurbide o Denise
Maerker? ¿Quién hizo más esfuerzos por verificar los testimonios que ponían en
pantalla? ¿De quién podemos decir que intentó conducirse con el mínimo rigor
periodístico exigible?
Que Dorian Riva estuviese
parcialmente en lo cierto resulta irrelevante. Aristegui, cuando decidió
ponerle una cámara y un micrófono delante, no tenía cómo saber que el muchacho
no mentía o su relato era cierto.
El periodismo es, sobre todo,
un método, un procedimiento. Y aquí el procedimiento, visto lo visto, tuvo el
mismo rigor que una tirada de dados en una mesa de casino. Lo que,
lastimosamente, es demasiado habitual en el periodismo televisivo que se hace en
vivo.
Muchos periodistas y parte
del público ven en la transmisión en directo una cima del periodismo. Un error
que historias como esta desnudan. Se piensa que es así porque, posmodernos
todos, creemos que la información trabajada por un periodista está mediatizada,
y esa mediación supone un obstáculo para conocer la verdad.
La cámara transmitiendo en
directo y el periodista narrando al mismo tiempo lo que nuestros ojos ven
serían así el ejemplo más puro de periodismo no contaminado por la subjetividad
humana.
Pero, en realidad, es
precisamente debido a la mediación, a que un periodista se da el trabajo y se
toma el tiempo de verificar, contextualizar y narrar unos hechos que ha
presenciado o reconstruido a partir de testimonios ajenos, que el periodismo
puede acercarnos a la verdad.
El periodismo en directo es
casi un oxímoron. En directo pueden presenciarse y hasta narrarse hechos, pero
verificarlos y dotarlos de contexto se hace extremadamente difícil. El directo
añade una barrera aun más alta, muchas veces infranqueable, a la de por sí
complicada labor de hacer periodismo.
Pese a ello, algunos de los
periodistas presentes en la escuela Enrique Rébsamen, entre ellos Dithurbide,
lo intentaron. Luego de conversar con ella y contrastar su testimonio con
decenas y decenas de horas de transmisión, los reportes de otros periodistas y
las declaraciones de las distintas personas que hablaron para la televisión, mi
conclusión es que su trabajo estaba condenado al fracaso. No porque confiara en
una fuente oficial sin verificar, como muchos criticamos instantánea y
alegremente en redes sociales. Sino porque esas fuentes oficiales se
encontraban montadas junto con los rescatistas en una montaña rusa de
entusiasmo de la que nadie, ni siquiera los periodistas, supo bajarse.
Ese es uno de los peligros
del directo: sin tiempo para digerir la información resulta extremadamente
difícil, si no imposible, que un periodista haga a un lado las emociones de un
rescate que ofrece un envión de esperanza en medio de la tragedia.
En una zona de desastre quien
controla todo, incluido el flujo de información, debe ser la autoridad al
mando. Los periodistas debemos hacer nuestro trabajo intentando no poner en
riesgo las labores de rescate, mucho más importantes que la labor informativa
ya que de su éxito depende la vida de personas. Muchas veces, eso supone
confiar en la información que nos brinda una fuente oficial. No es una confianza
a ciegas, ni mucho menos. Hay formas de verificar de forma suficiente lo que se
nos dice sin entorpecer los trabajos.
¿Qué podía hacer un
periodista que retransmite en directo cuando alrededor reina el caos y el
entusiasmo y la principal fuente de información es oficial? ¿Podía haber
buscado las listas de alumnos del colegio? ¿Podía haber insistido en hablar con
los supuestos padres que aguardaban el rescate de su hija? Dithurbide me dijo
que lo hizo, pero cuando uno de los supuestos padres señalados por el Almirante
Vergara le pidió respeto, accedió a su pedido y se retiró sin más preguntas.
El problema mayor en el
colegio Enrique Rébsamen fue que quien debía controlarlo todo no ejerció ningún
tipo de control. Los oficiales al mando no solo no manejaban el flujo de
información y recibían datos sensibles -que hubieran tenido que valorar y
confirmar en privado- delante de las cámaras. Esa información no solo provenía
muchas veces de fuentes civiles sobre las que no tenían ninguna autoridad ni
control, sino que, como he explicado ya, la repetían casi de inmediato ellos
mismos frente a las cámaras, convirtiéndola así en oficial.
Luego, los rescatistas que
habían sido el origen de la información volvían a compartirla ante otras
cámaras, sazonando su pequeña pieza con los detalles declarados por otra
fuente, haciéndolos suyos sin filtro alguno y acrecentando la bola sin que
nadie se percatara ni pisara el freno.
Aquí, por ejemplo, un
rescatista que supuestamente ingresó al boquete por donde se buscaba rescatar a
“Frida Sofía” cuenta que “la niña hablaba por teléfono y le mandaba whastappsa
la directora”:
Aquí otro indica que escuchó
“unas voces muy débiles de una niña, al parecer de nombre Sofía…se le
preguntaba su nombre y decía ‘Sofi, Sofi’”:
Aquí un tercero dice que es
posible que haya más de un niño “porque se confirmó con cámara termodinámica”
(sic):
Y aquí un cuarto señala que
“la niña lloraba, pero muy muy muy bajo, en un tono muy bajo. Se siente que
está muy desgastada. Se escuchaban lloriqueos. Dos diferentes niños, niños más
chicos, más pequeños que ella. Ella se escucha una niña ya…yo no soy experto,
pero arriba de 10 años”:
Y aquí Juan Ramiro de la
Fuente, el rescatista del Rotary que manejaba el escáner térmico, vuelve a
declarar delante de cámaras sobre los “hallazgos” de su equipo. Entre otras
cosas, dice que “al momento que generamos la pregunta [a la niña]
inmediatamente nos contestó, se comunicó, se escuchaban quejidos en el
ultrasonido”:
En esta otra entrevista un
oficial del Ejército, que también maneja un escáner térmico, afirma que el
aparato les “ha permitido identificar oportunamente” hasta “cinco cuerpos con
vida”, cuya “ubicación está perfectamente bien identificada”. Pero además, dice
el oficial, hicieron “contacto con una niña, de nombre Sofía, que lloró, y
estaban algo desesperados”:
Los picos más altos de ese
descontrol informativo ocurrieron la noche del día 20, cuando distintos
rescatistas anunciaron a las cámaras que “Frida Sofía” había sido rescatada:
¿Podemos atribuir todos esos
testimonios a la mala fe? ¿Podemos suponer que todas esas personas que dijeron
haber detectado, sentido, oído, visto a una inexistente niña debajo de los
escombros de un colegio tras un terremoto están mintiendo interesadamente? ¿Podemos
argüir que existió un oscuro poder intentando manipular a una población en
estado de shock en medio de un desastre nacional?
Sí, claro. De hecho, no son
pocos los que lo han hecho. No voy a premiar a los conspiranoicos con links
pero Google, Facebook y Youtube están repletos de artículos, columnas,
declaraciones y vídeos en esa línea. El binomio Gobierno de México y Televisa
supone un sueño húmedo para los teóricos de la conspiración.
Pero, como he mostrado,
Televisa no fue la única televisora que convirtió esta historia en una
telenovela ni todos los rescatistas que salieron a declarar eran agentes de
alguna entidad estatal o gubernamental. Por supuesto, cabe la posibilidad de
que todos esos marinos, militares, civiles y periodistas estuvieran compinchados
para engañar a un país entero pero, la verdad, visto el caos informativo y la
cantidad de gente que había en el colegio Enrique Rébsamen, resulta bastante
difícil de creer.
Como sabe cualquier
aficionado a desmenuzar teorías de la conspiración -y yo me cuento entre ellos-
la inmensa mayoría de las veces aquello que queremos atribuir a un cerebro
maligno y un aceitado engranaje de manipulación es achacable, en realidad, a la
inepcia o el azar. Y, también, a las diversas y complejas maneras que tiene de
engañarnos nuestro propio cerebro.
Luego de que la Marina
pidiera disculpas y se reafirmara en que “Frida Sofía” nunca existió, otro
rescatista, este llamado Antonio Juárez Valladares, se convirtió en noticia
gracias a un video de Facebook Live que colgó en su cuenta personal. Júarez
Valladares ha eliminado ya el video, pero hay varias copias que sobreviven en
Youtube:
Esta es la transcripción de
su testimonio, que fue visto por cientos de miles de personas en Facebook,
Twitter y Youtube:
“Hola, tengo dos minutos para decirles. En verdad,
estuve ahí. Cuando empezamos a rascar por la parte de arriba del colegio
Rébsamen, encontramos una vocecita de una niña, le pedimos cómo se llamaba y la
niña nos respondió ‘Sofía’. Es verdad, hay una niña ahí de nombre Sofía, yo y
otros brigadistas estábamos ahí, alrededor de ocho, vino un marino que con su
radio y un escáner detectó el calor y nos dijo ‘sí, aquí hay vida’. Empezamos a
golpear, la niña nos respondió y le preguntamos ‘Si estás viva, golpea dos
veces’, golpeó las dos veces. Le preguntamos ‘Si estás con más personas, golpea
por cada una de esas personas’ y nos golpeó tres veces. Con un micrófono
especial, un especialista, un topo, le preguntó si estaba con alguien más y se
escuchó que estaba con tres personas y estaba debajo de una mesa. Hablé con la
maestra, la dueña de esa casa, que es la maestra Mónica, y nos dijo que sí, en
efecto hay una mesa de granito con polines de metal, que era la mesa principal
y que posiblemente los niños, o los adolescentes, habían corrido hacia su casa
para salvarse o por algo llegaron ahí.
“El chiste es que no solamente hay esas cinco
personas, no solamente está el nombre de ‘Frida Sofía’, sino también hay otras
personas, aparentemente cinco o cuatro por lo que escuchamos con el sonar, con
el infrarrojo, que están en el primer piso. Hoy 21 de setiembre nos han sacado
a las cinco de la tarde, la Marina nos retiró, tuvimos una entrevista con
medios que no ha salido a televisión diciendo ‘sí existe una niña llamada Sofía’,
estábamos ahí ocho personas inclusive un capitán de la Marina que tuvo
comunicación con el Almirante, y el Almirante no se dejó llevar por dudas. Supo
de su existencia, aparentemente hicieron una mala maniobra que colapsó la
manera en cómo iban a rescatarla, pero al colapsarla se perdió la posibilidad
de rescatarla, por eso la están desapareciendo. Muy trucha, que esto no vaya a
pasar en otros lugares, que la Marina no vaya a desplazar a los topos y a los
civiles, por favor difundan esta información”.
En esta secuencia de
imágenes, sacada de la transmisión de Televisa del día 19, puede verse a Juárez
Valladares en el rescate del colegio Rébsamen. En esta escena, el rescatista,
reconocible por el chaleco fucsia que lleva también en su video, ingresa al boquete
donde se suponía que se encontraba “Frida Sofía”, luego sale y pide silencio:
Al comienzo de mi
investigación, tras ver el video de su testimonio y atisbarlo en varios
momentos de la transmisión de Televisa y otros medios, intenté ubicar a Antonio
Juárez Valladares. Dado que, según averigüé, es payaso y su nombre artístico
–”ToTo, el payaso loco”– es bastante específico, pensé que no sería muy
complicado comunicarme con él. Intenté por varios medios, pero no obtuve
respuesta. Sin mucha esperanza, dejé un mensaje directo a través de su cuenta
personal de Facebook.
Durante semanas, Juárez
Valladares ni siquiera vio mi mensaje. Hasta que, unos 20 días después, el
viernes 13 de octubre por la noche, una alerta de Facebook me indicó que el
payaso había aceptado y visto mi mensaje. Tras unos minutos, a las 23:25,
Juárez Valladares me envió un mensaje de voz. Intercambiamos unos cuantos
mensajes de inmediato y acordamos una entrevista para la mañana siguiente.
Charlamos durante una hora y
cuarto. Una de las primeras cosas que me dijo y que volvió a recalcar varias
veces durante nuestra conversación es que él no es rescatista. El chaleco que
llevaba durante las labores del colegio Rébsamen pertenece a Escápate
Ecoturismo, una agencia de viajes que busca, según su propia página de
Facebook, “fomentar experiencias de turismo que aperturen la visión de cada
viajero y generen sensibilidad cultural, ecológica y social en nuestro país y
otras latitudes”. Juárez Valladares trabaja con la agencia y participa en sus viajes,
donde realizan actividades como “rescatar huevos de tortuga de los desoves”.
En este video de la página de
Escápate Ecoturismo se puede ver a Juárez Valladares llevando el chaleco que lo
haría reconocible en la zona de desastre del colegio Rébsamen:
La razón por la que llevó el
chaleco durante las labores de rescate, me dijo, fue que “era lo único
fosforescente, visible” que tenía. Ocurre que, como el mismo Juárez Valladares
me dijo, “en esa situación todas las personas que llevaban algún chaleco se
convertían en rescatista. Así tuvieras el chaleco debajo de la almohada, lo
sacabas y en la calle automáticamente ya eras un rescatista”.
Luego del terremoto del 19,
según su propio relato, Juárez Valladares se quedó en casa escuchando la radio
porque “no había internet, no había celular”. Luego de dos horas, un vecino le
tocó la puerta, le mostró videos de edificios colapsados en otras zonas de la
ciudad que había recorrido caminando de vuelta de la oficina y le dijo que
debían ir a ayudar. Juárez Valladares le hizo caso y, según me contó, pasó la
tarde colaborando en distintas labores, sacando escombros, alcanzando
alimentos, cargando herramientas, hasta que, caída la noche regresó a su casa.
Pese al agotamiento, no
consiguió dormir. “Mientras yo estoy durmiendo hay alguien que está ahí debajo
de los escombros”, me dijo que pensaba. Así que se levantó, se duchó, volvió a
ponerse el chaleco y salió a buscar lugares para seguir ayudando. Pasó por
varios puntos, pero todos se encontraban ya bien organizados y no necesitaban
más manos.
Luego de caminar un rato,
sobre las 4:00 de la madrugada, llegó al colegio Rébsamen. Ahí “no sé por qué
estaba hecho eso un búnker para entrar, pero adentro era un desmadre, no estaba
nada organizado”. Que el acceso estuviera fuertemente resguardado podía deberse
a que, horas antes, sobre las 22:00 horas, el Presidente Enrique Peña Nieto
había visitado la escuela:
Las razones de la
desorganización dentro de la escuela, bueno, podemos achacarlas al descontrol
de las autoridades al mando y el caos general que, como he relatado, dominó esa
zona de desastre particular de inicio a fin.
Juárez Valladares, me dijo,
logró ingresar ayudando a un voluntario que había traído una olla de tamales y
unos recipientes con café. Una vez superados varios retenes, dejó el café y un
rescatista le pidió que se quedara a cargo de picos, palas y otras
herramientas. Según avanzaba la noche tuvo que aprender qué era un “disco de
corte limado”, y que una “maceta”en argot de construcción es una especie de
martillo grande de doble cara.
Ya a la mañana, Juárez
Valladares entra en contacto con otro rescatista que también ganó fama durante
el rescate del colegio Rébsamen. Se le conoció por el apelativo Jorge “Houston”
debido al estampado de la sudadera que llevaba. En este momento de Twitter
puede verse más sobre Jorge “Houston”.
Según Juárez Valladares, “si
Cantiflas fuera rescatista sería Jorge ‘Houston’, era la representación viva
del pueblo mexicano”. Pero los espectadores no pudimos ver ese despliegue de
carácter costumbrista que hizo popular a “Houston” entre quienes se encontraban
en la zona de desastre. Lo que sí pudimos ver fue cuando el rescatista de la
sudadera estampada, a quien los periodistas en la zona describían como “un
hombre de complexión delgada, piel blanca y cabello negro”, ingresaba o salía
de alguno de los boquetes que se suponía conectaban con el lugar bajo los
escombros donde se encontraba “Frida Sofía”.
De hecho, es a Jorge
“Houston” a quien Juárez Valladares está asistiendo cuando lo vemos entrar y
salir de un boquete en la secuencia de imágenes varios párrafos arriba. Según
me dijo Juárez Valladares, “Jorge era de esas personas que no creen en el
Gobierno y no quería que ningún marino lo tocara”. Por eso le pidió a él que lo
asistiera con la soga y las herramientas cuando entró a buscar a la supuesta
sobreviviente que luego conoceríamos como “Frida Sofía”.
¿Por qué ingresó también
Juárez Valladares al boquete? Según su relato:
“No había cuerdas de vida
profesionales, eran unas cuerdas que aquí les decimos mecates, amarillos, que
consigues en cualquier ferretería. No había equipo. Entonces el marino me dice
muy cortésmente ‘¿quieres entrar?’, el Jorge ‘Houston’ mientras me está
diciendo ‘¡Pásame una cegueta, pásame un polín!’. Pero ya estaba muy adentro,
muy adentro. Y cuando le digo sí, yo ya estaba dentro. Me habían empujado.
Cuando dije sí, el marino y un topo, que se supone que son los que debían estar
ahí, me meten”.
No tengo cómo verificar esa
parte del relato de Juárez Valladares, la Marina no respondió a mi solicitud y
nadie ha sido capaz de ubicar a Jorge “Houston”, el “héroe anónimo” de la
escuela Enrique Rébsamen. Pese a ello, el testimonio que da del desgobierno y
desorganización que reinaban en el rescate del colegio Rébsamen coincide con lo
que he podido ir reconstruyendo y que, de hecho, todos pudimos ver a través de
la televisión.
Lo que no coincide, al menos
con el consenso general alcanzado tras las declaraciones y disculpas de los
almirantes Vergara y Sarmiento, es su aseveración de que en las ruinas del
colegio Rébsamen sí había personas vivas. Entre ellas una niña “llamada Frida,
que no se llamó Frida, no sé ni por qué le pusieron Frida, se llamaba Sofía y
estaba ahí”. Ella y el resto, según Juárez Valladares, habrían sido abandonados
a su suerte por la Marina y el Gobierno.
Cada vez que le pregunté si
seguía pensando lo mismo, si se reafirmaba en lo dicho en su famoso video de
Facebook, la voz de Juárez Valladares se quebró, lloró y me dijo que sí.
También me dijo que llevaba varios días sin dormir y sentía fiebres.
No soy experto en estrés
postraumático ni pretendo diagnosticar a nadie. Sólo un profesional en
psiquiatría, luego de auscultar a los pacientes, podría afirmar si es el caso,
pero resulta útil ver los varios testimonios de los rescatistas -Juárez
Valladares incluido- que afirmaron durante dos días que habían visto, oído o
percibido a una niña a la luz de lo que sabemos ocurre con la memoria y el
proceso de formación de recuerdos cuando nos enfrentamos a situaciones de
estrés elevado.
Según explica el doctor
Bessel van der Kolk en su libro The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body
in the Healing of Trauma, “enfrentados al horror, este sistema [de formación de
memoria] se ve abrumado y se quiebra”. En estudios donde han replicado en
laboratorio las condiciones que producen experiencias traumáticas, se ha
descubierto que…
…cuando se reactivan rastros
de los sonidos, imágenes y sensaciones originales, el lóbulo frontal se apaga,
incluyendo la región necesaria para poner nuestros sentimientos en palabras, la
región que crea nuestra sensación de ubicación temporal, y el tálamo, que
integra la data en bruto de nuestras emociones. En este punto, el cerebro
emocional, que no se encuentra bajo nuestro control consciente y no se puede
comunicar con palabras, se adueña de la situación. El cerebro emocional (el
área límbica y el tallo cerebral) expresa su alteración a través de agitación
emocional, fisiología corporal y acción muscular. En condiciones normales los
dos sistemas de memoria -racional y emocional- colaboran para producir una
respuesta integrada.
“Pero la agitación emocional
no solo altera el balance entre ambos sino que también desconecta otras áreas
del cerebro necesarias para el almacenamiento y procesado de información, como
el hipocampo y el tálamo. Como resultado, las huellas de experiencias
traumáticas no están organizadas en relatos con coherencia lógica sino en
sensaciones fragmentadas y rastros emocionales”
A sabiendas de la manera en
que se comporta nuestro cerebro ante situaciones traumáticas, no podemos
pretender que rescatistas voluntarios, sin mayor experiencia en zona de
desastres ni en manejo de situaciones de alto estrés mantengan la calma, el
orden y además se conviertan en voceros confiables cuando tienen una cámara o
un micrófono delante.
No se puede decir lo mismo de
profesionales entrenados y experimentados, como se supone que son dos altos
oficiales de la Marina como los almirantes Vergara y Sarmiento, y el resto del
personal militar que estuvo apostado en el colegio Rébsamen. Si bien estos
también pueden ser presa del estrés postraumático, debido a su entrenamiento sí
podría exigírseles cautela a la hora de manejar información delicada y que no
contribuyan al caos informativo con declaraciones a cámara en vivo.
Fue así que una niña
inexistente mantuvo en vilo a un país gracias a la cámara de eco que
construyeron unas autoridades irresponsables –que además intentaron luego
escurrir el bulto– y unos medios presos de la espectacularidad del directo,
sobre las ruinas de un colegio en el que murieron 19 niños y siete adultos.
Estos sí, todos de verdad. De ellos, un mes después, seguimos sin saber casi
nada.
*Diego Salazar es periodista y escribe
en su blog de medios “No hemos entendido nada”.
ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON
AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ElDiario.es.
(SIN EMBARGO/ ELDIARIO.ES/ REDACCIÓN / OCTUBRE 22,
2017, 1:30 PM)