viernes, 5 de julio de 2013

SALINAS 89



Al igual que en el 89 con Salinas, un triunfo albiazul parece ser la mejor receta para salvar un incipiente matrimonio entre el PRI y el PAN, forjado en esa basílica política conocida como Pacto por México.

Ramón Alberto Garza
En 1988 Carlos Salinas de Gortari vivió días de tormenta para instalarse como presidente de México.

Y como a todo presidente entrante, lo alcanzó la primera elección del sexenio: la de Baja California Norte, en 1989.

Salinas tenía la urgencia de concretar la alianza con el PAN para acabar de legitimar su cuestionada elección.

Y la victoria de Ernesto Ruffo –el primer gobernador de oposición en la historia de México– creó las condiciones perfectas para borrar pasados y consumar ese matrimonio político.

El entonces presidente buscó dar con ello una demostración de que sabía compartir el poder, siempre y cuando lo dejaran ejercerlo.

Veinticuatro años después la historia parece repetirse con Enrique Peña Nieto.

El ahora presidente debe estar encendiendo veladoras a todos los santos para que el domingo próximo gane el panista Kiko Vega sobre el priista Fernando Castro Trenti.

Y es que al igual que en el 89 con Salinas, un triunfo albiazul parece ser la mejor receta para salvar un incipiente matrimonio entre el PRI y el PAN, forjado en esa basílica política conocida como Pacto por México.

Una derrota del PAN en BCN sería la salida casi automática de Gustavo Madero como presidente nacional de ese partido. ¿Con qué calderonista beligerante se tendría que entender Peña Nieto?

El dilema, pues, es ganar BCN para perder a un aliado y poner contra la pared un acuerdo nacional o propiciar una derrota del PRI que no sería ninguna novedad en ese estado. Sería la quinta al hilo.

La derrota del PRI buscaría también demostrar que el equilibrio político tricolor que lleva por nombre Manlio Fabio Beltrones, es falible. Su candidato, Castro Trenti, se habría atorado con el paquete.

Si eso ocurriera, en el fondo el actual jefe de la bancada priista en la Cámara de Diputados estaría contribuyendo con su disciplina y sacrificio político a la concordia nacional. De nuevo factótum de estabilidad.

Pero no seamos despistados y coloquemos los reflectores sobre la elección que de verdad inquieta en Los Pinos. La de la alcaldía de Puebla.

Instalado como uno de los punteros de la oposición al PRI para la presidencial del 2018, Rafael Moreno Valle se alzaría como héroe en un entorno de sequía de triunfos para el PAN. Si es derrotado, no podría justificarse como líder.

Por lo demás no dejen de ver de cerca lo que pase en Durango, Sinaloa, Chihuahua con la posible incursión, o intimidación, del crimen organizado.

En Veracruz se verán los efectos o los defectos del vendaval Yunes. Y en Aguascalientes si el PRI se conserva lozano. Hablamos el lunes 8.

(REPORTE ÍNDIGO/ Ramón Alberto Garza / Viernes 5 de julio de 2013)

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