martes, 23 de julio de 2013

EL CHAPO GUZMÁN, VERSIÓN SEATTLE, WASHINGTON

Leo Zuckerman
Se llama Jamen Shively. Lo conocí este fin de semana en el Centro Fox durante el simposio Estados Unidos-México sobre legalización y regulación de la mariguana.
 Es alto, joven y muy afable. Habla español a la perfección, aunque con acento. Es ingeniero por la Universidad de California en Berkeley y tiene estudios de posgrado en el MIT.

Diseñó el Sistema Táctico de Cemex utilizando tecnología artificial de punta. Luego trabajó para Bill Gates, en Microsoft, como uno de los altos ejecutivos encargados de la estrategia corporativa de productos del internet.

Ahora ha fundado una nueva empresa para producir, distribuir y comercializar mariguana. Es la versión moderna, del siglo XXI, de la súper cool ciudad de Seattle, Washington (donde la mariguana ya es legal), de nuestro Chapo Guzmán.

Shively, quien viajó a Guanajuato con su prometida, Misty (una rubia libertaria de Iowa con la que se casará este verano), es dueño de la empresa Diego Pellicer, la primera marca para la venta minorista de mariguana premium en Estados Unidos.

Le puso este nombre en memoria de su bisabuelo quien fue el vicegobernador español de la isla Cebú en las Filipinas durante el periodo 1890-1898.

Diego Pellicer fue “el más grande productor de cáñamo (la planta del cannabis) en todo el mundo durante la cumbre del Imperio Español.

Le abastecía a la Armada Española las cuerdas de cáñamo durante la Guerra Hispano-Estadounidense. Fue muerto por los estadounidenses durante esta guerra”.

En su honor, con su nombre, su bisnieto fundó una empresa para de nuevo producir y vender cannabis. La etiqueta de la marca lleva la cara de este hispano decimonónico de grandes bigotes.

Shively es, ante todo, un empresario. Todo lo que está haciendo es legal. Hay que recordar que en la pasada elección de 2012, el electorado del estado de Washington aprobó la Iniciativa 502 que legalizó la cannabis para fines recreativos.

Jamen, que vive en Seattle, vio la oportunidad y comenzó a adquirir dispensarios donde la mariguana ya se vendía de manera legal para fines medicinales.

La idea es, ahora, producir y vender cannabis en cafés, al estilo Starbucks, pero con la marca Diego Pellicer. Shively piensa que el movimiento hacia la legalización y regulación de la mariguana recreativa, que comenzó en Washington y Colorado, eventualmente ocurrirá en otros estados (en California tan pronto como en 2014), de tal forma que será legal en toda la Unión Americana en la siguiente década.

Y él, con la marca Diego Pellicer, estará listo para poner sus tiendas que prometen ser muy rentables.

El fin de semana, durante el simposio en el Centro Fox, Shively argumentó a favor de la legalización, regulación y tasación fiscal de la mariguana.

Cree que esta medida, lejos de costar miles de millones de dólares como actualmente se hace en su combate por ser un producto ilegal, generará mucha riqueza.

Visualiza un cambio en los valores sociales en Estados Unidos con respecto a la legalización. Piensa que no habrá marcha para atrás porque cada día queda más claro que pesan más los aspectos positivos que los negativos en echar abajo la prohibición.

El primer paso para legalizar la cannabis es la organización y educación de la sociedad, argumenta. El segundo es la comunicación e investigación y, el tercero, la cooperación internacional.

Dice que hay que combatir dos mitos que se retroalimentan: “La cannabis es ilegal y por tanto malo, y si es malo debe ser ilegal”. Es por eso que la gente no piensa mucho el tema.

Pero hay que superar estos dos mitos con la comunicación de los hechos, de la evidencia empírica. En todo caso, la meta para la sociedad es reducir el daño por el consumo de la mariguana.

¿Cuáles daños? Pues necesitan estudiarse, entenderse y desde luego que minimizarse.

Pero más allá de los problemas que genera la cannabis, están los problemas que generan su prohibición. “Nadie ha muerto por la planta; muchos sí por su prohibición”, dice Shively.

Además hay muchas detenciones y encarcelamientos, por no hablar del incremento del consumo del alcohol, que es una droga más dañina, al estar prohibida la hierba.

En conclusión, para Shively, “la prohibición ha sido un fracaso total; es esta política la que ha causado el daño”.

La solución es, entonces, legalizarla, regularla y cobrarle impuestos. Y tiene razón porque, al final del día, no sé usted, pero yo prefiero a un Jamen Shively vendiendo droga con ciertos estándares de calidad y sin ningún tipo de violencia, que a un criminal sin escrúpulos.

Twitter: @leozuckermann
(EL MAÑANA / Columna Leo Zuckerman /Martes, 23 de Julio de 2013)

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