La amenaza llegó antes de las dos de la madrugada, pero a los uniformados les faltó estrategia policiaca.
Redacción
Aquella fatídica noche del 15 de julio del año 2006, cuando cayó en prisión el comandante Mateo Díaz, el miedo se apoderó de toda una corporación policíaca de Cunduacán. Las balas pasaban rosando a los cuerpos de servidores públicos y la gente corría despavorida, mientras
que los sicarios daban órdenes, el objetivo era liberar al jefe de la
banda y otro de su compañero, detenido en el bar La Palotada.
"A todos nos hicieron el llamado que nos concentráramos en la base,
porque habían detenido a un sujeto bien grueso quien llevaba armas de
alto calibre y decían que eran de Los Zetas…." recuerda un agente con dificultad.
La calle Ramón Mendoza, fue
convertida en un campo de guerra rememoró: 'Nosotros llegamos rápido y a
los pocos minutos comenzaron los balazos. Un grupo de sicarios trataba
de rescatar a los dos detenidos, entre ellos a comandante "Mateo", un sujeto originario de Cunduacán.
El candado del portón principal no pudo ser destrozado y los
delincuentes, tras un par de horas de hostilidad, se marcharon dejando
al comandante 'Choco milk', muerto y a su compañero ministerial lesionado.
La amenaza llegó antes de las dos de la madrugada, pero a los
uniformados les faltó estrategia policíaca como para haber eliminado a Los Zetas, ya que por lo menos dos cayeron abatidos en plena calle Ramón Mendoza.
"Fue algo horrible, que en mis más
de 20 años de ser policía no me había tocado vivir, todos sentimos
miedo. Si hubieras visto a algunos de esos 'polis' que se creen muy
'machitos' entre nosotros, no encontraban donde esconderse".
(TABASCO HOY/ Redacción/ 31 de Mayo 2013)
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