martes, 7 de febrero de 2012

LOS PREMIOS DEL CARNAVAL DE MAZATLÁN






José Luis Franco   
No sé si a nivel mundial se dé el caso, pero en cuanto a lo nacional dudo que haya otra fiesta de este tipo que otorgue tres reconocimientos al trabajo intelectual durante su desarrollo, lo cual le concede un perfil destacable a nuestro bochinche anual.


Dos de esos tres galardones que se otorgan en medio de un ambiente de estruendosa pirotecnia, oropel, papel maché, cartón piedra, confeti y serpentinas, funcionan por medio de convocatorias, mismas que para cada caso tienen diferente alcance. Veamos.

El Premio Clemencia Isaura de Poesía, uno de los más antiguos del país (este año celebrará su versión LXXII), busca la participación de todos los poetas de la República Mexicana y ha llegado a recibir más de quinientos trabajos de los que, luego de una exhaustiva revisión por parte del jurado calificador (que prácticamente es renovado año con año), habrá de surgir el poeta laureado y los que a su juicio sean merecedores de menciones honoríficas.





 El máximo ganador de este premio que concede, además de una nada despreciable cantidad de efectivo, el privilegio de coronar a la reina de los Juegos Florales, es el ya fallecido campechano que echara raíces en Mazatlán, Carlos McGregor, quien puso a través de su trayectoria la friolera de siete coronas y en otras dos se quedó con las ganas al finalizar en segundo lugar. 


Este año el ganador, decretado por un jurado integrado por Álvaro Solís, Dalí Corona y Alí Calderón, es el poeta culiacanense radicado en el De Efe, Mijael Lamas, con Canción del Navegante de si Mismo, con el seudónimo: José Joaquín.

El otro que funciona con el mismo sistema es el Premio de Pintura Antonio López Sáenz, aunque este limitaba, hasta el año pasado, su poder de convocatoria a los artistas plásticos del estado de Sinaloa. Certamen bastante joven (fue instaurado en 1996), tenía el doble cometido de homenajear en vida al pintor porteño del que toma su nombre y de impulsar la actividad de los creadores en el estado. Eso hasta la versión 2011, que cierra una etapa de la historia del certamen.

Siempre cuestionado por circunscribirse tan solo a Sinaloa, para este 2012 el López Sáenz ha cambiado de ropajes, fronteras y periodicidad. Abandona su traje fundacional de premio de pintura para ajuarearse como Premio Bienal de Artes Visuales Antonio López Sáenz y abrir sus horizontes a Sonora, las Baja Californias, Nayarit y, por supuesto, Sinaloa. 





 Otra medida innovadora lo significa el incremento del monto de los premios, el año pasado eran 50,000 para el primero, 30,000 para el segundo. La Bienal otorgará 60,000, 40,000 y 30,000 para repartirse de la siguiente manera: el primer monto para Los contratistas, colectivo integrado por Isauro Huízar, Tomás Guereña y Miguen Ángel Fuentes, por Instalación; el segundo para el fotógrafo Luis Brito, por Paisajes Anónimos 8 y el otro para Óscar García, por obra sin título.

En lo referente al Premio Mazatlán de Literatura, el tercero de los reconocimientos al arte que concede el carnaval, este se cuece aparte. Para empezar se rige por un reglamento que de no ser por algunos indiscretos fuera más secreto que el que asumen los monjes tibetanos. 



Para continuar, el PML ha vivido dos épocas. La primera, que arranca con su origen, en 1965, cuando se distingue a José Gorostiza por su obra poética, aunque desde nuestro punto de vista fue un justo reconocimiento a esa inmortal pieza poética llamada Muerte Sin Fin. 


Aquel primer ciclo sería cerrado por la negativa de Carlos Fuentes de recibir el PML 1972 por su obra Tiempo Mexicano como encomiable respuesta a los momentos represivos que vivían los estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En vista de que el premio se politizaba (un año antes, en 1971, Elena Poniatowska, ganadora por Hasta no Verte Jesús Mío, otorgaba la mitad de su premio para la defensa de los presos políticos del 68) los organizadores, encabezados por Antonio Haas, pusieron mil pretextos para borrar del mapa al PML.

La segunda etapa del premio, que no sé si ya he dicho que se concede a lo mejor de la producción editorial del país en el año anterior a su entrega, fue inaugurada por Luis Spota, en 1984, por su novela Paraíso 25. En 85 el premio se viste de gala para llegar a las manos de Octavio Paz, quien vino con todo y su Marie José Tramini a recibir el galardón en la velada que entonces se llevaba a cabo en el cine Zaragoza. Así es, antes que el Nobel de Literatura, Paz recibió el Mazatlán.

La nómina del Premio Mazatlán de Literatura está plagada de nombres ilustres. Es, salvo algunas dudas, el dream team de la literatura mexicana, debidamente reforzado por nombres extranjeros como el de Ramón Xirau, Luis Cardoza y Aragón y Julio Travieso. Como una coincidencia grata, debemos mencionar que cuatro de sus ganadores han sido los únicos mexicanos que han obtenido el Premio Rómulo Gallegos, que se concede en Caracas, Venezuela. 



Nos estamos refiriendo a Carlos Fuentes, que rechazara el Premio Mazatlán de Literatura en 1972 por Tiempo Mexicano y aceptara el Rómulo Gallegos por Terra Nostra, en 1977. Fernando del Paso, que siguió el proceso a la inversa; él ganó el RG en 1982 por Palinuro de México y el PML en 1988 por Noticias del Imperio. Los otros son otras: Ángeles Mastretta, la poblana que llegara envuelta en el polvo de la polémica para recibir el PML de 1986 por Arráncame la Vida (quizá el libro ganador que más mazatlecos han leído) y nueve años más tarde (1977) llegara a Caracas en similares circunstancias para embolsarse el RG por Mal de Amores y convertirse en la primera mujer en obtener dicho galardón. La otra, Elena Poniatowska, la única en la historia que ha ganado en dos ocasiones en PML, que recibió en 2007 el Gallegos por El tren pasa primero.

Este año corresponderá a David Martín del Campo, por su novela Las siete heridas del mar (Ediciones B) recibir los ochenta mil pesos y el reconocimiento que concede el Premio Mazatlán de Literatura. Prolífico y polifacético, David Martín del Campo ha incursionado con éxito en todos los espacios de la literatura: la infantil, la juvenil, la de mayores, incluso fue el promotor de una novela experimental escrita a veintidós manos, de a dos capítulos por cabeza: El Hombre equivocado.

Estos son, a grandes trazos, los premios que concede el carnaval de Mazatlán. Todos ellos atractivos. Todos ellos generosos. Todos ellos polémicos. Todos ellos buscando enaltecer el espíritu. Todos ellos dentro del marco de una gran fiesta dedicada a la carne.

 

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