El día que todos anticipaban llegó… “era cuestión de
tiempo”
Paúl Mercado Desde que el líder de Los Mazatlecos,
Geovanny Lizárraga, fue detenido en Los Mochis y confirmara que el
Chapo Isidro tenía cooptada a la Policía, los guasavenses sabían que de
un momento a otro los días de calma aparente habrían de terminar. Era cuestión
de tiempo, repetían y repiten… y el tiempo hizo su trabajo: con el
enfrentamiento en pleno centro de la ciudad, el asesinato de tres militares y el
desmantelamiento de la Municipal, Guasave se convirtió en la antesala del
infierno. Ríodoce recogió el sentir de ciudadanos temerosos que, atrincherados
en el terror por haber quedado en el fuego cruzado, esperan días peores…
La persecución de sicarios en Guasave, la tarde-noche del lunes 30 de enero,
dejó una estela de espanto que aún no se puede disipar, no al menos en quienes
tuvieron la mala suerte de presenciarla, incluso escucharla a distancia o peor
aún, sufrirla en “permanencia involuntaria”, como si les hubieran vendido a
fuerzas un boleto de primera fila para ver una película de
balazos.
Quienes compartieron sus historias con Ríodoce, algunos
accedieron a cambio del anonimato y otros aceptaron el uso de uno de sus
nombres, pero sin apellidos. “Aunque ‘todo mundo’ fue testigo —fue la expresión
constante—, es mejor que no pongas mi nombre”. La pregunta fue elemental: ¿dónde
estabas cuando la balacera? Y las respuestas se convirtieron en una historia de
miedo colectivo.
“Todo empezó aquí, en la (colonia) 18 de Marzo, ahí por
la Escuela (Primaria) Nicaragua… Yo estaba en mi casa… Los balazos se escucharon
muy cerca de la Nicaragua… ahí empezó todo”, reveló Bernardino, maestro
universitario.
—¿Te tocó ver algo? ¿O solo escuchaste la
balacera? —No, nada más escuché disparos, patrullas y después
ambulancias. Estuvo feo.
Era el filo de las 19.00 horas. Los primeros
balazos, cual Santiago en una carrera de caballos, marcó el arranque no solo de
una espectacular, sino de una trágica persecución que a su paso fue provocando
reacciones. Algunos informaron por Internet a través de las redes sociales,
otros con sus celulares, pero el hecho le dio rápidamente vigencia al dicho
local de que “en Guasave, todo se sabe”.
Alma está embarazada y justo
acababa de salir de la casa de su madre cuando le sonó el celular y era
precisamente ella, quien preocupada le advertía de “una balacera muy fea que se
escuchó muy cerca”.
Pero para entonces Alma no solo estaba enterada, sino
prácticamente paralizada por el miedo: “A eso de las 6.30 de la tarde venía de
la casa de mi mamá, tomando la ruta menos transitada. Pasé por la (calle) Colón
y luego por la Revolución. A la altura de la panificadora Hernández, al querer
entrar al bulevar Central por la Corregidora, justo al momento de hacer el alto
para ver si venían carros, comencé a escuchar las detonaciones. Al mismo tiempo
miré que una niña corría y gritaba. Se metió a una casa… Al volver la vista al
bulevar pasó una camioneta a toda velocidad con el copiloto con medio cuerpo de
fuera disparando a los soldados que venían detrás de ellos, respondiendo igual:
a balazos. Lo único que pude hacer después de un instante de quedar ‘congelada’,
fue agacharme en el mismo carro y después de escuchar los disparos un poco más
lejos, me salí del camino igual que otros carros que estaban detrás de mí
esperando el turno para entrar al bulevar. Fue horrible ver que en el semáforo
del bulevar estaba lleno de carros y camionetas abriéndose paso desesperadamente
entre ellos… Ya no pude seguir manejando. Iba agarrando el celular cuando mi
mamá me estaba llamando porque la balacera se escuchó hasta su casa y pues, se
preocupó porque yo acababa de salir de ahí. Me dijo que no me moviera de donde
estaba y llegó con unos vecinos que estuvieron conmigo hasta que se me pasó un
poco el susto. La gente no sabía ni qué ondas y de repente pasaron patrullas
municipales, pero como 15 minutos después. Me tuvieron que traer a mi casa
porque no dejaba de temblar. Tratamos de agarrar la ruta más lejana y por toda
la ciudad se escucharon sirenas de patrullas y detonaciones… parecía zona de
guerra, y eso que no me tocó lo del Seguro, que dicen que ahí estuvo
peor”.
Para entonces, de las redes sociales Twitter era ya el espacio
donde casi en tiempo real se daba a conocer la noticia: “Reportan balacera en
Guasave, Sinaloa, en el sector del IMSS. Tomen precauciones”. O simplemente
twitteaban: “Balacera en Guasave”. Luego aparecían los detalles: “Oficial,
balacera en el IMSS de Guasave, militares vs sicarios”. Y también se asomó la
indignación: “Es una burla a la sociedad decir que la delincuencia ha bajado”.
Así, cada minuto un nuevo twitt con un nuevo dato: “3 militares perdieron la
vida”, “2 soldados más heridos”. Y el miedo se asomaba: “Miiiieerda, balacera en
Guasave y mañana agarro carretera para esos rumbos”.
19.20 horas. El muro
de Facebook no se quedó atrás: “No me había tocado nunca escuchar una balacera
tan cercana en mi ciudad. Por favor, cuiden a su familia, no salgan si no hay
necesidad”.
El post tuvo respuesta casi inmediata: “Me tocó ver la
balacera: iba a cruzar el bulevar Central frente a la Cruz Roja y me detuve ya
que se me cayó un arete y me agaché a buscarlo. Cuando ya me dispongo a cruzar,
escucho la ráfaga de balazos. Les juro que no hallaba a dónde correr… (Fue) un
momento lleno de angustia y me di vuelta y me refugié en donde arreglan zapatos.
También dos señoras con sus hijos pequeños y con sus caritas de susto, al igual
los que corrimos a protegernos”.
María tiene una boutique pero ese lunes
ya estaba en su casa cuando ocurrió la balacera. Su madre le comentó que pensó
se trataba de cuetones. Fue una de sus amigas que vive cerca de la Clínica 32
del Seguro Social quien le contó que sí le había tocado ver el desmadre: “Dice
que se asustó mucho”.
—¿Qué vio? —Vio las camionetas a todo
lo que da y los balazos después… es que ella vive a una cuadra del
Seguro.
Por el mismo rumbo también vive doña Juanita, tía de Enrique, una
mujer sexagenaria. Ella pasaba por ahí justo cuando se desató la balacera que
terminó con la vida de dos soldados sobre el bulevar 16 de Septiembre y dejó uno
más herido, pero que después falleció en Urgencias cuando recibía atención
médica.
—¿Qué te dijo sobre lo que vio? —Muy poco. Está muy
asustada. Es por la edad. De hecho no contesta el teléfono y no ha salido de su
casa desde entonces.
—¿Y de lo poco que dijo? —Dice que unas
gentes la metieron al Seguro, que la jalaron, prácticamente la salvaron de
alguna bala perdida porque ella se quedó pasmada… A sus 65 años de edad y en
medio de tanta maldad, dice que aún hay gente buena, refiriéndose a los que la
protegieron.
Enrique por su parte estaba en su trabajo, a cuatro cuadras
del Seguro. Escuchó las ráfagas. Fueron tres, pero muy intensas: “Solo recuerdo
que me espanté. No sabes qué hacer, eso no te da tiempo de reaccionar. Después
de 20 minutos nos enteramos de lo que pasó… Ahora ‘todo mundo’ está más
espantado porque se cree que esto de la muerte de soldados va a poner las cosas
más feas”.
Por su parte Luis dijo que cuando ocurrió la balacera estaba
en la Escuela de Derecho, lejos de la escena del crimen, pero asegura que su
compadre José, quien estaba esperando afuera del Seguro a que su esposa saliera
de trabajar y a su hija que estudia en la Asegurada, tuvo butaca preferente en
primera fila:
—¿Qué te dijo? —Dice que ahí todo empezó en el
Bancomer que está en la esquina de Constitución y bulevar 16 de Septiembre, que
los sicarios emboscaron una camioneta de militares, se le echaron encima con una
camioneta blindada. Luego siguió la balacera por el bulevar. Mi compadre quedó
impactado, inmóvil… y después se acordó de su esposa y de su hija y entró en
desesperación.
Leonardo, pequeño empresario, cuenta que estaba en su
establecimiento a la hora de los balazos y que poco a poco fue enterándose de lo
que pasaba: “Se hizo un desmadre”, precisa.
—¿Alguien cercano a ti
vio algo? —Dice una enfermera amiga mía que los militares estaban
llorando por sus compañeros caídos y que decían con impotencia que se iban a
vengar.
—¿Qué más dijo? —Que llegaron gritando para que
atendieran a sus compañeros heridos… y que uno falleció ahí en
Urgencias.
Las historias recogidas por Ríodoce de guasavenses que de
algún modo fueron testigos del enfrentamiento entre sicarios y soldados,
coinciden en que el grupo delictivo que ahora tiene sobre sus espaldas la furia
del Ejército es el que comanda el Chapo Isidro. “Esto se veía venir… era
cuestión de tiempo”, es la aseveración constante de la gente
consultada.
Fuentes cercanas a la Presidencia Municipal confirman que el
alcalde Ramón Barajas López estaba en una reunión en Guasavito, población
conurbada a la cabecera municipal de Guasave. Incluso el regidor Ricardo Beltrán
Verduzco lo corroboró, pues dijo, él también estaba en ese lugar. Al enterarse
de los hechos, el alcalde fue trasladado a su casa, desde donde dio seguimiento
a los trágicos acontecimientos. Ahí se enteró de la detención de su director de
Policía, Leocadio Cabrera Delgado. La expresión del presidente era de
preocupación. Había Desconcierto.
Sobre la detención del jefe policiaco,
testigos aseguran que los ánimos se calentaron ya que al parecer Juan Carrasco
Ruiz, jefe de la Policía en Ahome, habría provocado a Cabrera Delgado
reclamándole que sus hombres no llegaron a tiempo para atender el llamado de
apoyo, y diciéndole: “Andas valiendo madres”. Acto seguido ambos cortaron
cartucho y se apuntaron con sus pistolas.
A todo ello se sumó el regaño
que el general Moisés Melo García, comandante de la Tercera Región Militar, le
asestó al alcalde Ramón Barajas frente a los representantes de los medios de
comunicación, donde acusó la omisión de los policías municipales en los hechos,
lo que fue visto como un acto de prepotencia que solo buscó exhibir al
presidente.
“Vemos que hay una violación contundente a la autonomía
municipal; ahí queremos señalar y dejarlo bien claro (…) porque llegan los
militares como si fueran los paladines o los dueños de la justicia y de la ley,
cuando ellos son simples auxiliares y deben ser los primeros que respeten el
estado de derecho. No es posible que el general Melo regañe a diestra y
siniestra, creyéndose el Supremo y que puede pisotear a otro poder. Eso no lo
vamos a permitir en Guasave, ni en el estado”, reclamó el regidor Beltrán
Verduzco.
Dos días después, el gobernador Mario López Valdez habló sobre
el asunto en La Primavera, Angostura, y reiteró lo que ha venido declarando
desde inicio de año: que hoy sí se le tiene respeto a las policías, que esos son
casos aislados y que los delincuentes no tienen tomadas las calles ni están
dando órdenes a la autoridad.
Eso a pesar de que el hecho violento de la
tarde-noche del pasado lunes 30 de enero dejó en claro todo lo contrario y que
Guasave se ha convertido en un lugar donde habita el miedo… Más lo que se
asoma.
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