Dueños
y concesionarios de terrenos en Nayarit están siendo sometidos a
extorsiones, despojos, robos, levantones y secuestros en esta entidad,
pero sus intentos de obtener justicia se han topado con un obstáculo
grave: sostienen que el fiscal general del estado, Édgar Veytia, es
quien encabeza a los sicarios del Cártel del Golfo que tienen
atemorizada a la población… Sin embargo, las autoridades federales no
quieren darse por enteradas.
COMPOSTELA, NAY.- La Peñita de
Jaltemba es uno de los ejidos más ricos de Nayarit: sólo en 2012 generó
utilidades de entre 40 y 50 millones de pesos. Su padrón es de 565
ejidatarios, quienes luego de 20 años de ser representados por personas
sin escrúpulos decidieron hacer un cambio democrático en su mesa
directiva.
“En noviembre de ese año mis compañeros ejidatarios me
pidieron ayuda porque el excomisariado Francisco Zúñiga se robó el fondo
de las empresas del ejido: gasolineras, locales comerciales, tiendas y
bodegas. La nueva mesa directiva determinó practicar una auditoría y el
resultado fue que se habían tenido ganancias de entre 40 y 50 millones
de pesos”, cuenta a Proceso el ingeniero Adrián Villanueva Salgado.
“Acudimos
con el fiscal general del estado, Édgar Veytia”, continúa, “para que
conociera a los nuevos integrantes de la mesa directiva y el comité de
glosa encargado de la auditoría informara del fraude detectado”.
El
fiscal les prometió apoyo, se comunicó telefónicamente con el
gobernador Roberto Sandoval Castañeda y lo puso en el altavoz. Los
ejidatarios escucharon a Veytia decir que iban a auditar al expresidente
del comisariado, Francisco Zúñiga, y el gobernador les aseguró que no
permitiría ese robo.
El fiscal agregó que 24 horas después de
interpuesta la denuncia, el defraudador estaría en la cárcel. La
investigación comenzó, pero el pasado 26 de febrero los denunciantes
recibieron las primeras amenazas de muerte de sicarios contratados por
Zúñiga: “Les dije a los compañeros que esto era para amedrentarnos.
Decidimos continuar. Al mes siguiente el compañero Regino Cruz y su tío
Ruperto fueron atacados en su propia casa, destruyeron su camioneta y
les advirtieron que si no parábamos, nos matarían junto con nuestros
hijos”, recuerda Villanueva.
Los integrantes del comité de glosa
acudieron con Veytia para denunciar a Mario Muletas El Chueco –quien
controla a La Maña (como llaman allá a la delincuencia organizada) en el
municipio de Compostela– y a Maximiliano Rojas o Ávalos –cabeza
principal del crimen organizado en el estado– como los enviados por
Zúñiga, a quien el gobernador promueve para ocupar la alcaldía de
Compostela. El fiscal aparentemente movilizó a la policía y hacia las
18:00 horas llamó a los ejidatarios. Les dijo que ya tenía detenidos a
los delincuentes. Los quejosos los reconocieron.
Cuando salían de
la Fiscalía General del estado, recuerda Villanueva, Veytia “me llamó
para decirme que me había nombrado a un asesor, de apellido Blancas”.
“En
abril me encontraba en Tepic, en mi oficina, cuando (Blancas) me llamó y
me pidió ir al ejido. Me citó en un restaurante frente al centro
botanero Los Potros, lugar de reunión de La Maña. Al llegar vi a Blancas
con una banda de sicarios. Me dijo: ‘Tengo órdenes de Zúñiga de que
detengas la auditoría. Llevas dos mensajes, éste es el tercero. A tus
hijos, tu esposa y a ti se los va a cargar Pancho Villa… piénsale,
porque con esos indios ignorantes, huarachudos y pendejos no vas a ganar
nada’.”
El 5 de mayo hubo otra asamblea ejidal en la cual se
acordó denunciar las amenazas. “Al término, como a las dos o tres de la
tarde, llamaron al compañero Regino Cruz y le dijeron: ‘Junta al
ingeniero y a tu bola de pendejos porque ahora sí se les terminó el
tiempo’.
“Hablé con Blancas y le reclamé por esta nueva amenaza.
Me citó pero le dije que ahora él tendría que acudir a mi negocio… y
llegó con cinco hombres armados. Me dijo: ‘Aceptas una propuesta del
fiscal o te mueres’. A cambio de 3 millones de pesos yo debía desistirme
de presentar la denuncia por fraude contra Zúñiga. Nos negamos.
“Le
pedí a Blancas que me enfrentara con el fiscal. ‘Pues él es quien te va
a matar, no seas pendejo, Villanueva. Tú y yo fuimos amigos, compañeros
de niños; por eso no te puedo matar, pero ya no tendremos tratos. Otros
te van a asesinar por mí’, me respondió.
“Blancas me llamó al
mediodía para decirme: ‘Ya está enterado el fiscal. Te va a buscar, pero
para matarte’. Reuní a los integrantes de la mesa directiva, del comité
de glosa y a los auditores para entrevistarnos con el fiscal. (Éste)
llegó enojado, aventó la silla, el presidente del comisariado temblaba
de miedo. Le espetó: ‘Quedamos en que ibas a controlar a la asamblea y
yo al ingeniero’.”
Villarreal intervino para advertirle al fiscal
que el agente del Ministerio Público que estaba a su lado ya tenía la
denuncia penal PEN/96/013.
“Me dijo: ‘¡Contigo no quiero hablar,
cabrón! ¡Salte de aquí!’. Me corrió. Desde ese día estuve escondido y no
pude escapar del estado sino hasta el 4 de septiembre.”
Al no
lograr su objetivo, Veytia, Zúñiga y sus cómplices invirtieron la
jugada: la extesorera ejidal Piedad Ayón Velasco presentó una denuncia
por extorsión contra Villarreal y contra Sergio Montes, otro ejidatario,
a quienes acusó de intentar extorsionarla por 3 millones de pesos.
La
defensa de Villarreal la lleva su esposa, Amalia, a quien Blancas y su
gente han amenazado. Le dieron un ultimátum: “O me entregaba en una
semana o secuestrarían a uno de mis hijos”, cuenta el ingeniero.
Y desde junio el fiscal “secuestró” los expedientes del caso.
Villarreal
sigue: “Llegué el 5 de septiembre a la Ciudad de México y entregué
copia de todos los documentos a la Presidencia, a la Suprema Corte, a
Gobernación, a la PGR, a la Secretaría de la Función Pública y a la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
“Todos han recibido ese
escrito pero nadie lo ha leído. Blancas es quien, en representación del
fiscal, mueve a La Maña en todo Nayarit. Mi esposa está en peligro, a
diario la visitan los sicarios y nadie me hace caso.”
Cesiones forzadas
Agustín Magallanes Paz habitaba la Peñita de Jaltemba hasta que fue amenazado de muerte por Zúñiga y Veytia.
“No
soy sólo yo. Tengo conocimiento de casos como el de Gerardo Rosas,
quien fue sacado de su casa por sicarios al mando de Zúñiga, bajo la
sombra del fiscal. Fue llevado a las oficinas del comisariado ejidal y
lo obligaron a firmar la cesión de derechos de un terreno”, asegura a
este semanario.
“Francisco Zúñiga en su periodo administrativo (en
el ejido) cayó en la avaricia. En el plan de adueñarse de nuestros
bienes (y con ayuda de personas que se dedican a robar, secuestrar,
levantar, vender droga y cobrar cuota y que trabajan para el Cártel del
Golfo) en febrero de 2011 intentó sacarnos de nuestros terrenos.
“Cuando
no lo logró, nos acusó de falsificación de documentos. Quienes
ocupábamos el predio empezamos a recibir amenazas. Uno, Francisco
García, en marzo de 2012 se asustó y huyó de la zona con todo y familia;
los otros dos, Cirilo y Brenda, mi hija, están presos por negarse a
desalojar.
“Al principio iban contra las esposas e hijos de los
ejidatarios. Dagoberto Peña Gómez y Álvaro González Mojarro, presidente
de vigilancia y secretario del comisariado, respectivamente, llegaban a
amenazar. Al no poder despojarnos, me acusaron de falsificación de
documentos.
“Este predio de 5 mil 700 metros cuadrados lo
adquirimos en 2001 a través de una cesión de derecho ante notario.
Cuando llegó este comisariado y vio que no nos espantaba, negoció con
Mario Ruiz Ortega –la persona que me vendió– y bajo amenaza me denunció
por falsificación de firma en agravio del ejido. El 23 de julio de 2011
me detuvieron por falsificación de documentos; tres meses después el
juez me absolvió por falta de elementos”, dice Magallanes y cita las
averiguaciones previas BUC/EXP/172/2011. PEN/EXP/116/2011 y
PEN/EXP/202/2011, donde se asienta lo anterior.
El 10 de abril de
2012 Magallanes atendía su puesto de frutas, dulces típicos y plantas:
“Cuando salgo me doy cuenta de que me sigue un vehículo. Me orillé para
dejarlos pasar pero me cerraron el paso. Cuatro hombres encapuchados
bajaron de vehículos de la Policía Judicial del estado, armados y con
uniformes de la corporación. Se acercaron a la puerta de mi vehículo, la
abrieron, me bajaron y me pasaron al asiento de atrás”, narra a
Proceso.
Un día después lo llevaron a la Fiscalía General, lo
metieron bajo un escritorio en los separos. Ahí escuchó que los agentes
preguntaban quién iba “a cooperar” para la cena. Magallanes dijo que él,
si le quitaban las esposas. Mientras los policías cenaban y descuidaban
su vigilancia él pudo mandar mensajes de texto a sus hijos Brenda y
Paul, quienes al día siguiente interpusieron el amparo 441/2012/IV
contra la fiscalía por la privación ilegal de la libertad de su padre.
En
el patio de la fiscalía, Veytia le dio manotazos a Magallanes y lo
acusó de tener nexos con narcotraficantes de la región. Además, le
advirtió, en su campaña por la gubernatura Sandoval Castañeda “les
prometió a los ejidatarios mi terreno. ‘Las promesas de campaña se
cumplen’, dijo. ‘Tienes que regalar ese terreno o atente a las
consecuencias. Puedo ordenar que me traigan la cabeza de uno de tus
hijos’. Le dije: ‘No, señor, yo le firmo’”.
Luego lo llevó a una sala donde estaban los representantes del ejido encabezados por Zúñiga.
El
fiscal les dijo que Magallanes había aceptado firmar una cesión de
derechos: “Pero como aquí somos gente honesta le vamos a regalar 500 mil
pesos para que se ayude, porque no queremos perjudicar a nadie”.
Los
integrantes del comisariado estuvieron de acuerdo y dijeron que en 24
horas regresarían con el dinero, pero antes lo hicieron firmar un
documento donde señalaba que por su voluntad entregaba la propiedad al
ejido y otorgaba el perdón amplio en cuatro o cinco denuncias
previamente interpuestas contra ellos.
El fiscal envió a
Magallanes a un hotel. Mientras estaba en su habitación, dos veces
agentes de la fiscalía se llevaron su celular: “Regresaban, me ordenaban
que le hablara a mi hija para que se desistiera del amparo. Le hablé
pero me contestó: ‘Papá, no pierda su tiempo. Mientras no lo vea, no me
desisto’”.
Al día siguiente lo regresaron a la fiscalía para darle
los 500 mil pesos. Cuando los integrantes del comisariado se retiraron,
el fiscal lo llevó a un privado: “Aquí te vas a mochar con mi comisión.
Vamos a medias en esto”, le advirtió.
“Empezamos a contar y le entregué su dinero. Ordenó que me llevaran al banco a depositar lo mío”, recuerda.
Después
lo trasladaron al predio para que lo entregara físicamente: “En ese
momento mi hija estaba en San Blas, reportando mi secuestro en la base
naval. Les dije a los agentes que los marinos iban a empezar a buscarme,
se lo comunicaron al fiscal y les dio la orden de regresarme. Así me
liberaron”.
El 13 de abril de 2012 llegó el agente del Ministerio
Público Édgar Briseño Medina, adscrito a La Peñita, con dos partidas de
judiciales para tomar posesión del predio: una palapa de 30 metros de
frente por 12 de fondo. Los cinco empleados fueron amenazados: “Uno
preguntó con base en qué tenían que desalojar. Les respondieron que ya
me habían pagado por la cesión de derechos. Mi hijo salió y empezó a
tomar fotos. Lo agarraron, le quitaron la cámara y lo encerraron en la
cajuela de una patrulla. Ya nadie dijo nada”, cuenta Magallanes.
Pero
no les bastó: seis meses después del despojo del predio, sus hijos
Brenda, Iris y Paul Magallanes Montes de Oca fueron detenidos. A Iris y a
Paul el comandante Roberto Quiñónez los bajó de su vehículo cuando
circulaban por el fraccionamiento Rincón de Guayabitos. A Brenda la
sacaron de su negocio.
“A raíz de mi secuestro mi hija Brenda le
envió e-mails a Felipe Calderón pidiéndole auxilio por las
arbitrariedades vividas. Calderón ordenó a la delegación de la PGR en
Nayarit que investigara. De ahí nace la averiguación previa 052. También
interpusimos una denuncia ante la PGR, en la Fiscalía Especializada en
Delitos Cometidos por Servidores Públicos, la cual inició como acta
circunstanciada AC/037/UEIDCSPCAJ/2012; en agosto de 2013 pasó a ser la
averiguación previa 156 contra Zúñiga y Veytia.
“De un tiempo a la
fecha los asesores de la Fiscalía General, el licenciado Alfonso
Blancas, por indicaciones de Veytia, me dice que mientras no retire las
denuncias, en la cárcel mis hijos corren peligro y no van a salir. El
patrón (fiscal) va a pasar siete años en su puesto y mientras esté ahí
nada va a proceder”, cuenta Magallanes.
Terrenos federales
Gabriel
Rosales Hernández, propietario del restaurante Los Huicholitos, en
Rincón de Guayabitos, es uno de los 14 comerciantes con más de 20 años
en posesión de esta zona federal; en 2005 recibió de la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a nombre de su esposa
Leticia Gómez Martínez, una concesión por 15 años para trabajar en la
zona.
Recuerda: “A finales de 2010 llegó Salvador Durán Huerta,
representante de la empresa Duvasa. Llevaba gente armada, aunque ante
nosotros se presentó en forma pacífica. Dijo que en un remate bancario
había comprado la tierra colindante con la nuestra. Nos propuso
relacionarnos con bancos para que nos otorgaran créditos y mejorar la
imagen de nuestros negocios.
“La segunda vez que fueron todo
cambió. Al propietario del hotel Colibrí lo despojaron de su negocio, al
cual resguardan con gente armada.”
“Goyita Téllez Martínez, mi
cuñada, el 6 de febrero de este año fue la primera que denunció ante el
Ministerio Público Federal Adalberto López Leal que un grupo de sicarios
a mano armada la obligaron a salir de su propiedad. Actualmente
quedamos cuatro en la lucha. Los demás huyeron.”
De los terrenos
que reclama Duvasa una parte es zona federal y otra son las calles
Emilio M. González y Marisol, registradas en Desarrollo Urbano del
estado.
Rosales muestra a la reportera copias de las escrituras
del terreno reclamado por Duvasa, del Periódico Oficial de Nayarit,
planos de la empresa donde aparecen delineadas las calles y peticiones
de apoyo que han hecho al gobernador.
También da lectura al oficio
PROEPA/ 038/2013, emitido por la Semarnat, en el cual les reconoce las
concesiones de 2005. Sobre la escritura de Duvasa señala: “La empresa no
tomó en cuenta que parte de los terrenos que reclama en propiedad
privada son en realidad terrenos ganados al mar; en consecuencia son
bienes de la nación”.
Agrega que el pasado marzo, en nombre de
Duvasa, Nora Adriana Ramírez Mendoza y Rodolfo López Bishop solicitaron
la revocación de 10 de las 14 concesiones.
“El poder que ellos
tienen como empresa se hizo en marzo de 2003 en Jalisco; ahí los poderes
vencen a los cinco años. ¿Cómo es posible que escrituren en octubre de
2008, con el poder vencido?”, señala.
–¿Quién está atrás de la gente de Duvasa? –se le pregunta a Rosales.
–El
hotel Colibrí lo tiene resguardado la fiscalía. Como 100 agentes
dormían ahí. La encargada es Míriam Aurora Gálvez González. También se
posesionaron del hotel Teresitas. Quien empezó a intimidarnos fue Josué
Aguirre Joya; le dimos 300 mil pesos a cambio de que nos dejara trabajar
en tierras que tenemos en concesión legal.
En la misma situación
de amenaza y extorsión desde hace 26 años se encuentran 73 familias
posesionarias del mismo número de lotes ubicados por la calle principal
del puerto de Guayabitos, en avenida del Sol Nuevo y Retorno Caoba,
conocido como Colonia Mercado 21 de Septiembre.
Bertha Alicia
Rivera Ríos recuerda: “Por ese tiempo ocurrió una tragedia muy grande
por los terrenos de la playa. Una compañía pretendía quedarse con ellos y
mataron a dos compañeras, Elizabeth Ruiz Martínez y Esther Martínez
Yáñez. Ahora existe la duda de que Duvasa sea en realidad la misma
empresa que llegó cuando las mataron a ellas. El apoderado era Arturo
Altamirano, lo apoyaban el entonces alcalde Heriberto Conde Valdez y el
gobernador Rigoberto Ochoa. El modo de operar es el mismo. Queremos que
las autoridades nos protejan e investiguen”, exige.
/20 de diciembre de 2013)
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