lunes, 8 de julio de 2013

LOS RENGLONES TORCIDOS DEL OBISPO

Saltillo.- Muchos los han criticado. Otros los aplauden. Cientos los acompañan y celebran sus misas. Otros lanzan frases lapidarias y condenan sus acciones al punto de exigir su salida de la Iglesia.

 Sacerdotes de Saltillo han alcanzado fama, incluso nacional, debido a la forma tan sui géneris de predicar la palabra.

El mismo obispo Raúl Vera, encargado de la Diócesis de Saltillo desde el 2000, ha sido señalado como un católico diferente, revolucionario, incómodo durante su trabajo pastoral, señalado incluso por los sacerdotes de su Diócesis, como en el caso del sacerdote Pablo Pérez, ex integrante de los Legionarios de Cristo.

Polémico y crítico, Vera se ha caracterizado también por ser altamente abierto a los grupos vulnerables en general, lo cual lo ha convertido en uno de los personajes que hace contrapeso en materia de opinión pública.

No por ello ha dejado de ser cercano al Vaticano, fiel devoto de Juan Pablo II, monseñor Vera ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales gracias a su labor pastoral cercana a obreros, mineros, homosexuales, sexoservidoras, que no tenían antes cabida en la Iglesia.

No obstante, de la mano de la “doctrina revolucionaria” impulsada por el prelado, otros sacerdotes han buscado la forma de hacer de la fe un mecanismo de lucha, protesta y difusión ante la evidente crisis de las creencias.

Adolfo Huerta, el llamado padre Gofo, es quizá el caso más significativo debido, esencialmente, a su marcado activismo social y a sus polémicas declaraciones que ponían en duda la existencia de Dios y cuestionaban el celibato.

Humberto Álvarez, que por su manera de vestir la sotana con figuras de superhéroes y usar una pistola de agua para imponer el agua bendita ha dado la vuelta al mundo, que lo ha visto como parte del México Rojo que durante los últimos años se ha vestido de violencia.

Ellos y otros sacerdotes han resultado la piedra en el zapato de una Diócesis que ya de por sí resultaba polémica por las acciones de su líder.

No obstante, la comunidad católica se encuentra dividida. No así las autoridades eclesiales o el mismísimo Vaticano, que a pesar de todo no ha visto con buenos ojos las acciones de sus pastores a la hora de conducir el rebaño.

El siguiente texto es una recapitulación de las diferentes polémicas que han ocupado a la Diócesis de Saltillo en los últimos días y un recuento de lo que hace algunos meses La Revista le había presentado como una forma diferente, en que los siervos de la Iglesia realizaban en Saltillo su labor.

GOFO RECLUIDO Y EN ORACIÓN

Adolfo Huerta Alemán, sacerdote de la Diócesis de Saltillo, con un marcado activismo social, dejó de ejercer públicamente el ministerio por un lapso de seis meses, por petición del Vaticano, según lo dio a conocer hace algunos días la Diócesis de Saltillo.

La separación de padre Gofo fue en respuesta de una investigación realizada por la Congregación para el Clero, de la Curia Romana.

La Congregación “ha solicitado a monseñor Raúl Vera López, O.P., Obispo de Saltillo, que envíe un informe respecto a la situación de dicho sacerdote, el cual ha sido enviado inmediatamente al Vaticano por el obispo diocesano”, precisó un comunicado oficial.

“La Congregación para el Clero –organismo responsable de dar la ayuda necesaria a los obispos respecto a la vida de los presbíteros de la Iglesia y al ejercicio de su ministerio pastoral–, tiene particular interés en lo referente a los temas de doctrina y disciplina que corresponde observar a los sacerdotes y que han sido abordados en las notas periodísticas que se refieren al padre Adolfo”, agrega el comunicado difundido la semana pasada…

El texto de la Diócesis de Saltillo aclara que “no están comprobados los delitos de los que se acusa al padre Huerta Alemán”. “A solicitud del área de comunicación de la Diócesis de Saltillo se pidió el audio de la entrevista con el padre, y en él no se encontraron temas de doctrina o disciplina, por lo que no se alcanzó a verificar la información”.

La controversia surgió a partir de la publicación del texto “El cura que duda de Dios y goza el sexo”, publicado en el sitio web de “Proceso” por el periodista Juan Pablo Proal. En la charla, el padre Gofo, afirma que mantenía una vida sexual activa y acota que en ocasiones duda de la existencia de Dios. Ni el sacerdote ni la Diócesis de Saltillo enviaron una carta aclaratoria, por el contrario, el prelado suscribió el contenido de la charla publicada.

En un mutuo acuerdo entre el obispo diocesano y Adolfo Huerta Alemán, el padre se tomará un período de reflexión respecto a su vida sacerdotal, dejando de ejercer públicamente el ministerio por un lapso de seis meses, destaca el texto.

Subraya que la separación no obedece a sanción alguna, ya que conserva su condición de vicario parroquial en la iglesia El Señor de la Misericordia.

“Estos meses, el presbítero estará con asesoramiento espiritual y humano, para ubicar su servicio sacerdotal en una dimensión integral, como es deseo del mismo sacerdote; recordando que el profeta Elías buscó depender de Dios durante un retiro de tres años dentro y fuera de Israel, logrando hacer, tras ello, una evangelización profunda y radical con un impacto en todo su país”.

“Lamentamos el daño que un escándalo así pueda causar en la fe del pueblo de Dios y rogamos la oración de la feligresía por todos los sacerdotes de la Diócesis de Saltillo, y por todas las personas cristianas que buscan estar junto a los más alejados y vulnerables a través de sus acciones pastorales, lo cual les lleva a padecer situaciones difíciles”, concluye el texto.

El padre Gofo se ha distinguido por ser un activista que apoya luchas sociales como el Movimiento de los Indignados de Coahuila, la organización #YoSoy132 y a la comunidad gay, entre otras.

Además, se caracteriza por atraer feligreses disfrazándose y realizando misas especiales para jóvenes con trajes de luchador, con música de rock y escribiendo cuentos que son distribuidos a través de Internet.

SACERDOTE CON PISTOLA

La punta de la pistola lleva enredada un rosario de cuentas de madera café. Si se presiona el gatillo no dispara balas, sino agua bendita. La misma que baña domingo a domingo los cuerpos de decenas de fieles que van a la misa en el templo del Ojo de Agua.

Mantener la atención de los creyentes durante una hora requiere más que una pistola, demanda el creer. La idea no era sembrar pánico, sino un mensaje de paz. Humberto Álvarez la porta con orgullo. Es el párroco y el sacerdote que también se atrevió a modificar el sagrado signo de la casulla con Superman y Batman.

Dispersos entre el blanco de la túnica, los superhéroes lo acompañan dentro y fuera de la misa. La primera vez que la usó fue durante una eucaristía en la Catedral de Santiago, le fue mal y bien, la decisión la había meditado y sabía que no todos lo verían con buenos ojos. Del obispo de Saltillo, Raúl Vera López, no recibió regaños.

Humberto Álvarez viste una playera, jeans y tenis. Nació el 25 de marzo de 1972. Se sienta delante del altar y habla sobre las críticas de los fieles cuando lo vieron romper con esquemas tradicionales de la misa católica. “Pierdes una cosa, pero le ganas por otro lado”.

No tiene duda de que sus destrezas han servido para atraer a niños y adultos a la misa dominical. Después de escuchar el evangelio, los fieles le piden una foto, lo buscan para que les dé la bendición.

“Hubo un grupo que a mí me apoyaba y dejó de hacerlo por esa casulla, dijeron ‘padre, no estamos de acuerdo, no nos gusta que deje ver una caricatura en algo tan sagrado y se fueron’”, cuenta sorprendido.

Es domingo al mediodía y ahora está llevando la liturgia con su polémica casulla. Los niños le rodean, la gente reza, canta, pero no deja de observar al presbítero. Al final se abre paso entre los fieles, toma la pistola verde y roja con las dos manos y dispara agua bendita. Todos ríen, pero ahí están ya en paz, tranquilos por haber recibido la bendición de Dios.

“A razón de las primeras balaceras que hubo aquí en Saltillo, me tocó ver el esquema del miedo, y partiendo de ahí lancé en la siguiente misa el disparo con esta pistola, utilizando la frase ‘te quiero disparar, pero con bendiciones, recibe este signo del agua bendita’”.

El arma de plástico se la regaló un niño. Le recuerda su infancia porque jugó a los policías y ladrones, simulando pistolas con el dedo índice y el pulgar. Está convencido de que la Iglesia debe adecuarse a la realidad y que un símbolo le es útil para acercarse a los hombres, a las mujeres, a niños y adultos que necesitan de Dios, que tienen sed de creer.

A Batman y Superman los eligió no por meros superhéroes, sino por las historias de quienes están detrás. “Nos hablan de actitudes de lucha y esfuerzo, de lograr vencer temores, encontrar la paz y el perdón”, dice Humberto Álvarez con una voz entonada.

Fue ordenado sacerdote en mayo de 1999 y 13 años después forma parte del movimiento ciudadano #YoSoy132, ya que no le gusta quedarse callado. “El que yo me sume significa alzar la voz junto con este movimiento que dice ‘no estoy a favor de esto, de la corrupción de la política en el país’”, comenta.

No porque sea sacerdote debe guardarse su opinión. Se define como un padre diferente que crea ideas para atraer a su grey. “Jesús fue diferente y buscó la justicia siempre, debemos seguir su ejemplo”.

LA MISA DE LAS BOTARGAS

Algunos bailan, otros aplauden, la mayoría canta. Pero todos se ven contentos. Las bancas, el altar y la Virgen de Fátima son testigos de esa algarabía que se apodera del templo cada domingo al mediodía.

Blanca Nieves sonríe dulcemente a las niñas y los niños que están en los escalones; la Bella Durmiente toca con suavidad las cabezas de los pequeños, el Capitán América saluda a las manitas que lo quieren tocar y Lola, de “Plaza Sésamo”, mueve su gran cabeza al ritmo de la batería y la guitarra.

En medio de los personajes, el padre Jesús Pedro Oyervides, más conocido como Chuy Pedro, el vicecanciller y rector del templo. Su tez blanca, ojos verdes y barba amielada contrastan con la casulla verde militar que lleva sobre su torso.

No todas las misas son así. Uno ve que las botargas bailan y pareciera una fiesta infantil, pero luego aparecen de fondo las imágenes de las vírgenes y el crucifijo y recuerdan que es una celebración eucarística.

La misa de los niños está pensada pedagógicamente, el padre Chuy Pedro dice que las botargas, los cantos y las coreografías llaman la atención de los niños, pero también los acercan a la religión.

“Se utilizan elementos que ayuden a comprender la misa, visualmente entienden muchas cosas los niños, todos los colores de las botargas están pensados para que los bebés, cumpliendo las normas litúrgicas, estén entretenidos y les guste venir a la casa de Dios”.

Cada domingo, el templo ubicado sobre el bulevar Venustiano Carranza se llena a reventar. Después de recibir la bendición, alzan los brazos, aplauden y cantan orientados por un grupo colocado en la parte alta, al final de la capilla. Las canciones hablan de Dios, de la fe, de la paz.

“Nos hace falta más espacio, la verdad es que hay ocasiones en que esto se está desbordando, ni siquiera se puede caminar, viene mucha gente porque trae a sus hijos chiquitos y agradecen esta misa porque mantiene a los niños contentos, pero cerca de Dios”.

Chuy Pedro se ordenó en junio del 2000 y dice que son pocas las personas que son conservadoras, que critican la manera de llevar la liturgia. Prefiere quedarse con las buenas intenciones de los que cada semana llegan al templo a una experiencia diferente.

El sacerdote es divertido y jovial a sus 39 años. “Soy un padre que vive de acuerdo a su época actual, ahorita tenemos que estar en la jugada, no hay grandes pretensiones, se trata de generar un poco de paz de otra manera.

“Cuando cada persona busca a Dios, lo busca para tener paz y se ve que la gente sale de aquí con paz, estos espacios crean un poco de paz y lo demás se da por añadidura”.

(ZOCALO/  Revista Visión Saltillo/  Redacción / 08/07/2013 - 05:00 AM)

1 comentario:

  1. a mi me gustacomo oficia la misa el padre chuy pedro. me la paso muy bien y siento a dios mas cerca que nunca.

    diana aguirre

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