lunes, 8 de julio de 2013

JULIO 7: VOTAR O CLAUDICAR

Más allá de elegir hoy a presidentes municipales, diputados locales, regidores y síndicos procuradores, la dimensión del veredicto tiene que ver con la voluntad que los sinaloenses tengamos para vencer los miedos y derrotar también formas de gobierno —legítimas o fácticas— que han acabado con todo, incluso con la esperanza y la confianza. La decisión a tomar es crucial: arrebatar o besar el látigo de nuestros verdugos.

Podría paralizarnos el terror que acecha la elección o bien sacar los arrestos para decir de lo que estamos hartos. Ver desde el balcón el fortalecimiento de la barbarie política o salir credencial de elector en mano para marcarle al alto a catervas facinerosas enmascaradas de redentores sociales. Aquí no se trata de partidos o de dádivas; se trata de nosotros, los sinaloenses, y el derecho a recuperar y conducir la tierra que ellos escrituraron a su nombre.

En razón de ello, cada voto que caiga en las urnas irá descifrando las contraseñas ocultas del poder en Sinaloa. El sufragio dirá lo que rescatamos como sociedad reflexiva y lo que sacrificamos como pueblo aturdido, ambas cuestiones cruciales para delinear el presente en momentos donde solo nos queda la voluntad popular como fuerza para desatorar la maquinaria del poder compuesta de engranajes tan arcaicos como el de la corrupción y otros menos viejos pero más nocivos como la narcopolítica.

Es un error concebir el voto como mero acto de deliberación personalísimo y por lo tanto individualmente inocuo. La teoría de cruzar la boleta electoral como acción mecánica y aislada, incapaz de afectar el veredicto social en su conjunto, resulta tan equívoca como el pasaje aquel del único hombre que salía de las cavernas para regresar a contarles a los demás la manera en que veía al mundo, obviamente matizando dicha visión externa con sus propios sentimientos, invenciones y miedos.

El ciudadano tiene que aprender a elegir en razón no de él mismo sino del conjunto humano al que pertenece. Educarse en la democracia significa mínimamente pensar a la hora de evaluar la oferta política qué elementos les queremos dar a nuestros hijos para que las posibilidades de bienestar sean mejores a las nuestras, ello si es que nos resultara imposible razonar sobre las condiciones a las que nos ha condenado a vivir una casta de gobernantes de gran vocación traidora.

En Sinaloa presenciamos la demolición de todas las esperanzas y baluartes sociales y pareciera que asistimos a la coronación de la apatía. La defensa de lo valioso, responsabilidad de todos, no va más allá del suave gemido que a su vez delata el dominio de la cobardía en las masas. 

Cada vez nos apocamos demasiado frente a los distintos tipos de poder que nos condenan a resistir, no a vivir, en un modo de subsistencia que se instituye a partir de los horrores individuales o generalizados.

Preguntémonos a la hora de tener en nuestras manos la boleta electoral si lo que tenemos es lo que realmente merecemos. ¿Es prudente dar nuevas oportunidades a una calaña de políticos irreformablemente ingratos? ¿Vamos a aniquilar la institucionalidad de una vez por todas para que gobierne la bestialidad? ¿Cuándo fue que llegamos al límite de poner a la delincuencia organizada en el Gobierno? ¿Soltamos para siempre o retomamos las riendas de la conducción social? ¿Reinstalamos la seguridad pública o les dejamos a nuestros hijos el arma que la narcopolítica les ha puesto en la sien? ¿Seguimos permitiendo que una minoría ideológicamente fanatizada continúe abriéndole paso a sujetos políticamente esquizofrénicos?

Lo que digan las casillas electorales habrá de arrojar luz respecto al tipo de gente que habitamos Sinaloa; podría ser un grito que anuncie la liberación o quizás alarido porque los grilletes aprieten más. Si el miedo vuelve a votar este domingo 7 de julio, entonces ni duda queda: hemos claudicado, seremos marcados como sinaloenses quejumbrosos en exceso y paradójicamente adictos a nuestros temores.

Si eso es lo queremos, eso es lo que tendremos.

Re-verso

Al abrirse las casillas,
qué vamos a discernir:
o seguimos de rodillas,
o aprendimos a elegir.

Universidad y partido

Sin causa social siquiera, la actual partidización de la Universidad Autónoma de Sinaloa es tan descarada como inviable. El aparato universitario, volcado todo a favor del Partido Sinaloense, es una afrenta para una casa de estudios cuya politización es parte de su esencia pero convertirla en institución militante contraviene sus principios fundamentales de libre pensamiento y vital pluralidad. ¿Y quién va a sacar a la UAS de esta pendiente de descrédito? Nadie. Todos le temen a Héctor Melesio Cuen, el creador y dueño del PAS.

Con tinta indeleble

El enigma no consiste en saber quién subió a las redes sociales el video que vincula a Sergio Torres, candidato del PRI a la alcaldía de Culiacán, con Manuel Félix Torres, alias el M1 y hermano del JT. Lo que hay que descifrar es si ese lazo criminal, una y otra vez conjeturado, es o no cierto.

  (RIODOCE/ / )

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