Desde luego, las demandas de las "actimismas" son legítimas y
hacen falta, pues los matrimonios gays no son todo lo que esperamos,
pero en la nueva dinámica que vivimos creo que deberían tomar otros
cauces, seguir otros caminos institucionales para sus peticiones.
Sergio Téllez-Pon
México • Dos grupos se disputan desde el año
pasado la organización de la Marcha del Orgullo Gay en la Ciudad de
México: los activistas gays, por un lado, y por el otro los empresarios
de bares y antros.
Para usos prácticos, llamaremos a los primeros actimismas (dado que su supuesto activismo es solo para su beneficio personal) y a los otros los mercachifles (pues solo buscan lucrar con la llamada “comunidad gay”).
Las actimismas
organizan lo que ellas llaman la Marcha Histórica por los 35 años que
llevan saliendo a la calle y cuyo lema este año es “Marchamos para
protestar”, y las mercachifles la Marcha del Orgullo y la Dignidad, bajo el lema “Yo soy el/la tipic@” (el típico gay, la típica lesbiana, la típica trans: el estereotipo por delante).
Es por eso que el año pasado tuvimos dos marchas del Orgullo Gay en
la Ciudad de México, una el 2 de junio y la otra, como sucede en casi
todo el mundo, el último sábado del mismo mes.
Este sábado volveremos a
tener solo una, pero no porque los grupos en disputa hayan llegado a un
acuerdo: de hecho, cada grupo siguió el cauce normal de su organización
hasta que las mercachifles fueron a meter el permiso a la delegación y se encontraron con que las actimismas
ya se les habían adelantado, así que no tienen la autorización para
marchar sobre el Paseo de la Reforma (y extraoficialmente se sabe que ya
le habían dado un adelanto a cantantes como Espinosa Paz y María José
para dar un showcito en el acto final).
Las únicas que tienen
ese permiso y apoyo logístico de la Secretaría de Seguridad Pública para
cerrar Reforma conforme avanzan, de la de Turismo para la difusión
fuera de la ciudad y de la de Cultura para el templete en el Zócalo son
las actimismas.
Son, pues, dos visiones de un mismo hecho: mientras las actimismas quieren reivindicar el papel social y de protesta de la Marcha, las mercachifles
promueven una marcha más festiva, donde las demandas sociales no tienen
mucha resonancia.
Ante el lío, el Gobierno del DF sentó a los dos
grupos para que negociaran, pero no hubo acuerdo alguno, según dijeron
las actimismas en conferencia de prensa, porque se les pidió a las mercachifles
que se sumaran a la Marcha Histórica asumiendo el papel de “empresas
socialmente responsables”, es decir, que aportaran cierta cantidad como
“donativo” para los gastos que implica la organización, a lo cual las
otras se negaron.
Y es que, además, a partir del caso Heaven y los
muertos afuera de un bar en la Condesa y un gimnasio en Tepito, las
verificaciones por parte del gobierno a los bares de la Zona Rosa se han
intensificado y algunos de los lugares gays emblemáticos están
clausurados (El Taller, Living, Papi, Cabare-tito…), de manera que ni
siquiera pagarán por un camión que los represente en la marcha, pues con
los changarros cerrados y sin clientela, no sale para esos gastos.
Las actimismas acusan a las mercachifles de hacer
de la marcha un carnaval, en la que las jotas vamos semiencueradas,
mariconeando, brincoteando y bailando en los camiones con la música de
moda y, ¡Ave María jotísima!, cayéndonos de borrachas.
Por supuesto,
ignoran que el carnaval tiene su parte de transgresión, de allí que
fuera prohibido, como lo demostró el estructuralista Mijaíl Bajtín, pues
detrás de la máscara y el disfraz salen a relucir las pasiones más
arrebatadas de los hombres y que en el sentido etimológico de la palabra
“gay” está el gozo y lo festivo.
Entiendo que quieran reivindicar el
sentido de protesta propio de una marcha, pero su lema “marchamos para
protestar” no queda claro: ¿protestar para qué en concreto? ¿Así,
vagamente, por todo?
Desde luego, las demandas de las actimismas son legítimas y
hacen falta, pues los matrimonios gays no son todo lo que esperamos,
pero en la nueva dinámica que vivimos creo que deberían tomar otros
cauces, seguir otros caminos institucionales para sus peticiones (no
nada más se debería dialogar con el gobierno para que ayude en la
logística de la marcha, sino usar ese canal para llevarle nuestras
demandas).
Y las mercachifles no deberían usar la palabra “marcha”, pues en esencia no lo es, y mejor deberían organizar un parade o Mardi Gras o una kermesse que vaya más con su sentido carnavalesco.
De último momento, el comité de la Marcha del Orgullo y Dignidad
Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Trangénero, Travesti, Intersexual (y
lo que se acumule en la semana), o sea, las mercachifles,
colocó en su página de Facebook un aviso en el que anuncian que su
“participación consistirá en promover y difundir el magno evento de
nuestra comunidad, tal y como lo hemos hecho en los últimos dos meses”.
A
pesar de la moderada reconciliación, ésta no será precisamente la
Marcha del Orgullo de todos, con acuerdo de todos los grupos o minorías.
Así que ¿cuál comunidad gay? No puede haber comunidad o “colectivo”,
como lo llaman las actimismas, cuando todo mundo jala la cobija
para su lado.
Cuando todas las minorías sexuales entendamos que debemos
estar juntos tanto en la marcha como en el carnaval estoy seguro de que
hasta el diputado panista de Baja California que anda con un noviete de
15 años saldrá con orgullo a tomar por asalto el Paseo de la Reforma.
(MILENIO/ El Ángel Exterminador / Sergio Téllez-Pon/
27 Junio 2013 - 2:35am)
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