En la medida en que Estados Unidos cierre las puertas a las carreras fuera de camino, las estarán abriendo en Baja California.
Muchos ranchos y sus caminos de acceso sufren fuertes daños, como consecuencia de las carreras fuera de camino.
Ensenada, B. C. - Existe un negocio que resulta incómodo en Estados
Unidos, es el de las carreras fuera de camino, pomposamente llamadas
"off road” en Baja California. El "bussisnes” empezó a perder terreno
debido a los destrozos ambientales que provoca.
Como de aquel lado existe una mayor preocupación por el
calentamiento global y el cambio climático, así como por la pérdida de
la biodiversidad y otras alteraciones que empiezan a afectarnos
gravemente, a este tipo de carreras se les empezó a acotar, al grado de
que sólo en contados sitios las permiten, y a condición de que paguen
fuertes compensaciones.
Siendo los "gringos” como son, expertos en hacer negocios a su
favor y teniendo a un lado nuestra tierra, pronto vieron que Baja
California podría convertirse en su paraíso del "off-road”.
Con el conocimiento de la corrupción predominante entre las
autoridades, el bajo nivel de cultura y educación de los
bajacalifornianos, el desconocimiento que tienen de su propia tierra, su
baja autoestima y el malinchismo exagerado ante lo extranjero,
especialmente ante lo estadounidense, no tardaron en darse cuenta de que
en nuestra tierra podrían suplir con creces la caída del negocio en su
propio territorio.
No sólo eso, sino que aquí podrían ganar más, mucho más, y hacer lo
que les diera la gana, sin que nadie les pusiera un alto, al contrario.
Al desconocer su tierra, los bajacalifornianos no la defienden. No
saben nada de su flora, su fauna, sus ecosistemas. No saben nada de su
historia, de su propia evolución. Así, manipularlos resulta demasiado
fácil.
Además, con autoridades que sólo les interesa el dinero fácil y
rápido, las leyes se flexibilizan o de plano no se aplican. Autoridades
que aman más el dinero que a México o a Baja California.
Por si fuera poco, con una sociedad a la que le fascina el futbol y
las telenovelas, inventarles ídolos es lo más fácil del mundo, como en
el caso de las "estrellas” del "off road”.
Y lo peor de todo es que los organizadores prácticamente no
invierten un quinto. Para eso están las autoridades que les hacen todos
los mandados. Desde gestionarles todos los permisos, limpiarles los
caminos, ponerles policías y soldados para que los cuiden, darles
cuartos de hotel, darles todas las concesiones posibles, no cobrarles
impuestos y un largo etcétera.
Además, no tienen que pagar ningún daño ambiental, ninguna compensación, ya que para las autoridades no causan ningún daño.
Ganan todo. Eso sí es negocio, y este tipo de negocios en grande, que sólo benefician a una parte, sólo ocurren en México.
Migajas y destrucción
¡Ahhhh! la derrama económica. Es otra cosa de lo "padre” de hacer
negocio aquí. En realidad no llega dinero de afuera, es el mismo dinero
de los bajacalifornianos el que se mueve, y no en gran escala.
La única derrama de dinero fresco le llega al hotel Coral y Marina y
al San Nicolás, y quizá a uno que otro. Lo demás es dinero de aquí
mismo. Son las migajas.
Las verdaderas ganancias vienen de los contratos con los
fabricantes de autos, de piezas, de llantas, de tantas cosas. Con las
televisoras que transmiten el evento. Y de esas ganancias ni un solo
quinto queda en Baja California. Ya lo he dicho, aquí solo quedan las
pérdidas y las ganancias se las llevan al otro lado.
Aquí queda un ambiente natural cada vez más afectado, tesoro que
los bajacalifornianos no parecen amar, ni les interesa. Aquí queda una
cultura de lo vulgar que cada vez va tomando mejor sitio en detrimento
de los viejos valores de nuestra sociedad.
Aquí quedan masas que aman máquinas en lugar de seres vivos. Aquí
va quedando una pobreza mental y espiritual que cada día nos va haciendo
más mediocres. Lo más triste es que ya muchos no tienen visión para
más. No existe ya la capacidad de apreciar lo verdaderamente nuestro, lo
verdaderamente valioso.
Se nos ha estado educando para que seamos un patio trasero, y así
está ocurriendo. Ya somos el patio trasero de los "gringos”, en donde
ponen sus basureros y todo lo que por allá no quieren. Ya hace tiempo
que nuestro destino dejó de estar en nuestras manos.
En la medida en que en los Estados Unidos le vayan cerrando más las
puertas a este tipo de carreras, en esa medida las estarán abriendo en
Baja California.
La Cenicienta del Pacífico
Se dice que Ensenada es la "Cenicienta del Pacífico”. La afirmación
es verdadera, pero a diferencia de la cenicienta de los cuentos, la que
finalmente encuentra a su príncipe azul, la Cenicienta del Pacífico
lejos está de encontrar algo parecido, cada vez está más condenada a su
condición de cenicienta.
La comparación tiene muchas aristas. La cenicienta del cuento es
rica, al igual que la Cenicienta del Pacífico. En nuestro caso somos
nosotros mismos, los ensenadenses, empezando por las autoridades,
quienes dilapidan su riqueza, condenándola a que siga siendo una
sirvienta.
"Baja Rally”
Y para confirmar su calidad de patio trasero, nos llega un nuevo
evento, el llamado "Baja Rally”, que se suma a tres nuevas carreras
"off-road”, "off course”, como para que se diga y reconfirme lo mucho
que amamos nuestros entornos naturales y nuestra ciudad.
Y desde luego, no podía ser de otra manera, ¡adivinen quién la
organiza! Pues claro, un estadounidense. Ellos sí saben cómo encandilar y
llevarse la lana.
Ciertamente me da tristeza. Tenemos una tierra que no merecemos,
una tierra pródiga que nos da vida, a la que nosotros sólo le causamos
destrozos.
Mensaje a los fanáticos
Todo fanatismo es malo. Según algunas definiciones, el fanatismo es
una pasión exacerbada, desmedida y tenaz, particularmente hacia una
causa religiosa o política, o hacia un pasatiempo o hobby. Consta de una
apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo
desmedido.
En el fanático no cabe el debate o la búsqueda común de la verdad. A
los fanáticos de las carreras fuera de camino no les interesa que se
afecten los ambientes naturales. Las supuestas ganancias económicas y su
fanatismo lo justifican todo.
El fanático cree poseer la verdad de manera tajante. Afirma tener
todas las respuestas y, en consecuencia, no necesita seguir buscando a
través del cuestionamiento de las propias ideas que representa la
crítica del otro.
El fanático, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por
ser un gran enemigo de la libertad. Los lugares donde impera el
fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento. El
precio a pagar por la cristalización del pensamiento engendrada por el
fanatismo resulta caro. El alejamiento de la verdad es una de ellas.
Esto lo vemos claro en nuestra tierra. Prefieren que se destruya,
pero que continúen las carreras. Incluso tampoco les importa que se
violen leyes, que se abuse del erario público, que se perviertan los
valores.
En esto tienen cierto parecido con las autoridades corruptas que
permiten este tipo de eventos; ellos, aunque no son fanáticos, tampoco
les importa la verdad y la destrucción. Todo por hacer un buen negocio y
vendernos como traspatio.
Triste destino al que aspiran muchos bajacalifornianos.
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