Raymundo Riva Palacio
El nombre de Abraham
González Uyeda aparece por todos lados al estar siempre en el antecoro de
actividades presuntamente corruptas durante el gobierno de Felipe Calderón.
Asesores del gobernador Emilio González y diputado local en Jalisco, la
referencia a González Uyeda brinca en temas paradigmáticos donde la opacidad es
la norma. Durante una gran parte del trayecto de la administración calderonista
vivió en la cima del poder, y aun cuando parecía que lo dejaba, tuvo la
suficiente fuerza para impedir que una orden de aprehensión en su contra en
octubre de 2010 por presuntas irregularidades en licencias para casinos y casas
de apuestas, fuera cumplimentada.
Si no ha estado
protegido por una parte de la élite panista, no se entiende todavía cómo pueda
estar políticamente blindado. González Uyeda, muy cercano al actual embajador
en España y ex gobernador de Jalisco de quien fue secretario de Promoción
Económica, Francisco Ramírez Acuña, es el empresario lechero que en 2004 prestó
su rancho en Tlajomulco para que Felipe Calderón anunciara su interés de
contender por la candidatura presidencial. Durante la etapa de la transición,
el entonces presidente electo lo designó uno de sus coordinadores y al asumir
el poder, nombró a Ramírez Acuña secretario de Gobernación, y a González Uyeda
como subsecretario del ramo.
González Uyeda tenía
influencia más allá del respaldo de Ramírez Acuña. Cuando éste fue cesado, se
mantuvo en el cargo con Juan Camilo Mouriño y al morir este, sobrevivió un poco
de tiempos más bajo las órdenes de Fernando Gómez Mont. Durante su periodo en
Gobernación es cuando emergió y floreció el grupo de casineros que en estos
días es centro de la polémica que tiene envuelto al PAN, que a través del
escándalo mediático disputan la presidencia y el futuro del partido. Ese grupo
de casineros lo encabeza quien fue su coordinador de asesores –preso actualmente
en una cárcel de máxima seguridad por un delito del fuero común-, Juan Iván
Peña Nader, con quien, de acuerdo con ex funcionarios del gobierno de Calderón,
pretendieron quedarse con el negocio del juego.
Uno muy expuesto en
estos días es el de los casinos y las casas de juego. Pero otro del cual se
sabe muy poco involucra a Sergio Hidalgo Monroy, de quien se señala como fuerte
candidato para encabezar la Dirección de Aduanas en la Secretaría de Hacienda,
con quien se enfrentó ese grupo de manera abierta a mediados de la
administración calderonista por el negocio de las máquinas tragamonedas, que
proliferaron durante su sexenio. Cálculos extraoficiales ubican en más de 75
mil este tipo de máquinas que se instalan regularmente en establecimientos
cercanos a las escuelas -muchas de ellas, sobre todo en el noreste del país
manejadas por Los Zetas-, y que producen de 50 mil a 400 mil pesos mensuales
cada una.
Hidalgo Monroy, cuya
esposa está emparentada a Margarita Zavala, ex primera dama, fue el último
director del ISSSTE en el gobierno calderoinista, pero previamente, como
oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y con el respaldo del entonces
titular, Agustín Carstens, incursionó en el negocio del juego, lo que provocó
enfrentamientos con González Uyeda y Peña Neder, quienes disputaban dentro del
gobierno el control de ese mercado. El más notorio, documentado por la prensa
en diciembre de 2008, fue cuando Francisco Yáñez se despidió como director de
la Lotería Nacional –renunció en enero de 2009- en el Salón Azul del Palacio
Nacional.
En ese evento se iba
a anunciar la aprobación de la adquisición de la Lotería Nacional de dos mil
máquinas tragamonedas proporcionadas por la empresa de San Diego Digital Orchid
–que opera hace tiempo en México como Sorteo Games-, impuesta por Hidalgo
Monroy. La asistencia inesperada de González Uyeda frustró el anuncio. El
negocio de las tragamonedas siguió avanzando en forma legal e ilegal, cuando
los casineros cambiaron los impedimentos legales, con la autorización y protección
de González Uyeda y el gobierno calderonista, al modificar la definición de
esas máquinas por “juegos de destreza”—lo que hoy, en sus pleitos internos, les
faltó.
*Primero de una serie ocasional.
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