Desde hace algunos años, grupos de trabajadores jubilados de la
Comisión Federal de Electricidad (CFE) han estado demandando, tanto a la
paraestatal como al Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la
República Mexicana (SUTERM), el pago de sus aportaciones al Fondo
Mutualista, que les ha escamoteado durante lustros.
Algunos grupos han ganado juicios millonarios, aunque en la mayoría
de los casos, a pesar de las sentencias a favor, no reciben el dinero
porque los recursos del fondo “desaparecieron”.
Desde la muerte de Leonardo Rodríguez Alcaine, en agosto de 2005, se
hablaba ya de un desfalco con el dinero del fondo, de decenas de miles
de millones de pesos, pero fue en 2012 cuando se difundió la noticia de
que el Fondo Mutualista de los 96 mil trabajadores que conforman el
sindicato, había desaparecido.
Se tomó entonces, en la Comisión Permanente de la Cámara de
Diputados, un punto de acuerdo para que cuatro secretarías del Gobierno
federal informaran sobre los destinos del fondo, pero la nueva
legislatura no retomó el tema o no lo ha hecho hasta ahora.
Se dijo entonces que los montos del fondo, con capital y rendimientos
actualizados alcanzaban, en esos días, a la friolera de 638 mil
millones de pesos.
Una historia similar se vive en el sindicato minero, donde se acusa
al ex dirigente nacional, Napoleón Gómez Urrutia —hijo de Napoleón
Gómez Sada—, de echarse a la bolsa 54 millones de dólares de un fondo de
los trabajadores que pasaron a un fideicomiso y que de la noche a la
mañana desapareció.
En los dos casos —y puede decirse lo mismo de la maestra Elba Esther
Gordillo hasta su detención y encarcelamiento y de Carlos Romero
Deschamps, el líder del sindicato petrolero—, el atraco a los
trabajadores se ha dado con la complicidad de las autoridades federales.
Empiezan con modificaciones contractuales y ambos, paraestatales y
sindicatos, terminan hermanados en la mugre… a costa del patrimonio de
los trabajadores.
No hay diferencia: contra la ruina de la clase obrera, minera,
magisterial, se erigen riquezas descomunales de sus líderes, balconeadas
una y otra vez en medio del cinismo y la protección de los distintos
gobiernos, de todos los cortes, hasta que alguien se sale de las esferas
del poder y deben sacrificarlo. Romero Deschamps y su hija; la maestra
Elba Esther y sus hijas y sus yernos y, en su momento La Güera
Rodríguez Alcaine y su esposa, todos han sido expuestos revolcándose en
sus miles de millones sin que la justicia los alcance nunca. La
desgracia de Elba Esther Gordillo —hay que aclararlo— no es un caso de
justicia, sino producto de una vendetta de los que detentan el poder
contra alguien que ya no les era útil. Dibuja la pobreza política del
país el hecho de que, para que camine la más importante reforma
educativa, tenga que estar en la cárcel quien fuera durante más de 20
años la máxima líder del sindicato de maestros.
Pero ese es el país que hemos construido y esos son los líderes
sindicales que hemos tenido desde que se inventó el corporativismo.
La demanda de los trabajadores jubilados de la CFE no va a prosperar
si otros actores, más allá de la empresa y del sindicato, no asumen su
responsabilidad. En julio del año pasado la Comisión Permanente tomó un
punto de acuerdo para que la secretarías de la Función Pública, del
Trabajo y de Energía, junto con la propia CFE, informaran con claridad
cuál había sido el destino del Fondo Mutualista. Pero nada ha pasado
hasta ahora y el dirigente nacional del sindicato, Víctor Fuentes del
Villar, sigue gozando de la impunidad que ha arropado durante décadas a
los dirigentes sindicales en nuestro país.
El acuerdo del SUTERM con la paraestatal para desviar el Fondo
Mutualista hacia un seguro de vida lo tomó Leonardo Rodríguez Alcaine.
Cuando el líder cetemista murió en agosto de 2005, salió a flote su
fortuna, evaluada en más de 5 mil millones de pesos solo en lo que
lograba verse por encimita. La prensa reveló entonces mansiones
evaluadas en millones de dólares, una colección de vehículos de lujo,
entre ellos Mercedes Benz, Corvette y BMW; una flota de barcos
camaroneros en Guerrero, un rancho en Texcoco con animales exóticos,
caballos pura sangre y armas. Un líder sindical viviendo como un
burgués.
Bola y cadena
EN SINALOA HAY PEQUEÑAS réplicas de esa corrupción y encarnan sobre
todo en el exgobernador Juan Millán Lizárraga, un locutor de radio que
se encumbró en la política a través de la CTM, “dedo chiquito” del viejo
Fidel Velázquez y que usó el poder para enriquecerse sin pudor, al
grado de aliarse hasta con el diablo para lograr sus fines.
Sentido contrario
DEL GABINETE DE SEGURIDAD del Gobierno federal trasciende que se han
hecho ya cuatro operativos para capturar a Rafael Caro Quintero pero que
no han tenido éxito. Mientras, el narco de La Noria, Badiraguato, dice a
sus amigos que “gavilán que agarra y suelta no es gavilán”.
Humo negro
MUCHAS HEBRAS HABRÁN de salir del mentado gasoducto, orgullo del
malovismo-labastidismo, pero cuestionado ya en su pertinencia. Muchas.
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