lunes, 17 de junio de 2013

SECUESTRAN Y DESAPARECEN A EMPRESARIO MAZATLECO


Familiares acusan a policías, alcalde y gobernador de corrupción y complicidad

“Hola, soy Jénifer. Secuestraron a mi hermano”.
 
Cuando levantaron a su hermano en un supuesto secuestro, la joven mazatleca y sus familiares recurrieron a las autoridades municipales, a la Unidad Especializada Antisecuestros, al procurador, al alcalde y al gobernador. 

Y de todos obtuvo la misma respuesta: nada. Ahora lo hace a través de las redes sociales. Denuncia y denuncia. Habla de su dolor, de la impunidad, la violencia, la complicidad entre autoridades y delincuentes, y la ausencia de justicia en Sinaloa y el resto del país.

Todos los días, varias veces. Su metralla no tiene descanso: critica al alcalde Alejandro Higuera Osuna, al gobernador Mario López Valdez, al procurador Marco Antonio Higuera, y al hoy expresidente Felipe Calderón, por heredar esta estela de muerte y destrucción y convertirse en una vergüenza nacional.

El 4 de abril de 2013, Jenifer escribió en su muro en su muro del Facebook:

“Tengo algo que decirles… amigos hoy es un día muy, muy, muy triste… y la tristeza me hace llorar pero no importa, ya me acostumbré. Sufrir, llorar, tristeza, todo. Solo falta que me parta un rayo… el día está nublado. No importa si tú no estás… no importa nada. Gracias señor Calderón. Su guerra me dejó huellas en el alma, gracias. Dígame ¿a usted, qué le dejó?”.

Los hechos

Antonio Sáenz Pratt, de 33 años, empresario y con domicilio en el puerto de Mazatlán, fue visto por última vez el 9 de marzo de 2012, alrededor de las 4 horas. Iba con varias personas y al parecer habían recorrido antros del lugar. Entre sus acompañantes estaban su primo Marco Antonio Ramírez y dos mujeres.

La víctima conducía una camioneta tipo L200, marcha Mitsubishi, modelo 2010 y placas UB-53629, de Sinaloa. Lo último que dijo Antonio Sáenz, de acuerdo con los testimonios de las personas aparentemente implicadas y que declararon ante el Ministerio Público, fue que iba a Culiacán. Y ya no se supo de él.

Preocupados, sus familiares acudieron el 12 de marzo a la Agencia Tercera del Ministerio Público, con sede en Mazatlán, a interponer una denuncia. Carlos Castillo Conde, padre de la víctima, informó a la fiscalía y a los agentes del Ministerio Público que el 13 de mayo recibió tres llamadas y todas ellas del mismo número: 6642632543.

“Esta llamada fue contestada por un sobrino de nombre Pedro Santos, quien le manifestó que una persona de sexo masculino y de voz norteña les dijo que él tenía a Antonio y que quería un millón de dólares, respondiéndole que no contaban con esa cantidad de dinero, logrando escuchar una voz pero no supo si se trataba del ofendido, pero que sí se escuchaba que esa persona se quejaba como si lo estuvieran golpeando”, reza el informe policial, oficio 044/2012, rendido a Marco Antonio López Pérez, agente del Ministerio Público Especializado en Investigaciones de Secuestros, por los policías investigadores, Omar Erasmo Carrillo y Paúl Melgoza Millán.

En algunas de las visitas a la fiscalía o a las instalaciones de la Policía Ministerial del Estado, Carlos Castillo se hizo acompañar por una persona que dijo ser agente de la Policía Federal de Proximidad Social —antes Federal de Caminos—, otro de la Policía Federal Ministerial y uno más de la Ministerial del Estado. Informó que los policías que andaban con él le estaban ayudando en las indagatorias.

“El negociador lo asesoró de la forma en cómo tenía que responder a las llamadas que le hicieran los secuestradores, exigiéndole el monetario a cambio de su hijo, se le instaló un equipo de grabación en el teléfono celular en el cual había recibido las llamadas, y una vez instalado sonó el teléfono”, informaron los agentes asignados.

El enemigo en casa

Marco Antonio Ramírez, de 32 años, originario de Villahermosa, Tabasco, y con domicilio en Mazatlán, es primo de Antonio Sáenz Pratt y participa en los primeros contactos que la familia tiene, a través del teléfono, con los secuestradores. En al menos dos ocasiones contesta el aparato cuando llaman los delincuentes. Pero la familia sospecha de él, aunque no se lo dicen.

La tercera o cuarta llamada fue atendida por el padre de la víctima, quien se trasladó desde fuera de Sinaloa y se hospedó en un hotel del puerto. Platicó con los secuestradores y les anunció que ha reunido tres millones de pesos luego de haber hipotecado algunas de sus propiedades, pero que le pongan en el teléfono a su hijo para comprobar que está con vida.

Al parecer, los secuestradores se molestan y amenazan con matarlo. El padre se desespera, tiene problemas de salud y entra en crisis. Al final logra calmarse. Entonces la familia se da cuenta que la tarjeta de débito que tiene la esposa del secuestrado fue usada y entre quienes hicieron compras con el plástico está Marco Antonio.

En la ampliación de la denuncia, el 22 de marzo Alejandra Noriega Solís, esposa de la víctima, declara que el día 11 acudió a una sucursal de Bancomer para revisar su tarjeta de débito 00187603541 y encontró que habían hecho compras a su cargo: “fueron en un negocio llamado Remates Paola, en Villa Unión, Mazatlán, el 9 de marzo, entre las tres y las quince horas, identificándose con una identificación falsa y una fotografía que no era la mía”.

Las indagatorias, algunas de ellas realizadas por los mismos familiares, indican que las compras las hizo Marco Antonio Ramírez e Isabel Grandes Carranza, quienes fueron identificados por las vendedoras del negocio. 

Las compras ascendían a cerca de 30 mil pesos y en la lista de lo adquirido están una lavadora, una secadora, estufa, refrigerador, un boiler, dos televisores, un enfriador de agua y una cafetera, entre otros electrodomésticos.

“Después de esto, el día de ayer recibí una llamada del número 6691910529 (teléfono celular) y al teléfono de mi suegro también llamaron de otro número 0050496911473 y hemos estado recibiendo amenazas diciéndonos que nos van a matar e insultos muy fuertes, que nosotros no vamos a vivir nunca en paz porque ellos así lo quieren y el nombre de la persona que le habló a mi suegro es Luis Manuel Palma, que es el verdadero apellido de Marco Antonio (Ramírez) el cual trabajaba con mi esposo aquí en la ciudad”, señaló la esposa.

Marco Antonio laboraba en la empresa Central de Máquinas, un taller de reparación de máquinas de construcción, propiedad de su primo Antonio Sáenz Pratt. 

Fue cuando los federales que apoyaban y custodiaban al padre del hoy desaparecido se dieron cuenta que el sobrino estaba implicado en el secuestro, lo detuvieron y lo entregaron a la Policía, junto con su esposa. Y fue así, con este episodio, que las negociaciones y exigencias de dinero se convirtieron en amenazas.

“Me fui por mi novia, ella se llama Topacio Nohemí Cabello Higuera y le dije que me acompañara a Villa Unión. Como ya sabía que la tarjeta estaba a nombre de mi primo, ya que llegamos a la tienda escogimos varios muebles”, dijo Ramírez ante el Ministerio Público.

Manifestó sentirse avergonzado por haber abusado de la confianza de su primo al usar la tarjeta, pero negó tener responsabilidad en su secuestro: “Yo no cometí ese delito, lo que sí sé que hice fue cometer abuso de confianza o fraude con la tarjeta de la esposa de mi primo”.

Jénifer, hermana de Antonio, cuenta que los federales que venían de México y que estaban ayudando a su padre, le recomendaron que se comunicara con los de la Unidad Antisecuestros de Sinaloa, ya que todo parecía indicar que los delincuentes con los que estaban tratando no eran profesionales.

“Ese día hablaron (los secuestradores) y se les dijo que ya tenían tres millones de pesos, pero que lo pusieran al teléfono para saber que mi hermano está bien. Dijeron que nos mandarían un brazo… vuelven a llamar y al no estar Marcos, mi papá, que nunca se negó a darles el dinero, contesta y les dice que pongan a mi hermano al teléfono.

Ellos insultan a mi papá y amenazan con matar a mi hermano. Cuando llaman otra vez mi papá les dice que le pongan a su hijo y lo insultan que para que llamó al Gobierno”, afirmó.

En este momento, agregó, se dan cuenta de la tarjeta de débito del banco y los federales detienen a Marcos e Isabel, su esposa, y a Denis, y los entregan a los ministeriales. 

Fueron tres los detenidos: Marco Antonio, Isabel Grandes Carranza y Fiama Denis Ramírez Grandes, hija de ambos. Además, en las pesquisas aparece como implicado Luis Manuel Balladares Palma, también identificado como Luis Manuel Palma, padre de Marco Antonio, como partícipe del secuestro de Sáenz Pratt.

La detención fue el 15 de marzo de 2012. Versiones extraoficiales indican que los agentes ministeriales los torturaron para que informaran sobre el paradero del plagiado y horas después entregaron a los tres detenidos a los del antisecuestros. 

La familia acude a la comandancia pero les piden que regresen al día siguiente, y así lo hacen. Entonces se topan con la novedad de que los habían dejado en libertad por órdenes de un comandante llamado Darío.

Bumerán

La familia explota y reclama a los jefes policiacos. Enterados de una gira del mandatario por el sur de Sinaloa, lo abordan y le informan sobre la liberación de los tres detenidos por este caso. El mandatario, Mario López Valdez, parece indignado.

 Se molesta y llama al subprocurador Regional de Justicia de Mazatlán, Jesús Antonio Sánchez Solís, y cuando este llega el gobernador lo regaña airadamente y le pregunta por qué soltaron a los secuestradores. Lo hace frente a los parientes de Sáenz Pratt.

El gobernador amenaza con quitarle el puesto y a los que hayan estado implicados en este supuesto ilícito. Además, le pide a Carlos Castillo Conde, padre de Antonio Sáenz, que acudan a Culiacán el lunes siguiente a la oficina de Marco Antonio Higuera Gómez, titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado.

“El lunes mi papá, mi tía y mi hermano Érik van a Culiacán con el procurador y llega el subprocurador con papeles que les dio Marcos de un problema de mi papá y les dicen a mi familia que lo van a detener porque él, mi papá, tiene un delito y que es buscado por las autoridades de México. Mi padre al ver esto se da cuenta que están con Marcos y les dice que él quiere a su hijo y no le importa nada. Salen de ahí y los federales sacan a mi familia de Sinaloa”, cuenta Jénifer.

La madre de Antonio acude por su cuenta a Culiacán, acompañada de un comandante de la Ciudad de México —se desconoce de qué corporación— y habla con gente del Grupo Antisecuestros. La interrogan durante cerca de cuatro horas y le muestran fotos y papeles que solo Marco Antonio tenía. La señora les responde que busquen a su esposo si quieren, pero a ella le interesa que investiguen el secuestro de su hijo y la liberación de los presuntos responsables.

“Cuando llega mi madre a Mazatlán nadie la quiere atender, nadie de Gobierno. Y mi mamá espera que salga el subprocurador (Jesús Antonio Sánchez Solís) y habla con él en las escaleras de la oficina, le enseña la foto de Antonio y le dice que le ayudé a buscarlo… pero el subprocurador la amenaza, le dice que no le haga escándalos en Mazatlán porqué la van a levantar, y que no pegara las papeletas con la foto y la recompensa por las calles de la ciudad, que él se lo prohibía”, manifestó la joven.

Pero no hizo caso y durante cerca de tres meses estuvo pegando carteles con la foto de su hijo por todo Mazatlán.

Personas allegadas a la madre y con vínculos con grupos de poder en el puerto le confiaron que tanto el alcalde Alejandro Higuera y el gobernador estaban molestos por el caso y por la denuncia interpuesta por el padre del joven secuestrado, en contra de los servidores públicos que dejaron en libertad a los tres supuestos plagiarios.

“Ellos le contaban muchas cosas, cómo Higuera, el gobernador y el procurador juntaron a todos y los regañaron por la demanda que les puso mi papá. Y que Higuera dijo ‘no quiero que este asunto dañe mi imagen, que no publiquen nada y que no salga nada a la luz de este caso’”, señaló Jénifer.

Búsqueda incesante

La familia mantiene la búsqueda, a pesar de que suma poco más de un año y no hay avances en las investigaciones. En redes sociales y como han podido, ofrecen una recompensa de 1 millón de pesos a quien informe sobre el paradero de Sáenz Pratt. 

Por su cuenta, con la participación de amigos y de otros contactos, mantienen la esperanza de encontrar con vida a Antonio, ya sea en el puerto sinaloense y fuera de la entidad, y la exigencia de que los responsables de esta desaparición sean castigados.

A través de una de estas personas, se enteraron de que una célula de los Zetas mantienen cautivas a personas en una mina de la sierra del sur de la entidad. Les dijeron que ahí podría estar Antonio, pero no han podido dar con su paradero, además de que no cuentan con las autoridades encargadas de seguir investigando el caso.

MIGUEL ÁNGEL CABELLO LLAMAS, ÉL Y SU HIJA TOPACIO NOEMÍ CABELLO HIGUERA, SON CÓMPLICES DE EL SECUESTRO DE MI HERMANO ANTONIO SAENZ PRATT… EL GOBIERNO DE MAZATLÁN LOS PROTEGE… VIVEN EN CALLE NARCISO MENDOZA #248 ESQ JUAN ALDAMA, COL. BURÓCRATAS, MAZATLÁN, SIN.”, grita Jénifer desde su cuenta de Facebook, en la que se hace llamar Lobo Perdido.

Jénifer grita. No sabe de otra. Hace esfuerzos por sonreír, pero le gana la lluvia de cada marzo y de cada día. Siente que no cuenta con nadie. Está segura de ello, por eso traslada su rabia a las redes sociales para que el caso de su hermano no quede en el desierto, en algún solar baldío, en los archivos empolvados de lo que nunca se investiga y queda en los estantes de las oficinas de la Policía y la Procuraduría.

Ella se ha encargado de traspasar esas gruesas paredes y arrojar luz sobre las obesas sombras y darse esperanza en tiempos de silencio, en tiempos en que es escasa, en tiempos en que no la hay. Se sabe sola pero se acompaña. 

Están con ella los cientos o miles de seguidores en las redes sociales. No se arredra: apura y aplasta las teclas de la computadora. 

Es un lobo estepario, como muchos mexicanos. Un lobo herido, perdido, náufrago. Pero no uno callado, rendido o domesticado. No.

(RIODOCE.COM.MX/   

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