domingo, 16 de junio de 2013

LA DESGRACIA DE LOS COMPADRES

Raymundo 
Riva Palacio


Bastaron seis años para que Andrés Granier Melo, uno de los políticos más populares y queridos que había dado la cantera de Tabasco, cayera en desgracia. Nada fue casual. Manejó el gobierno de Tabasco con sus compadres, se entregó al ex presidente Felipe Calderón y abandonó la cuna priista donde nació un cuarto de siglo atrás. Se distanció de su partido y lo ignoró. Se peleó con él por la sucesión de la gubernatura –que perdió el PRI el año pasado- y abandonó sus reuniones y la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Fue el único gobernador tricolor que no participó en el cierre de Peña Nieto en el Estadio Azteca. Hoy, parece casi natural, empieza a pagar lo que construyó.

Tras pasar 33 horas en la PGR para responder las acusaciones federales de corrupción durante su gobierno en Tabasco, Granier Melo llegó al hospital este viernes de emergencia para tratarse la hipertensión que a finales de diciembre lo tuvo al borde de la tumba. Entró libre y saldrá vigilado por la ley. El gobierno de Tabasco obtuvo una orden de arraigo para que enfrente acusaciones estatales por peculado y desfalco. El ex gobernador se ha dicho inocente de todos los cargos que le imputan ante la opinión pública, y ahora tendrá que probar su dicho ante el juez.

Granier Melo se encontraba en Miami, una ciudad a nivel del mar, por recomendaciones médicas, según explicó, y regresó sorpresivamente a la ciudad de México esta semana para dar la cara ante las detenciones de varios de sus más cercanos colaboradores por presunta corrupción y lavado de dinero, para “limpiar su nombre”. Su decisión causó extrañeza, porque ante la falta de credibilidad del sistema judicial mexicano, quienes tienen posibilidades de afrontar a la ley desde el extranjero, escogen ese camino. La decisión de regresar para declarar en forma voluntaria, porque hasta ese momento no había acusaciones formales en su contra, no fue interpretada por quienes lo conocen como un acto de valentía, sino como un gesto de cobardía. Pero al mismo tiempo, como él justificó ante la prensa, por la preocupación sobre sus hijas, que están viviendo en Villahermosa.

Personas que lo conocen no dudaron que sus hijas sean una de las grandes motivaciones de su regreso, al ser una familia muy unida, que fue siempre muy querida en Tabasco –hasta hace pocos años-, y que nunca se vio involucrada en ningún tipo de escándalo. Esta es la segunda razón por la cual, quienes lo conocen, se explican su regreso. “Le tiene pánico al escándalo”, dijo una de ellas. “No iba a soportar que lo detuvieran en Estados Unidos y regresara en calidad de preso”.

Granier Melo viene de una familia tabasqueña donde la madre, a quien llamaban cariñosamente “Uca”, era siempre recordada con cariño por los tabasqueños pese a que tenía décadas de muerte. Pertenecía a una clase social con abolengo, en particular por la parte de los Melo, de donde habían heredado él y sus tres hermanos una fortuna. Su matrimonio con Tere Calles elevó su riqueza. La señora Calles había heredado varios millones de pesos –algunos calculan en 20- por la venta que hizo su padre del periódico “Presente”. Sociedad chica, esa clase estaba vinculada entre sí por compadrazgos, negocios y política.

Ingeniero químico, Granier Melo comenzó a ganarse el aprecio de la gente desde su laboratorio en el centro de Villahermosa, donde su negocio era sacar y analizar la sangre de la comunidad. Sus amigos eran antiguos y todos, como él, participaban en las actividades que movían a Tabasco. Amílcar Salazar, su amigo de toda la vida y que de ser humilde ingresó a la clase más alta de la mano de su esposa, que durante su sexenio fue el verdadero poder tras el poder, formaba parte del grupo más cercano al ex gobernador, en donde sobresalía Humberto Mayans, actualmente senador, y José Pineda, tío de José Saiz Pineda, el ex tesorero de Granier Melo por donde se empezó a desmadejar la acusación de corrupción en su gobierno.

Pero las relaciones se desdoblaban. Mariana, una sus hijas, es ahijada del actual gobernador Arturo Núñez, y Paulina, su otra hija, está casada con el hijo de un hombre muy cercano al ex gobernador Roberto Madrazo. La amiga de toda la vida de la esposa de Granier Melo, Elena Celorio, se potenció como desarrolladora inmobiliaria y a través de ella, compadre del ex gobernador, recomendó a su yerno, Adalberto Vázquez, como secretario de Administración de Salud, en donde explotó el escándalo, hace ya casi un año, de un desfalco al erario por más de mil millones de pesos.

Vázquez era el principal promotor de su jefe, el secretario de Salud, Luis Felipe Graham, para ser candidato a gobernador. No era la primera opción de Granier Melo, pero en quien soñaba como sucesor, Mayans, no podría hacerlo porque el estatuto del PRI, al haberse ido un tiempo al PRD, se lo impedía. Graham no fue candidato porque las encuestas no lo favorecían, y en el PRI tuvieron miedo que si él era ungido, los sindicatos de la Secretaría de Salud tabasqueña dieran a conocer el expediente sobre desvíos en medicinas en 2009. Al final, ese escándalo dio comienzo a la pesadilla judicial de Granier Melo, quien no atajó en su momento lo que se volvería su cáncer.

El problema de las medicinas fue resuelto por Graham y Vázquez con restauración del dinero mediante la suspensión de 19 programas de salud y recorte de presupuesto a los hospitales en 2011. Por esa razón, el sucesor de Graham, Carlos M. Alcudia, es acusado por el gobierno de Tabasco de encubrimiento, y el ex tesorero Saiz Pineda, quien autorizó el movimiento, tiene un presunto delito más por el cual defenderse.

(ZOCALO/  Columna de Raymundo Riva Palacio/ 16 de Junio 2013)

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