Crecen golpes, amenazas, abuso sexual contra detenidos
Javier Valdez/Riodoce
Amenazas de muerte y
de abuso sexual de familiares cercanos, ahogamiento, golpes, desnudar y hacer
sentir al detenido que está en lo alto de un puente y que si no confiesa lo van
a dejar caer, son algunas de las “técnicas” de tortura que usan los agentes de
la Policía Ministerial del Estado para obligar a los aprehendidos a que se
declaren culpables.
Los organismos
defensores de los derechos humanos difieren sobre si la tortura va o no a la
alza, pero coinciden que es en casos de alto impacto, cuando se trata de un
personaje importante de la comunidad o de alguno de sus familiares, cuando este
delito cometido por servidores públicos se dispara con el mismo o mayor
escándalo que el crimen mismo que los agentes dicen investigar.
Datos de la Comisión
Estatal de Derechos Humanos (CEDH) indican que 2008 fue el año con más casos de
tortura en Sinaloa, al sumar 21 quejas, de las cuales se emitieron seis
recomendaciones. La cifra bajó 17 quejas en el 2009 y cinco recomendaciones, 14
quejas en el 2010 y una recomendación. En el 2011 fueron solo 10 quejas y una
recomendación y 13 en el 2012, con tres recomendaciones.
En total, en estos
años fueron 75 las quejas interpuestas por ciudadanos en contra de las
diferentes corporaciones policiacas, de las cuales se emitieron 16
recomendaciones. En lo que va de 2013 se tiene una recomendación —referente al
caso de Yesenia Armenta Graciano, acusada del homicidio de Alfredo Cuen Ojeda,
hermano del ex rector de la UAS y ex alcalde de Culiacán, Héctor Melesio Cuen,
actual dirigente del Partido Sinaloense (PAS)—, y de los 13 expedientes que
quedaron en el 2012, cuatro fueron concluidos y nueve están en trámite.
Juan José Ríos
Estavillo, presidente de la CEDH, aseguró que de alrededor de mil quejas que en
total sumaron el año pasado, solo se desprendieron tres recomendaciones, de 13
en los que consideraron que había elementos de tortura.
“No es elevada la
incidencia, al contrario, ha venido bajando. Ya no es una constante en los
procesos de investigación de la gran mayoría de los delitos, ahora solo en
hechos muy significativos, asuntos muy particulares. Pero es grave, eso es un
hecho. Es grave porque en el léxico de los derechos humanos hay hechos
violatorios que son graves, tanto que la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) conminó a suscribir un acuerdo internacional conocido como Protocolo de
Estambul”, sostuvo.
Este protocolo,
agregó, representa la unificación de criterios de las áreas médica, psicológica
y jurídica, y en el caso de México, solo la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH) puede practicarlo, como en el caso de Yesenia Armenta.
Además del caso de
la viuda de Cuen, que motivó la recomendación del 25 de febrero pasado, la
defensa de Juan Carlos Cristerna Fitch, único detenido en el caso de la
catedrática de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Perla Lizet Vega Medina,
asesinada a cuchilladas en el interior de su casa, en mayo de 2012, alegan que
este fue torturado por los agentes ministeriales en sus dos capturas, como
presentado y como aprehendido.
ESLABONES DE TERROR
—¿Por qué te
declaraste culpable? —Le preguntó un abogado a un joven detenido.
—Ya no aguanté,
licenciado.
El detenido estaba
en manos de agentes de la Policía Ministerial en el municipio de Navolato. Lo
tenían en una zona deshabitada. Ahora sí, le advirtieron, te vamos a quemar.
Rociaron gasolina alrededor de él. Tenía los ojos vendados y varios guamazos en
abdomen y espalda. Le prendieron fuego a la maleza. Él se puso histérico, pero
no reconoció el delito que le imputaban.
El abogado recordó
que su defendido le relató el clímax: los agentes hablaron entre ellos,
reclamándole que no confesara. Entonces uno le ordenó a otro que trajera a la
niña, que también a ella la iban a quemar. El detenido preguntó qué niña y le
contestaron que su hija, que la traían en la cajuela, amordazada y con la cara
tapada.
“No. No, por favor.
Díganme dónde firmo”, fue su respuesta. Y se puso a llorar.
Eso fue hace
alrededor de dos años. Y sigue preso por el delito de homicidio en el penal de
Culiacán.
II
Un muchacho había
sido detenido varias veces por robo. Ocho detenciones, sumaba. En esa, la
octava y última, los agentes del Grupo Élite descubrieron que tenía una orden
de aprehensión. Lo llevaron a la zona conocida como La Bajada del Río, en
Navolato. Lo metieron a una casa abandonada, lo desnudaron, acostaron y
amarraron, y le pusieron la chicharra en los genitales.
“El bato no aguantó
—contó un familiar— y sí, es malandrín, andaba de vago y todo, pero para que le
hagan eso, pues ya es otra cosa. Cuando le pusieron la chicharra en los huevos
les pidió que mejor lo mataran”.
Este caso fue
durante los primeros dos meses del año pasado. Pero la gente no quiere hablar.
Saben que los policías saben, que pueden volver y que así como abusaron y los
golpearon y torturaron, y no hay castigo, así, igual, pueden volver.
III
A un detenido en la
ciudad de Los Mochis, municipio de Ahome, lo acusaron de secuestro. Lo
golpearon cuanto quisieron, a capricho y gusto de los uniformados. Al final le
mostraron fotos de su esposa e hijos. Le dieron datos de su domicilio e
información personal. Y le anunciaron: “Vamos a ir por tu esposa, para
violarla”.
En otros casos, los
agentes amenazan con matar, levantar, quemar a los detenidos y a sus familias.
Los colocan en el filo de cualquier superficie: una mesa, un escalón. Le dicen
que están en lo alto de un puente o un edificio, que lo van a aventar para que
parezca un accidente, si no se hace responsable de los delitos que le imputan.
Otros recursos son
colocarles una bolsa en la cabeza y asfixiarlos, o bien un trapo mojado en la
cara y empiezan a verter agua para que el detenido se ahogue.
COMPLICIDAD
Para Leonel Aguirre
Meza, presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (CDDHS), no
es casualidad que todos los detenidos en casos de alto impacto —en los que hay
línea de las autoridades, desde el gobernador hasta el procurador o el jefe de
la Policía, de esclarecerlos—, aleguen que fueron sometidos a tortura.
“No todos los
investigadores torturan, claro. Pero sí te puedo decir que cuando esta se da
hay complicidad del Ministerio Público, del defensor de oficio y de los jefes
de la Policía. Siempre vas a encontrar que las confesiones van firmadas por el
defensor de oficio, que por cierto nunca defiende al inculpado”, comentó.
Recientemente,
agregó, los ministeriales han incurrido en prefabricación de culpables:
informan que la persona a la que fueron a buscar para cumplir una orden de
presentación girada por el Ministerio Público, se retiró voluntariamente y sin
problema alguna a su casa, después de declarar ante el fiscal, “pero lo cierto
es que los mantienen incomunicados, en casas de seguridad, y lo presentan hasta
que lo torturan y confiesan”.
En lo que va del
año, este organismo ciudadano lleva al menos seis casos de tortura en contra de
las corporaciones de seguridad y 12 el año pasado “y esos son los que sabemos,
los que nos llegan, y nadie, nadie, ninguna autoridad investigó al respecto”.
DE ARRIBA
“La tortura viene de
arriba, no del policía”, afirmó un agente investigador adscrito a uno de los
grupos especiales de la Policía Ministerial.
Asegura que ya no es
tan escandaloso y que ahora se cuidan los golpes. Para él, la efectividad, la
siembra y cosecha del terror en el detenido, está en el impacto psicológico que
le causa estar desnudo ante ellos, vendado, amarrado, acostado, a merced de sus
captores.
Afirmó que todos los
grupos especiales encapuchan a sus detenidos. El método incluye amarrarlos con
cinta adhesiva color café, mejor conocida como “cinta canela”, y después viene
lo fuerte: el taladro en el cerebro que producen las referencias a la familia y
otros recursos.
Le permiten que vea
un poco, abriéndole parcialmente la capucha o vendas, para que vea fotos: son
sus hijos, sus hermanos y hermanas, la esposa. Le anuncian que los van a matar.
Pueden ahogarlos con agua, pero “lo fuerte es que los amenaces con tocarle a la
esposa, los hijos, cuando les cortas el cartucho del arma al oído. Ellos entonces
tiemblan. Ahí está lo cabrón”.
El agente reconoció
que la viuda de Alfredo Cuen, acusada de su homicidio, fue desnudada, aunque él
no participó en ese caso. Para los organismos de derechos humanos, de acuerdo
incluso con criterios marcados a nivel internacional, el hecho de que las
desnuden implica, aunque no haya contacto físico alguno, una agresión sexual. Y
con eso basta para ser considerado como tortura.
“También llaman por
teléfono y les ponen a alguien del otro lado de la línea que coincida con la
voz del hijo o la hija, de la esposa. Obviamente esto está bien preparado, se
conoce previamente edades, otros datos, para que parezca real”.
Para él, los
detenidos hablan en caliente con estos métodos. Pero uno de los que más
efectividad tiene es hacerlos sentir que están en lo alto de un puente y que
los van a dejar caer. “Va a parecer un accidente, les decimos. Y eso hace que
en caliente hablen”.
TORTURA
E INOCENCIA
Ríos Estavillo
manifestó que una cosa es el proceso penal que siguen jueces, con la
participación de la Procuraduría General de Justicia del Estado y la defensa
del inculpado, para determinar si es o no inocente, y otra es si se incurrió o
no en tortura.
Dijo que el juez
penal que lleva el caso de Yesenia Armenta no ha considerado la recomendación
que por tortura giró la CEDH a la PGJE y que no fue aceptada por esta. Pero sí
el Juzgado Tercero de Distrito, que pidió información al organismo sobre esta
recomendación, ya que aparentemente la defensa está promoviendo un amparo.
“La autoridad en
materia de si hay o no tortura, que es nuestra comisión, ya dijo que sí hubo
tortura. Y si el juez valora esto es su decisión para el proceso. Pero desde mi
punto de vista, la reforma constitucional del artículo primero, del año 2011,
lo obliga”, señaló.
La reforma indica
que todas las autoridades tienen la obligación de promover, respetar, proteger
y garantizar los derechos humanos.
Respecto a la
respuesta de la Procuraduría local, el ombudsman afirmó que la función de la
CEDH es conminarlo a que acepten la recomendación emitida en este caso, pero
independientemente de esto, “si acepta no es patente de corso para decir que
con esto el detenido o detenida sale de prisión”.
Aseguró que las
autoridades no deben preocuparse por la imagen que tienen ante la ciudadanía,
sino por las personas y sus derechos, “y eso es lo que todos debemos preservar,
porque víctimas y detenidos tienen los mismos derechos, están en igualdad de
circunstancias”.
Lamentó que los
agentes ministeriales usen la orden de localización y presentación, emitida por
el Ministerio Público, como orden de aprehensión, lo que es violatorio de los
derechos humanos.
“Lamentablemente
esto se está usando en Sinaloa, se ha venido utilizando así, y no lo contempla
la ley”, sostuvo. Informó que el quejoso o agraviado tiene de plazo hasta el 27
de marzo próximo para inconformarse ante la CNDH por la respuesta asumida por
la Procuraduría local en el caso de la tortura practicada en contra de Yesenia
Armenta.
Dijo que si una
autoridad no acepta una recomendación y esto no se impugna, la Comisión Estatal
puede remitir el caso al Congreso del Estado para que tome el expediente, tal
como lo señala el artículo 102, apartado 6, de la Constitución federal.
2008 el año con más
recomendaciones: 6
Total de
recomendaciones 2008-2013: 16
Total de quejas
2008-2013: 75
Fuente: CEDH.
(RIODOCE.COM.MX/ Javier Valdez/ marzo 24, 2013)
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