Redacción/Revista Visión Saltillo
Emeequis | México.-
En los cientos de hojas del expediente secreto sobre Romero Deschamps se
construye cada día la historia real de cómo este joven ayudante se convirtió en
un hombre cuya riqueza es similar a las de los millonarios petroleros: relojes
de oro, yates, mansiones, autos de colección. Todo al alcance del dinero
sindical.
Los órganos de
inteligencia dejaron las huellas de la manera en que este tamaulipeco, heredero
y traidor de “La Quina”, fue construyendo un imperio gracias al petróleo,
haciendo uso de su mano negra: venta de plazas, desvío de fondos sindicales
para campañas políticas, robo de combustible en pipas de doble fondo,
secuestro, amenazas… Éste es el esbozo apenas de un apocado chofer que al cabo
de los años se convirtió en un petrolero millonario.
Carlos Romero
Deschamps posee el mejor atributo, el que lo hace inmune a la fiscalización de
su impenetrable poder político y financiero: sigue en las filas del PRI. Hace
unos meses cumplió sus bodas de oro (50 años) con su partido de siempre, el
mismo que en los años 70 usó a sus aparatos de inteligencia para espiarlo y
registrar cada uno de los actos de quien en ese momento no era más que un
aspirante a lo que hoy es: el intocable y millonario líder de los trabajadores
petroleros del país.
Los agentes de
inteligencia, particularmente los de la Dirección Federal de Seguridad (DFS),
reportaron cotidianamente el proceso mediante el cual este apocado chofer y
ayudante dejaba de ser tal y acumulaba influencia y dinero, siempre bajo la
mirada cuidadosa de su entonces padrino Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”,
a quien después traicionaría para hacerse del control absoluto del sindicato de
trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Desde entonces, nada
le hace mella. En el sindicato petrolero ha envejecido y se ha enriquecido. Las
numerosas acusaciones de corrupción no han representado ninguna amenaza seria.
Ni la caída del priismo en el año 2000 ni el caso Pemexgate, investigado por
los gobiernos del PAN, lograron perturbar el cuartel del sindicato petrolero,
desde cuyas oficinas ordena y mueve todo lo que tenga que ver con la industria
del petróleo en México.
Los detalles de cómo
ha ido edificando su poder aparecen en los reportes de los aparatos de
inteligencia. Basta hojear el expediente de Carlos Romero Deschamps que se
encuentra en el Archivo General de la Nación (AGN) para adentrarse en la
historia de cómo fue armando su fortuna política y financiera: venta de plazas,
desvío de fondos sindicales para campañas políticas, robo de combustible en
pipas de doble fondo, secuestro, amenazas…
* * *
De un joven que
conducía el auto y cargaba las maletas de “La Quina”, ahora es un hombre que
recibió de Pemex mil 408 millones de pesos por cuotas sindicales y apoyos en
sólo tres años (2005-2007).
Su expediente en el
AGN y una cantidad amplia de trabajos periodísticos muestran que al menos una
parte de esos recursos han servido para que Romero Deschamps se entregue a una
vida más parecida a la de un empresario petrolero árabe que a un trabajador común
y corriente.
Usa un reloj
Audemars Piguet, de oro de 18 kilates, que gusta exhibir cuando va apostar a
Las Vegas; tiene un yate de 1.5 millones de dólares llamado “El Indomable”, y
un lujoso departamento en Residencial del Mar, una exclusiva zona de Cancún.
Nada extraño para
quien demuestra su afecto paterno con un regalo de excepción: el líder
petrolero le obsequió a su hijo José Carlos Romero Durán un automóvil Enzo
Ferrari con un costo aproximado de 25 millones de pesos.
Romero Durán no
podrá quejarse del vehículo que conduce por las calles de Miami: es de edición
limitada y sólo existen en el mundo 399 unidades. No es fácil comprarlo: además
de tener los recursos para comprarlo, se debe poseer un par más de Ferrari y
someterse a una sofisticada prueba de manejo.
Por eso, sólo gente
como el hijo de Romero Deschamps, músicos como 50 Cent, Eric Clapton, actores
como Nicolás Cage y petromillonarios como AlSaas Al-Sabah, miembro de la
familia real kuwaití, y el jeque Hamad Al Khalifa (príncipe heredero de
Bahrein), poseen uno de estos automóviles.
* * *
La Dirección Federal
de Seguridad (DFS), la policía secreta que operó hasta 1985, y la Dirección de
Investigaciones Políticas y Sociales, de la Secretaría de Gobernación,
registraron todos sus movimientos, reuniones y acuerdos.
Aunque fuera un
hombre del sistema, nunca dejaron de vigilarlo. Así lo demuestran las más de
280 páginas en los dos tomos que conforman su expediente público disponible en
el AGN.
No sólo quedó
constancia de su perfil político. Su ámbito familiar también fue registrado.
Por ejemplo, que nació el 17 de enero de 1944. Tamaulipeco igual que Joaquín
Hernández Galicia, “La Quina”, quien lo adoptó como su hijo. 22 años los
separan.
La historia de
Romero Deschamps no se puede comprender sin entender la de su mentor. Cuando el
hoy senador de la República tenía 20 años conoció a “La Quina” y éste lo
convirtió en su chofer. También era su cargador de maletas, su ayudante
personal.
Poco después pasó a
ser su mano derecha, su asesor y uno de los negociadores de los contratos
colectivos con la dirección de Pemex. Algo vio “La Quina” en él que lo
convirtió en su hombre.
“Era abonero en
Tampico, me lo presentó su primo. Fue mi chofer y me cargaba el portafolio. Me
hacía mis escritos y cada rato me llevaba porras a donde quiera para quedar
bien conmigo. Como era de Tamaulipas, le agarramos mucha confianza. Lo llegamos
a considerar como de la familia”, narró Hernández Galicia.
En las fichas de la
DFS también quedó registro de su matrimonio con Blanca Rosa Durán y el
nacimiento de sus primeros dos hijos, José Carlos y Alejandro. De su pasado en
Tamaulipas se sabe que estudió la primaria y la secundaria en la escuela
Guadalupe Victoria entre 1949 y 1958.
Después estudió
contaduría en una escuela que sólo se conoce como “Eficiente”, de donde egresó
en 1961. Años después vendría el nacimiento de Paulina, la consentida de Romero
Deschamps.
La joven mostró que
también gusta de lo bueno. En 2012 el diario “Reforma” publicó fotos del perfil
de Paulina Romero en Facebook, en las que se le veía feliz: volaba en jet
privado y viajaba por Rusia y Medio Oriente.
Las imágenes también
mostraban sus “bolsas del Superama”, como las llama: un modelo Birkin de
Hermes, con un costo aproximado de 12 mil dólares; también se vanagloriaba de
que bebía vino Vega Sicilia, de a 10 mil pesos la botella.
Pero Paulina no
viajaba sola. Lo hacía acompañada de sus tres bulldogs ingleses (Keiko, Boli y
Morgancita), mascotas con trato “vip”.
Una serie de lujos
nada acordes con el salario que, de manera oficial, recibe Romero Deschamps de
Pemex, donde está registrado como trabajador de nivel 28 en el tabulador y al
que le corresponde un salario de 24 mil 633 pesos mensuales.
Con este episodio,
Romero Deschamps, siempre reacio a los medios, vivió en carne propia cómo la
vida privada de su familia se convirtió en una bomba de indignación pública.
Nada cambió con el
conocimiento público del tren de vida de él y su familia. En la Cámara de
Diputados, las bancadas del PRI y su aliado, el Partido Verde, bloquearon un
intento para investigar su fortuna.
Y más aún, el mismo
Enrique Peña Nieto, en plena campaña presidencial, lo respaldó: “Es un
dirigente que ha trabajado y que tiene el respeto de su gremio…”, se limitó a
decir sin decir nada en realidad.
No hubo ni una
condena, ni una crítica.
* * *
La década de los 70
es clave para comprender cómo se fue gestando este personaje aún intocable de
la política mexicana.
Aunque los documentos
de la DFS sobre sus actividades comenzaron a registrarse desde agosto de 1972,
los que datan de 1977 lo ubican ya como integrante del Comité Ejecutivo
Nacional del Sindicato. Específicamente como secretario de Asuntos Técnicos y
Legales. Tenía 33 años y participaba en mesas de negociación del contrato
colectivo con la dirección de Pemex, a la cual amagaban con huelga, y que en
aquel entonces se encontraba a cargo de Jorge Díaz Serrano, quien, al paso de
los años, sería enjuiciado por un fraude de 35 millones de dólares en contra de
la paraestatal.
Díaz Serrano sería
uno de los tantos directivos, priistas y panistas que Romero Deschamps ha visto
caer, o llegar e irse con la promesa incumplida de “reformar” Pemex, mientras
él permanece incólume en el sindicato.
Ese mismo año
comenzó su campaña para convertirse en líder de la sección sindical 35, en
Azcapotzalco. Ahí lo impuso “La Quina” para retomar el control, pues había
perdido la confianza en el líder de entonces, Héctor Martínez González.
El 22 de noviembre
del mismo año, Romero Deschamps se convirtió en el líder de la Sección 35, en
una asamblea integrada por más de mil 200 trabajadores sindicalizados de Pemex,
que se realizó en la zona de Clavería, del DF. La planilla encabezada por el
político tamaulipeco fue respaldada por cinco organizaciones internas de
trabajadores.
Sin embargo, su
llegada a la sección sindical no fue tersa. Fue la primera vez que las
acusaciones de corrupción que han marcado su carrera fueron registradas por el
Gobierno mexicano: grupos opositores lo acusaron de usar dinero del sindicato
en prendas de vestir, en dos carabinas y una pistola, y que su chofer sacaba
material de la Refinería 18 de Marzo para arreglar su casa.
Los señalamientos no
pararon ahí: también lo acusaron de haber desaparecido la escritura de un
terreno propiedad del sindicato en Tula, Hidalgo, y la factura de un camión de
Pemex.
No hay registro de
una investigación al respecto, pero la respuesta de Romero Deschamps no se hizo
esperar: no sólo fue nombrado como dirigente en sustitución de Martínez
González, sino que éste fue acusado de desfalco por 12 millones de pesos
pertenecientes a la Sección 35.
En junio de ese
mismo año la sección sindical acordó denunciarlo ante la Procuraduría del DF,
aunque no se sabe si la acusación judicial fue presentada. La mano dura del
tamaulipeco se dejó sentir.
En diciembre de
1978, una asamblea de la Sección 35, que encabezaba Romero Deschamps, fue
reventada por una golpiza organizada por sus opositores. El político acudiría a
“La Quina” a pedir su intervención y, desde su poder, Hernández Galicia
tranquilizó todo.
* * *
El año 1979 fue en
el que todo cambió para él. A sus 35 años, era afortunado. No sólo había
ingresado con el pie derecho al sindicato gracias a “La Quina”, sino que ese
mismo año dio el salto de ser un político sindical a uno con fuero. Ese año
competiría por (y ganaría) su primera diputación federal bajo las siglas del
PRI.
Sería su primera
vez, de muchas, como legislador: fue diputado federal en los periodos
1979-1982, 1991-1994 y 2000 a 2003, mientras que tuvo el cargo de senador de
1997 a 2000. Actualmente vive su quinto encargo como legislador en el Senado,
donde permanecerá hasta 2018, mismo año en que su dirigencia al frente del
gremio petrolero se renovará, sin duda.
En mayo de ‘79, un
grupo de trabajadores de la Sección 35 se presentó en la Procuraduría del DF a
dar información sobre su labor en Pemex. Ahí lo acusaron de vender plazas.
El reporte de la DFS
dice: “Los trabajadores de la Sección 35 de Pemex, como los vecinos del 28
distrito electoral, no están de acuerdo con la designación de Carlos Antonio
Romero Deschamps como candidato del PRI a diputado federal por este distrito,
ya que la trayectoria de esta persona ha sido dudosa, pues se ha dedicado a
traficar con las plazas de Pemex”.
El mismo documento
agrega: “Romero Deschamps ha dado uso indebido a los fondos recaudados por
dicha sección y por la poca popularidad de que goza entre los habitantes del
citado Distrito, (los ha) presionado mediante amenazas de agresiones físicas
para que voten a su favor”.
Romero Deschamps
ganó con ventaja en una época en que el PRI era el partido hegemónico.
El lunes 2 de julio,
entre los trabajadores de la Sección 35 comenzó a circular un volante contra el
triunfo de Romero Deschamps. Era un texto punzante, crítico, sobre el priista.
La DFS lo conservó
íntegro. No tiene autor, los creadores sólo se identifican como trabajadores
que temen represalias. Dice hacia el final:
“Diputado de la
probeta. Eres producto del laboratorio del PRI, ganó el Partido Revolucionario
Institucional, no ganó tu persona… Eres el hombre de la triste figura, rey de
la mentira, de la imposición, sostenido por un grupito… Eres ratero… Claro no
te pasará nada, ya tienes fuero…”, se puede leer aún en la hoja escrita a
máquina de escribir.
Días antes de la
elección, fiel a su estilo, Romero Deschamps declaró a un diario capitalino:
“Con o sin votos, seré diputado priista”. Y lo fue.
Hacia finales de ese
año aparecería una nueva acusación en su contra en los archivos de la DFS: él y
otros empleados de Pemex fueron señalados de robar combustible por medio de
pipas de doble fondo, en la refinería de Azcapotzalco.
* * *
Para 1984, la suerte
de Hernández Galicia estaba echada. El Gobierno llegó al convencimiento de que
“La Quina” representaba un riesgo institucional de alta consideración. Aquel
lunes 30 de enero, casi cinco años antes de que fuera encarcelado, comenzó a
correr el destino del líder histórico, espiritual, del sindicato petrolero.
Un análisis de la
DFS decía: “La cuantiosa fortuna de que dispone y el manejo de otros recursos económicos,
le permiten mantener un ejército privado, comprar armas, poder y conciencias de
muchas gentes, para perdurar en el control del sindicato… En caso de que sigan
afectándose sus intereses, en un determinado momento podría enfrentarse al C.
Presidente de la República y al Gobierno federal…”.
No importaba que
fuera parte del PRI. Eso lo hacía más grave: la amenaza estaba en casa. Su
poder financiero y político lo acabarían hundiendo.
Días antes de que se
escribiera el informe sobre el peligro potencial que representaba, la extinta
Secretaría de Programación y Presupuesto emitió un acuerdo cuyo destinatario
único era el sindicato: ningún tercero pudiera participar en obras por administración
directa del Gobierno. Eso significaba que el sindicato petrolero no obtendría
contratos extra de parte de Pemex. Los focos rojos en el Gobierno se prendieron
ante el posible boicot de los petroleros.
El autor del acuerdo
fue el titular de la SPP, Carlos Salinas de Gortari, quien cinco años después
sería presidente y estaría ejecutando el golpe político que se conocería como
“El Quinazo”. Desde entonces, Hernández Galicia estaba en su mira.
A inicios de 1989,
semanas después de que el presidente Carlos Salinas de Gortari tomó protesta de
su nuevo cargo, “La Quina” fue detenido por almacenamiento de armas exclusivas
del Ejército –él siempre dijo que se las “sembraron”– y pasó nueve años en
prisión.
Tras un breve
liderazgo de Sebastián Guzmán Cabrera, Romero Deschamps se alzó como el líder
definitivo del sindicato, de donde nadie ha podido sustituirlo tras cuatro
elecciones “unánimes y democráticas”, como se llama a las asambleas en las que
todos los sindicalizados asistentes votan a mano alzada ante la mirada severa
de su líder.
En 2008, “La Quina”
diría a “emeequis” que Deschamps “vendió” su cabeza a Salinas de Gortari. La
relación mentor-protegido acabó en parricidio.
* * *
De nada sirven las
cientos de hojas de los archivos del espionaje político, de nada las
acusaciones y las investigaciones periodísticas sobre sus abusos, sus derroches
y sus excesos en el sindicato petrolero.
Romero Deschamps
sabe que ya cayó Elba Esther y es difícil que haya un segundo sacrificado. Así
que, por el momento, puede estar tranquilo y seguir metiendo mano negra en todo
lo que le interese.
(ZOCALO/ Revista Visión Saltillo/Redacción/25/03/2013
- 04:05 AM)
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