lunes, 4 de febrero de 2013

LA CORRUPCIÓN EN ROSARITO, BAJA CALIFORNIA



Descansando, desarmado y con familia, cazaron criminales al oficial Ventura
  
El señalado Héctor Eduardo Guajardo Hernández –detenido y liberado en 2009– ordenó el asesinato del Comandante de la Policía Municipal del Quinto Municipio, porque le representaba un obstáculo para el trasiego y la venta de droga. Para perpetrar el crimen contó con el apoyo de otros policías municipales de Rosarito, quienes proporcionaron información sobre la ubicación de Ventura Isada, y lo delataron con los delincuentes de haber sido quien disparó a José Julián Piña Padilla, compadre de “El Güicho”.

Investigaciones ZETA
Policías Municipales de Rosarito están inmiscuidos en el asesinato del Comandante José Carlos Ventura Isada.

Los municipales deshonestos entregaron a su compañero, a los homicidas de la célula criminal de Héctor Guajardo Hernández “El Güicho”.

Guajardo fue detenido el 31 de agosto de 2009 en Ensenada, cuando una riña fue reportada al Centro de Control y Mando. Ese día intentó obtener su libertad utilizando a Policías Municipales corrompidos del puerto, pero la intervención de miembros del Ejército y la Marina lo impidieron.

Sin embargo, “El Güicho” recuperaría la libertad –a pesar de los delitos que en la Procuraduría de Justicia del Estado le habían encontrado en averiguaciones previas– al llegar su caso al Juzgado Segundo de lo Penal, donde la Jueza Martha Flores Trejo le dictó auto de libertad, luego que las pruebas en su contra fueron desestimadas y la víctima de la riña le otorgó el perdón al recibir 50 mil pesos.

Durante estos casi dos años de libertad, Guajardo Hernández ha encabezado una de las células más violentas en la historia reciente de la impunidad del narcotráfico en Baja California. Dejó de servir a Teodoro García Simental cuando éste fue detenido en enero de 2010, y se integró bajo el apodo de “Los Teos” a una organización criminal que hoy día es parte de la estructura del cártel de Sinaloa en Tijuana.

Guajardo ha sido mencionado por sus cómplices en casos de secuestro, ejecuciones y narcomenudeo, también fue protagonista en la posesión de las 134 toneladas de mariguana que fueron decomisadas en 2010 por la Policía Municipal de Tijuana y soldados de la II Zona Militar.

Impune, “El Güicho” ordenó la muerte del oficial Ventura Isada, porque éste le representaba un obstáculo para su actividad criminal. Contó con otros policías municipales de Rosarito, a quienes ha corrompido con dádivas económicas y en especie.

José Carlos Ventura Isada, ya había sido amenazado de muerte en ocasiones varias, pero ello no le impidió continuar su trabajo de combate al narcomenudeo en el Quinto Municipio. Donde sus compañeros lo delataron ante el narcotraficante como quien había disparado contra José Julián Piña, compadre de “El Güicho”.

Solo, dado que nunca fue arropado ni protegido por sus superiores con escoltas durante los días de descanso, el oficial Ventura fue sorprendido por los criminales cuando estaba desarmado, sin uniforme y en un acto familiar. Por eso fue herida su esposa.

La corrupción en Rosarito

Una vez más, la Policía Municipal de Rosarito, respira corrupción.

A cambio de dinero, favores, e incluso droga, elementos de esa corporación están sirviendo al crimen organizado. Un investigador estatal refirió a ZETA que los elementos de la policía bajo el mando del alcalde Javier Robles, están divididos en dos grupos que cumplen con distintas tareas a favor del narcotráfico.

1.- Los policías que se encargan de resguardar el trasiego de droga a gran escala por la carretera y las costas del quinto municipio, y que reciben órdenes y son corrompidos por Alfredo Arteaga González y/o Alonso Arzate García, “El Aquiles”. 

2.- Aquellos elementos que patrullan la zona urbana, protegiendo personas y casas que sirven para la venta de droga al menudeo, para la célula delictiva de Guajardo Hernández.

El Oficial Ventura Isada combatía a los dos criminales por igual, para cuyos efectos, trabajaba el policía asesinado el viernes 25 de marzo, en colaboración con corporaciones estatales y federales.

Miembros del Consejo Estatal de Seguridad están al tanto de los problemas de corrupción al interior de la Policía Municipal de Rosarito, donde la autoridad oficial del Director, el Mayor Magdaleno Vázquez, ha sido rebasada por la del Comandante Mario Alberto Navarrete Núñez, oficial que fue designado de manera directa y sin consulta, por el alcalde Javier Robles.

Esta situación, coinciden en el Consejo, ha relajado los controles, la supervisión y la investigación al interior de la Policía Municipal, lo que ha abierto una vez más, las puertas a la corrupción por parte del crimen organizado.

De hecho, la falta de coordinación entre a municipal de Rosarito y el resto de las corporaciones y fuerzas armadas, llevó al clima de deshonestidad y criminalidad que terminó con el asesinato del Comandante Ventura.

La preocupación es que el grupo criminal de “Los Teos”, domine otra vez el municipio de Rosarito para el desarrollo de su actividad criminal en el narcotráfico.

Policías lo entregaron

En concordancia con la situación de deslealtad a la corporación policíaca de Rosarito, quien coordina a los asesinos de “El Güicho” es un ex policía municipal. Por lo menos así lo han identificado las autoridades en el Consejo Estatal de Seguridad Pública, donde informaron a ZETA, se trata de Alfredo Vega Sánchez. Conocedor de las entrañas de la corporación, Vega fue informado por los deshonestos elementos, que Ventura había matado a José Julián Piña Padilla, un hombre que fue detenido el 25 de marzo por la municipal para una revisión, pero que disparó un R-15 y fue muerto por un agente que reaccionó en defensa propia.

De acuerdo a las investigaciones sobre el asesinato de Ventura, criminales preguntaron a policías de Rosarito quién había matado a Piña, y ellos “…sólo informaron que el comandante de Primo Tapia”. Lo que no dijeron fue que en esa demarcación había dos comandantes. Ventura era uno de ellos y el señalado de manera directa, “porque les estorbaba”.

Dos días después, el 27 de marzo, los criminales asesinaron al oficial de la Policía Municipal de Rosarito. Sus asesinos lo estuvieron espiando. Estacionaron el auto desde donde le seguían los pasos, en el área exprofeso de la cancha de futbol rápido de la colonia

Crosthwaite. Durante el juego que presenció Ventura en calidad de entrenador de equipos femeniles, los criminales lo estuvieron observando.

Terminada la justa deportiva, Ventura, su esposa y sus hijos, abordaron el auto familiar, una Jimmy GMC azul. Los testigos relataron a investigadores de la Procuraduría: el vehículo del oficial circuló algunos segundos en el estacionamiento y era seguido por el carro de los asesinos, quienes cuando Ventura se incorporaba a la calle 5 de Mayo, el carro de los criminales –una Quest verde oliva– se le emparejó por el flanco del copiloto donde viajaba el Oficial. Dispararon certeros con una 9 milímetros. De arriba hacia abajo, nueve balazos dieron en el cuerpo de Ventura desde su cabeza hasta los glúteos.

Los impactos provocaron que el cuerpo del agente se cargara hacia la izquierda sobre su esposa. La mujer recibió dos balazos, uno en la mano y otro en el abdomen en el costado derecho. Los servicios de salud actuaron de manera inmediata, la estabilizaron en Rosarito y después la trasladaron a Tijuana.

Tras el ataque los criminales huyeron por la calle Cinco de Mayo rumbo a la vialidad Roberto Barrios. No fueron aprehendidos a pesar de operativos de búsqueda de policías estatales, municipales y militares. Sólo localizaron la camioneta en la colonia Constitución. Al interior a simple vista había cuatro casquillos de arma 9 milímetros, y en una revisión más profunda sumaron 8 casquillos. Todos de la misma arma, la cual no había sido usada antes en otro hecho delictivo.

A pesar del avance de la investigación sobre la forma y los motivos por los que fue asesinado Ventura Isada,  en la Procuraduría del Estado no han identificado a los asesinos materiales ni a los policías municipales que participaron en el crimen.

El licenciado Rafael González, Subprocurador de Zona de la PGJE, dijo que el expediente registra dos asuntos claros:

* A Héctor Eduardo Guajardo Hernández “El Güicho”, como presunto autor intelectual.

* La venganza como móvil.

Determinaciones a las que llegaron basados en la declaración de Leoncio Aarón Amarillas Beltrán, hombre que el 25 de marzo conducía el Malibu Chevrolet donde José Julián Piña Padilla quedó muerto a manos de los policías, y quien declaró que Piña era compadre de Guajardo.

Amarillas y Piña se encontraban ese día en un auto en el estacionamiento del Oxxo localizado justo antes de la entrada a Puerto Nuevo. Los agentes que patrullaban la zona se dieron cuenta que éstos permanecieron en el lugar durante varias horas. Pasada las 10 de la noche decidieron rondarlos para averiguar qué hacían.

Aparentemente cuando los delincuentes percibieron que los estaban vigilando, arrancaron el auto a gran velocidad y dieron una vuelta prohibida, motivo por el cual los policías les ordenaron detenerse. Así lo hicieron. El Comandante de Primo Tapia –no Ventura– descendió de la patrulla y se acercó al Malibu por el lado del copiloto. Pudo ver cuando Piña abría la puerta y sacaba el cuerpo empuñando un rifle que empezó a disparar. Los patrulleros se pertrecharon y respondieron la agresión.

José Julián Piña quedó muerto, y Amarillas intentó huir corriendo cuando fue alcanzado y detenido. Este hombre dijo ser sinaloense y vivir en la colonia Pípila en Tijuana, sin embargo en una revisión que militares realizaron al vehículo, encontraron un recibo a su nombre con domicilio en Primo Tapia; catearon la casa y encontraron un arma larga.

Amarillas fue turnado a la PGR por el delito de posesión de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, dado que el R15 que usó Piña estaba en el auto que él manejaba, además de 19 cartuchos útiles. La delegación lo consignó al juzgado sexto, donde de acuerdo a la ley no alcanza fianza.

También se pusieron a disposición de los federales dos cuernos de chivo, de acuerdo a la revisión ministerial ambas armas eran prácticamente nuevas, con cacha de madera, “algo raro”, y a pesar de que tenían un número de serie, no tenían la inscripción de ninguna marca  de las empresas dedicadas a hacer R15, “…no se las borraron, simplemente quien las construyó no les puso nada. Como si fueran rifles patito”. Estos rifles tampoco habían sido usados en balaceras u homicidios en Baja California.

“Evidentemente les están resurtiendo armamento, pero no sabemos de dónde”.

Amenazado

Elementos de las Secretaría de Seguridad Pública del Estado, de la Policía Estatal y de la Procuraduría del Estado, refirieron los antecedentes del comandante José Carlos Ventura Isada como “limpios”.

“Cuando las cosas se pusieron muy complicadas en 2008, lo asignaron a Primo Tapia y los criminales trataron de contactarlo. Él no aceptó y eso le trajo muchos enemigos. Sin embargo continuó trabajando de manera coordinada, recibiendo información, atendiéndola, y proporcionado apoyo tronando tienditas. Lo único raro era la ausencia de escolta y que acostumbraba hacer su vida normal”, comentaron.

A finales de octubre de 2008, en medio de una pugna territorial entre traficantes de Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero” y de Teodoro García Simental “El Teo”, los policías municipales de Rosarito que no apoyaron a uno u otro bando recibieron una serie de amenazas de muerte.

El 17 de octubre de 2008, criminales balearon una patrulla y mataron a dos agentes no implicados con la mafia. El día 19 las agresiones fueron contra el comandante Ventura, cuando delincuentes pasaron frente a su casa disparando al vacío, mientras amenazaban su vida por la frecuencia policiaca y él escuchaba las advertencias desde sus oficinas en la delegación Primo Tapia.

Ventura fue retirado de las oficinas delegacionales resguardado por agentes ministeriales.

Mientras un operativo similar se hacía en torno a su familia, la cual fue trasladada a la ciudad de Tijuana por seguridad. Durante tres días vivió Ventura en las oficinas de la PGJE en Rosarito. Después se cambió de casa. Hasta el momento de su asesinato vivió de manera humilde y acorde a su salario.

Dos años después, el 17 de diciembre de 2010, la patrulla de Ventura que incluía cuatro escoltas, se detuvo a las siete de la tarde a comer en una taquería ubicada en la calle Distrito Federal de la colonia Constitución. Los agentes se descuidaron, y desde una camioneta Nissan XTerra gris en circulación, les dispararon ráfagas de R15.

En los hechos murió un civil y el agente Héctor Alfonso Vargas. Ventura sólo recibió un rozón. “Pero todos sabían que ése era el grupo del comandante”, por ello una de las líneas de investigación fue un posible atentado contra el mando policiaco.

No hubo mayores avances, hasta la captura de Miguel Valle “El Bóxer”. En uno de los operativos paralelos y cateos a las casas relacionadas con el detenido, militares localizaron la XTerra y el arma.


(SEMANARIO ZETA/ Investigaciones ZETA/ 04 DE FEBRERO 2013)

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