lunes, 26 de diciembre de 2016

LA HISTORIA MARCHITA DE UN PUEBLO LLAMADO NOCHE BUENA


En este pueblo no llega Santa Claus desde hace 22 años que la mina llamada Noche Buena cerró sus puertas dejando a sus habitantes en un limbo territorial, como viven en propiedad privada, nunca llegan los apoyos de Gobierno




Por Jesús Peña
Foto y Video Omar Saucedo
Edición Kowanin Silva
Diseño Edgar de la Garza

Evaristo es un cuerpo tirado sobre un sofá, el sofá es un sofá tirado sobre la sala de una casa de tierra, la casa es una casa tirada sobre un pueblo que se llama Noche Buena, el pueblo es un pueblo tirado en lo alto de una loma pedregosa, en el municipio de Melchor Ocampo, Zacatecas.

Hace 22 ó 23 años que aquí, la vida se extinguió, cuando la mina, que no era una mina de oro, sino una mina de zinc, plomo y cobre, paró de trabajar y la gente, sin más nada qué hacer, se fue.

Solo quedaron Evaristo, su mujer, sus hijos, y otras veintitantas familias que llegaron a Noche Buena cuando la mina ya era mina y por eso no se quisieron, no se han querido, ir.

Entonces el pueblo era bonito, muy bonito, había mucha gente y casas.

En 1949 Evaristo Martínez Zúñiga pisó por primera vez el pueblo de Noche Buena, después que su padre murió y él quedó solo a los 11 años con su madre y hermanos.

Evaristo se graduó en el cuarto año de primaria, porque en la escuela del pueblo no había quinto ni había sexto.

Ya luego se dedicó a trabajar y trabajar.

Tanía 13 años cuando supo lo que era una mina por dentro.

Durante tres décadas “completitas”, de 1959 a 1989, Evaristo trabajó como obrero y supervisor en aquella mina fabulosa que le dio el nombre al pueblo de Noche Buena, a cambio de las fatigas y el sudor de sus peones.


Don Evaristo. Es el testigo de aquella mina llamada Noche Buena a la que llegó a trabajar cuando tenía 13 años.

¿De dónde le vino el nombre?

Unos dicen que la mina se llama así, Noche Buena, porque su descubrimiento fue un 24 de diciembre de un año ignoto; otros, que porque una noche de campamento a las afueras de la veta a alguien se le ocurrió decir: “ay oiga, que noche tan güena pasamos ora”.

La mina llegó a tener, por aquellos días venturosos, 175 obreros, que migraron de Jagüey, Terminal y Concepción del Oro, Zacatecas, atraídos por la fiebre de la Noche Buena, eso sin contar a los peones temporales.

Y aunque el salario era rústico, la gente de los alrededores encontró en Noche Buena un buen vividero.

Había su primaria, había su secundaria, había sus maestros y sus grupos de hasta 40 plebes, por turno, a mañana y tarde.

Y había sus buenas casas de adobe con techos de chapa, las casas que la compañía minera levantó para sus trabajadores, y había sus caminos, su iglesia, su hospital.

 Tiene mucho mineral todavía, lo que pasa es que ya ha de estar completa de agua, mucha agua"

DON EVARISTO, MINERO PENSIONADO

Pero un día de 1992 ó 93, en eso los pobladores de Noche Buena no han podido ponerse de acuerdo, la mina se cansó de parir riqueza y el pueblo se dio a la ruina y luego al éxodo.

Unos dicen que porque se agotó el mineral; otros que por una mala administración de los dueños.

Al final los trabajadores, que en su mayoría no habían tenido escuela, recibieron una liquidación exigua, por haber enterrado sus mejores años en las profundidades de la mina.

“El señor Cabello, (Carlos Cabello Gutiérrez, el último dueño), no les pagó lo que debía de haberles pagado a los trabajadores, pero unos no sabían ni leer, no sabían ni cómo se llamaban”, dice María de Jesús Ramírez Martínez, la esposa de Evaristo.

Y entonces en Noche Buena no volvió a haber una Noche Buena como en los tiempos de mayor bonanza y esplendor.

Allá cuando don Luis Gutiérrez Treviño, empresario minero, y uno de los antiguos propietarios de Minera Noche Buena, que así se llamaba, se llama, la compañía, daba regalos y una gran cena de Navidad para los obreros y sus familias.

“Uh pos muy bonito, en abundancia todo. Porque el dueño de la mina, don Luis Gutiérrez, no fue agarrado, él a todos los niños de la escuela les daba muchos regalos, a los trabajadores les daba sus regalos, les hacía su cena de Navidad. Ah pero que entran otras gentes, familia de él, y se acabó todo”, dirá Rosalinda de la Paz, una aldeana.


¿Por qué se llama noche buena? Unos dicen que la mina se llama así, porque su descubrimiento fue un 24 de diciembre, otros, que porque una noche de campamento a las afueras de la veta a alguien se le ocurrió decir: “ay oiga, que noche tan güena pasamos ora"

Entonces hordas partieron a Saltillo, Ramos Arizpe y Monterrey, para buscarse la vida.   

Y Noche Buena se tornó de pronto en un pueblo solitario, silencioso, aciago.

Sus escuelas quedaron vacías de niños y sus casas se volvieron tapias.

El pueblo todo es una tapia.

Después que cerró la veta, ya nomás se fueron todos, la gente empezó a saquear las casas, la mina, y a robarse el cobre y todo lo que podía, para venderlo.

“Hubo mucho vandalismo cuando la mina cerró. La gente aprovechó y se cobró a su manera”.




Daniel Rocha Silva, es el profesor de los 14 alumnos que hoy asisten a la secundaria en la comunidad de Noche Buena, y cuyos padres viven, la mayoría, de trabajar la tierra.

Noche Buena se parece a tantos y tantos pueblos del desierto:

Un lugar con vocación agrícola, pero a baja escala, porque sus tierras son de temporal y su agricultura de autoconsumo, con una salvedad:

“Algunas gentes de aquí trabajan en Peñasquito, que es el principal centro minero del estado”, dice Daniel.

Su voz resuena en lo que fue el edificio del Sindicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, en Noche Buena, fundado hacia 1936.

El edificio que más tarde fue cine y ahora está sin vidrios en los ventanales, y lo que es peor sin máquinas proyectoras, porque también se las robaron.



El vacío. Estas son las postales de la soledad de Noche Buena, las oficinas del sindicato vacías, la clínica sola, sólo la iglesia tiene un poco de color, amarillo alusivo al PRD.


El vacío Estas son las postales de la soledad de Noche Buena, las oficinas del sindicato vacías, la clínica sola, sólo la iglesia tiene un poco de color, amarillo alusivo al PRD.

23 años después de que paró la mina Evaristo está tirado en un sofá de la sala de su casa, con pesebre y arbolito de Navidad, viejo, Evaristo tiene 80 años, y enfermo.

Evaristo es quizá el último entre los mineros antiguos que en Noche Buena se han ido acabando.

De tanto andar en las fauces de la mina, manejando una máquina que hacía un ruido atroz al perforar la roca, Evaristo era perforista, quedó sordo.

Evaristo tiene un aparato para oír, en la oreja derecha, pero da igual porque hay que gritarle fuerte, fuerte, por la otra oreja para que escuche.

Ya no tiene intestinos, vive con una tripa artificial, y no puede andar, tiene las piernas zambas, de tanto que trabajó entre el agua helada que escurría de los veneros de la mina.

Pero aun así Evaristo, como otros viejos del pueblo, no se ha ido.   

Medio la pasa con la pensión de tres mil pesos mensuales que le quedó de ser minero, desde que era un crío.

Y el poco maicito y el rastrojito que levantan sus hijos de la labor, allá cuando llueve y Dios los ayuda.

Pero no se va.

“Los que están aquí pos… son los que tienen su poca pensión oiga”, dice María de Jesús Ramírez Martínez, la esposa de Evaristo y antaño cocinera de la mina.


DON EVARISTO, narra cómo terminaron las noches buenas hace 23 años cuando paró la mina. Tiene 80 años, está enfermo y espera la Navidad desde el sofá de su casa con pesebre y arbolito de Navidad.

La historia de la mina Noche Buena es más o menos así:

El abuelo de Evaristo fue quien encontró la veta, Evaristo no sabe cuándo, porque en 1936 que él nació, la mina ya era mina.

Su abuelo la regaló entonces al ilustre militar y político ramosarizpense Eulalio Gutiérrez Ortiz, de quien era asistente.

Con el desarrollo de la excavación se fundó entonces, en torno de la mina, el pueblo que adoptaría su nombre.

A la muerte de don Eulalio Gutiérrez Ortiz, la mina pasó a  manos de su hijo Eulalio Gutiérrez Treviño, ingeniero agrónomo, alcalde, senador y gobernador de Coahuila; y luego al hermano de éste, Luis Gutiérrez Treviño, empresario minero.

Al último el yacimiento quedó en poder de otro descendiente de esta dinastía, el político y empresario Carlos Cabello Gutiérrez, actual secretario de Fiscalización y Rendición de Cuentas de Coahuila.

De allí, dice la gente de Noche Buena, fue el derrumbe de la mina y del pueblo todo.

“Se estuvieron reteniendo las rayas de los obreros y ya desde ahí empezábamos mal ¿Por qué se retenían los sueldos de los trabajadores?, que porque no había y que no había. Cómo que no iba a haber oiga, pos si se estaba produciendo en la mina”.

 No se las quieren pasar. Ha venido mucha gente a que se las vendan y no se las han querido vender”

DON EVARISTO, MINERO PENSIONADO

Rosalinda de la Paz sabe lo que dice, porque ella trabajó de secretaria en la desaparecida minera.

Pero aun así Evaristo no se fue.

No.

Noche Buena ya no es pueblo próspero, progresista.

Vive pobre y abandonado.

“Después de ser tan rico en mineral, ahorita ya no tiene nada, no hay trabajo, no hay nada. A veces parece un pueblo fantasma”.


 Es que ellos (los gobernantes) buscan su comodidad, primero la de ellos, ya después, si sobra, pa los demás”.

SAN JUANA, DEPENDIENTA.

Monserrat Macías es la dependienta de una tienda de abarrotes en la que de vez en vez entra un cliente, porque en Noche Buena ya no hay gente ni trabajo para tener plata con qué comprar.

A las 11:00 de una mañana plomiza el viento pega como filo frío de navajas en el rostro.

El estallido de un cohetón apoca los ecos de la música que brota de alguna casa encaramada en el cerro.

En las entrañas del pueblo se oyen a ratos las risas de los chicos o el griterío de los gallos que anuncian mal tiempo en Navidad.

“Aquí está bien tranquilo y aquí, a pesar de que hay soledad nunca esta triste”.

Dice Susano Rodríguez Briones, 76 años, chivero y mecánico de bombas, cuando la mina era la mina.

Susano vive solo desde que su mujer se murió y sus hijos se fueron a Saltillo y se casaron.

-¿Cómo celebra usted la Noche Buena en Noche Buena?

-No pos hacemos una discadía, me junto con mis… pos unos dos amigos que tengo ái y ái nos la pasamos un rato echando música.

 Los chamaquitos no tienen esperanza de recibir un juguete. La mayoría de los papás tienen trabajos temporales”

DANIEL, PROFESOR DE NOCHE BUENA.

Años hace que ni Santa Claus ni el gobierno se paran por acá para traer algo, una ayuda, un programa, lo que sea, a los pobladores de esta comunidad desértica separada de la civilización por una larga brecha de terracería bordeada de arbustos, arbustos, arbustos.

“Los chamaquitos no tienen esperanza de recibir un juguete. La mayoría de los papás trabajan en la localidad, pero son trabajos temporales.

“Hay muchas problemáticas, tampoco queremos que nos las solucionen, pero sí que nos echaran la mano con algún proyecto, alguna actividad de la que pueda beneficiarse la gente de la región”, dice Daniel Rocha, el maestro de la secundaria.


NOCHE BUENA está asentada en la mina, propiedad de la empresa que ha decidido ya no trabajarla más, pero tampoco venderla. Mientras tanto no hay gobierno que pueda entrar aquí.

Todo porque, para las autoridades de Melchor Ocampo, Zacatecas, municipio al que pertenece Noche Buena, Noche Buena sigue la propiedad privada, la pequeña propiedad, en donde hace más de un siglo llego a establecerse una compañía minera.

Y como Noche Buena es propiedad privada, dice el gobierno, no necesita nada.

Sus habitantes dicen otra cosa:

“Es ejido. Le dije a mi papá ‘dígame, explíqueme, cómo estuvo esto, porque si ustedes no lo defendieron a lo mejor nosotros sí lo vamos a defender’” y me dijo ‘mira hija, la mina no fue vendida, ni rentada’. Entonces ¿por qué le llaman propiedad  privada?’, si es ejido”, dice María de Jesús Ramírez Martínez, la esposa de Evaristo.

Por eso a Sanjuana de la Rosa, una vecina del lugar, no le extrañó la respuesta de José Lázaro Vázquez Alemán, el alcalde de Ocampo, abogado él, de Saltillo él, perredista él, cuando fue a solicitarle apoyo para restaurar las escuelas del pueblo.

“‘A ver si me quedan recursos, a ver si’”, le dijo el edil.

“Es que ellos buscan su comodidad, primero la de ellos, ya después, si sobra, pa los demás”, dice Sanjuana.



Noche Buena es un pueblo que dejó de recibir apoyos sociales porque está catalogado como propiedad privada.

Jesús Ramírez Jiménez está parado en contraesquina de la iglesia, un tempo amarillo y de arquitectura vernácula, plantado a la entrada del pueblo.

La iglesia está dedicada a la Virgen de Guadalupe, la patrona de Noche Buena, por ser a quien los mineros le encomendaron la veta.

Jesús está diciendo que a veces llega aquí una que otra ayuda de la presidencia de Ocampo, pero que nada más para la gente que en Noche Buena es simpatizante del PRD, el partido en el poder.

“Hay gente aquí que anda con ellos, con el partido de ellos y pos son a los que ayudan, a veces”.

-¿Es perredista aquí?

-¿No ve que hasta la iglesia pintaron de amarillo?

La crisis ha llegado a tal punto en Noche Buena, que los pobladores han tenido que hacerse con las casas abandonadas que dejaron a su partida los antiguos empleados de la minera, con el afán de formar, siquiera, un pequeño patrimonio para sus hijos.

Son las casas que la compañía construyó y que ahora están en peligro de desmoronarse.

Algunas ya se cayeron.

La gente de Noche Buena dice que muchas de estas casas, fueron destruidas, incluso, por mandato de Carlos Cabello, el dueño de la mina.

Alfonso Martínez Cabrera es el comisariado ejidal de Noche Buena y uno de los dueños, sin papeles, de una de estas viviendas.


Los vestigios de lo que fue un pueblo de mucha bonanza, cuelgan todavía de las casas abandonadas, todavía desde aquel día del exilio.


 “No, no hay que roben...Hay tan poco qué hacer aquí, uno que otro borrachito, a veces, y nomás”

AURERLIO, POLICÍA DE NOCHE BUENA.

Ya pasa del mediodía y Alfonso, que trabajó en la Noche Buena como operador de producción, está martillando, sus martillazos golpean por todo el pueblo, sobre el techo de “su casa”.

Dice que hay que arreglar los pretiles porque ya están partidos y con las lluvias se cuela el agua.

“Lo que nos está quedando de la mina son las casas éstas, pero ya necesitan una reparacioncita”, dice.

Jesús Martínez Ramírez, otro poblador, tiene una casa bonita, con pisos refulgentes y paredes inmaculadas.

Apenas y se puede creer que aquí, donde antes era una tapia hay una casa.

Jesús la reconstruyó con el material de las viviendas que están en ruinas y la dejó como nueva.

“Todas esas casas que ves aí estaban habitadas, todas, todas”, dice Jesús señalando una hilada de tapias pegadas a su vivienda.

Jesús es uno de los pocos hombres en el pueblo que fueron contratados para trabajar en la compañía Peñasquito, ubicada a unos 15 ó 20 kilómetros de Noche Buena.


El vacío Estas son las postales de la soledad de Noche Buena, las oficinas del sindicato vacías, la clínica sola, sólo la iglesia tiene un poco de color, amarillo alusivo al PRD.


La mina llegó a tener, por aquellos días venturosos, 175 obreros, que migraron de Jagüey, Terminal y Concepción del Oro, Zacatecas, atraídos por la fiebre de la Noche Buena

 Cuando vinieron los canadienses dijeron, que nos la pasen y con las bombas, en dos por tres, se desocupa de agua”

DON EVARISTO, MINERO PENSIONADO

Jesús dice que sería bueno que alguien llegara al pueblo y reabriera la mina.

Habría trabajo y los hombres estrían con sus familias.

“No que así anda uno muy lejos y no sabes de la familia más que por puras llamadas de teléfono”.

De vuelta en su casa Evaristo está diciendo que hace algunos años ingenieros del Peñasco vinieron para explorar la vieja mina de la Noche Buena.

Su sorpresa fue que encontraron un yacimiento casi virgen.

“Virgencita. Tiene mucho mineral todavía, lo que pasa es que ya ha de estar completa de agua, mucha agua. Cuando vinieron los canadienses les dije ‘no ingeniero, ahorita lo que tiene la mina es mucha agua, yo creo’, dijo ‘eso no nos quita el tiempo, que nos la pasen y con las bombas, en dos por tres, se desocupa’”.


El vacío Estas son las postales de la soledad de Noche Buena, las oficinas del sindicato vacías, la clínica sola, sólo la iglesia tiene un poco de color, amarillo alusivo al PRD.



Don Susano, chivero, se aferra al ejido Noche Buena, presume que aquí no hay tristeza.

Evaristo dice que gente ha venido de todos lados, atraída por la riqueza de la Noche Buena, pero que los dueños no han querido soltarla.

“No se las quieren pasar. Ha venido mucha gente a que se las vendan y no se las han querido vender”.

“No la sueltan ni la prestan ni la rentan. No la dejan trabajar”, dice Rosalinda de la Paz, quien lleva toda la mañana detrás del mostrador de su tienda de abarrotes, sin que ningún cliente se pare.

-Pero vendrá el alcalde de Ocampo  a darles una vuelta, ¿no?

-No, ese no nos toma en cuenta. Solamente cuando hay elecciones, entonces existen los habitantes de Noche Buena, menos no. Abandonados estamos completamente.

Las 2:00 de la tarde en la comunidad de Noche Buena y en la diminuta oficina, sin rótulo, de la policía, Aurelio Leos Orta, el guardia destacamentado en Noche Buena, desde hace ocho años, duerme la siesta.

Hay tan poco qué hacer aquí, uno que otro borrachito, a veces, y nomás.

Aurelio se pone entonces a leer los libros, sobre cómo ser un buen policía, que el dan en la demarcación de Melchor Ocampo o a repasar sus textos de secundaria.

Hace poco que Aurelio, un señor cincuentón, terminó la secundaria, dice con sus ojos chispeando orgullo.

-Oiga, ¿y qué cuida?, ¿a poco todavía quedó algo que se roben aquí?

-No, no hay que roben…


(VANGUARDIA/ JESUS PEÑA/ SÁBADO, DICIEMBRE 24, 2016 - 15:04)

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