WASHINGTON (apro).- Una nueva matanza perpetrada en esta capital dejó 13 muertos y cimbró a Estados Unidos.
La masacre se registró en las primeras horas de la mañana, dentro de instalaciones militares de la Marina Armada, en Washington.
El caos provocado dejó semiparalizada por varias horas a la ciudad
cuando la policía capitalina y las autoridades federales intentaban
esclarecer el incidente, perpetrado por Aaron Alexia, de 34 años, quien
resultó abatido en el tiroteo que sobrevino a su ataque.
Los disparos hechos dentro de las instalaciones de la Navy Yard, no
muy lejos de la Casa Blanca, desataron el pánico. Inicialmente se
reportó que la balacera podría haber sido provocada por tres atacantes
vestidos de militar (dos negros y un blanco), y que uno o dos habrían
huido por los techos de las instalaciones. Luego las autoridades
recularon y dijeron que no había tal cosa como un sospechoso blanco.
De hecho, al cierre de edición, había versiones encontradas de las
autoridades acerca de la presencia o no de un segundo atacante, que en
todo caso no había sido ubicado ni mucho menos detenido. Presuntamente
es negro, tendría unos 50 años y llevaría un arma larga con él.
“Nos enfrentamos una vez más a otro tiroteo masivo, y hoy ocurrió en
una instalación militar en la capital de nuestro país”, declaró el
presidente Barack Obama. “Vamos a investigar detalladamente lo ocurrido,
como lo hemos hecho con otros muchos tiroteos, tristemente, y vamos a
hacer todo lo que esté a nuestro alcance para prevenirlos”, destacó
Obama en la Casa Blanca. Decretó cuatro días de luto nacional.
Nuevamente la sociedad de Estados Unidos enfrentó una realidad
violenta: que su cultura y amor a las armas de fuego son una navaja de
doble filo, que en la última década le ha costado la vida a alrededor de
un centenar de personas, incluidos varios niños.
Pocas horas después del ataque, Cathy Lanier, la jefa de la Policía
Metropolitana, explicó en conferencia de prensa que Alexis entró a las
instalaciones militares junto con al menos otro atacante. Con un fusil
AR-15, una escopeta y una pistola semiautomática disparó contra el
personal militar y se enfrentó a balazos con policías de la ciudad,
después de que supuestamente se atrincherara en un cuarto del edificio
militar. Las autoridades informaron que aún investiga cómo lograr entrar
al complejo, sumamente vigilado.
Frente a la confusión que generó la masacre y la versión de varios
testigos, Lanier luego señaló que se seguiría investigando el incidente
para determinar si el ataque fue obra de una sola persona o de dos.
El alcalde de la ciudad, Vincent Gray, declaró en conferencia de
prensa que por tratarse del caso de un incidente que involucra a
personal militar, el Pentágono y el Buró Federal de Investigaciones (sus
siglas en inglés son FBI) estaban colaborando con la policía
capitalina, pero que desconocían los motivos que llevaron a Alexis a
cometer el acto. Durante el día no se descartó la posibilidad de un
atentado terrorista, pero al caer la noche esta posibilidad se estaba
desvaneciendo, de acuerdo con lo declarado por autoridades y
funcionarios de diversas dependencias.
La jefa de la Policía describió al atacante como un hombre fuerte que
vestía un uniforme al estilo militar, lo mismo que su presunto
cómplice.
Al principio se dijo que el nuevo tiroteo había dejado un saldo de
por lo menos cinco heridos más, tres civiles y dos policías
metropolitanos. Por l anoche, la cifra había aumentado a 14 (tres de
ellos de gravedad).
Este tipo de masacres siguen siendo la constante en Estados Unidos.
La indignación de los estadunidenses ante estas atrocidades nunca ha
sido suficiente como para modificar las leyes que avalan la propiedad y
portación de armas.
El 14 de diciembre de 2012, en la pequeña población de Newtown, en el
estado de Connecticut, Adam Lanza, un joven de 20 anos de edad, ingresó
a la escuela primaria Sandy Hook, y a sangre fría masacro a 26
personas, seis menores de edad, antes de suicidarse.
Frente a la matanza de los niños, la sociedad y el gobierno federal
se indignaron y al Congreso federal se envió un proyecto de ley para
prohibir la venta de armas semiautomáticas, entre otras modificaciones a
las leyes. Sin embargo, tras varias semanas de debate el Congreso
federal congeló el proyecto de ley.
La agresión de hoy también recordó la de Fort Hood, Texas, en 2009,
cuando un psiquiatra militar acabó con la vida de 13 personas e hirió a
30.
Hoy, horas después del tiroteo y según la información suministrada
por el Servicio Secreto, encargado de la seguridad del presidente Obama,
un hombre arrojó los explosivos de artificio desde la verja de la zona
norte de la Casa Blanca, ubicada sobre la avenida Pensilvania, también
en Washington. El hecho no causó heridos ni daños y no parece estar
directamente vinculado con el de la mañana.
El agresor
Las dependencias locales y federales suministraron poco a poco fragmentos en torno al perfil del atacante.
Aaron Alexis fue un reservista de la Marina que actualmente trabajaba
como subcontratista de Hewlett Packard en proyectos de tecnología de la
información relacionados con la defensa.
Alexis se alistó en la Marina en mayo de 2007. Fue destacamento en
Texas, donde trabajó hasta 2011 en trabajos de logística y como
eléctrico de aviones. Ese año salió de la institución.
En 2004 baleó las llantas de un coche ajeno en Seattle. Al ser
detenido dijo que el propietario se había burlado de él. Posteriormente,
sin embargo, culpó a un trauma surgido el día de los ataques a las
Torres Gemelas en Nueva York (11 de septiembre de 2001), cuando
presuntamente “colaboró en acciones de rescate”.
En 2010 de nuevo tuvo problemas. Disparó un arma dentro de una
oficina gubernamental, en Fort Worth, Texas. Alegó que se le había
disparado accidentalmente mientras la limpiaba.
Hoy, el FBI pidió a la ciudadanía que le comunique toda la información que tenga acerca de Alexis.
/16 de septiembre de 2013)
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