Las Fiestas Patrias festejadas aquí convirtieron al Palacio Municipal
y a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en dos letrinas gigantes.
El edificio del DIF municipal no escapó a ser también un gran excusado, por estar continuo al Palacio de Gobierno.
El hedor a orina daba a metros a la redonda. Este causaba náuseas,
asociadas a una intoxicación por amonio o urea. En ambos lugares no se
podría estar minutos, porque era insufrible respirar la inmundicia que
produjo la noche del grito.
Fue tal el olor a orina que una afanadora del templo lavó los muros
de cantera con cloro y agua. Pero ni así, la orina se degrado. “Ahora
está peor. Los dejaron embriagarse y tomaron las paredes de todo el
lugar como letrina. Es vergonzoso para nosotros ver que la autoridad
municipal fomente la degradación social y el libertinaje con el pretexto
del turismo”, dijo.
Trabajadores de aseo y limpia de la comuna sólo levantaron los
centenares de botes de cerveza que quedaron regados en las calles del
centro histórico, desde la plazuela, el palacio municipal hasta el
templo, pero no lavaron las inmundicias de los centenares de visitantes
que albergó el Pueblo Mágico.
También recogieron cajas, muchas cajas de cerveza. Y temprano habían
retirado las dos hieleras de las carpas que instalaron las dos
principales compañías cerveceras para despachar como cantinas ambulantes
abiertas a toda clase de público.
La de color azul quedó en el palacio municipal y la de rojo frente al
templo católico y a un costado del Instituto Federal Electoral.
Para algunos, la fiesta en El Fuerte se prolongó hasta media mañana
pues se quedaron a ver el sol embriagándose en las banquetas o manejando
sus vehículos, de modestos a lujosos. Como el conductor de una Hummer
tinto que estacionándose en doble fila obstruía el paso de peatones y de
camiones en el centro de la ciudad, con un bote rojo en la mano. La
situación fue destejada por por un rechoncho patrullero, que sobándole
la mano al que parecía el conductor y dueño de la Hummer le dijo: “No
hay pedo compa”.
Y mientras aquí los turistas viven las fiestas de independencia sin
control del Bando de Policía y Gobierno, en la explanada del templo, la
afanadora da cubetazos de agua y cloro a las paredes de cantera para
desterrar el olor a orina. Pero la orina no se va.
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