En
agosto del año pasado en Huitzilac, Morelos, cuatro vehículos manejados
por policías federales persiguieron y tirotearon una camioneta de la
embajada de Estados Unidos en la cual viajaban dos diplomáticos de ese
país y un marino mexicano. Un gran escándalo en lo que se dio en llamar
el caso Tres Marías. Los 14 agentes de la PF implicados –a quienes
incluso se acusó de tener nexos con el crimen organizado– llevan ya un
año en prisión y ahora dan a Proceso su versión de los hechos. En
síntesis, sostienen que su proceder en ese episodio se ajustó a órdenes
superiores.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- “¡Sabemos que están
relacionados con los Beltrán Leyva. Hablen, porque se los va a cargar la
chingada. Pongan a quien tengan que poner!”, les ordenaron los agentes
del FBI y Victoria Pacheco Jiménez, entonces subprocuradora de Control
Regional, Procedimientos Penales y Amparo de la PGR.
La amenaza
era –dice a Proceso el abogado Víctor Manuel Barrera Alcántara– para
Ivonne Moreno Romero y José Ortega Ortega, dos de los 14 policías
federales acusados de participar en una “emboscada” contra dos
diplomáticos estadunidenses y un capitán de la Marina mexicana, quienes
viajaban a bordo de una camioneta Toyota negra blindada el 24 de agosto
de 2012 en las inmediaciones de Fierro del Toro, en Huitzilac, Morelos.
Por
primera vez los policías federales dan a conocer su versión del evento
que a un año de ocurrido los mantiene en penales de máxima seguridad de
Jalisco, Nayarit y Chihuahua.
En su declaración Ortega narró: “Los
agentes del FBI platicaban en inglés, decían que había que
intimidarnos. Hablaban de convertirnos en testigos protegidos y
extraditarnos a Estados Unidos. ‘Entiendo lo que hablan’, les dije.
Sorprendidos, se justificaron: ‘¡Hablas inglés! A ver, ¿cómo se dice
broma en español? porque lo que estás escuchando es eso, un
chascarrillo’”.
Ortega se negó a declarar porque no lo asistía un
abogado. “Si te pones pendejo vas a valer madre. ¡Ya fírmale!”, le
dijeron. “Escuché que decían: ‘¡Pégale, pégale las de la pinche vieja!’
Se referían a que pusieran como mía parte de la declaración de Ivonne
Moreno. Intimidado, firmé”, señaló Ortega.
“¡Te dije que me iba a
encargar de refundirlos. Van a pasar más de cien años en la cárcel, hija
de..!”, amenazaba por otra parte Pacheco a Moreno mientras los agentes
del FBI la apremiaban para que aceptara ser testigo protegido: “Si
confiesas nos llevamos (a Estados Unidos) a tu hija y a tu familia.
Acepta. ¿Qué va a decir tu hija? ¿Que eres una delincuente?”
El 28
de septiembre de 2012 Moreno y Ortega fueron detenidos por Asuntos
Internos de la Policía Federal (PF). Los llevaron a las instalaciones
del Centro de Mando de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) en
Iztapalapa, donde estuvieron 24 horas durante las cuales “ilegalmente”
los obligaron a declarar ante diferentes mandos. Al día siguiente los
pusieron a disposición del Ministerio Público (MP), el cual permitió que
en el interrogatorio estuvieran presentes agentes del FBI y empleados
de la embajada de Estados Unidos.
Barrera Alcántara, abogado de
Moreno y Ortega, explica a este semanario que el 24 de agosto del año
pasado fueron aprehendidos 12 de los policías federales participantes en
los hechos de Paso del Toro y Tres Marías. El 28 de septiembre
siguiente detuvieron a sus clientes –los únicos que no dispararon ese
día– y el 15 de noviembre a tres mandos (Juan Manuel Pacheco Salgado,
Pedro Hernández Hernández y José Rigoberto Peña Cárdenas) que no
estuvieron en Tres Marías pero a quienes la PGR consideró “implicados” y
ahora están en prisión.
La persecución
Según
las declaraciones de los policías detenidos –contenidas en el
expediente que forman las averiguaciones previas AP/PGR/MOR/CV/611/2012
(que se abrió en Morelos) y AP/PGR/DGCAP/ZCB/-IV/174A/2012 (de la PGR) y
al cual este semanario tuvo acceso–, la mañana del 24 de agosto de 2012
el subinspector de la PF Uriel Garrido Franco les ordenó continuar la
búsqueda –interrumpida la noche anterior– de los secuestradores de
Salvador Vidal Flores Pérez, funcionario del Instituto Nacional de
Antropología e Historia retenido el día previo en la zona de Huitzilac.
En
la carretera México-Cuernavaca, después de cargar combustible en la
gasolinera La Covadonga, vieron una camioneta Toyota negra y un
automóvil rojo –en vehículos similares viajaban los secuestradores de
Flores Pérez– internarse por el camino a Fierro del Toro y decidieron
seguirlos.
Barrera muestra a Proceso el parte informativo 042/12,
enviado al entonces comisario general de la SSP, Luis Cárdenas Palomino,
fechado el 23 de agosto. En ese parte se explicaba que tras ser
liberado, a las 13:15 horas, Flores Pérez pidió auxilio a la PF.
Se
informó a “la Unidad Operativa de Seguridad Preventiva, Estación
Tlalpan” de la PF para “implementar un operativo conjunto” con los
policías federales destacados en Morelos, “lo cual le fue comunicado vía
telefónica a Ramiro Alanís, oficial de guardia de la Estación de
Cuernavaca”. El parte está firmado por el subinspector Jorge Vargas
Camacho y el suboficial Francisco Humberto Segovia Domínguez.
Barrera
muestra a Proceso la tarjeta informativa 1288/12, también del 23 de
agosto, en la cual Garrido Franco le comunica al inspector general Juan
Manuel Pacheco Salgado que en relación con el parte informativo 042/12,
se continuó el operativo de búsqueda de los delincuentes en coordinación
con el comisario Sergio Licona Gómez, coordinador estatal de Morelos y
40 “elementos de Fuerzas Federales”. Ese operativo se suspendió a las
23:00 horas y se reanudaría a las 6 de la mañana del 24 de agosto.
En
este punto el abogado explica que a los 14 policías y tres mandos se
les dictó auto de formal prisión por “coparticipación delictiva
empresarial”; es decir: el Ministerio Público da por hecho que todos
ellos se pusieron de acuerdo para atacar a los funcionarios de la
embajada, cuando en realidad la participación de cada uno de los agentes
fue “fragmentada” y “fortuita”.
En su declaración el policía
federal Raúl Sánchez Fonseca dice que el 24 de agosto de 2012 se
presentó a trabajar uniformado a las 6 de la mañana para reiniciar el
operativo, pero él y sus compañeros recibieron la instrucción de Garrido
de vestirse de civiles –aunque conservando el chaleco y la chamarra de
la PF– y usar autos particulares.
Los automóviles en los que se
desplazaban los policías federales fueron una camioneta Voyager verde,
un Altima gris, una camioneta Xterra amarilla y un Chevy azul.
La Voyager
“Me
fui en la Voyager verde, conducida por su propietario, el suboficial
Gerardo Ramírez Garduño. Yo era el copiloto; en la parte posterior iban
la oficial Ivonne Moreno y el subinspector Uriel Garrido. Eran como las
7:40 horas. Tomamos la autopista hasta llegar a Tres Marías y circulamos
hasta la gasolinera (…) Garrido decidió entrar al camino Fierro del
Toro, lugar en donde retuvieron al secuestrado”, se asienta en la
declaración de Sánchez Fonseca.
Unos 700 metros más adelante en el
camino a Fierro del Toro, los rebasó una camioneta negra seguida de un
automóvil rojo. Al verlos Garrido señaló la camioneta como sospechosa.
La siguieron a distancia, la perdieron de vista y volvieron a verla
cuando el camino comienza a subir rumbo al cerro El Capulín. El
portaplacas impedía ver que llevaba distintivos diplomáticos.
“Los
alcanzamos después del poblado Fierro del Toro. Bajamos de la unidad y
Ramírez Garduño grita ‘¡Policía Federal!’, al tiempo que intento sacar
mi identificación y el subinspector corre hacia ellos. La camioneta
negra realiza una maniobra rápida, circula de reversa y huye. Corro
sobre el camino y escucho detonaciones. Disparo al aire. La negra se nos
perdió. Por el Nextel pido apoyo a Carlos Sánchez Durán (quien iba en
el Chevy) y a Emir Suárez García (en la Xterra). ‘¡Paren la camioneta
negra. Hubo un enfrentamiento!’, dije.
“Regreso a la Voyager. Al
volante estaba la suboficial Moreno y a su lado el subinspector Uriel
Garrido. Llega corriendo Ramírez Garduño, dice que la camioneta negra se
metió a un sembradío y cruzó para salir al camino. Intentamos avanzar
pero nos detuvimos para que el subinspector Garrido encontrara un
celular que acababa de perder. En eso veo que no traigo mi arma corta y
nuevamente tienen que esperar a que la encuentre.
“El jefe Garrido
pidió apoyo a los de Morelos. Al reiniciar la marcha para salir a la
carretera federal, como 1.5 kilómetros antes de llegar, vemos el Altima
gris que traían Ángel Mauricio Sotelo Martínez, Rafael Rivera Córdoba y
Héctor Francisco Martínez Leyva. Estaba chocado, Sotelo se queja: ‘Me
aventó la pinche camioneta negra’, por lo que lo suben a la Voyager y
tomamos rumbo a la carretera federal para ir hacia Tres Marías.
“Alcanzamos
a la camioneta negra en el kilómetro 50 + 800 (Tres Marías). Estaba
estacionada. Atrás de ella, a 60 metros de distancia estaba el Chevy
azul y como a 30 metros atrás de éste, la amarilla. Quedamos a 20 metros
de esta última. Bajamos de la unidad, hice disparos al aire para
protegerme y resguardarme atrás de la Voyager. En ese momento llegan
elementos de las fuerzas federales de Morelos y algunos suben a un
cerrito. Escucho detonaciones”, sigue la declaración de Sánchez Fonseca.
El Altima gris
Ángel
Mauricio Sotelo Martínez, quien viajaba en el Altima, asienta en su
declaración: “Martínez Leyva recibe una llamada a su Nextel del
inspector Sánchez Durán, quien pide apoyo para que se detenga una
camioneta negra porque tuvo un enfrentamiento con compañeros. Andábamos
cerca del camino Fierro del Toro, por lo que vamos en su ayuda. Al
circular un kilómetro, vemos venir la camioneta negra. Mi compañero
frena”.
Continúa: “Bajo de inmediato y con la mano le marco el
alto a la camioneta negra y grito ‘¡Policía Federal!’, pero no me hacen
caso, viene a alta velocidad y corro a cubrirme atrás del Altima. La
camioneta negra llega, se impacta con el Altima y salgo proyectado”.
La
camioneta siguió su marcha: “Me levanto aturdido del golpe cuando veo
que llega la Xterra, al ver que estamos más o menos bien se van
siguiendo a la camioneta. Escucho disparos mientras trato de
restablecerme. No sé cuánto tiempo pasó, pero llega la Voyager que
conducía Ivonne Moreno y subo”.
La Xterra amarilla
Ranulfo
Ruelas López –quien viajaba a un lado de Tomás Romanillo Armenta en los
asientos traseros de la Xterra amarilla, tripulada por José Ortega
Ortega y con Emir Suárez García como copiloto– declaró que al llegar a
Fierro del Toro vieron varios caminos y no supieron cuál tomar. Suárez
le pidió al conductor dar la vuelta, cuando de súbito la camioneta negra
salió de uno de esos caminos, a toda velocidad y con una llanta
ponchada.
“En eso Emir recibe una alerta, al parecer de Sánchez
Fonseca, quien dice: ‘¡Paren la camioneta negra!’, por lo que dieron la
vuelta, pero la pierden de vista. Aproximadamente a 1.5 kilómetros de
regreso a la carretera federal veo que el Altima está chocado, las
bolsas de aire explotadas y humo saliendo del cofre. Se estaba
levantando del suelo el oficial Sotelo Martínez. Hacemos alto y les
preguntamos si estaban bien. Sotelo Martínez dijo: ‘Me aventó el hijo de
la chingada’. Vemos que está bien y seguimos para la carretera”.
Ruelas
escuchó detonaciones y cuenta: “Veo al Chevy parado y a sus tripulantes
Jorge Alberto Vargas Camacho y a Segovia tratando de arrancarlo. El
inspector Sánchez Durán corre hacia la carretera federal y señala hacia
donde se fue la camioneta negra. Avanzamos hacia el Distrito Federal.
Veo que la camioneta negra entra a la gasolinera y da vueltas dentro.
Emir dice a nuestro conductor que tenga cuidado porque nos va a
embestir. Descendemos de la unidad y le marco el alto. Nos esquiva.
Disparo a las llantas, pero no se para. El Chevy estaba sobre la
carretera, la negra pasa junto y lo golpea”.
Al ver esto abordaron
nuevamente la Xterra. “Tomamos distancia ya que no sabíamos quiénes
eran, si traían armas o por qué no se detenían. El Chevy nos rebasa y se
coloca detrás de la negra hasta que ésta hace un alto total en el
kilómetro 50 + 800, lugar en donde desciendo de la unidad y realizo
algunos disparos para resguardarme”, declaró Ruelas.
El Chevy azul
Jorge
Alberto Vargas Camacho, quien iba con el inspector Sánchez Durán y
Humberto Segovia Domínguez en el Chevy azul, en su declaración dijo que
al encontrarse en el kilómetro 43, Sánchez Durán recibió una llamada de
Sánchez Fonseca, quien viajaba en la Voyager.
“Indican que les
disparan en la brecha Fierro del Toro, por lo que nos dirigimos para
allá. Al avanzar unos 300 metros vi una camioneta negra que salía a toda
velocidad. El conductor enderezó su rumbo, pero a su pasó rayó y golpeó
el espejo del lado izquierdo del Chevy y continuó su trayecto hacia la
carretera, por lo que descendí de la unidad y disparé al aire para
disuadir a los ocupantes de la (camioneta) negra; en eso sale la Xterra y
le hago señas para indicarle el rumbo a tomar.
“Nos
reincorporamos a la carretera, rebasamos a la Xterra ubicándonos detrás
de la camioneta negra hasta que detiene. Bajamos del Chevy. Vargas
Camacho realiza algunos disparos. Otros hacen lo mismo al tiempo de que
se parapetan en un cerro o detrás de sus vehículos. Después llega la
Xterra, al final la Voyager”. El Altima se quedó en Fierro del Toro.
Una
vez terminado el enfrentamiento y cuando los policías supieron a
quiénes habían atacado, Garrido Franco envió a Vargas Camacho a elaborar
una ficha informativa. Pero en la oficina de Tlalpan recibió una
contraorden.
Contó: “Nos concentraron. Ordenaron que nos
pusiéramos el uniforme y tomáramos las patrullas que teníamos asignadas
porque llegarían altos mandos. El compañero Ranulfo Ruelas le preguntó a
Garrido si nos apoyarían. Dijo que desde luego, pues estábamos
laborando. Luego nos pidieron que nos presentáramos a la PF en Morelos.
Ahí nos subieron a una sala de juntas y elementos del Jurídico de la PF
nos dieron línea para rendir nuestra declaración. Nos ordenaron que
dijéramos que íbamos uniformados y en vehículos oficiales y nos
trasladaron a las oficinas de la PGR en Morelos”.
/ 12 de septiembre de 2013)
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