lunes, 23 de septiembre de 2013

EL GOBERNADOR DE LOS DISPARATES

Apenas cuatro horas antes de que Mario López Valdez reiterara su esplendidez como anfitrión al ofrecer en palacio de gobierno—con recursos públicos—un banquete de lujo para agasajar a los invitados a la ceremonia conmemorativa del grito de independencia, en el Hospital General de Culiacán la despiadada voracidad del régimen malovista se negaba a entregar el cadáver de una viejecita porque la familia no tenía recursos para saldarle la cuenta al nosocomio. Ahí, otra vez, el mandatario evidenció la fantasiosa historia que muestra ante los reflectores y la triste realidad que resulta donde las candilejas no alumbran.

Siempre creímos que Mario López Valdez, aún con los fuertes compromisos adquiridos y la coalición partidista tan doctrinariamente compleja que lo llevó al poder, haría esfuerzos notables por situarse como un gobernador digno del tiempo que le tocó vivir.  La esperanza de un reformista que echara abajo la podrida estructura mafiosa creada por los priistas que lo antecedieron en el cargo no duró siquiera la víspera porque mientras él levantaba la mano para jurar lealtad a los sinaloenses y apego a la constitución ya desbordaban los incipientes hedores de la cloaca sexenal.

Los primeros meses se le podía conceder el privilegio de la duda. Eran muchos los compromisos y componendas que hizo para derrotar al mismo partido que lo encumbró en la política. Sucumbió ante intereses de tipo avaricioso unos y también de corte delictuoso otros. Ni modo, pensamos, es un costo efímero. Se los sacudirá en cuestión de meses. Hoy, casi tres años después, lo único que se le puede otorgar es la certeza de que no era el líder que Sinaloa buscó para cerrar la era negra del PRI.

Está a la vista que es un hombre capaz de hacer cualquier cosa por hacerse de elogios. Puede hasta volverse rehén de grupos o personas con tal de obtener lisonjas. Es una especie de caricatura del ex presidente venezolano  Hugo Chávez adaptada el trágico guión del Sinaloa traicionado y sin esperanza. Incurre en el exceso de mancillar la bandera nacional, inscribiéndole al lábaro su nombre como si se tratara de una cachucha a la que le pone el logo de sus ferreterías. Manda al diablo a las instituciones y  ultraja los símbolos patrios, señal inequívoca del gobernante que se considera el centro del universo.

Eso es peligroso. Aguantar tres años los dislates y sus consecuencias no es lo mismo a soportar seis años. La larga espera por la rectificación se ha tornado decepción, a niveles inclusive más agudos que la desilusión reinante en el 2010, año en que una mayoría electoral intentó dar un viraje hacia la civilidad y la honestidad en el manejo del gobierno. Qué pena da corroborar el retroceso en materia de gobernabilidad, transparencia, honestidad, legalidad y principios.

Hay absurdos repetibles, como ecos que atolondran. El derroche ofensivo que ofreció a los gobernadores que vinieron a la conferencia de la Conago efectuada a Mazatlán es lo de menos. Ni en cuenta las viandas gourmet que convidó a los invitados a la noche del grito. Si fuera un estadista, qué importa que al pueblo nos saliera caro. Son sus poses,  dichos y  hechos los que pesan como lastre de piedra al momento de sacar cuentas entre lo que cuesta y lo que aporta.

El cadáver de Anastasia León, la anciana que murió el 15 de septiembre por el mal servicio que se les brinda a los pobres en el Hospital General de Culiacán, constituye una nueva efigie al trato despectivo e inhumano que se les otorga a quienes llegan a ese centro médico amparados por el Seguro Popular. Ahí mismo, en la medicina considerada de quinto nivel, se provee de calidad y amabilidad a los que traen la chequera como hoja de afiliación.

Pero recalca la preocupante propensión a darles todos los privilegios a unos cuantos y quitarle lo poco a las mases desposeídas, al grado de querer retener el cuerpo sin vida de una paciente solo porque no puede pagar la factura de un internamiento que la llevó a la muerte.

Eres otro caso, Anastasia León,  que abulta el inventario de la aflicción social durante un sexenio que apenas  está por llegar a la mitad y ya rebosó el vaso de lo tolerable, de lo permisible.

Re-verso

Aquel cadáver retenido,
rebautiza la desgracia,
para llamar Anastasia,
a un sexenio ya perdido.

Cosquillas al risueño

Sin indicio alguno de que los desfalcadores del actual o anteriores sexenios vayan a responder ante la ley por sus pillerías, el jefe de la Unidad de Transparencia y Rendición de Cuentas del Gobierno de Sinaloa, Juan Pablo Yamuni, anuncia el  Programa Transparencia Cien para  capacitar a 5 mil servidores públicos en materia de acceso a la información pública, ética, valores y protección de datos personales. Qué ganas de imprimirle comicidad a un asunto tan serio: bastaría con que ruede la primera cabeza de un funcionario corrupto y los demás se volverían íntegros y nítidos.

19 de septiembre

Y como si los males fueran pocos llegó el huracán “Manuel”, sorprendiendo al gabinete malovista en su imprevisión para terminar de amolar a un Sinaloa ya ahogado desde antes en los desatinos de políticos improvisados. ¡Cuánta agua! ¡Cuánta gente huérfana de gobierno!

septiembre 22, 2013)

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