lunes, 23 de septiembre de 2013

INUNDACIÓN ANUNCIADA

Coutiño

Para el doctor Reynol Díaz Coutiño, especialista en planeación y desarrollo sustentable, el huracán “Manuel” puso al descubierto, entre otras cosas, la debilidad de la planificación urbana de las ciudades en Sinaloa, permitida por los acuerdos entre los grupos de poder políticos y económicos del Estado, que priorizan la seguridad de sus inversiones, antes del de la comunidad.

Entrevistado por Ríodoce, el ex catedrático de la UAS señaló que “hay un consorcio de política y economía que define los destinos de los espacios” y agregó que desde “el gobierno de Francisco Labastida Ochoa comenzaron a repartirse las áreas de susceptible urbanización: La primavera, Los álamos, la propia Isla Musala y ahora los terrenos situados atrás del llamado corredor automotriz y alrededor de la USE, todos ubicados en zonas naturales de infiltración de agua”.

Díaz Coutiño lo diagnosticó hace diez años. En su artículo La expansión urbana y algunos hechos crudos de tres ríos que se ahogaron, precisó que “en sus prácticas cotidianas, los especuladores inmobiliarios “fragmentan y obstruyen arroyos sin tomar en consideración los riesgos o beneficios potenciales que estos pequeños afluentes significan para el sistema lacustre. Devanan cerros, deforestan y provocan erosión sin importar las consecuencias que los habitantes de más abajo pudieran exponerse”.

El pronóstico se consumó el jueves pasado, con las inundaciones que provocó el huracán “Manuel” en seis municipios de la entidad. Y en Culiacán, en fraccionamientos cercanos a los afluentes como Villas del Río, Valle Alto, La Campiña e Isla Musala.

“Musala era una falla ya anunciada —señaló el entrevistado—, confiaron en que  la ingeniería era más poderosa que la naturaleza cuando los ingenieros expertos dicen que no hay ingeniería que resista la fuerza de las aguas; ahí tuvieron la osadía de fragmentar el río. Si hubiera un colegio de ingenieros con una buena moral y ética, nunca debieron haberlo permitido, pero desafortunadamente nuestra ingeniería esta débil en ese tipo de valores, se permitió y las consecuencias ahí están, y puede decirse que les fue bien, porque fue una invasión gradual, las calles se fueron llenando con la lluvia, el río no se vino con fuerza porque las precipitaciones ocurrieron debajo de las presas”.

El conferencista en temas de agua y desarrollo, mencionó que en el caso del Desarrollo Urbano Tres Ríos, los nuevos fraccionamientos ahí asentados se ubican en una zona lacustre que invaden el estatus natural de los ríos.

—¿Hubo estudios de expertos sobre el riesgo que representaba construir en esas zonas?
 
—Claro, pero también había muchos ingenieros que eran amigos de los que estaban en el diseño de la política del Estado en ese momento. En el gobierno de Juan Millán hicieron muchos desarrollos urbanísticos junto al río, Musala es uno de ellos. Incluso vemos que desde Navolato hasta Carrizalejo se han construido una gran cantidad de fraccionamientos que van estrechando el río, convirtiéndose en áreas de inminente riesgo de ser inundados.

Reynol Díaz expresa que “la demanda explosiva de fraccionamientos no sucede porque haya aumentado la presión de la población, sino porque así conviene a los intereses políticos de la administración en turno en plena colaboración con las firmas que ejercen la economía especulativa de inmuebles, aunque para ello el patrimonio histórico natural que encierran per se los tres ríos para el esparcimiento y disfrute estético de las presentes y furutas generaciones, sea destruido”.

El autor del libro Desarrollo sustentable: oportunidad para la vida, indicó que “toda la ingeniería que intervino en la repartición de áreas naturales junto a los ríos Culiacán, Humaya y Tamazula, en ningún momento contempló la seguridad de la población —que impera en las sociedades cultas—, sino la plusvalía que tendría vender esa zona geográfica por la estética, así que el que compró adquirió estética, pero también el riesgo inminente de que un fenómeno meteorológico de la naturaleza y magnitud del que tuvimos, vendría a afectar sus intereses”.

El economista argumenta que en ciudades como Massachusetts, que por muchos años sufrieron por inundaciones, optaron por retirarse de los márgenes del río y entonces fluyó con toda su extensión, y no hay afectaciones de gran magnitud en la población; “pero aquí es difícil que se haga porque la gente de ingresos altos está comprando la estética, quiere despertarse por la mañana y ver una arboleda y un lago pasando frente a su casa, eso le están vendiendo pero también no entiende que esta adquiriendo el riesgo ambiental.

Díaz Couriño dijo que este fenómeno puso también al descubierto la necesidad de contar con sistemas de monitoreo locales eficaces, con expertos en la materia y equipos mínimos necesarios para ubicar los fenómenos meteorológios.

“De esta manera, añadió, se puede comenzar con estrategias de alerta temprana para poder salvar en primer lugar, a la población, luego cuidar la infraestructura y todo lo que implica las actividades productivas; Protección civil tiene el protocolo, pero desafortunadamente se pasan el tiempo en reunionitis viendo qué va pasar mientras que el evento, que es muy dinámica, ya lo tenemos encima”.

Ya lo había dicho el doctor en sus conferencias: Medir la calidad de vida sólo mediante el cálculo económico, que mide el éxito en términos de la producción e ingresos, sin tomar en consideración la magnitud de la pérdida que implica la función ambiental, es un enfoque de alta pobreza intelectual.


No hay comentarios:

Publicar un comentario