La noche del 2 de julio fue asesinado Merced Torres
dentro de su casa y frente a su familia; luego levantaron a Hugo, Pablo y Luis
Santiago y a los hermanos Abraham e Ignacio Flores Díaz, a quienes secuestraron
y quemaron vivos; Evaristo Ramírez y su hijo también fueron masacrados. Cuatro
de las familias de los ocho asesinados ya escaparon. El resto está terminando
de acomodar sus cosas para huir del lugar.
A unos los ejecutaron porque sí, a otros
los quemaron vivos: así fue la matanza de Huehuetlán
Edmundo Velázquez
Ciudad de México, 17 de julio
(SinEmbargo/PeriódicoCentral).- A dos semanas de la masacre en Huehuetlán el
Grande, Puebla, los siete integrantes de la banda comandada por Pedro Martínez
Gómez, “El Cuije”, han regresado a cobrar derecho de piso a los habitantes.
Cuatro de las familias de los ocho asesinados por sus hombres la noche del 2 de
julio ya escaparon. El resto está terminando de acomodar sus cosas para huir
del lugar.
Periódico Central estuvo el
fin de semana en la población investigando cómo continúa la vida luego de que
ocho personas fueran asesinadas por “El Cuije” cuando estas se negaron a
entregarle una cuota mensual de 10 mil pesos para que les respetara la vida.
Los pobladores tienen
plenamente identificada a la banda e incluso cuentan ya con fotografías e datos
de cada uno de ellos, mismas que obtuvieron gracias al listado nominal de
electores que entregaron a este periódico digital.
La banda está integrada por
tres hermanos de Pedro Martínez Gómez, de nombres Noé, Cristian y José; también
están los hermanos Taurino y Emanuel Rodríguez Vidal; y Miguel Ángel Zavala
Díaz, a quien señalan como el encargado de los levantamientos de aquel trágico
día.
La noche del 2 de julio fue
asesinado Merced Torres dentro de su casa y frente a su familia; luego
levantaron a Hugo, Pablo y Luis Santiago y a los hermanos Abraham e Ignacio
Flores Díaz, a quienes secuestraron y quemaron vivos; Evaristo Ramírez y su
hijo también fueron masacrados.
Las familias de cuatro de
ellos dejaron sus casas vacías. Algunos hasta olvidaron cerrar puertas. Las
casas aún tienen los restos de velorios truncos. Hay sillas mal acomodadas,
lonas donde se realizaron los funerales y comida servida.
Aquellos que se quedaron
planean irse pronto. “No vamos a hablar. No podemos. Sabemos que van a venir en
contra de nosotros. De plano ya nos vamos”, señalaron los vecinos del barrio de
Analco, donde levantaron a los tres Santiago para después incinerarlos.
“¿Quiere que digamos cómo nos
sentimos? En una palabra: Miedo. Eso tenemos. El presidente tiene a los
estatales. Ahí se quedan en la presidencia. Luego él ni está. Pero nosotros no
tenemos escolta. Nosotros tenemos miedo”.
Mientras tanto, el Ejército
Mexicano se fue de la población y solamente se mantienen dos células de la
Policía Estatal. La gente no confía en sus autoridades ni en el presidente
municipal, Lázaro Corona Luna, tampoco en los pocos policías que hay en la
población.
“Estamos indefensos. Nomás
vemos que pasan con el celular y en moto. Nos están checando. De día podemos
estar un poco tranquilos, pero cae la noche y suenan las balaceras, nos
metemos. Cerramos los negocios a las siete. Nunca se vio el pueblo así. La
plaza estaba llena de gente. Ahora parece pueblo muerto”, comentó uno de los
familiares de los masacrados entrevistados por Periódico Central en Huehuetlán
El Grande.
Fiscalía de Puebla investiga si banda de
“El Cuije” visitó centro comercial después de masacre en Huehuetlán
“AHORA QUIEREN EL DOBLE”, DENUNCIAN
La casa de Merced Torres se
encuentra vacía. Es la primera en verse en Huehuetlán El Grande. Donde él tenía
una fábrica de bloc próspera ahora hay solamente una perra con sus cachorros
hambrientos. La ansiedad de los perros exhibe que llevan días sin comida.
La casa luce vacía, las
sillas y lonas del velorio ahí permanecen. “Su familia no está más en el
pueblo… Ni les toque”, dijeron empleados del Ayuntamiento que estaban cortando
la hierba al lado del camino.
En la casa de “Los Mariachis”
—como conocían en el pueblo a Ignacio y Abraham Flores Díaz— olvidaron cerrar
las puertas. No hay camionetas en el estacionamiento.
“La estética es de la esposa
del difunto. Ahí la dejaron. Nomás se fueron. No contestan al teléfono, se
fueron y ya. No abren sus locales, se quedaron cerrados. Y pues ahí están sus
casas, abandonadas. Ni avisaron. Un día ya no los vimos”, señala el vecino del
frente.
Los comerciantes bajan
temprano sus cortinas, ya no abren sus misceláneas y los únicos negocios que
funcionan son los que se encuentran en el primer cuadro de la población. Cuando
caminas por Huehuetlán todos ven con desconfianza a los fuereños.
“Es que ahora quieren el
doble. Nos llamaron. Todavía ni velaban a los difuntos cuando nos llamaron por
teléfono. Ahora quieren el doble, o lo mandan a decir con su gente. Dicen que
si no les pagamos van a levantarnos a todos. Y sí lo cumplen. Vuelven como si
nada en la noche. Nomás escuchamos los disparos alrededor del pueblo. Nadie
hace nada”, relató un comerciante.
Las viudas tienen la mirada
perdida, tallan los trastes en el lavadero e ignoran las preguntas. En
Huehuetlán El Grande las mujeres no hablan sin la presencia del hombre de su
familia. “Que le diga él”, dice una señalando a su hombre.
“¿Cuánto paga la palabra?”,
dice el padre de una de las viudas de los Santiago. “¿Para qué vienen? Vienen y
no traen apoyo. Traiga dinero, traiga un apoyo, traiga para las viudas, los
huérfanos. Muchos chamacos se quedaron sin padre”, dice el anciano al negarse a
la entrevista.
El regidor Evelio Salas
Salas, después de ser baleado en la población se mantiene guarecido en otra
comunidad cercana. No ha vuelto a su trabajo en la presidencia municipal.
Como Periódico Central
informó, tras la masacre, los pobladores se quejaron por la inactividad y
dispararon contra José Martín Loaiza, quien murió en el tiroteo. Ahí fue herido
Evelio Salas Salas.
TODOS LOS HOMBRES DE “EL CUIJE”
Los pobladores con los que
pudo hablar Periódico Central confirmaron las identidades con fotografía de
todos los miembros de la banda que dirige “El Cuije”.
La mayoría son vecinos del
barrio de Coatepec, perteneciente a Huehuetlán. Al regresar de los Estados
Unidos Pedro Martínez Gómez, “El Cuije” consiguió trabajo en el municipio con
el entonces presidente José Santamaría Zavala, a quien después traicionó y le
robó la nómina. Durante el asalto lo mató, según mencionaron los vecinos de
Huehuetlán.
“El Cuije” se asoció con
Taurino Rodríguez Vidal y “El Matón”, como conocen a Emmanuel Rodríguez Vidal,
con quienes reforzó su banda. A ellos se les unió Miguel Ángel Zavala Díaz
quien estuvo encargado de los levantones del domingo 2 de julio.
En su banda están sus
hermanos Noé Martínez Gómez, Cristian Martínez Gómez y José Martínez Gómez
quienes los apoyaron en la masacre. Su participación en los hechos fue
confirmada por los vecinos de Huehueltán El Grande con los que pudo hablar
Periódico Central.
ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON
AUTORIZACIÓN EXPRESA DE PERIÓDICO CENTRAL.
(SIN EMBARGO.MX/ PERIÓDICO CENTRAL / REDACCIÓN / JULIO
17, 2017, 5:30 PM)
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