lunes, 24 de junio de 2013

AQUÍ NOMÁS, MANCHANDO EL VOTO

Entre los tantos mitos que se tejieron en torno al maquiavélico gobierno de Juan Millán Lizárraga, uno en particular llama la atención. Cuentan que en cada elección local realizada en el periodo 1999-2004 él tomaba el control del Programa de Resultados Electorales Preliminares, con personal capacitado y altamente de confianza, para que el conteo de los votos considerara primero las casillas ganadas por los candidatos afines al entonces mandatario y configurar victorias que luego se volvían irrebatibles. Así cerraba, dicen, la pinza de fraudes electorales escrupulosamente diseñados.

La técnica consistía en contabilizar primero las actas que al no tener representantes de los partidos opositores, por lo accidentado de la geografía o por la nula presencia de las minorías políticas, registraban los votos del padrón completo (casilla “zapato”) a favor de los participantes priistas al igual que los casos en que para completar mayoría se compraba a comisionados de las siglas contrarias para que accedieran a alterar los resultados previo relleno de urnas. De tal forma el PREP se abría mostrando las ventajas de los alfiles de Millán.

Para lograr tal fin, Millán ponía al frente del Consejo Estatal Electoral a incondicionales, colmándolos de atenciones y de dinero a cambio de que el día de la elección le permitieran a su gente apoderarse del PREP. Los que estuvieron cerca de esta operación aseguran que lo hizo en 2001 en los comicios para diputados locales y alcaldes, en 2004 que se eligió a Jesús Aguilar Padilla como gobernador y en 2010 cuando en una jornada electoral inédita Mario López Valdez derrotó al poderoso empresario de la carne Jesús Vizcarra Calderón.

Siempre adepto a navegar en las aguas negras de la política, Juan Millán contribuyó a que orbitaran alrededor de él sospechas, miedos y perversidades. El recuento de las bajezas habrá de ponerlo algún día en su lugar. Lo que ahora llama la atención es que el presidente del CEE, Jacinto Pérez Gerardo, esté cometiendo pifias iguales o peores a las de aquella negra época en que los priistas en el poder le ponían por anticipado a los comicios una densa sombra de sospecha.

Designado en el cargo en medio del rechazo de organizaciones políticas y sociales, el actual presidente del órgano electoral tendría que esmerarse por obtener la confianza de los actores políticos y de los ciudadanos, sin embargo, sus actos hasta ahora se han alejado de los indicios de confiabilidad que al CEE le son tan imprescindibles como al sufragio le es vital la neutralidad y la certeza de que se emitió en absoluta libertad.

Primero resolvió unipersonalmente, sin considerar a los consejeros electorales, que eran infundadas las quejas que por actos anticipados de campaña interpuso el Partido Acción Nacional contra Sergio Torres y Arturo Duarte, candidatos del PRI a las alcaldías de Culiacán y Ahome, asumiendo como potestad particular algo que por ley compete dirimir a una instancia colegiada. Luego, remarcando el criterio de “El CEE soy yo”, otorgó el contrato para el manejo del PREP sin licitarlo y generando sospechas en cadena que dañan la confiabilidad de la elección del próximo 7 de julio.

El desenlace de la contienda por diputaciones, presidencias municipales y regidurías ya está salpicado por la duda. Y lo peor es que la autoridad electoral está aportando los ingredientes de incertidumbre para tensar más la competencia que en algunos municipios y distritos se resolverá con diferencias muy cerradas. Aparte de que los partidos opositores al PRI han visto que el dinosaurio vuelve a dominar la estepa pantanosa del poder trayendo consigo el fósil de la truculencia electoral, el CEE no es —ni parece—honesto en la antesala de comicios que tendrían que remarcar el talante transparente de instituciones esencialmente democráticas.

Todo indica que Juan Millán, si es real la versión de que manipuló el PREP a su antojo, ya no puede ser lo que fue en Sinaloa: el gobernador que pudría todo lo que tocaba. ¿Por qué entonces Jacinto Pérez Gerardo coopera con la cuota de errores o alevosidades para ponerse al nivel de sospechas y dudas que manchan, desde ya, el voto de los sinaloenses, pocos o muchos, que acudan a votar aún sabiendo que nadie garantiza el respeto a su voluntad?

Re-verso

Jacinto, actuando así,
salvaguarda no el voto,
lo que cuida es el coto,
que le encargó el PRI.

Tours de ciegos

Después de que Francisco Labastida Ochoa aceptó que Mario López Valdez está jugando en la elección local con candidatos en todos los partidos (es decir, que tiene metidas no las manos sino todo el Gobierno en los comicios del 7 de julio), vino la Comisión Especial de Programas Sociales integrada por legisladores federales a declarar que en Sinaloa no existen factores que pongan en riesgo el desarrollo de la jornada electoral. ¡Ah, qué ricos los camarones y los callos de hacha! ¡Y qué jaladas mentales provocan!

Sed de poder

Alejandro Higuera Osuna le dice a Nelda Ortega, reportera de Ríodoce, que él es el ejemplo vivo de que la reelección le urge a este país. Y Mazatlán, sediento de agua no de poder, le responde con un recorte del líquido vital que afecta a más de 20 colonias solo porque el Diablo Azul en sus tantos años como alcalde no ha querido, no ha podido o no ha sabido arreglar ese problema tan viejo como indignante.

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