domingo, 13 de agosto de 2017

POSTALES DE COREA EN SALTILLO: HISTORIAS DE COMERCIO Y ADAPTACIÓN


El impacto industrial nos ha emparentado con uno de los dragones asiáticos: Corea del Sur y resulta que después de todo no somos tan diferentes. Tenemos al norte un vecino inestable con armamento nuclear y muchas ganas de salir adelante

Deja raíces en Coahuila. De 2010 a 2015, el intercambio comercial entre Corea y México creció aceleradamente. Se registraron niveles de comercio por arriba de los 14 mil millones de dólares anuales durante ese periodo



Por: Quetzali García/ Ilustración: Federico Jordán /Fotos: Especial /
Edición: Nazul Aramayo /Diseño en edición impresa: Marco Vinicio Ramírez

¿Cómo se guarda una vida en una maleta de máximo 23 kilogramos? Kyu armó su equipaje con la disciplina que lo caracteriza. Dejó fuera todos sus muebles en el departamento de Busan, Corea del Sur, y empacó lo meramente útil. Acaso dejó la ropa necesaria para sobrevivir al calor de un desierto que le prometía trabajo y estabilidad. Las montañas, que son lo que más le recuerdan a su casa, le hicieron más fácil los primeros meses.

Kyu no hablaba español ni inglés… pero entendía perfectamente el idioma de los números, de las medidas, de la química. Con tal equipaje, podría conquistar el mundo. Han pasado casi seis meses y hoy dirige algunas líneas en su empresa y capacita a empleados mexicanos para que cuando Kyu regrese a su tierra, ellos dominen algunos temas de calidad y medición, vive en San Jerónimo, al norte de la ciudad, donde comparte habitación con varios connacionales.



La convivencia le parece sencilla, pues se apoyan mutuamente y están acostumbrados a respetar el espacio personal de cada uno. Mientras me narra su llegada y opiniones sobre la ciudad, hace una pausa, ve mi libreta de apuntes y rompe su gesto amable, se enoja porque anoté Corea con “C” y no con la letra “K”. Cometí un crimen del tamaño de escribir México con “J”.

La historia de Kyu se repite, con diferentes matices, todos los días en Coahuila. Los empresarios asiáticos han encontrado en el estado el clúster perfecto para establecerse y generar empleos en la rama de fundición a presión de aluminio, el suministro de componentes para vehículos, electrónicos, del giro metal mecánico e incluso gastronómico. Esto se ha dado de manera lenta, pero constante, pues de 2010 a 2015 –pese a que el comercio mundial creció muy lento– el intercambio comercial entre Corea y México creció aceleradamente. Se registraron niveles de comercio por arriba de los 14 mil millones de dólares anuales durante ese periodo. Para 2015 la cifra superó los 17 mil millones anuales.

Hay varios factores que volvieron atractiva a la zona. El acceso a vías ferroviarias y aeroportuarias, la inversión en estados vecinos (KIA, en Nuevo León), el nivel de alfabetización y la presencia de centros de investigación y universidades, entre muchos otros, dan un panorama que ofrece seguridad a largo plazo para la industria.

Constantemente aparecen noticias financieras de cómo este fenómeno impulsa la vida industrial de Coahuila. Pero más allá de las empresas asiáticas, ¿cómo ha afectado este encuentro entre Corea del Sur y México a los habitantes de ambos países? ¿Qué rostro tienen esos millones de pesos colaterales que llegan con cada nueva inversión? ¿A qué sabe esta fusión? ¿Es posible una integración entre sociedades aparentemente tan distintas?

La presencia de extranjeros en el estado representa tantos avances como retos y pone de relieve la capacidad de adaptación del ciudadano a interacciones en planos multidiversos.

Además, después de la inestabilidad generada por la renegociación del TLCAN y las políticas que pretende implementar en Estados Unidos el presidente Donald Trump, Asia es un aliado prioritario y casi obligatorio para mantener relaciones comerciales. Esto aplica también para las pequeñas y medianas industrias, pues si bien la inversión mayor se perfila para naves industriales e intercambios millonarios, el establecimiento de nuevos hogares deja una derrama económica considerable y da pie a interacciones culturales que enriquecen a ambas partes. Recientemente se anunció la apertura de nuevas plantas en Torreón, Monclova y Saltillo. Esto pese a que la Industria Nacional de Autopartes (INA), reportó que en el primer trimestre de 2017, la Inversión Extranjera Directa fue de 7 mil 946 millones de dólares, lo que representa un declive del 26.07 por ciento respecto al año anterior.

El reto de las familias

Adaptar la crianza a los estándares de su propia cultura y al mismo tiempo a los valores de la ciudad a la que se han integrado




THE BEST TEQUILA EVER

Son 14 las horas de distancia entre Saltillo y Corea. Los amigos de Kyu, coreanos también, establecidos por periodos más cortos me comentan en el auto que al principio les parecía difícil adaptarse a la zona horaria. Mientras ellos desayunan, su familia ya está a punto de dormir. Es una diferencia hostil, complicada para los momentos especiales. Pero todos coinciden en que vale la pena. A cambio de esta charla prometo ayudarlos a encontrar algunos productos en el supermercado, pues les resulta complicado hablar con los empleados y son tímidos para pedir ayuda a gente desconocida. En el auto explican lo diferente que son estos centros comerciales, allá permanecen abiertos hasta las cuatro de la mañana y la tecnología es de punta, el autoservicio es lo más común. Incluso los carritos tienen un porta celulares.

Esperaba que preguntaran por productos de alimentación, cosas para limpieza. Pero no. Me sorprende cuando piden que investigue dónde están los paquetes de alga espirulina, moringa, aceite de coco y azúcar morena. No buscan comida porque cuentan con servicio de comedor diario adaptado a su dieta nacional. Uno de ellos insiste que lo lleve al pasillo de “spa”. Lo llevo al pasillo de shampoo y cuidado para la piel. Se ve un poco decepcionado. Me explica en inglés que necesita exfoliar su rostro. Le recomiendo algo para lavar la piel del pasillo de bebés.


Seúl en Saltillo
Los restaurantes cuentan con menús en español, inglés y coreano y pese a esto, batallamos un poco para ordenar





Como en caricaturas. Entramos y nos reciben los lavamanos, como recordándonos la limpieza. La decoración es muy medida.

Viéndolo de cerca, su rostro parece mucho más cuidado que el mío y no quiero recomendarle algo que le vaya a irritar. El pobre tiene toda su confianza puesta en alguien que considera el jabón Zote un milagro de la estética. Los demás observan cuidadosamente la botella y deciden comprar una para ellos mismos. En Corea es normal que los hombres asistan al spa, usen maquillaje e incluso se sometan a cirugías de belleza. Tienen el récord de uso de estos tratamientos a nivel mundial per cápita. Un tercio de las mujeres y un quinto de los hombres se han sometido a alguna operación a lo largo de su vida. Lo saludable termina en el pasillo de vinos y licores, donde me han metido en un aprieto, pues no sé exactamente cuál sea the best tequila ever  (el mejor tequila). Llamo a un amigo conocedor y llevan lo suficiente para abrir una cantina made in México (hecha en México).

 La tarde termina en su hogar donde brillan la limpieza extrema y la ausencia de muebles decorativos, al fin casa de hombres. Aunque las habitaciones están impecables, se disculpan. Dejan los zapatos en la entrada. En casa está uno de sus jefes. La actitud despreocupada y sonriente de la cochera cambia de golpe. Los saludan con un gesto especial y el ambiente tenso se va aligerando conforme el jefe va adaptándose a la conversación. El respeto que tienen los coreanos por la gente mayor es siempre mencionado, pero fue casi palpable en esta pequeña interacción. Incluso cambiaron su postura. El señor de unos 50-55 años aproximadamente tiene más de 30 años en la industria, y México le parece un lugar ideal para trabajar por el potencial que tienen los empleados mexicanos, quienes le han demostrado ser creativos y entregados a su trabajo. Se emociona mucho por mi visita y me regala sopas Ramen y unas gomitas tremendamente adictivas. Algunos de los chicos del grupo no hablan español ni inglés, así que empezamos espontáneamente a intercambiar palabras en ambos idiomas, el juego parece divertido. Me despido y me dicen “¡popó!” Creo que escuché mal y repiten “¡popó!” Debido a una “hangulización”, es decir, una transcripción fonética aproximada del nombre español al coreano, escuché algo completamente distinto. En realidad, querían decir “besos”.

Risas.



El coreano es un idioma que hablan 80 millones de personas y que en el norte del país hay diferentes opciones para aprenderlo".


ESTÁ EN COREANO

El coreano es un idioma que hablan 80 millones de personas y que, dado el incremento de actividades industriales que implican interacciones con sus hablantes, en el norte del país hay diferentes opciones para estudiarlo y aprenderlo. La Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) y la Universidad Tecnológica de Coahuila (UTC) en colaboración con el centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Autónoma de Nuevo León imparten distintos cursos para dominar este idioma.

El curso consta de 12 y 16 módulos, cada uno con una duración de 16 semanas y con un costo de 6 mil 700 pesos. Se imparte una metodología de aprendizaje diseñada por The Korea Foundation, ésta garantiza que el alumno adquiera un dominio del idioma de acuerdo a los niveles que acredite. Al finalizar los módulos, los alumnos participantes recibirán un certificado de conclusión del curso avalado por el Gobierno de Corea. Más información se puede solicitar en: coreaint@uadec.edu.mx o al teléfono (844) 415 30 77 de 9:00 a 15:00 horas.

 ¿Besos?
Me despido y me dicen “¡popó!” Creo que escuché mal y repiten “¡popó!” Debido a una "hangulización", es decir, una transcripción fonética aproximada del español al coreano, escuché algo distinto. En realidad, querían decir “besos”



¿Besos?...



En Corea a la gente le importa mucho su trabajo: si hay horas extras, aunque sea el fin de semana, las personas quieren ir a trabajar”.

EDUCACIÓN: SECRETO ASIÁTICO

Aprender el idioma sería el primer paso para involucrarse en una cultura que ocupa los primeros lugares de educación según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). El modelo sacó al país del analfabetismo y algunas de sus bases sirvieron para preestablecer el modelo educativo que será instaurado en México. Puntos operativos como la “normalidad mínima”, una serie de pasos que garantiza la calidad en educación básica, fueron tomados del estricto sistema cuyo principio fundamental es fomentar la formación como medio para el crecimiento económico del país.

Partiendo de esto, empresas como Hwaseung en Ramos Arizpe están diseñando un plan de carrera para los jóvenes que entran como practicantes. En este sistema hay 100 jóvenes de la UTC, de las carreras de Mantenimiento, Proceso Industrial y Mecatrónica. La empresa, por otro lado, busca iniciar con los más pequeños y empezar una estancia infantil y sistema preescolar para que asistan los hijos de sus trabajadores a recibir instrucción general, así como el idioma coreano y aspectos culturales.

El tiempo de viaje de Corea a Saltillo, Monclova y Torreón se extiende desde 15 hasta 20 horas dependiendo del clima y los medios de transporte. Aunque sólo son 14 horas de diferencia, en el día a día parecen años luz. Esta diferencia abismal se suaviza en el trabajo. Pero la vida para las familias expatriadas supone un gran reto: adaptar la crianza a los estándares de su propia cultura y al mismo tiempo a los valores del lugar al que se han integrado.



Beef Galbi. Es un plato típico elaborado con los costillares de la vaca, se puede encontrar variantes elaboradas con costillas de cerdo.


Tangsuyuk . Es un plato de influencia china muy popular. Son trozos crujientes de cerdo frito cubierto con salsa dulce y amarga.


Yaki Mandu. Es una bolita de masa, que puede ser hervida o frita, rellena con una mezcla de carnes y verduras.


EMIGRAR POR AMOR

Toco la puerta con confianza, la cita estaba pactada desde hacía tres días. Después de unos minutos abren la puerta a la mitad y se asoman dos chicas jóvenes, una coreana y la otra mexicana. Interrumpimos su programa de “Amas de casa desesperadas”. Les explico que vengo a la entrevista, busco al señor Carlos Cha. Se voltean a ver y me dicen que no estaban enteradas de nada. Insisto con seguridad que tenemos cita y blablablá. En unos minutos estamos en la sala. Son extremadamente amables, nos cuentan lo difícil que es integrarse en Saltillo. Una de ellas es oriunda de Playa del Carmen y extraña la actitud costera feliz de las personas, la otra echa en falta un poco su país, pero se ha acostumbrado, estudió antes en Guadalajara.

Para las dos, la razón principal de estar aquí se resume en una palabra: amor. Sus parejas, ingenieros coreanos, llegaron a trabajar, entonces vivir con ellos se volvió una opción; renunciaron a su vida cotidiana para seguir y apoyar a sus chicos. La plática transcurre entre risas, hay jugo de naranja en la mesa. Ven esta oportunidad de viajar como una aventura, donde el desierto las ha recibido bien. Pese a eso, extrañan trabajar, y por el momento parece difícil dedicarse al hogar. Una de ellas realiza prácticas profesionales en un hotel al norte de la ciudad, así que esto le suma puntos a su currículum.

Esperamos al tal Carlos y su colega para que nos dé su versión de los hechos. Cuando llegan a la casa, nos miran al fotógrafo y a mí con cara de terror.

¿Qué hacen dos desconocidos tomando jugo en su sala? Al tiempo mi celular vibra, es mi amiga. “¿Dónde estás? Te estamos esperando”. No eran los coreanos que buscábamos. Nos equivocamos de casa. Pedimos disculpas con la sensación de haber hecho una travesura y… prácticamente huimos. Ellos nos pidieron no mencionar sus nombres, pero las chicas posaron amables para las fotos.

El amor tiene muchas historias, ésta es la de Lisa cuyo nombre verdadero es Hyunjy, pero prefiere usar el primero para que la gente pueda pronunciarlo fácilmente. Tras nueve años en Saltillo, Lisa realiza trabajos de traducción y próximamente impartirá cátedra en una universidad de la localidad, además ella y sus niños pasan desapercibidos en las fiestas infantiles. Son queridos y aceptados por sus vecinos que se han convertido en amigos. La compañía de su esposo fue de las primeras plantas coreanas en establecerse en la región. Al llegar a la ciudad se sintió muy aliviada porque ya podía salir a gusto.



 El tiempo de viaje de Corea a Saltillo, Monclova y Torreón se extiende desde 15 hasta 20 horas dependiendo del clima y los medios de transporte”.

Previamente había vivido en la Ciudad de México, donde aprendió español y siempre tenía que andar con precaución: le habían dicho que era muy peligroso.

El primer año, su hija mayor no sabía nada de español, y estudiar le costaba mucho trabajo. El idioma, el clima y la cultura complicaron la adaptación de la niña. Lisa recuerda que al principio la pequeña lloraba mucho, sus compañeros la veían con mucha curiosidad por ser extranjera. Ahora disfruta ir a la escuela, habla español y tiene muchas buenas amistades. Los fines de semana se le pueden ver a ella y a su familia en carnes asadas conviviendo a plenitud. Todos son personas muy amables, confiesa.


 Los clientes ya no se distinguen entre coreanos o mexicanos. Sólo hay gente feliz”.

OTRA HISTORIA

No fue el caso de una de sus paisanas a la cual le resultó imposible adaptarse y tuvo que regresar. Este reto supone interrogantes para los padres y la escuela, que tiene que brindar un clima apto para estos niños. Lisa decidió darles tiempo a sus hijos para adaptarse, porque admite que es una buena experiencia vivir en otro país, porque tendrán el pensamiento más amplio, pues aprendiendo otro idioma podrán entender las culturas de otras partes del mundo. El momento más difícil fue recién llegar porque su esposo estaba muy ocupado. Esto es normal, reconoce, los coreanos trabajan duro y él tenía mucha responsabilidad. Pero le era difícil criar a los niños casi sola. Un punto que la apoyó fuertemente es que coinciden los valores de ambas sociedades: generosidad, justicia, humildad y respeto.

Lisa afirma que en Corea a la gente le importa mucho su trabajo: si hay horas extras, aunque sea el fin de semana, las personas quieren ir a trabajar por su responsabilidad y propia ganancia. Aquí la mayoría no quiere ir. “En mi opinión, quisiera que se mezclara en un punto medio las características de estas culturas. Porque la sociedad de Corea le pone demasiada importancia a su trabajo y aquí se le da más importancia a su familia. Quiero que juntos hagamos crecer a Coahuila”.


Bibimbap. Literalmente significa “arroz mezclado” o “comida mezclada”. Consiste en un cuenco de arroz con vegetales y carne encima.




En Corea es normal que los hombres asistan al spa, usen maquillaje e incluso se sometan a cirugías de belleza”.

EPÍLOGO ALIMENTICIO

Lisa fue quien nos recomendó el restaurante que aunque tiene su dirección en el bulevar Eulalio Gutiérrez Treviño, parece que está construido en el centro de Seúl. Entramos y nos reciben los lavamanos, como recordándonos la limpieza. La decoración es muy medida y los ingredientes en cantidades industriales están situados al fondo del local. Las mesas son largas y al parecer se puede compartir con personas que asistan de otro grupo. Cuentan con menús en español, inglés y coreano y pese a esto, batallamos un poco para ordenar, en parte porque somos muy desordenados y porque la mesera siempre sonriente no parece entender algunos requisitos del tipo “gluten free” o “tendrá coca de sabor”.

Como puede, la chica recoge el pedido. Es asombroso cómo la estructura te remonta a un anime o alguna caricatura oriental donde funcionarios con ojos brillantes discuten el futuro del país. Incluso hay espacios privados que nos indican que tienen que ser reservados con antelación.

Hay un costillar de cerdo que se antoja delicioso, pero se queda sólo en deseos, pues hay que llamar y ordenarlo con al menos cuatro horas de anticipación. Eso de la espontaneidad y chiflazones no se nos da, al menos no aquí. Empezamos a ordenar de todo y a lo loco porque la panza es primero. A pesar del apuro, muchas de las opciones son saludables y contienen proteínas y vegetales.
Las bebidas, entre las que destaca el agua de coco de sabores en colores fosforescentes, incrementan el sentimiento de que uno anda en otro continente. Pero entones llegan –oh, Dios– los platos cuyo aroma de especias impronunciables deleita el primer sentido. Pollo, arroz, verduras, res, todo en el punto preciso del sabor. Antes de poder emitir una crítica a la presentación, estos son engullidos con rapidez por la gente supuestamente civilizada que llegó. La cantidad es más que justa y la cuenta, por otro lado, es bastante accesible.

En la gira de las panzas aventureras y con motivos meramente periodísticos, asistimos a MARU, ubicado en el bulevar Musa de León en Saltillo. Es un giro completamente distinto, más moderno y con una variedad más amplia de platillos. Hay una dinámica especial para pedir servicio, el trato es infinitamente amable y el menú incluye beef galbi, yakimandu, bibimbap, tangsuyuk y jajangmyeon. Todos estos platillos están debidamente traducidos y comparten un equilibro de sabor con ingredientes de alta calidad. La cuenta de nuevo no supera los 400 pesos incluyendo bebidas, y uno se va con la sensación de querer volver, aunque el estómago esté a tope.


La postal desde este último lugar tiene algo de mágico: los clientes ya no se distinguen entre coreanos o mexicanos. Sólo hay gente feliz.

(VANGUARDIA/ Por: Quetzali García/ Ilustración: Federico Jordán /Fotos: Especial / Edición: Nazul Aramayo /Diseño en edición impresa: Marco Vinicio Ramírez/ 13 DE AGOSTO 2017)

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