domingo, 9 de julio de 2017

LA PADRINA


Imagen: Archivo

Puppeta Maresca tenía 20 años. Bella morenaza. Pelilargo. Su vientre anunciando la maternidad. Entonces hizo lo menos esperado en una embarazada. Pistola en mano buscó, encontró y mató a los dos asesinos de su amantísimo marido Pascalone de Nola, capo legítimo en vida. Subió por esfuerzo propio las escalinatas hasta el pedestal de la mafia. Fue en Nápoles, Italia. Año del 95. Nada más se supo que Puppeta jaló el gatillo mortalmente y el pueblo se asombró. Tanto como sentir un terremoto. A los pocos días motejaron a la bella viuda como Padrina de la Cosa Nostra. Luego dio a luz y tomó con mucha decisión lugar y papel de su queridísimo Pascalone.

Los hechos inscribieron a otra mujer en la historia mafiosa. Rosseta Cutulo. Las referencias dibujan a una recatada y candorosa ama de casa. Nadie la imaginaba matona inclemente. Andaba cerca de los 40 años. En poco tiempo y sin zozobra mató a nueve mafiosos. Dicen que ninguno agonizó. Les puso el cañón de su pistola casi rozándoles la cabeza. Uno, dos disparos y les evitó la agonía. Fue tan rápida y fácil cada ejecución, como quien truena los dedos. Cuéntase que nunca le pidieron matar. Ella decidió unirse así a la mafia de su hermano Rafaelle Cutulo. Era el jefe de la Cosa Nostra en Ottaviano, hermosa provincia napolitana. El asesinar le dio habilidad. La policía comprobó cada uno de los crímenes, pero nunca pudo capturarla. Por eso se ganó también el título de padrina.

Rafaelle Stolder alcanzó el grado de Padrino. Para su infortunio la policía le detuvo. Patrizia Ferreiro es su esposa. Y como tal decidió seguir en el negocio. Eso sí, con la misma categoría y poder del marido. Cuentan que manejaba mejor la droga que el capo. Y para no sufrir la captura contrató a los mejores sicarios. Tenía una gran protección. Su guardaespaldas personal era uno de los mejores ex policías carabinieri. Naturalmente, Patrizia ingresó a la histórica nómina de las padrinas.

Otras mujeres con tal categoría se confiaron mucho de su faena en la mafia. Terminaron prisioneras cocinando, remendando y lavando ropa. Gemma Donnaurumma tuvo tal destino. Valentino Gionta, su marido, era un clásico Padrino. Pero lo apresaron. La mujer pretendió el relevo y falló. No pudo y tampoco empuñó arma para ejecutar contrarios. Otra más viviendo en la soledad de la cárcel es Concetta Scalasi. Desde 1999 perdió su libertad. Contraria a Puppeta no le distingue la belleza. Hace años fue joven. Ahora es robusta. La clásica mujerona. Ella sí llegó a controlar narcotráfico, vendió protección a los empresarios y movió agiotismo. Su centro de operaciones eran algunas ciudades sicilianas.

Erminia Giuliano estaba etiquetada como la Padrina de Forcella. Le venía de familia. Hermana del capo Luigui. Dicen que es una guapura. Pero no le gustó su pelo negro. Se lo tiñó rubio. Me imagino que pretendía parecer artista de cine. Era de las que inmovilizaban el tráfico por su escultural cuerpo, vestir y caminar. Las miradas masculinas reflejaban tentación. Las femeninas, andaban entre la envidia y el tijeretazo. Pecaba de vanidosa. Cuando la detuvieron solicitó traer a su peluquero para arreglarla. De paso se embutió en un llamativo vestido. No quería llegar fachosa a prisión. Para su desgracia, estaba cerca la Navidad del 2000.

Maria Licciardi era popular. La recuerdan como la Padrina Peccetta, por aquello de pequeñita. Pero si su estatura le faltaba, decisión para el narcotráfico le sobraba. El año pasado andaba en los 49 pero eso sí, muy bien vividos. Le encantaba el pleito. Por eso también era conocida como Lady Camorra. En una de esas terribles guerras andaba cuando la detuvieron. Le puso más atención al pleito y menos a la policía. Nápoles fue el escenario de mortal trifulca. 13 muertos en 13 días. Todo por la circulación de cocaína en territorio de Maria y sin su consentimiento.

Pero no todo es dominio y prisión entre las padrinas. Recientemente Maria Teresa Granato fue ejecutada. Le dispararon a corta distancia y le destrozaron la cara con una pistola 9 milímetros. No se sabe si fue otra mujer o varios hombres. Se le conocía como La Padrina en Somma Vesuviana, una simpática área napolitana.

Desde mediados de los años noventas el narcotráfico en Italia tiene más mujeres en el mando. Antes, las madres, esposas o hermanas de los capos, se refugiaban en casa o emigraban. Sucedía cuando su hombre era apresado o muerto. Quedaban a merced de recibir la ayuda misericordiosa de otros mafiosos. Pero ahora no. Las esposas toman el mando si sus hombres lo pierden o se los arrebatan. Las hermanas también. Hasta las hijas. Por eso ahora hay padrinas.

Todos estos datos los tomé y no textualmente de El País de España. Un extenso y excelente reportaje escrito por la periodista Lola Galán. Entrevistó a Attilio Bolzoni, experto en temas de la mafia italiana. Transcribió sus palabras: “…las mujeres siempre han estado allí. Conocían perfectamente los negocios de la mafia. Los detalles de las guerras. Ahora se han producido muchas detenciones de mafiosos y la situación les obligó a dar un paso adelante. Todavía la proporción es pequeña, pero la mafia es monosexual”. Dejó de ser cosa de hombres.

Al mismo tiempo de esa transformación, el mundo vive los cambios en el narcotráfico. Italia era la cuna de la Cosa Nostra. Registraba cientos de asesinatos por mes. El año pasado solamente se supo de una ejecución. Eso se debió a una gran embestida contra la mafia. Aquel famoso maxiproceso de 1987 fue golpe al hígado. Mil 500 detenidos y confiscación millonaria de bienes. Prácticamente del crimen organizado quedó solamente el esqueleto.

Pero ahora la cultura del protagonismo mafioso en Italia está desapareciendo y entra a la discreción. El narcotráfico se vuelve poco a poco invisible. Y las mujeres actúan con más eficacia que los hombres. Al escribir esto recuerdo a la hija de Don Neto Fonseca. Fue apresada luego de heredar el negocio y manejarlo con su marido en el sur mexicano. El gran novelista español Pérez Reverte circulará pronto su libro en México: “La Reina del Sur”. La historia de la sinaloense Teresa Mendoza. De Culiacán se fue a Gibraltar para convertirse en majestad del narcotráfico. Pero hay una mujer que como dijo el experto de la mafia italiana “…desde hace rato está allí. Conoce perfectamente los negocios de la mafia” y “la situación le obligó a dar un paso adelante”. Se llama Enedina, se apellida Arellano Félix y si estuviéramos en Italia sería padrina.

Escrito tomado de la colección “Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado por última vez el 11 de julio de 2008.


(SEMANARIO ZETA/ Dobleplana / Jesús Blancornelas/ Lunes, 12 Junio, 2017 12:00 PM)

No hay comentarios:

Publicar un comentario