Imagen: Archivo
Puppeta Maresca tenía 20
años. Bella morenaza. Pelilargo. Su vientre anunciando la maternidad. Entonces
hizo lo menos esperado en una embarazada. Pistola en mano buscó, encontró y
mató a los dos asesinos de su amantísimo marido Pascalone de Nola, capo
legítimo en vida. Subió por esfuerzo propio las escalinatas hasta el pedestal
de la mafia. Fue en Nápoles, Italia. Año del 95. Nada más se supo que Puppeta
jaló el gatillo mortalmente y el pueblo se asombró. Tanto como sentir un
terremoto. A los pocos días motejaron a la bella viuda como Padrina de la Cosa
Nostra. Luego dio a luz y tomó con mucha decisión lugar y papel de su
queridísimo Pascalone.
Los hechos inscribieron a
otra mujer en la historia mafiosa. Rosseta Cutulo. Las referencias dibujan a
una recatada y candorosa ama de casa. Nadie la imaginaba matona inclemente.
Andaba cerca de los 40 años. En poco tiempo y sin zozobra mató a nueve
mafiosos. Dicen que ninguno agonizó. Les puso el cañón de su pistola casi
rozándoles la cabeza. Uno, dos disparos y les evitó la agonía. Fue tan rápida y
fácil cada ejecución, como quien truena los dedos. Cuéntase que nunca le
pidieron matar. Ella decidió unirse así a la mafia de su hermano Rafaelle
Cutulo. Era el jefe de la Cosa Nostra en Ottaviano, hermosa provincia
napolitana. El asesinar le dio habilidad. La policía comprobó cada uno de los
crímenes, pero nunca pudo capturarla. Por eso se ganó también el título de
padrina.
Rafaelle Stolder alcanzó el
grado de Padrino. Para su infortunio la policía le detuvo. Patrizia Ferreiro es
su esposa. Y como tal decidió seguir en el negocio. Eso sí, con la misma
categoría y poder del marido. Cuentan que manejaba mejor la droga que el capo.
Y para no sufrir la captura contrató a los mejores sicarios. Tenía una gran
protección. Su guardaespaldas personal era uno de los mejores ex policías
carabinieri. Naturalmente, Patrizia ingresó a la histórica nómina de las
padrinas.
Otras mujeres con tal
categoría se confiaron mucho de su faena en la mafia. Terminaron prisioneras
cocinando, remendando y lavando ropa. Gemma Donnaurumma tuvo tal destino.
Valentino Gionta, su marido, era un clásico Padrino. Pero lo apresaron. La
mujer pretendió el relevo y falló. No pudo y tampoco empuñó arma para ejecutar
contrarios. Otra más viviendo en la soledad de la cárcel es Concetta Scalasi.
Desde 1999 perdió su libertad. Contraria a Puppeta no le distingue la belleza.
Hace años fue joven. Ahora es robusta. La clásica mujerona. Ella sí llegó a
controlar narcotráfico, vendió protección a los empresarios y movió agiotismo.
Su centro de operaciones eran algunas ciudades sicilianas.
Erminia Giuliano estaba
etiquetada como la Padrina de Forcella. Le venía de familia. Hermana del capo
Luigui. Dicen que es una guapura. Pero no le gustó su pelo negro. Se lo tiñó
rubio. Me imagino que pretendía parecer artista de cine. Era de las que
inmovilizaban el tráfico por su escultural cuerpo, vestir y caminar. Las
miradas masculinas reflejaban tentación. Las femeninas, andaban entre la
envidia y el tijeretazo. Pecaba de vanidosa. Cuando la detuvieron solicitó
traer a su peluquero para arreglarla. De paso se embutió en un llamativo
vestido. No quería llegar fachosa a prisión. Para su desgracia, estaba cerca la
Navidad del 2000.
Maria Licciardi era popular.
La recuerdan como la Padrina Peccetta, por aquello de pequeñita. Pero si su
estatura le faltaba, decisión para el narcotráfico le sobraba. El año pasado
andaba en los 49 pero eso sí, muy bien vividos. Le encantaba el pleito. Por eso
también era conocida como Lady Camorra. En una de esas terribles guerras andaba
cuando la detuvieron. Le puso más atención al pleito y menos a la policía.
Nápoles fue el escenario de mortal trifulca. 13 muertos en 13 días. Todo por la
circulación de cocaína en territorio de Maria y sin su consentimiento.
Pero no todo es dominio y
prisión entre las padrinas. Recientemente Maria Teresa Granato fue ejecutada.
Le dispararon a corta distancia y le destrozaron la cara con una pistola 9
milímetros. No se sabe si fue otra mujer o varios hombres. Se le conocía como
La Padrina en Somma Vesuviana, una simpática área napolitana.
Desde mediados de los años
noventas el narcotráfico en Italia tiene más mujeres en el mando. Antes, las
madres, esposas o hermanas de los capos, se refugiaban en casa o emigraban.
Sucedía cuando su hombre era apresado o muerto. Quedaban a merced de recibir la
ayuda misericordiosa de otros mafiosos. Pero ahora no. Las esposas toman el
mando si sus hombres lo pierden o se los arrebatan. Las hermanas también. Hasta
las hijas. Por eso ahora hay padrinas.
Todos estos datos los tomé y
no textualmente de El País de España. Un extenso y excelente reportaje escrito
por la periodista Lola Galán. Entrevistó a Attilio Bolzoni, experto en temas de
la mafia italiana. Transcribió sus palabras: “…las mujeres siempre han estado
allí. Conocían perfectamente los negocios de la mafia. Los detalles de las
guerras. Ahora se han producido muchas detenciones de mafiosos y la situación
les obligó a dar un paso adelante. Todavía la proporción es pequeña, pero la
mafia es monosexual”. Dejó de ser cosa de hombres.
Al mismo tiempo de esa
transformación, el mundo vive los cambios en el narcotráfico. Italia era la
cuna de la Cosa Nostra. Registraba cientos de asesinatos por mes. El año pasado
solamente se supo de una ejecución. Eso se debió a una gran embestida contra la
mafia. Aquel famoso maxiproceso de 1987 fue golpe al hígado. Mil 500 detenidos
y confiscación millonaria de bienes. Prácticamente del crimen organizado quedó
solamente el esqueleto.
Pero ahora la cultura del
protagonismo mafioso en Italia está desapareciendo y entra a la discreción. El
narcotráfico se vuelve poco a poco invisible. Y las mujeres actúan con más
eficacia que los hombres. Al escribir esto recuerdo a la hija de Don Neto Fonseca.
Fue apresada luego de heredar el negocio y manejarlo con su marido en el sur
mexicano. El gran novelista español Pérez Reverte circulará pronto su libro en
México: “La Reina del Sur”. La historia de la sinaloense Teresa Mendoza. De
Culiacán se fue a Gibraltar para convertirse en majestad del narcotráfico. Pero
hay una mujer que como dijo el experto de la mafia italiana “…desde hace rato
está allí. Conoce perfectamente los negocios de la mafia” y “la situación le
obligó a dar un paso adelante”. Se llama Enedina, se apellida Arellano Félix y
si estuviéramos en Italia sería padrina.
Escrito tomado de la colección
“Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado por última vez el 11 de julio de
2008.
(SEMANARIO ZETA/ Dobleplana / Jesús
Blancornelas/ Lunes, 12 Junio, 2017 12:00 PM)
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