Foto: Sergio Haro/Manuel Díaz Lerma
Bien rasuradito. A veces
encorbatado. Pelo bien recortado. Pecho inflado. Palabras remarcadas.
Pronunciadas en tono muy audible. Como si fuera un niño recitando en la escuela
o contestando una pregunta del profesor, luego de intenso “macheteo”. Así,
Miguel Díaz Lerma, Secretario de Seguridad Pública. A veces durante entrevistas
banqueteras. Otras frente a Fernando del Monte, conductor de Notivisa. La
respuesta la tiene bien hecha cuando le preguntan “¿Y cuándo se acabará la
inseguridad en Tijuana?”. Entonces suelta el vozarrón: “Quien piense que la
violencia se va a terminar de un día para otro, está equivocado”. Y luego le
agrega. No lo veremos el fin de este sexenio. Ni el siguiente. Asegurando que
es una tarea muy difícil. Aparte, sale con que los mafiosos tienen mejor
armamento. Total. Le da vuelta al problema. Olvida sus palabras a inicios del
gobierno estatal: “Vamos a combatir de frente a los delincuentes. Vamos por
ellos. Vamos a acabar con todos. No bajaremos la guardia”. Pero los hechos
demuestran que tiene razón: “Quien piense que la violencia se va a terminar de
un día para otro está equivocado”. Y debemos creerle. Nadie como él lo vive en
carne propia.
El Licenciado Eugenio Elorduy
se llevaba la mano a la boca. Índice sobre el bigote. Luego reordenaba su
peinado y mirando a los reporteros con una sonrisa, afirmaba, como candidato en
2001: “Desde el primer día de nuestro gobierno vamos a combatir la inseguridad.
Acabaremos con la violencia” advirtiendo “…eso sí, no vamos a bajar la
guardia”. Cuatro años después, los crímenes aumentaron. Se perdió la cuenta de
los secuestros. El narcotráfico aumentó. Entonces ya no habla con promesa de
candidato. Atosigado por la violencia. Seguramente con la boca amarga por
conocer tanto crimen, encontró otra salida: “Corresponde a los ciudadanos
cooperar denunciando a los maleantes”. Además, la violencia debe combatirse
desde el hogar, educando bien a los hijos. “Por allí es donde debemos empezar”.
Del Presidente Municipal de
Tijuana, ni hablar. Dijo como candidato y en cantaleta prácticamente,
dirigiéndose a los delincuentes y advirtiéndoles, irse cuanto antes de Tijuana,
“porque a mí no me va temblar la mano”. Lo ha incumplido absolutamente. Así
como aquello de mostrar un platón de huevos, diciendo: “No me van a faltar de
éstos”. Pero en un año ha dado tantos pasos atrás, como ninguno de los 17
ayuntamientos y un Concejo, desde hace 54 años, cuando Tijuana fue declarada
constitucionalmente Municipio. Los ciudadanos se han pitorreados de Jorge Hank
como nunca de otro alcalde en la historia.
Su Secretario de Seguridad
Pública, importado de las cenizas del hankismo, también llegó muy valiente: “En
tres meses acabaré con todo esto”. Ya pasó un año y nada. Al contrario: sus
policías se convirtieron en ladrones y secuestradores. También les dio por
asesinar bajo encargo. Los casos del joven Escobosa y Carnitas Quiroga son
harto ilustrativos. Formaron los famosos “Comandos Negros” y todavía es hora
cuando siguen en activo. Hace días, Santillana anunció “limpiar” a la policía y
despedir a más de 50 cuando, al entrar, aseguró que todos eran súper honrados.
Y su advertencia de que “en tres meses acabaré con todo”, se derrumbó. Hace
días aseguró en la televisión, con cara de impotencia: “Esto va a seguir”.
Foto: archivo/Eugenio Elorduy
Claro. Todos los
bajacalifornianos ya saben de esto. Pero lo tomó como referencia, por el plazo
que los señores empresarios pusieron a Procurador de Justicia y demás jefes
policíacos: En 30 días deben verse los resultados en la reducción de violencia.
Esta advertencia tiene indudablemente todas las buenas intenciones. Pero en la
realidad, no cuadra. En un mes no se puede corregir el mal hecho en 4 años de
Gobierno. Ya lo dijo Díaz Lerma: “Quien piense que la violencia se va a
terminar de un día para otro está equivocado”. Y en un año, el Presidente
Municipal y sus incapaces, está visto: Tendrá más tiempo para banquetes y
desfiles, pero menos para darle seguridad a Tijuana. Y la Procuraduría General
de la República, Delegación Tijuana, seguirá sin hacer mucho aunque sus agentes
de vez en cuando anden por allí secuestrando.
Hay la propuesta empresarial
de retenes: ya se ha visto. Son una molestia. Asustan a los buenos ciudadanos.
Advertencia a los delincuentes “aquí estamos” y captura de destanteados con
infracciones pendientes. También solicitan presencia policíaca. El Secretario
de Seguridad Pública dijo, hace un año: Todas las patrullas circularán con las
torretas encendidas para inhibir a los delincuentes. Y no hubo tal. Los
ministeriales sólo se aparecen después de, y preguntando “¿Qué paso?”. Aparte
los empresarios exigen coordinación de
Estado, Federación y Municipio. Pero en los últimos doce meses está más claro
el capricho del júnior Hank. Siendo priísta, no quiere nada con el panista
Elorduy. Por eso, sus comandos negros asaltaron la Procuraduría General de
Justicia para rescatar a dos policías municipales sospechosos de asesinato.
El gobierno en general y los
malosos se aprovechan de la indiferencia y temor de la sociedad. Nadie quiere
protestar públicamente por miedo. Le escabullen asistir a una manifestación.
Creen que si los ven después, serán secuestrados o muertos. Aparte, son tantos
los residentes de esta Ciudad recién llegados de otros Estados, que poco les
importa cuánto pase. Las grandes manifestaciones ajenas a la política,
desaparecieron. Cuando en los años sesenta, Tijuana era más pequeña, existía
mayor unidad. La desaparecida Unión de Contribuyentes y Usuarios de Tijuana
realizaba protestas como para hacer temblar. Un día decidieron descolgar todos
los teléfonos. Era la forma de rechazar el aumento a las tarifas. Pero sabían:
si hacían eso, desconchinflaban toda la maquinaria. Por eso, ganaron. Igual,
otra vez anunciaron desconectar la electricidad a tal momento y la compañía dio
para atrás en su pretensión de cobros. Nunca una manifestación como aquella
contra Inmuebles Californianos, S.A. Esta empresa pretendía apoderarse de
Tijuana. Fueron tantos asistentes que retacaron desde la Calle Segunda y
Constitución hasta la Sexta o Séptima. En Mexicali, miles y miles se plantaron
en la Avenida Madero hasta obligar la presencia del entonces Gobernador y
Licenciado Milton Castellanos. Reclamaban tarifas eléctricas justas. Imagínese
desde hace 40 años.
Pero ahora no. Matan a un
periodista y sólo sus compañeros protestan. Asesinan a cierto universitario y
únicamente los estudiantes reclaman. Ejecutan a un sacerdote y ni siquiera hubo
protesta pública. Acaban con la vida de una jovencita estudiante y sólo sus
compañeros de aula piden justicia. Bueno. Ni siquiera los policías alzan la voz
cuando algún uniformado es muerto. Ahora, los empresarios están emplazando al
Gobierno porque mataron a uno de los suyos. Todo esto nos demuestra la falta de
liderazgo en Tijuana. No hay nadie capaz de convocar a una protesta con la
participación sin distinciones y ajena a los vaivenes políticos. La propia
reunión de los empresarios lo demuestra. Solo fue con ellos y para ellos.
Hubiera tenido un peso más serio con la presencia de rectores, representantes
de las iglesias, presidentes de clubes sociales, periodistas, líderes
estudiantiles y muchos más de importancia en la Ciudad. Pero no. La sociedad, y
no toda, se enteró de lo emplazado al Gobierno por los diarios locales o la
televisión. Pero no todos. Muchos sentirán esto como un reclamo empresarial y
no de la sociedad. Imagínese una manifestación donde todos formáramos un
frente. Sería muy distinto. No como hasta hoy. Pobres manifestaciones.
Está como tanto foro.
Recuerdo desde cuando los tiempos del desaparecido Héctor Terán. Luego, las
impresionantes reuniones durante el Gobierno Sustituto. Hasta con enviados
presidenciales. Y de allí para acá son incontables. Desde la famosa “Cultura de
la Legalidad” tan publicitada, pero inefectiva, hasta muchas protestas en la
mesa. Poca acción cívica. Se ha vuelto una costumbre. En los foros protestan.
En el gobierno escuchan y como si nada. Siempre igual. Los reclamantes se
sienten satisfechos por sus exigencias y el funcionario se zafa haciendo la
misma promesa, al fin y al cabo, son diferentes y tantos grupos.
Aparte, los hechos nos están
demostrando la poca valía de nuestra autoridad. Hasta después de cuatro años y
casi dos mil personas asesinadas en Tijuana, se deciden por hacer cambios en la
Procuraduría. Pero todos estos han sido ajustándolos a la vieja conseja popular
“aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. A los incapaces no se les
retira. Les inventan otro puesto. No los dejan fuera de la nómina. Así la
engordan.
Es un cambio para que todo
siga igual.
Tomado de la colección Dobleplana de
Jesús Blancornelas y publicado por última vez el 20 enero 2005.
(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA/ JESÚS BLANCORNELAS/ MARTES, 6 JUNIO, 2017
05:09 PM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario