miércoles, 23 de julio de 2014

A ESTAS ALTURAS: ¿ SIGUEN SIENDO LOS PARTIDOS POLÍTICOS ENTIDADES DE INTERÉS PÚBLICO ?


La Viña del Señor
El artículo 35 de la Constitución General de la República, como sabe el acucioso lector, consagra el derecho a votar y ser votado y el 41 establece que los partidos son entidades de interés público y que tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público… bla, bla, bla.
Así las cosas y para que nadie se engañe los altos poderes de la federación (Senado y Cámara de diputados) y sus sucursales en la entidades, a instancias de los jefes partidistas y las cúpulas de los mismos, decidieron llevar a cabo una reforma político-electoral, en la que desaparecieron el IFE y crearon el INE, centralizaron los procesos electorales en este nuevo organismo supuestamente para quitarles poder a los gobernadores, aprobaron la reelección en ciertos cargos y por ciertos períodos, etc.

Susy: abogada del diablo
En el escenario actual llaman a risa los enredos en las Cámaras, el deschongue entre los partidos y en el puerto el desgarre de vestiduras de la presidenta del PRI Susy Corella, denunciando “bullying” contra su partido y el “indefenso e inmaculado” alcalde Otto Claussen, por parte de los panistas encabezados por Juan Valencia, cuando en un acto de desmemoria olvida que ella es producto del dedazo y el tricolor causa de muchos males. Hagamos un ejercicio y veamos:

Sistema camaleónico para todos los gustos: el nuevo centralismo
Nuestro sistema político para que nadie se engañe ha experimentado todo tipo de régimen: fue monarquía  en sus tres siglos de Colonia; imperio con Agustín I y Maximiliano y república en otros tantos períodos; padeció con Porfirio Díaz una dictadura de 30 años y muchos más lapsos de inestabilidad política; ha abrigado diversas filosofías e ideologías como el liberalismo, positivismo, socialismo (dentro de la constitución como dijo un presidente de la república) y hasta toques de fascismo. Ha sufrido los estragos del militarismo, como en la etapa posrevolucionaria, la hegemonía de un partido de Estado (PRI) y ha arribado a la alternancia.
Si detrás de la fachada de República Federal y Democrática, como define nuestra Carta Magna el régimen de gobierno y estructura política, este ha sido calificado como una “dictablanda”, como “dictadura perfecta” (Mario Vargas Llosa), como “ogro filantrópico” (Octavio paz), como “monarquía sexenal” (Daniel Cosío Villegas) o como “presidencia imperial” (Enrique Krauze).
En el Siglo XIX las luchas entre centralistas y federalistas por imponer su visión del país fueron feroces, como también lo fueron las que se dieron entre las facciones conservadoras y liberales y muy al principio las que libraron las cofradías masónicas de los yorkinos y los escoceses.
Triunfantes los republicanos de Juárez en la guerra de Reforma, nadie pareció discutir respecto de la viabilidad de esa forma de gobierno hasta la convulsión social que trajo consigo la revolución mexicana al grito de “sufragio efectivo, no reelección” (Madero) y “tierra y libertad” (Zapata), que lanzó a las clases empobrecidas, a las clases medias y a un sector de la burguesía, del que provenía el “apóstol” a una cruenta guerra civil.
Pasado el tiempo y apaciguadas las aguas de la lucha armada y metidas en cintura las fuerzas desatadas por el conflicto, una nueva institucionalidad tomó cuerpo y forma, se aprobó una nueva Constitución (1917), se fundó el PNR (después PRI) tras la muerte del caudillo Alvaro Obregón, se dio el Máximato, emergió el cardenismo, surgieron los llamados “Cachorrros de la revolución”, el militarismo fue sustituido el orden civil… se envolvieron en la bandera del nacionalismo revolucionario y después viene la represión a ferrocarrileros y médicos en los cincuentas, la matanza de Tlatelolco en 1968, que puso en evidencia la verdadera cara represiva del régimen, después en 1971 el Jueves de Corpus con Luis Echeverría, la guerra sucia, el espejismo petrolero, la implementación del neoliberalismo, la fractura del PRI con la salida de la Corriente Democrática, las elecciones de 1988, la rebelión zapatista en Chiapas, la ejecución de Luis Donaldo Colosio, la alternancia en la presidencia de la república, el horror de la guerra contra el narco con sus más de cien mil muertos y 25,000 desaparecidos hasta llegar al retorno del PRI a Los Pinos con su Pacto por México, que dividió a la izquierda, con su estrategia reformista –aunque vivimos la etapa de las reformas de las reformas en una versión de la política práctica----  y con su política de nuevo centralismo que se refleja en materia electoral como en la educativa, debido –se explica— al poder acumulado por los gobernadores una vez que el PRI se mantuvo fuera del ejecutivo federal, los cuales los convirtió en verdadera fuente de poder y negociación.
La reforma fiscal hizo encabritar a los hombres de negocios y la recesión económica puso en la tablita al cerebro económico del gobierno, Luis Videgaray, destacado discípulo de Pedro Aspe Armella, mientras inaugurando una nueva forma de ejercer el mando, se creó la figura del Comisionado Federal para Michoacán con el objetivo último de anular al gobierno local y someter a la autodefensas, esos grupos de ciudadanos armados creados para enfrentar al crimen organizado encarnado en Los Caballeros Templarios ante el desgobierno en la función de proveer seguridad pública a la gente. La crisis en esa entidad dejó fuera del gobierno al priísta  Fausto Vallejo.

Todos contra todos

La clase política estuvo de plácemes con la mentada reforma político electoral, aunque ahora el PRI, el PRD, el Verde, PT, el Panal y Movimiento Ciudadano acaban de interponer ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación una acción de inconstitucionalidad en contra del artículo 87 de la Ley General de Partidos Políticos,  “por considerar que con su aprobación y entrada en vigor se trasgrede a la Constitución general, por cuanto a que se violan derechos fundamentales de igualdad y libertad de asociación que ésta tutela, y se quebranta el régimen de representación proporcional con el cual se rige la vida democrática del país”. Ahí nomás.
La forma de distribución de las prerrogativas entre partidos --¡otra vez el maldito dinero en el centro de las disputas!-- que van en coalición –en donde la chiquillada PT, MC, PVEM, PANAL, saldrían mal librados en lo monetario--  puso en precrisis  a las Cámaras y se achaca al PAN oponerse. Sin modificar el numeral de la discordia el Senado cerró el período extraordinario de sesiones lo que hizo poner el grito en el cielo a Acción Nacional.
“No seremos rehenes de negociaciones oscuras” advirtió el senador del PRD Miguel Barbosa. Y luego remató ya encabronado: “El chantaje no puede ser lo que prevalezca en el Congreso como práctica política”.
En realidad estamos frente a una reforma de la reforma electoral, en lo que algunos críticos señalaron terminaría el frenesí reformista peñanietista y sus aliados del Pacto por México, lo que trae vuelto locos al mismo Beltrones como al PRD de Los Chuchos, pues quedarían mal con sus aliados naturales PVEM en el caso del PRI y PT y MC por el lado del solazteca. De ahí la puesta del grito en el cielo.
Para el expresidente del IFE Luis Carlos Ugalde la cosa es clara: “En aras de la Reforma Energética, el precio político que el PRI y que el gobierno están pagando parece cada vez más alto”.
Gustavo Madero ya lo había anunciado: “Sin reforma política, no hay reforma económica”.

Toda política es local
Mientras a nivel nacional los enredos suben de tono, aquí en Sonora, el horno tampoco está para bollos, cuando contemplamos –y el aguantador lector no dejará mentir— una guerra sin cuartel entre diversas facciones políticas, PRI-PAN, sur-norte, etc., todas ellas ocultas bajo pugnas por el agua, abusos de poder y más.
Con las campañas políticas muy adelantadas, hemos presenciado saltar a la palestra a lo más granado de nuestra clase política local, unos en calidad de pretensos a algún cargo electoral, otros so pretexto de sus gestiones de gobierno y otros en franco enfrentamiento con sus opositores y competidores.  Por ello no extraña para nada el activismo de Alfonso Elías Serrano, las presiones de la CTM de Javier Villarreal, autodestapado como prócer del obrero, los cuestionamientos del Movimiento No al Novillo, el accionar de los pinta bardas de 365 razones para no votar por el PRI”, la paralización del Congreso Estatal y demás.
Tampoco extraña que tropezones –menores unos, otros no tanto-- como el de la Lady Salchicha, el abanico de billetes de quinientos o la propia salida –muy anunciada y hasta necesaria para bajar presión al asunto del acueducto-- del titular de la CEA, Enrique Martínez Preciado, se conviertan en verdaderos dolores de cabeza para el padrecismo.
Quiérase o no, ese ambiente pre-electoral que impregna el estado ha impactado a Guaymas, obligando a los grupos políticos locales a tomar por asalto a sus partidos, a subirse al barco de la crítica al gobierno del New Son tratándose de los priístas –el diputado José Luis León Perea luego del “pizazo” en Hermosillo del negocio de su hijo le bajó dos rayitas a sus rabiosas observaciones-- o al franco enfrentamiento entre bandos, como se puede percibir en el caso de la CEA y el ayuntamiento, presidido por un tipo – de herraje boursista-- que desde su paso por el Congreso del Estado, guardó una postura hostil hacia el gobierno panista, ha usado ilícitamente recursos públicos para sus fines –a la policía municipal en la elección interna del FJR, el affaire Omar Nuñez Caravantes, etc.--  y que no escatima esfuerzos en tratar de dejar heredero en la alcaldía que le cubra las espaldas… por si las dudas.  De ahí su padrinazgo a Luis Gato Bárcenas en la CNOP.
Por eso rondan varias interrogantes entre los observadores de la grilla porteña: ¿Tendría algo que ver cierta reunión casa de los padres de Otto Claussen en la que estuvieron presentes el Vaquero Alfonso Elías, el Gato Bárcenas y él, hace poco tiempo? ¿Se está fraguando bajar del caballo de la candidatura priísta a la alcaldía al doctor León Perea para empujar a su delfín?¿Cual es la postura de Susana Corella y el grupo del Toño Astiazarán en el derrotero que están tomando las cosas?¿Quién negocia y a cambio de quien en todo este embrollo entre priístas?.
Los panistas, perredistas y demás fauna política, traen sus propias querellas internas. El Villeguitas y el Lencho, al final de cuentas se habrán de alinear ante la línea del gran elector y los Chuchos de Nueva Izquierda, que aglutina a la gente del profe José Guzmán y Clemente Rodríguez y a sus contras becarios del PAN-Gobierno, los Diablos de Oliver Flores Bareño y Santiago Margarito, vía “negociación” o vil choque de intereses arreglarán sus diferencias, mientras en el PT o en Movimiento Ciudadano, tanto el Cachorro Marcos Ulloa y el Negro Librado Navarro, parecen tener el camino libre.
Si los excesos del rey Juan Carlos de Borbón, como exhibirse de caza de elefantes en Africa en plena crisis económica y las acusaciones de corrupción de la infanta Cristina, pusieron en jaque a la Corona Española, que son nada en México, en todo este embrollo que significa la grilla en todos sus niveles y que tiene en el desprestigio a la clase política en su conjunto y los chorros de dinero que representan su financiamiento es válido preguntarse: ¿Son todavía a estas alturas los partidos entidades de  interés público?
Por lo pronto los “daños colaterales” como los definió el sociólogo polaco  Zygmunt Bauman, de los excesos, caprichos, irresponsabilidades y extravagancias de nuestra clase política, las pagarán los de siempre.
Giovani Sartori, el prestigiado politólogo italiano sostiene que la democracia según Alexis de Tocqueville, era una sociedad guiada por un “espíritu igualitario”.  Que tan lejos o cercas nos encontramos de ese ideal, lo podrá definir el aguantador lector.


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