lunes, 17 de diciembre de 2012

SOBREVIVIR AL NARCOTRÀFICO

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Entre cientos de extorsionados en México, el arquitecto Eugenio Velázquez encontró benevolencia en Estados Unidos

 
 La historia: Un profesional y reconocido tijuanense terminó en las garras del narcotráfico. Fue amenazado, detenido, sentenciado y prácticamente exonerado por un Juzgado de California, al determinar que cometió un ilícito bajo amenaza; se dice utilizado
El testimonio: Eugenio Velázquez, arquitecto reconocido por obras como El Cubo, el proyecto de la Catedral Metropolitana y el Centro para las Artes Musicales, habló con ZETA desde su casa en San Diego, California
El ultimátum: “Me dice ‘o me lo haces, o te voy a… a tu familia, tengo fotos, me acuerdo bien de tu señora’. Me enseña cosas de Facebook, fotos (impresas) y que mi mamá, sabía que vivía en Tijuana”
El miedo: “Recuerdo el rostro de él, cómo de ser un rostro tan fino, le cambiaron los ojos, con su pistola medio grandecita, cuadradota, que me la enseñó…”
Del trasiego: “Me citó en la Zona Río, ahí donde estaba La Taberna de Infante -Avenida Diego Rivera-, llegó y me dice ‘préstame tu carro’. No tardó ni media hora cuando otra vez me lo trae y me dice: ‘Derechito te vas a la Línea, no apagues el carro’”
 La corrupción: “Lo que se me hizo rarísimo fue que me dicen ‘enfílate, te estamos vigilando’. Llego a la Línea SENTRI, y se me dejan venir para acá los policías, como que les dieron un pitazo, desde media cuadra estaba viendo que ya venían para acá”
Sentenciado: “Una de las cosas más importantes para mí fue que limpiaran, dentro de lo que cabe, mi nombre. Que de la boca del juez saliera que sí se investigó, y que conste en un documento que no me dedico ni al tráfico de drogas. Y que tampoco fue por lucro, para mí es importantísimo eso”.    
 
 Desconfianza: “Yo de Tijuana la verdad jamás le hablé a nadie, no confío en nadie allá, se escucha mal, pero…”
Adela Navarro Bello/ Rosario Mosso Castro
Resulta complicado entender el nivel de estrés, terror y desesperanza que padece un padre de familia, con un capital sólido, profesional exitoso, ciudadano de prestigio reconocido, para que decida cruzar por la Línea SENTRI de la Garita Internacional entre Tijuana y San Ysidro, 5.8 kilos de cocaína escondidos en un vehículo de su propiedad.

El arquitecto Eugenio Velázquez Bustamante sabía que enfrentaba varios años de prisión, el deshonor y el repudio social. Con tanto por perder, optó por ceder a la extorsión del traficante de drogas en lugar de denunciar ante las autoridades. No confió en las de México, tampoco en las de Estados Unidos. “La vida de mis seres queridos estaba primero”, asegura.

Fue detenido el 3 de marzo de 2012,  pasó 18 días incomunicado, se confesó culpable. En su defensa alegó haber sido amenazado y, tras una investigación, la fiscalía y el juez le creyeron, porque estando en juego una sentencia mínima de 10 años, le dieron seis meses interno en una correccional de mínima seguridad y otros seis meses en arresto domiciliario.

Para que sirva de experiencia y otros bajacalifornianos no caigan en las redes del crimen organizado, el arquitecto Velázquez se entrevistó con ZETA. Habló de su experiencia, dio detalles para que las víctimas potenciales identifiquen el modus operandi y no caigan en las garras del narcotráfico.
El contacto: En una obra de seguridad pública
“Esto pasó a principios de año, enero. Conozco un cliente que me aborda en unos tacos ahí por el rastro municipal, más o menos cuando se puso la primera piedra del estacionamiento del edificio de Seguridad Pública -Municipal de Tijuana- y me dice ‘oye tú hiciste… dame una tarjeta, qué bonito te quedó… blablablá’. Ese día el señor traía un niño como de unos ocho años”.

El individuo en mención se presentó como cliente, y está descrito en el expediente como un hombre maduro alrededor de los 60 años,  moreno, de piel azabache, como si fuera nativo del trópico acapulqueño. Su mujer, como una rubia guapa, bien formada, de aproximadamente 30 años de edad.

¿Hiciste un retrato hablado de la persona?

“Sí. Posteriormente va con su esposa a la oficina y me dice que allá por La Rumorosa tenía un rancho, me trajo una foto, dijo que si le podía hacer una fachada de la entrada del rancho, y de ahí empieza. Ya me la sé, una puerta de 6 metros ponerle algo bonito, piedra, esto y lo otro, entonces yo le cobró 800 dólares por hacerle el plano y todo lo demás. Ahí empieza mi viacrucis”.

¿Fuiste al rancho?

“No. Para algo así uno cobra por hora 150 dólares, ir y venir hasta allá 800 dólares me los hubiera comido. Entonces algunas cosas las haces más prácticas, así que le hice el dibujo”.

Después que le diste tu tarjeta ¿cuándo fue a tu oficina?

“Como a los 15 días. Cuando empieza mi problema de la amenaza es más o menos la tercera semana de febrero. Lo que yo empecé a ver en ese momento -desde enero- afuera del edificio Cortez Carbajal, donde tenía mis oficinas desde1990, gente rara, con cara de mala muerte que estaban esperando algo. Yo le comenté al señor que me dio miedo y me dijo: ‘Bueno, si quieres te podemos ayudar, yo conozco gente que investiguen’. Me preguntó: ‘¿Cada vez que sales de aquí a dónde vas siempre?’. Respondí por la SENTRI, a mi casa”.

¿Apenas y lo conocías y le comentaste al señor?

“Sí, porque tengo la foto de mi esposa, de mis hijas, y es un cliente, pues. Y nunca te imaginas que vaya a haber algo posteriormente así, pero el hubiera no existe”.

¿Le hablaste de la gente que viste fuera de la oficina?

“Sí,  me dijo: ‘Mira, yo tengo amigos en la Policía, déjame investigar’, y sí, de repente dejé de ver a la gente, y ya. Después viene la amenaza”.

¿Cuántos días pasaron?

“A mediados de febrero, más o menos”.

¿Te pusieron gente que te cuidara?

“No, yo nunca vi gente que me cuidaba, él me dijo ‘yo voy a hablar con gente, y te van a estar vigilando. Yo sé que a veces hay unos servicios, he sabido de empresarios que tú no ves a la gente, pero te sientes seguro. A mí me decía: ‘Háblame cuando te vayas a ir’, pues yo le hablaba, así de fácil. Después me piden dinero”.
Amenaza de muerte
¿Cómo, personalmente, por teléfono?

“Quince días antes -del 4 de marzo- llegó en una camioneta SUV, el cliente. En la plática, me dice que ‘la gente esa está mal y necesitan dinero, y no voy asumir las broncas  financieras’. Posteriormente pide el dinero, 40 mil dólares.

“Recuerdo el rostro de él, cómo de ser un rostro tan fino, le cambiaron los ojos, con su pistola medio grandecita, cuadradota, que me la enseñó, él estaba enfrente y la puso entre los dos asientos. Pero a mí me ha tocado experiencia con otros amigos que te piden y es el cuento de nunca acabar, entonces me dice: ‘Hay otra manera’. Pregunté cuál otra manera,  ‘que me hagas un trabajito, y es lo de drogas’. Y le dije, cómo que drogas. Ya es cuando él me platica y me dice: ‘O me lo haces, o te voy a…a tu familia, tengo fotos, me acuerdo bien de tu señora’. Me enseña cosas de Facebook, fotos (impresas) y que mi mamá, sabía que vivía en Tijuana. No le quise decir a ella -su esposa- nada, porque ya la conozco, conoce a mucha gente, es locutora”.

¿Estuviste 15 días con la incertidumbre?

“Yo me hice tonto, a ver si se le olvidaba, pero cuando empezó la cosa más fuerte, fue unos días antes del 4 de marzo, lo más complicado”.

¿Te siguió llamando?

“Como dos veces más, me pedía la decisión. En mi cabeza todo era que yo tenía mi vida y mis clientes en Tijuana, y pensaba, yo quiero volver a mi oficina.

“Para no hacerla larga, el 4 de marzo, el día del cumpleaños de mi esposa, me habla muy temprano, le enseñé a los federales el teléfono cuál era. Y me citó en la Zona Río, ahí donde estaba La Taberna de Infante  -Avenida Diego Rivera-, llegó y me dice ‘préstame tu carro’. No tardó ni media hora cuando otra vez me lo trae y me dice: ‘Derechito te vas a la Línea, no apagues el carro’.
El arresto
Tú cruzaste más o menos a las nueve, ¿a qué hora lo viste a él?    

“Como a las 8:15 u 8:30, algo así. Me habían amenazado, dijeron, ‘vamos a saber todo lo que digas, tanto en México como acá tenemos gente’. Lo que se me hizo rarísimo fue que me dicen ‘enfílate, te estamos vigilando’. Llego a la Línea SENTRI y se me dejan venir para acá los policías, como que les dieron un pitazo, desde media cuadra estaba viendo que ya venían para acá. Me dijeron ahí -en el centro de detención- que a veces te sacrifican para meter otro vehículo.   

“Para empezar yo no sabía qué era, abrieron el coche, en la batería. Es más, el perro se jaló para donde está la gente a pie y todavía lo jala hacia mí, cuando el perro ni siquiera me peló, me pareció raro”. 

¿Te preguntaron algo de la droga?

“Sí, que si me habían hecho un trabajo o algo mecánico, me preguntaron dos veces eso, les dije que no. Cualquier persona diría, pues les hubieras dicho, pero yo no sabía hasta dónde, si estaba involucrada la gente (oficiales del CBP) hasta donde iban a saber (los criminales). No es lo mismo criticar al torero que estar abajo con un toro, la verdad yo no sabía qué hacer”.

¿Viste la droga, los paquetes?

“No, nunca vi nada, porque cuando dijeron ‘está en la batería’, me llevaron a un cuartito de tres por tres y ahí me dejaron solo. Ahí empezó la otra odisea.

“Los agentes federales se portaron muy buena gente conmigo, me preguntan si me pueden grabar o no grabar que yo puedo hablar, la verdad lo único que les dije fue: ¿Puedo hacer una llamada?  Y le hablé a mi esposa para platicarle y después pedí hablar con mi abogado, no dije nada porque yo no sabía si podía o no hablar por la amenaza”.

En la prensa se manejó la versión de un amigo al que le dijiste que podía tener la misma protección que te habían brindado a ti

“Así es, él es de Guadalajara, un psiquiatra, le pasó algo igual. Le hice referencia. Gracias a Dios con él no pasó a mayores, se fue de aquí por las amenazas, dio su versión en su momento, que también eso me ayudó”.

— ¿Es cierto que el señor que los amenazó pretendía que cualquiera de los dos pasara la droga y se lo jugaron en un volado?

“Así es. Yo siempre ando recomendando, ellos tenían un problemita con uno de sus hijos, entonces yo se lo recomendé, le di el teléfono y perdí esa cuestión”.
Tres semanas incomunicado
El arquitecto Velázquez continuó su relato:

“Me hicieron la prueba de la tuberculosis y todos los mexicanos salimos positivos -por la vacuna-. Me llevan a la fianza, dicen mi nombre, pensé, ¿tan pronto me van a sacar de aquí? Y al rato llegan unas personas con  tapabocas y me llevan al Hospital Alvarado. Me tuvieron allá en cuarentena hasta que salió negativo, pero mientras tanto, yo no pude comunicarme con nadie.

 “Estuve 18 días en el Metropolitan Correctional Center (MCC) de San Diego, y posteriormente se pide la fianza, me la dan condicionada a 100 mil dólares, he visto algunos correos mal informados- comentarios ciudadanos en notas periodísticas en internet-, aquí te dan la fianza, no significa que das dinero, pones en garantía tu casa o algo.

“Tuvieron la confianza de darme la fianza, no me pusieron ningún GPS (geoposicionador satelital), nada, y aquí estoy, no tengo nada que esconder. He trabajado con mis abogados”.

¿Te declaraste culpable desde el primer momento?

 “No, se estudiaron las opciones, cuando el abogado me explica la acusación yo le digo ‘me amenazaron’, entonces él habló con mi esposa y se enteró que después de la detención, unos hombres armados fueron a mis oficinas -en Tijuana-. En el estacionamiento no estoy seguro, porque no estuve, y los amenazaron porque querían saber el número de  mi esposa, a ella también la amenazaron por teléfono, no sé cómo encontraron el número. A mi esposa le dijeron que no hablara nada. Después cambiamos los teléfonos.

“Después de ver las alternativas mi abogado me dijo, ‘puedes no declararte culpable y nos podemos ir a un juicio, pero es muy desgastante, te dura año y medio, le haces gastar al Gobierno Federal, a veces el problema es con los jurados que son muy viscerales, el 85 por ciento, 90 por ciento ven algo de droga y te declaran culpable; y si eso sucede no van a ser 10 años, van a ser más, porque les hiciste gastar’.

“Me dijo: ‘Podríamos hacer como un riesgo calculado, declararte culpable, que después investiguen y se pueda demostrar la amenaza. En este caso podían ser tres, cinco o hasta 10 años de cárcel, y bueno, me encomendé a Dios. Todo esto sucedió entre junio y septiembre, pero la declaratoria de culpabilidad y la sentencia se pospusieron para el 10 de diciembre de 2012  porque hubo cambio de fiscal”.

¿Cómo convences al juez que estaba amenazado?   

“Primero, cuando iba a cruzar yo ni siquiera llegué a donde estaba el agente del CBP a decirle ‘no traigo nada’, ellos directamente me abordaron, eso me ayudó”.

¿Qué presentaste?

“Cuestiones contables de este lado (Chula Vista), de allá (Tijuana), las cuentas, los contratos que tenía”.

¿Tienes una solvencia económica? 

 “Claro, me había ido muy bien en proyectos, tenía tres residencias grandes que estaba proyectando, el CETYS, el estacionamiento de Seguridad Pública, todavía lo de la Catedral, las oficinas de la Dirección Jurídica en el Ayuntamiento.  Entre todo eran como 300 o 400 mil dólares de proyectos”.

¿Pero no tenías 40 mil dólares para pagarle? 

“No, lo que pasa es que también me habían dicho, ‘si pagas te van a seguir pidiendo otros 40 mil’, porque te siguen extorsionado”.

¿Lo comentaste con alguien?

“Sí”.
Dentro de tu círculo social y profesional, ¿conoces de otras personas que hayan transcurrido por alguna situación similar a ésta?  

“Cuando trabajé en Las Torres como director de proyectos supe que a uno de los arquitectos que trabajó con nosotros como dibujante lo mataron. Conozco como diez casos, estuve una vez en Cabo San Lucas y llegaron a la oficina, me hablan: ‘Quiere un cliente hacer un proyecto, ¿le puedo dar su teléfono?’. Pa’ pronto le dije que sí, y me hablan y se escucha ‘mijo, llora alguien’, y dicen: ‘Tenemos a tu mamá secuestrada, nos puede depositar dinero’. Por acá le hablé a mi hermano y le pregunté si estaba bien mi mamá, me dijo sí, así que como prueba de vida les pedí que me dijeran cuántos hijos tenía, respondieron: ‘Mañana te voy a hablar a las 12, cabrón’; ya nunca me habló.   

“A un primo de mi esposa del mercado La Canasta, lo secuestraron de la Torre hace como seis, siete años. A un cliente mío tres veces lo secuestraron como exprés cerca de su oficina por la colonia Cacho. A mi contadora la secuestraron dos veces y la violaron”.
Sentencia: “Un milagro”
“A pesar de que voy a estar seis meses, todos me dicen que fue un milagro. Fiscales, abogados, dicen que hace 10 años que no se daba un caso así, menos en una Corte Federal y menos con ese juez -Thomas Whelan- entonces yo tomé el riesgo calculado de que me investigaran lo que quisieren, me encomendé, estuve en un retiro, y me dieron seis meses en una prisión de baja seguridad donde puedo estudiar algo, y posteriormente debo estar seis meses en arresto domiciliario, pero ya puedo salir de la ciudad y del país, si quiero.

“Una de las cosas más importantes para mí fue que limpiaran, dentro de lo que cabe, mi nombre. Que de la boca del juez saliera que sí se investigó y que conste en un documento que no me dedico ni al tráfico de drogas. Y que tampoco fue por lucro, para mí es importantísimo eso. Seis meses a 10 años es una gran diferencia, y yo creo que no fue porque sí”.

¿Cambiaste tus números, pero recibiste alguna otra llamada de esa gente?

“No, pero sí está la psicosis, todo esto que salió -información publicada el 25 de noviembre en el diario The San Diego Union Tribune- pasó dos semanas antes de que fuera el juicio, no sé si intencionalmente o alguien, algo sacó la nota, posteriormente todo mundo se metió y de ahí empezó la chispa a prender.

“Entonces tuve que hacer una carta explicando, porque la gente a veces es muy cruel, lo juzga a uno sin conocerlo y eso duele, sobre todo cuando sabes que toda tu vida trataste de ser una persona recta, tu familia ha estado orgullosa de ti; y de repente te cambia la vida y te sientes el peor delincuente de todo el mundo, es muy feo”.
La estupidez
–Precisamente, tienes trabajo, prestigio, familia y contactos. ¿Por qué quedarte en sus manos en lugar de denunciarlo, por qué no acudiste a las autoridades de éste o del otro lado de la frontera?

“Primero, lo que decía del torero, no es lo mismo ver el toro desde la barrera que desde abajo. En ese momento la verdad sientes que se te viene el mundo encima. Mi vida es Tijuana, mis oficinas, me siento dichoso de haber nacido en esa ciudad, tener tantos amigos, a mí me hablan por teléfono cada dos o tres semanas y solitos me caen los trabajos.

“Yo tenía miedo de las autoridades allá, y eso es por bien sabido, leo el Semanario (ZETA) desde que estaba el señor (Jesús) Blancornelas y me doy cuenta de lo que está pasando, la verdad yo no creo en las autoridades, con todo el respeto que se merecen. Yo sé que hay buenos policías, pero era un riesgo muy fuerte de que si en eso escuchaba uno de los que no son buenos policías, mi familia corría un riesgo, mi madre vive allá”.

Pero también es sabido que a estas personas, si una vez les cruzas droga, les vas a tener que cruzar dos, tres…    

“Así es, pero cuando estás en eso no tienes experiencia, es como una película pero viviente, cuando me cayeron enfrente los policías no sabía qué decir, qué no decir cuando estaban adentro. Ahorita existen creo como 326 casos de agentes federales  norteamericanos que están esperando ser enjuiciados por haber estado involucrados en la nómina- del crimen organizado- también. Entonces no sabes qué hacer, en quién realmente confiar. Cometí una estupidez, eso lo admito, realmente fue una estupidez lo que hice, no lo volvería a hacer. Ahora con la experiencia”.

En el proceso, el juez recibió cartas de gente importante de la sociedad tijuanense declarando a favor del arquitecto. De ahí que se le preguntó:

¿Por qué no recurriste a esa gente importante antes? Por ejemplo conoces a Edgar Fernández, del Jurídico del Ayuntamiento ¿No tuviste confianza para ir con el alcalde Carlos Bustamante, con el gobernador? 

“Es que fue en una cosa rápida, y toda esa gente ‘okey, te recomiendo con fulano’, pero estaba de por medio mi familia, que te quiten la libertad yo creo que se puede restaurar; una vida no se puede restaurar, hay que verlo así”.

No confía en autoridades mexicanas
Mientras enfrentaba el proceso judicial, las oficinas de Eugenio Velázquez en Tijuana fueron robadas, y sus arquitectas pusieron la denuncia.

“En junio, por cierto nunca investigaron nada, pero sí está el reporte, se llevaron papeles, como que estaban buscando cosas, dinero o papales. La verdad yo no he visto nada porque estoy de este lado. Tuve que cerrar la oficina y mis arquitectas guardaron todo en una cochera”.

¿Las autoridades mexicanas te han buscado? El gobernador, el alcalde… 

“Para nada. Yo de Tijuana la verdad jamás le hablé a nadie, no confío en nadie allá, se escucha mal. Y como esto me pasó de este lado, ya ni le movimos…te das cuenta que las cosas allá, por desgracia, siempre todo queda archivado”.

¿Ahora sí denunciarías?  

“Si denunciaría pero de este lado, en Estados Unidos. Allá no”.

¿Crees que hay una política adecuada en México para la persecución de este tipo de criminales?

“Yo creo que no, realmente a todos los que agarran es porque se negocian los cosas, porque siempre los veo tan campantes que salen así, nunca hay un balazo. Y los que hay balazos a lo mejor le estaban haciendo el favor a otro cártel, que hemos sabido mucho de eso, también. Se entera uno que trabajaba para otro cártel, un General, y por eso mataron a  fulano y zutano.

“Es un juego muy atroz y nosotros estamos involucrados en medio de las patas de los caballos, tenemos que aceptarlo, aquí nos tocó vivir, en una zona geográfica donde se dan este tipo de cosas binacionales. Yo siento que lo que más te da miedo es que no exista un programa binacional en regiones como ésta, que se dan mucho estas cosas por empresarios que viven o trabajan allá o aquí, donde automáticamente entres a programas financieros que con un previo análisis de tus fondos, se congelen y ayuden unos dos años, mientras se rehace la vida o se vuelve a la vida normal”.

—  ¿Confías en las autoridades mexicanas?

“No”.

- Si te piden que les ayudes para dar con esas personas y detener a quien te amenazó, ¿cooperarias con ellos?

“No confiaría, se escucha feo, pero hay que ser sinceros, soy mexicano y tenemos que entender nuestra problemática. El día que lo aceptemos, yo creo que México va a enriquecerse y a ser diferente. La verdad en todos los aspectos, toda la gente, el más humilde hasta el empresario de cuello blanco, en todas partes yo siento que está muy corrupto todo en nuestro país, y si está de por medio una vida, no puedes estar jugando como un ajedrez si son o no corruptos. Si se te esfuma la vida de esa persona que tú quieres, el ‘usted disculpe’ no sirve para nada”.

¿Vas a regresar a Tijuana?

“A lo mejor, después de los seis meses me dan la oportunidad de rehacer mi vida, pero la verdad lo tengo que consultar primero con mi conciencia, voy a tener seis meses para pensarlo. Tijuana es mi tierra, me educó, le debo muchas cosas, me sentía un hijo consentido de mi ciudad, me sentía muy orgulloso de ser tijuanense, quiero seguir aportando, pero hay otras cosas importantes como la vida y no sé… no me gustaría que se repitiera o hubiera represalias, realmente no sabe uno. La vida cambia radicalmente”.  

— ¿Algo que quieras agregar?

“Yo sé que a veces es fácil juzgar, para mí era muy importante que de boca del juez y a través de un documento firmado, demostrar lo que mucha gente pensó al revés. Aunque te juzguen bien, de todos modos te ven mal, así somos por desgracia, disfrutamos a veces del dolor de los demás. A pesar de los seis meses, yo lo veo como un retiro para encontrarme con Dios”.

Muchas gracias.

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