lunes, 17 de diciembre de 2012

EXPEDIENTE: EL PADRASTRO

Rosendo Zavala

Saltillo, Coah.- Reflejando el dolor que sentía tras haber sido brutalmente atacado, Axel lloraba inconsolable mientras su inocencia se perdía en la cama donde había sido violado por su padrastro, que no conforme con su bajeza lo golpeó hasta matarlo sin darse cuenta.

Aquella tarde de lunes se convirtió en la última para el pequeño de 2 años, que en su afán de aliviar los estragos de su infeliz existencia tan sólo logró agravarlos, porque la saña de su victimario no tuvo límites y paró hasta que la tragedia se apoderó de la desintegrada familia Ibarra.

Sin pensar en las consecuencias de sus actos, el ranchero de futuro incierto concretó una de las peores obras que se hubieran registrado en su ciudad, quedando en la memoria de sus conocidos para siempre… como el chacal.

UNA TARDE COMÚN

Cuando Samantha planchaba su ropa de manera presurosa, el reloj de la salita la sacó de sus pensamientos retumbando fuertemente, faltaban algunos minutos para las 15:00 horas y el momento de irse a trabajar llegaba de manera irremediable.

Atrás había quedado el día de contratiempos que la había saturado de actividades caseras que nunca pudo acabar, pero atendiendo a su responsabilidad de cumplir en la fábrica donde laboraba desde semanas atrás optó por alistarse para su nueva encomienda.

Mientras la operaria de 24 años cruzaba llamadas presurosa para sellar los pendientes que tenía por delante, la tragedia se postraba en la casa blanca de la colonia Altos de Santa Teresa sin que ésta lo notara.

Y es que, aprovechando que su mujer se perdía en las trivialidades que la cotidianidad le ponía enfrente, Pedro Julián se recostaba en el colchón desde donde la miraba sumida en sus pensamientos, los mismos que le impidieron ver la desgracia que la rondaba.

Impaciente por quedarse solo, el capataz de rancho entabló un breve diálogo con la mujer para apresurarla y pedirle que se fuera, mientras el pequeño Axel jugaba en los rincones de la vivienda que nunca fue suya, porque la maldad de su padrastro se encargó de matarle la alegría a punta de golpes.

Finalmente, la señora de la casa salió corriendo con la mente llena de pendientes, sabía que el camión que la llevaría a la fábrica estaba por pasar y no quería llegar tarde, acudiendo a sus principios de responsabilidad para cumplir como obrera.

Así comenzó el principio del final para el infante, que desde meses antes vivía una pesadilla en silencio, porque ahogaba con llanto el dolor mientras su madre luchaba por sacarlo adelante, ignorando que su pareja lo maltrataba constantemente.

EL ATAQUE

Intentando reposar su pereza frente al televisor que aminoraba su soledad, Pedro ideaba la manera de entretenerse, pero de repente un flashazo iluminó su mente, había recordado que el pequeño se había quedado a su cargo y no perdió la ocasión para saciar sus bajezas.

Aprovechando que su mujer y sus padres estaban ocupados en la calle, el depravado de 23 años se acercó al bebé para tomarlo en sus brazos, atacándolo sexualmente sobre la cama, que se convirtió en el campo de batalla donde solamente hubo un perdedor.

Tras varios minutos de deshonrar a su hijastro, el sujeto cedió ante la naturaleza de su acto y dejó a su víctima en paz, aunque para entonces el daño ya estaba hecho, pues había utilizado las paredes del cuarto donde vivía como el escenario perfecto para concretar su vileza.

Mientras afuera la cotidianidad de la gente corría impasible, las cortinas rojas de la recámara donde se había perpetrado la violación guardaban el secreto de terror que pretendía comerse el victimario, sabedor de que había obrado mal pero sin remordimientos, porque no era la primera vez que lo hacía.

Durante toda la tarde, Axel estuvo rumiando el dolor que esparcía por todos lados ante la actitud indiferente del chacal, que satisfecho se limitaba a dormitar mientras la realidad se convertía en tragedia paulatinamente.

Al paso del tiempo, el carnicero sexual despertó enfurecido porque el nene no dejaba de gemir y tras varios minutos de intentar complacerlo se le acabó la paciencia, levantándose de su lecho para enajenarse con el arrebato que lo convertiría en asesino.

Enfurecido porque la somnolencia le impedía dormirse, Pedro Julián se percató de que la medianoche estaba por llegar y eso aumentó su cólera, dejando caerla sobre el pequeño que vio extinguir su paso por la tierra justo en esos momentos.

Decidido a todo, el jornalero levantó en vilo al menor del sitio donde pernoctaba, ahorcándolo con sus propias manos y provocando que éste aumentara el llanto, siendo entonces cuando el despiadado “jefe de familia” hizo la maniobra que desencadenó la tragedia largamente anunciada.

En un acto de franca cobardía, el gordo de inmundas intenciones azotó al niño contra la pared en varias ocasiones, apagando su furia cuando ya no escuchó llorar a la víctima que había quedado inconsciente tras la bestial agresión.

TRÁGICO FINAL

Envuelto en el prodigioso silencio que creyó haber creado, el ranchero volvió a la cama donde retomó sus negociaciones con Morfeo, aunque una sensación de pánico lo invadió y presagiando lo peor se levantó para ver lo que pasaba.

Al darse cuenta que Axel no respiraba, Pedro se movilizó para arreglar lo imposible porque ya era tarde, pero con todo y eso se metió al baño para acomodar sus ideas mientras la vida de su hijastro se extinguía rápidamente.

Presuroso, el chacal tomó las llaves de la camioneta de su padre y con el bebé pisó el acelerador a fondo hasta llegar a la clínica del Seguro Social donde ingresó por urgencias, suponiendo que la maldad se arreglaría con pastillas.

Sin embargo, el destino estaba escrito, y cuando el médico de guardia revisó al menor, confirmó que éste ya no presentaba signos vitales, encontrando también las secuelas de la violación que había sufrido a manos de su propio padrastro.

Actuando sin que el asesino se diera cuenta, el galeno dio aviso a las autoridades, que minutos después llegaron al sanatorio donde arrestaron al sujeto, comenzando la otra cara de la pesadilla familiar…y que ahora lo tiene en la cárcel.

Mientras eso pasaba, un contingente de policías locales acudía a la fábrica donde Samantha era avisada de la situación, redondeando el escenario que se tiñó de sangre y dolor cuando el deceso del pequeño fue confirmado por las autoridades ministeriales.

Yo no sabía nada, mucho menos que hace un mes ya había violado a mi hijo, a mí solo me sacó una patrulla la madrugada de ayer en mi trabajo, me dijeron que había pasado un accidente con mi hijo, que me lo violaron y mataron, así nada más.

Por mí que se pudra en la cárcel porque mi hijo era mi adoración y nunca me imaginé que sucedería esto, por el momento Pedro Julián no me ha dado la cara, pero si lo tuviera enfrente de mí le diría mil cosas, porque mis hijos son mi adoración, aunque los otros dos estén en Sabinas con su abuela”, dijo la madre de Axel tras enterarse de lo ocurrido.

LA CONDENA

Poco después el chacal se adaptaba al encierro que le esperará por años, probando las mieles de la justicia que lo arraigó durante 10 días hasta conocer la magnitud de la barbarie cometida por éste cuando aprovechó el momento para traicionar la confianza de su gente.

Durante medio año, las diligencias hechas por la juez del ramo penal, Rosa Patricia Sena, se multiplicaron hasta ver los resultados deseados, cuando reunieron los elementos necesarios para tomar una decisión sobre el futuro legal del delincuente, que desde un inicio aceptó las acusaciones que tenía en contra.

Mientras Samantha se refugiaba en el amor que le brindaban sus otros dos hijos, la justicia dictaminaba una sentencia condenatoria de 33 años 9 meses de prisión ordinaria para Pedro, bajo el delito de homicidio calificado con brutal ferocidad, alevosía, traición y equiparado a la violación prepotente.

Tras haber confesado cada uno de los actos que dirigió contra el pequeño Axel, el padrastro se ganó el repudio de toda la sociedad, quedando prisionero en el reclusorio local, donde la mirada de los otros internos taladraban su integridad como dagas asesinas.

Ahora, la relación de un año y cuatro meses que tenía con su pareja quedaron atrás, dando paso a la realidad que se viste de barrotes para hacerle pagar el cruel delito cometido contra el inocente, que padeció los estragos de su desequilibrio emocional…y todo porque no lo dejaba dormir.

El detalle:

Pedro Julián fue sentenciado a 33 años 9 meses de prisión por el delito de homicidio calificado con brutal ferocidad, alevosía, traición y equiparado a la violación prepotente sin ningún tipo de beneficio, tras el bestial ataque que propinó a su hijastro en varias ocasiones.

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