lunes, 17 de diciembre de 2012

EL FIN DEL MUNDO: ¿UN ERROR?


Agencias
Saltillo, Coah.- Las especulaciones en torno al fin del mundo a partir de una lectura del calendario maya es una sugestión numérica de quienes han mal interpretado los conteos de dicha civilización, afirmó el investigador Daniel Flores.

Al dictar una conferencia, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que el conteo del tiempo en la antigua civilización se establece: que el 21 de diciembre de 2012 concluye un ciclo de uno de sus tantos calendarios, pero como estos son periodos una vez terminados los que integran el ciclo, la cuenta empieza nuevamente.

Este sistema calendárico, o de cuenta larga, se llama Baktun, siendo el correspondiente a esta etapa el Baktun 13, el cual comenzó en el año 3113 a.C., registrando periodos de aproximadamente 400 años para llegar a su término el 21 del mes próximo, explicó.

Lo anterior significa que el 22 de diciembre comenzará un nuevo conteo, con intervalos de cuatro siglos en el nuevo Baktun.

La confusión, dijo, se dio a partir del descubrimiento de un investigador de la cultura maya, quien se percató que en el calendario de cuenta larga, la antigua civilización registró la fecha de término como “13, 0, 0, 0, 0″, correspondiente al 21 de diciembre de 2012.

El número 0, que era bien conocido por los mayas, causó controversia y una sugestión asociada al final del mundo; sin embargo, sólo significa que al día siguiente comienza el nuevo conteo y no el fin de los tiempos, subrayó el experto del Instituto de Astronomía de la UNAM.

Por otro lado, mencionó Flores, es ilógico pensar en el fin del mundo asociado a este conteo de la antigua civilización, pues el calendario de cuenta larga es uno de los tantos que utilizaron los mayas para registrar el tiempo, y cada uno de ellos, al concluir, comienzan enseguida un nuevo ciclo.

Los sistemas de conteo de tiempo en la cultura maya, refirió, se regían principalmente por la observación del movimiento de tres astros: Venus, el Sol y la Luna, los más importantes eran Tzolkin 260, que consistía en ese número de días, y el Haab de 360, y había otro más, el de cuenta larga o Baktun.

Flores subrayó que existen vestigios, como los observatorios, que dan cuenta de la actividad astronómica de desarrollo de esta civilización, así como códices en los que se plasmaron celebraciones en función de la vista de los fenómenos en la bóveda celeste, como el Madrid y el Mendoza.

A través de la observación y estudio de los astros, los mayas lograron determinar importantes sucesos como los equinoccios, eclipses y cenit, aunque aún no se determina cuál era el objetivo de realizar construcciones en función de dichos fenómenos astronómicos, destacó.

NO EXISTÍA LA CONCEPCIÓN DEL FIN DEL MUNDO

El arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) y uno de los curadores de la muestra, Orlando Cázares, explicó que la base de la medición temporal de esta antigua cultura era la observación de los astros.

Se fijaban, por ejemplo, en los movimientos cíclicos del Sol, la Luna o Venus, y de la misma forma medían sus eras, que tenían un principio y un final.

“Para los mayas no existía la concepción del fin del mundo, por su visión cíclica”, especificó Casares, que aclaró: “La era cuenta con 5 mil 125 días, cuando ésta acaba, comienza otra nueva, lo que no implica que durante ese momento vayan a ocurrir catástrofes; simplemente los hechos cotidianos, que pueden ser buenos o malos, vuelven a repetirse”.

Para que no haya lugar a dudas, en la exposición del Museo del Oro se explica el elaborado sistema de medición temporal de esta civilización.

“Un año de los mayas se dividía en dos partes: un calendario que hablaba de las actividades cotidianas, la agricultura, prácticas ceremoniales, caseras o domésticas, de 365 días y llamado Haab; pero por otro lado existía otro, más pequeño, de 260 días, que regía la vida ritual, el Tzolkin”, agregó Casares.

La mezcla de ambos calendarios permitía a los ciudadanos organizarse. De esta forma, por ejemplo, el granjero podía ir a sembrar, pero sabía que tenía que preparar otras festividades de sus deidades, es decir, “no podían separar lo religioso de lo cotidiano”.

Ambos calendarios formaban la Rueda Calendárica, cuyo ciclo era de 52 años, es decir, el tiempo que los dos tardaban en coincidir en el mismo día.

Para calcular períodos más grandes utilizaban la Cuenta Larga, dividida en varias unidades de tiempo, de las cuales la más importante es el “baktun” (periodo de 144 mil días); en la mayoría de las ciudades 13 “baktunes” constituían una era y, según sus cálculos, el 22 de diciembre de 2012 terminará la presente.

Con esta explicación quieren demostrar que el bulo que corría por el mundo acerca de la predicción de los mayas no está basado en hechos arqueológicos, sino en fallos, “intencionados o no”, de interpretación de los objetos encontrados de esta civilización.

De hecho, una de las piezas clave de la muestra es la estela 6 de Tortuguero (jeroglífico en el que se narra el augurio), que hace referencia al fin de la quinta era, la actual, en ese día de diciembre, en el que se alude al descenso de Bolon Yocte (deidad maya), pero la imagen está deteriorada y no se sabe con qué intención.

La muestra que se exhibe en Bogotá consta de 96 piezas llegadas del Museo Regional Palacio Cantón de Mérida (México), entre las que se aprecia, además de calendarios, vestimentas ceremoniales, animales del zodiaco y explicaciones sobre la escritura.

Para la directora del Museo del Oro de Bogotá, María Alicia Uribe, la exhibición de esta muestra sobre la civilización maya sirve para comparar y aprender sobre las vidas prehispánicas en el continente.

“Nos interesa de alguna manera comparar nuestro pasado con el de otras regiones del mundo”, matizó Uribe sobre esta importante colección de arte y documental.

La exposición estará abierta al público hasta el 12 de febrero de 2012, para después trasladarse a la ciudad de Medellín.

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