lunes, 17 de diciembre de 2012

LOS DEL BARRIO "LA EQUIS" ERAN TEMIDOS POR SER MUY "AVENTADOS" EN LAREDO, TEXAS

Se las ingeniaban para divertirse pese a no tener los recursos de sus vecinos adinerados de Las Lomas o Los Heights

Francisco Díaz
LAREDO, TX.- El origen de su nombre es un misterio, pero quienes vivieron en el barrio de La Equis, sólo saben que en este lugar pasaron los momentos más felices de su niñez y de su adolescencia.
  FRANCISCO DÌAZ/
“Era un barrio muy activo, nos divertíamos mucho con juegos tan sencillos como el trompo, las canicas y el futbol callejero”, rememoró Omar Tijerina, cuya familia fue de las pioneras en este barrio de la parte este-central de la ciudad.

El barrio La Equis abarca desde Clark a Corpus Christi y de Marcella hasta la avenida Cedar.
 
Ubicado junto a Las Lomas o Los Heights, donde vivían prominentes familias, los de La Equis siempre se las ingeniaban para divertirse pese a no tener los recursos de sus adinerados vecinos, quienes inclusive les temían por ser más “aventados”, más de “barrio”.
Omar hizo memoria y mencionó que el sitio preferido para reunir a toda la “palomilla” era la barda de la esquina de Springfield y Mier, una edificación de concreto en color blanco, que además tenía una buena sombra que los protegía del sol en tiempo de verano.

“En este lugar nos juntábamos para platicar y decidir lo que íbamos a hacer, ya sea jugar trompo, canicas o futbol americano en la calle; era el punto obligado para vernos todos los del barrio”, dijo.
Las inmensas lomas eran la principal característica del sector, algunas de ellas muy grandes.
 
Tito Tijerina, otro de los que de niño jugaba en La Equis, contó que el nombre del barrio lo inventó Jesús Segovia, quien hoy radica en el norte del país, aunque jamás supo el verdadero origen.
 
“Recuerdo que éramos vecinos de Las Lomas y en un tiempo pertenecimos a Buenos Aires; sin embargo, un buen día el barrio comenzó a ser llamado La Equis y así se le fue quedando”, mencionó.

ERA COMO UN RÍO
Alejandro Martínez, quien también vivió su infancia en este barrio, que comprende desde Clark a Corpus Christi y de Marcella a Cedar, mencionó que cuando llovía fuerte, las calles de La Equis se convertían en verdaderos ríos.

En la cuadra 100 de Mier, se ubicaba la tienda, donde se afirma, se elaboraban las mejores raspas de Laredo.
 
“Como había muchas lomas y las calles eran de tierra y piedra, se formaban arroyos muy fuertes que nos servían para jugar, era muy divertido pasar el tiempo de esta manera; nos encantaba que lloviera”, comentó.
 
Fernando Tijerina recordó también el que considera ha sido el mejor lugar para la venta de raspas en la ciudad.

Se trataba de La Estrella, un edificio de adobe que se ubicaba en la cuadra 100 de Mier y que era visitado por todos los niños del barrio pues el sabor de sus raspas era delicioso.

“Muchas tardes íbamos a las raspas y regresábamos a la barda para disfrutarlas mientras platicábamos”, expresó.

MUCHAS LOMAS
Otra de las características de La Equis era la gran cantidad de terrenos y calles que estaban en lomas, lo que le daba una imagen muy diferente a otros barrios y donde se podían disfrutar de paisajes muy especiales.

La famosa barda de Springfield y Mier era el sitio obligado donde se reunían los del barrio.
 
Muchos subían a las lomas de la calle Clark, donde ahora se ubican varias tiendas, para ver casi toda la ciudad desde lo alto.
 
“Recuerdo que en el lugar donde ahora está el edificio del antiguo Hospital de la Merced no había nada más que un gran monte y una loma muy alta, posiblemente la más alta del barrio”, expresó Omar.
Los vecinos naturales de La Equis fueron los residentes de Las Lomas; familias bien acomodadas. 
 
Otro de los recuerdos gratos en La Equis era el tendajo de Ernesto Martínez, en la esquina de Garfield y Lexington, donde se podía encontrar de todo ya que en ese entonces no había supertiendas como ahora.
 
Los niños de este barrio acostumbraban asistir a la primaria de Buenos Aires y otros a Heights, la secundaria obligada era Lamar y la preparatoria era la Martin, aunque había que caminar un buen tramo.

“Fueron tiempos muy bonitos en un barrio que era chico, pero lleno de gente muy trabajadora y muy sincera. Aquí hicimos amistades para toda la vida”, añadió Omar, quien inclusive organiza una reunión anual con quienes habitaron en este lugar, haciéndose amigos por siempre.

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