Pretenden cobrar impuesto por recolección de desechos en Los Cabos
Según cálculos y en base a las 400 toneladas de desperdicios que se generan a diario, el gobierno del alcalde José Antonio Agúndez Montaño pretende recabar por este nuevo gravamen 128 mil 800 pesos por día. Es decir, 3 millones 864 mil pesos al mes; 46 millones 368 mil pesos por año
Los Cabos, Baja California Sur. En la
costa de oro y destino turístico internacional que es Los Cabos, todo es
negocio, incluyendo la basura, desde la recolección, traslado,
disposición final y reciclaje de poco más de 400 toneladas que a diario
se tiran en los únicos dos basureros a cielo abierto de la localidad.
El Artículo 115 de la Constitución Política de México
establece que es obligación de los ayuntamientos “limpiar, recolectar,
trasladar, tratar y el destino final de los desperdicios”.
Sin embargo, la carencia de un plan estratégico para
resolver el problema de limpia y visible acumulación de basura, sobre
todo en comercios y fraccionamientos privados, afecta la calidad de vida
y de salud de los habitantes; orillando desde hace tiempo a la
contratación de compañías especializadas en la materia, en ciudades como
Cabo San Lucas y San José del Cabo.
Durante un recorrido por ocho colonias y la Zona Centro de Cabo San Lucas, ZETA detectó
que el problema en ese rubro es grave en la mayoría de los lugares, que
a sus alrededores tienen una especie de tiraderos clandestinos de
residuos pesados y domésticos, particularmente en colonias de la
periferia, donde todo “huele mal”.
Por ejemplo en la Zona Centro de este destino de playa,
un perro devora una bolsa de basura justo cuando un grupo de turistas
pasa por el lugar, mientras las moscas revolotean su cabeza y un líquido
hediondo escurre por el plástico, mismo que puede olerse a un par de
metros a la redonda.
Los extranjeros miran atónicos la escena y, tapándose la
nariz, salen del sitito apresuradamente, sin embargo, a la gran mayoría
de los comerciantes de la zona parece no molestarles la faena del
intrépido canino, porque para ellos es una postal recurrente, sin que
alguna autoridad tome cartas en el asunto.
A lo largo de la avenida Leona Vicario de Cabo San
Lucas, la acumulación de botes entre esquina y esquina son la delicia de
los perros callejeros del lugar. “Es el problema de siempre, cuando no
la recogen es porque se descompuso un camión, o porque de plano, no les
pagamos a los de la basura”, acepta Alfredo González, comerciante de la
zona.
— ¿Les pagan?, cuestionó ZETA.
“Sí, nos cobran por recoger la basura los del
Ayuntamiento, una cuota que dicen ellos es simbólica, para a veces no
sale ni para eso”.
— Pero es su obligación, ¿o no?
“Sí es su obligación, bueno, eso dice la Constitución,
pero qué le vamos a hacer. Aquí todo es negocio hasta por recoger los
desperdicios. Yo la verdad prefiero pagar que tener todo el cochinero
aquí afuera del negocio y lleno de moscas. De hecho, los del camión han
estado hablando últimamente con los comerciantes de esta zona, y tengo
entendido que también con los de los fraccionamientos, y les están
pidiendo esa ‘cooperación voluntaria’ de 200 pesos cada mes, como cuota para recoger y tirar la basura”.
— ¿Qué pueden hacer al respecto?
“Nada, no podemos hacer nada, porque si no pagamos,
nomás no la recogen y sale peor. Ya nos hemos quejado de eso, pero ya
ve, nunca hemos tenido respuesta. De todos modos nos siguen cobrando y
nosotros pagando. Es poco lo que damos, pero ya en volumen es algo y
luego cada mes. Ahora sí que no nos queda de otra más que pagar la cuota
de los 200 pesos mensuales que nos están pidiendo los del camión de la
basura para que nos tiren los desperdicios, y a veces ni así”.
Pero detrás de está plática cotidiana, y según datos recabados por ZETA,
se esconde un jugoso negocio que está comenzando a dejar buenos
dividendos económicos al director de Servicios Públicos Municipales del
Ayuntamiento de Los Cabos, Gustavo Castro Sánchez.
Negocio redondo
Desde hace un mes, este Semanario inició una
investigación a raíz de la denuncia de trabajadores de limpia, quienes
por problemas internos, revelaron que su jefe inmediato ordenó el cobro
de 200 pesos por comercio por concepto de recolección, traslado y
destino final de la basura.
Los empleados municipales comenzaron a contactar
entonces a pequeños comercios, hoteles chicos y fraccionamientos
privados, donde se proponía un arreglo del pago de una cuota a cambio de
tirar la basura.
“El trato es de palabra y no nos dan ningún comprobante
fiscal, a veces y cuando nos ponemos difíciles, si acaso un recibo de
esos que entregan en el relleno sanitario sin folio, en copia
fotostática y escrito a mano”, acusó uno de los comerciantes visitados.
Se trata de un comercio muy rentable donde -dicen los
propios trabajadores de limpia- “el principal beneficiado es el director
de Servicios Públicos Municipales, quien se está llevando la mayor
tajada del dinero a la bolsa de su pantalón”.
Los trabajadores expusieron que entre la lista de clientes están tiendas de convivencia como Oxxo y Mambo, moteles y pequeños hoteles como Colli, e incluso fraccionamientos que desde hace aproximadamente tres meses, vienen pagando su cuota por la recolección de basura.
Claro ejemplo del tamaño de las ganancias que está
dejando este negocio, es el fraccionamiento La Cantera en San José del
Cabo, donde cada uno de los colonos de las 24 viviendas que habitan ese
lugar, debe pagar una cuota de 200 pesos por la recolección de basura,
lo que cada mes y en su conjunto, deja una ganancia limpiecita de 4 mil
800 pesos, única y exclusivamente de parte de esa colonia privada,
localizada enfrente del famoso fraccionamiento Colinas Plus.
El negocio de Gustavo Castro Sánchez resulta bastante
redituable porque -de acuerdo a revelaciones de sus trabajadores-
“utiliza los camiones del Ayuntamiento, personal de limpia y hasta el
diesel de las unidades para ofrecer el servicio a sus clientes”, como si
se tratara de un negocio de su propiedad.
Datos recabados por ZETA y en base a la
información proporcionada por el propio director de Servicios Públicos
Municipales del Ayuntamiento de Los Cabos, dan cuenta detalladamente
del costo que representa la operación de un solo camión en un mes.
21 mil pesos por concepto de sueldos.
La explicación es que un camión recolector ocupa mínimo de tres
empleados, un chofer y dos ayudantes; cada uno cobra un sueldo
aproximado a 3 mil 500 pesos por quincena.
60 mil pesos por concepto de diesel. Lo anterior a razón de que cada camión recolector genera un costo de 2 mil pesos diarios de combustible.
A lo anterior habría que sumar la depreciación de las
unidades y el costo de refacciones que frecuentemente se tienen que
cambiar por los daños ocasionados en la operación de los vehículos
recolectores. Un negocio donde todos ganan y la ciudadanía pierde.
A diferencia de los 18 establecimientos formalmente
registrados y dedicados a la recolección de basura en Los Cabos, el de
Gustavo Castro Sánchez había pasado inadvertido hasta que comenzó a
tener problemas con sus propios trabajadores y decidieron “echarlo de
cabeza”.
El servidor público prácticamente no paga renta de
local, empleados ni diesel. Tampoco tuvo que invertir en la compra de
camiones recolectores, gracias al bendito gobierno del alcalde José
Antonio Agúndez Montaño, quien prácticamente “le puso todo a sus pies”.
Sin embargo, el director de Servicios Públicos
Municipales se lavó las manos, argumentando que “el dinero cobrado por
sus trabajadores es un asunto de ellos, y donde yo no tengo nada que
ver”.
Durante una entrevista con ZETA, Castro
expuso que “esa actitud es un mal vicio de parte de los trabajadores de
limpia, quienes desafortunadamente se aprovechan de sus cargos para
andar pidiendo dinero”.
Asimismo, reconoció que existen quejas del sector
empresarial sobre el cobro de esas cuotas, pero la mayoría sabe que
tiene que contratar y pagar el servicio de recolección de basura, y a
veces por no contratar una empresa especializada, ofrecen dinero a los
trabajadores para que levanten su basura. “Prefieren darle dinero a los
trabajadores municipales que formalizar un contrato con empresas
dedicadas a ese negocio de la basura”, dijo.
El impuesto
En su oficina, el director Gustavo Castro Sánchez se
dijo “visionario” porque ha estado impulsando fuertemente el cobro de un
impuesto especial y simbólico cada año a todos los establecimientos
comerciales cuando paguen el refrendo de sus licencias comerciales, a
través del cual se cobraría la recolección de basura.
— ¿De cuánto es el impuesto?, inquirió ZETA.
“Es de un costo simbólico. Aún no tenemos el dato, lo
estamos analizando apenas, pero lo que sí te puedo decir es que nos
ayudaría mucho en la recaudación, porque tendríamos, por un lado, más
dinero para invertir en recursos humanos, materiales y equipo de
trabajo; y por otro, evitaríamos la corrupción, o bien, el cobro de la
cuota de parte del personal de limpia. Yo hablé con algunos comerciantes
sobre esto, y dicen que directamente no les cobran, pero sí los
presionan, diciendo que no van a recoger la basura. Es una amenaza
velada, ¿no?”.
El funcionario dijo que “hay mucha gente que da dinero
de buena gana” e inclusive -y así l reconoció- “yo lo hago, porque la
verdad mis respetos para quienes hacen ese tipo de trabajo, porque es
muy pesado desde levantarte tempranito y cargar pesado los tibores
llenos de basura”.
— ¿Dónde quedan las compañías
recolectoras de basura? ¿No pasará el Ayuntamiento de ser autoridad, a
ser competidor de los negocios de ese rubro? Evidentemente desplazarían a
las empresas dedicadas a eso…
“No, porque la mayoría de esas compañías ya tienen
amarrados contratos con consorcios grandes como los supermercados y
transnacionales, nosotros únicamente ofreceríamos el servicio a los
pequeños negocios”.
El pretendido impuesto especial y simbólico, es el
segundo que se le ocurre crear a Gustavo Castro Sánchez en casi cinco
años de carrera política. Cuando fue regidor y presidente de la Comisión
de Servicios Públicos Municipales del anterior trienio, presentó una
iniciativa para crear un impuesto sobre el pago del destino final de
residuos sólidos comerciales, a razón de 4 salarios mínimos por tonelada
de basura recibida en el relleno sanitario. Es decir, 322 pesos por
tonelada de desechos, el cual quedó establecido en el Artículo 119 de la
Ley de Hacienda del Ayuntamiento de Los Cabos, en el ejercicio fiscal
de 2012.
Las entidades sujetas a este impuesto -según la Ley de
Hacienda- son para variar los castigados establecimientos comerciales,
industriales, hoteles, restaurantes, hospitales privados, oficinas
administrativas y de prestación de servicios.
Sin embargo, y contraviniendo la propia Ley, el director
de Servicios Públicos Municipales pretende aplicarlo a compañías
especializadas en la recolección de basura, como lo expuso el
propietario de Uretreba, Carlos de Los Cobos, en denuncia asentada en la Contraloría Municipal de Los Cabos.
El documento explica que la Ley establece claramente que
“las entidades sujetas a este impuesto son los generadores y no los
transportadores”, por lo que la mayoría de las compañías especializadas
en la recolección de basura, recurrieron al amparo para evitar pagar el
citado impuesto.
A casi un año de la entrada en vigor del impuesto, nadie
quiere pagarlo, como lo reconoció el propio Castro Sánchez, quien
expuso que de enero a agosto pudieron haber recaudado casi 2.5 millones y
medio de pesos por este concepto entre las empresas Pasa, Recoclean y Servicios de Transporte, S.A. de C.V., que a decir del funcionario, “son las más grandes”.
El caso ha generado una ríspida situación entre los
concesionarios y Castro, a tal grado que en dos ocasiones ha ordenado
el cierre del relleno sanitario para que ninguna compañía tire su
basura; incluso planea volver a cerrarlo en enero de manera definitiva
-adelantó-, como una medida extrema de presión para que paguen el
impuesto que -dicen los transportadores- no les corresponde”.
Los basureros
Durante esta investigación, ZETA contactó
al directivo de una compañía especializada en la recolección de basura,
quien expuso que “el Ayuntamiento pretende cobrar un derecho por la
disposición final de la basura en los dos rellenos sanitarios, los
cuales ni siquiera reúnen los requisitos más elementales de cualquier
sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo
especial. La verdad son una vergüenza”, dijo, y solicitó no publicar su
nombre por obvias razones.
El directivo comentó que se están negando a pagar el
impuesto porque “no les corresponde”, y sobre todo porque ya tienen una
carga fiscal, al pagar impuestos como el de Nómina, sobre la Renta y al
Valor Agregado.
De igual manera, sostuvo que el Ayuntamiento pretende
allegarse de recursos fáciles a costa de los empresarios, sin hacer
ningún tipo de inversión en los rellenos sanitarios.
Según cálculos y en base a las 400 toneladas de basura
que se tiran todos los días, el gobierno del alcalde José Antonio
Agúndez Montaño pretende recabar por concepto de este impuesto 128 mil
800 pesos diarios; es decir, 3 millones 864 mil pesos al mes, o 46
millones 368 mil pesos por año.
Sin embargo, los dos rellenos sanitarios “están
observados” porque contravienen la Norma Oficial 083 de la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), lo que ha derivado en
observaciones ambientales. No han sido clausurados, porque simple y
sencillamente, no habría donde tirar la basura.
El propio director de Servicios Públicos Municipales y
el delegado de la SEMARNAT, Marco Antonio González Vizcarra, así lo
reconocieron: tienen que trabajar mucho en esa materia.
Hasta hace poco, únicamente había en funcionamiento un
solo relleno sanitario en la ciudad de Cabo San Lucas, pero en la
administración del gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor, entró otro
más en operaciones en la ciudad de San José del Cabo.
El relleno tipo “A” en la localidad de Palo Escopeta,
presuntamente tiene una inversión de 15 millones de pesos en lo que
sería la primera etapa, y únicamente tiene espacios para mantener
abierta una trinchera a cielo abierto, cada vez que se cierra otra.
Sin embargo, y de acuerdo a especialistas en la materia,
el costo real de ese relleno oscila entre los 2 y 3 millones de pesos,
porque carece de lo siguiente:
Pozos de Biogás. No es otra cosa que el
conducto para quemar el Gas Metano, altamente explosivo y veinte veces
más dañino que el monóxido de carbono, el cual finalmente se va al medio
ambiente, cuando se descompone la materia orgánica.
Bombas neumáticas de contaminación.
Conducto para bombear o transportar los lixiviados, conocidos como
“jugos de la basura”, que deben regarse en el relleno sanitario.
Láminas impermeables en membranas. Sirven para evitar que los “jugos de la basura” se filtren en el subsuelo o mantos freáticos y contaminen el agua.
Los dos rellenos sanitarios de Los Cabos no son otra
cosa que basureros al aire libre, y carecen de equipamiento. Por tal
razón, el delegado de la SEMARNAT expuso que el Gobierno Federal ha
estado bajando recursos e implementando programas por municipio en
materia del manejo de la basura. “Acabamos de entregar 4.5 millones de
pesos al gobierno estatal para que cada municipio tenga un programa del
manejo de residuos, y está en proceso de implementarlos”, agregó.
Para el funcionario federal, ese problema no es
exclusivo del estado, sino de toda la República, porque comúnmente se
construyen rellenos que no cumplen con las normas sanitarias
establecidas, donde lo único que se provoca es contaminación y la
llegada de fauna nociva para las ciudades.
El reciclaje
Pero si la recolección y traslado de la basura es
negocio, el reciclaje también tiene lo suyo, sobre todo cuando se
otorgan permisos y concesiones bajo el amparo del poder del alcalde
José Antonio Agúndez Montaño.
El 25 de agosto, el edil cabeño anunció el interés de
una compañía con “más de siete años de experiencia” de reciclar, separar
y comercializar la basura a clientes potenciales, al ser “un problema
añejo y serio que puede resolverse”.
El anunció fue después de que el alcalde tuvo una
reunión privada en su despacho con Antonio Zedillo Sánchez, gerente
general de la compañía Ecocabo, S.A. de C.V. y el director de Servicios Públicos Municipales, Gustavo Castro Sánchez.
Pero la sorpresa no pudo ser mayúscula, pues dos días después de la reunión, el 27 de agosto, el nombre de la compañía Ecocabo, S.A. de C.V. apareció
registrado en la Dirección del Registro Público de la Propiedad y el
Comercio del Ayuntamiento de Los Cabos. Y hoy por hoy, trabaja en el
reciclaje de la basura, utilizando pepenadores sin ningún tipo de
protección y mucho menos prestaciones sociales, tal como uno de ellos lo
expuso a ZETA.
Paradójicamente a “los siete años de experiencia”, Ecocabo, S.A. de C.V.
fue registrada apenas el 31 de junio de 2011, bajo la escritura 12 mil
628, según hizo constar el Notario Público Número 10, José Rubén
Aréchiga de la Peña.
En la escritura, extrañamente la empresa no aparece con
algún domicilio fiscal, solo “con domicilio en San José del Cabo”, y
figuran como socios Antonio Zedillo Sánchez y Joel Ayala Bracho, con el
50 por ciento de las acciones cada uno, y donde nombran como
representante legal a Juan Ricardo Albarrán Morán.
La compañía -según las escrituras- “va a dedicarse a la
adquisición, reciclaje y comercialización de materiales primarios”, y a
decir por el director de Servicios Públicos Municipales, “el reciclaje
del plástico y aluminio” es el de mayor demanda en el mercado.
Sobre este caso, ZETA solicitó una
entrevista con los regidores Octavio Arvizu Buendía y Reynaldo Zatarain,
presidente y secretario de la Comisión de Servicios Públicos,
respectivamente, pero declinaron hablar sobre el caso.
Los regidores tomaron la llamada y, al enterarse del
tema, aseguraron que llamarían, pero al cierre de edición no tuvieron
contacto alguno. Los ediles no se presentaron a trabajar a su oficina el
pasado 3 de diciembre, a pesar de percibir un sueldo de 23 mil pesos
mensuales y tener bajo su disposición una asistente, un asesor técnico y
hasta un vehículo, propiedad del Ayuntamiento de Los Cabos.
Lo mismo sucedió con el contralor municipal de Los
Cabos, Héctor Alejandro Aréchiga de la Peña, quien dicho sea de paso,
aparece como notario adscrito de casualmente la misma notaría que
certificó el registro de Ecocabo, S.A. de C.V., y sobre la cual pesan muchas dudas.
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