miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA DECISIÒN DE PEÑA NIETO


 

Iría Peña Nieto contra alianza Zetas-Beltrán-Carrillo; el Chapo sería el beneficiado
Silber Meza   

El investigador Luis Astorga afirma que el problema de gobernabilidad que provocan estos grupos del crimen organizado es lo que los mantiene en la mira.

Ciudad de México.- Lo primero que se ve al entrar en el cubículo de Luis Astorga es un mapa geográfico de Colombia y una caricatura que destaca sus lentes y la abundancia de su nariz.

En el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM el espacio de trabajo es reducido. Desde ahí, Astorga afirma que la suerte está echada para la alianza Zetas-Beltrán Leyva-Carrillo Fuentes: en el próximo sexenio ellos se llevarán los ataques más duros de parte del Gobierno mexicano y del estadounidense.

“Una organización criminal que opera con una lógica mafiosa-paramilitar es potencialmente más peligrosa que una que puede ser más poderosa en términos económicos pero que no funciona con esa lógica”.

—¿Le puede poner nombre a esas organizaciones?

—Las organizaciones que tendrían un perfil más claramente mafioso-paramilitar son estas alianzas entre Zetas-Beltrán Leyva-Carrillo.

En su oficina apenas cabe un escritorio, una computadora personal y un par de sillas para los visitantes. Frente a él un par de libreros donde resaltan sus libros más conocidos: El siglo de las drogas, Drogas sin fronteras y Mitología del narcotraficante en México.

Astorga explica que son ellos, los Zetas-Beltrán Leyva-Carrillo, los que generan más problemas de gobernabilidad para el país y se han convertido en una amenaza para los Estados Unidos. Otro elemento en su contra es que han tocado a las élites políticas, como fue el asesinato del hijo del ex presidente nacional del PRI y ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira.

La violencia fronteriza de los Zetas comprende Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

“Un indicador clarísimo es la política sobre seguridad que anunció Obama el año pasado. ¿Cuáles son las organizaciones criminales a nivel mundial que señala el Gobierno estadounidense como prioritarias para atacarlas? No menciona al Chapo, menciona a los Zetas”, acota con un acento sinaloense domesticado en la distancia.

“Para quien lee los mensajes políticos de los estadounidenses eso es clarísimo: los tienen en la mira. Y que va a ser prioritario le guste o no le guste al Gobierno mexicano que venga, o que esté”.

Pero el beneficio que se llevaría Joaquín el Chapo Guzmán y el cártel de Sinaloa no sería con base en una política de protección gubernamental a este grupo, aclara, sino como un efecto de la estrategia.

“Ni siquiera tiene la capacidad de coordinar a sus instituciones de seguridad, ¡cómo se van a coordinar las instituciones de seguridad para proteger a un grupo sobre otro! No tiene sentido”, dice mientras dibuja en sus labios una sonrisa irónica.

Acuerdo o confrontación
El tema del narcotráfico está lleno de mitos y Luis Astorga ha dedicado buena parte de su trabajo científico a desmentirlos. Uno de esos tiene que ver con los acuerdos entre los políticos y los narcotraficantes.

El doctorado en Sociología del Desarrollo por la Universidad Sorbona de París cuenta que en la época priista el narcotráfico estaba subordinado al poder político.

“Cualquiera que se revelara a las reglas del juego autoritario sabía que tenía tres opciones: salir del negocio, ir a la cárcel o morirse”, sentencia.

Con la transición el modelo ha cambiado, ahora los criminales han aprendido a relacionarse con los poderes locales de distintos partidos políticos: el poder está repartido. Además, ya no están domesticados como antes. El Estado ya no tiene el control total sobre ellos y se enfrenta a un nuevo reto.

“El poder político es el que ahora tiene las tres opciones: no hacer nada y dejar que los grupos criminales dominen al político, hacer acuerdos con los criminales para beneficiarse económicamente… o la tercera opción es que la clase política mexicana asuma que es parte del Estado, sus responsabilidades, porque tienen posiciones de Poder”.

—¿Existe la posibilidad de que el PRI negocie con el narco para que baje la violencia?

—Se parte de la idea falsa de que nunca ha habido negociación. En la etapa de la transición, lo que hemos visto es que esas tres opciones han estado operando en el país, lo que no sabemos es hasta qué punto está predominando una sobre la otra, pero eso no quiere decir que nunca haya habido arreglos”.

El narcotráfico, resalta Astorga, no se puede entender sin el sistema político, por eso hay que conocerlos a ambos y observar su interrelación.

Peña Nieto tiene una fuerte oportunidad de disminuir la violencia si logra disciplinar a los presidentes municipales y gobernadores del PRI. Los priistas no solo gobiernan gran parte del territorio mexicano, también se encuentran en los lugares más violentos, detalla.

“Le convendría disciplinar a sus propios gobernadores y presidentes municipales y dar un ejemplo de que va en serio. Y si va en serio tendrían que salir gobernadores, presidentes municipales y algunos sectores empresariales locales a los cuales se les aplicaría la ley”.

Los acuerdos entre los políticos y el narcotráfico siempre se han dado, reitera Astorga, lo que no se sabe aún es a qué estrategia le dará más fuerza Peña: a la confrontación Estado-crimen organizado, o a los acuerdos con este.

La marcha de los militares
En el discurso se escucha bien que los militares salgan de las calles y pueblos de México, sin embargo, en las condiciones en las que se encuentra México es imposible, menciona el sinaloense.

“No es una cuestión de gusto, sino de capacidad del Estado mexicano”, advierte con ese tono que enlaza la serenidad y tristeza.

Afirma que no hay ningún presidente municipal que crea que puede solo con las policías a su servicio. La debilidad institucional aún predomina.

Con las pequeñas señales que ha lanzado Peña Nieto se puede, sabes que va a reorganizar el sistema de seguridad, pero no se ven grandes cambios en corto plazo.

Si sale adelante el proyecto de Gendarmería Nacional, en una imitación del modelo francés, explica Astorga, serían los propios militares los que ocuparían esa dependencia. Las fuerzas castrenses retiquetadas ocuparían las zonas rurales y la Policía Federal las ciudades.

“El problema no son las fuerzas militares, sino los inexistentes contrapesos internos y externos”.

Estos cambios pueden dar resultados si se llega a un gran acuerdo político y se toma una política de Estado, incluyendo a la Federación, los estados, los municipios y el Poder Legislativo. Aún así, advierte, los resultados no se verán rápido, menos bajarán los homicidios y secuestros en un 50 por ciento como lo prometió Peña Nieto.

“Son como los quince minutos en los que Fox iba a arreglar el problema de los zapatistas. La tendencia a prometer lo imposible en los políticos ya está en su ADN, no hay que tomarlo en serio y va a ser fácilmente criticable porque no lo va a lograr”, afirma.

Legalizar la mariguana
Luis Astorga es uno de los primeros académicos que han colaborado en la creación de iniciativas de ley para legalizar la mariguana.

Con la aprobación del uso recreativo de la yerba en los estados de Colorado y Washington, en México se reavivó el debate. Aunque este es un indicador positivo para la legalización de esta droga en Estados Unidos, en nuestro país y en el mundo entero, aún falta por conocer los efectos de la aplicación de la nueva norma, ya que se empezarán a difundir en un año y medio más.

 Lo más interesante es que el debate en México se volvió a abrir.
Otro lugar que va a marcar la agenda es Uruguay, país que discute legalizarla. Esta sería la primera nación en hacerlo.

“No tiene mucho sentido combatir la mariguana si allá —en Estados Unidos— va a estar legalizada”, sostiene.

La máquina de lavado seguirá

A pesar de los esfuerzos mexicanos por impulsar una ley contra el lavado de dinero es muy complicado que este se detenga, afirma Astorga. Ningún país, ni siquiera Italia, ha podido desmantelar las estructuras económicas de los grupos del crimen organizado.

“Si en Estados Unidos no se tiene el conocimiento con todas la leyes y controles que ellos tienen, cómo vamos a pensar que en uno o dos sexenios por una ley contra el lavado de dinero pueda ser más eficaz que lo que no ha podido ser en Estados Unidos”, critica con un dejo de desespero.

La “lista negra” norteamericana tampoco es de gran ayuda porque la mayoría de los negocios que menciona son de menor rango, expone, y cuando es una empresa mediana o grande como es el caso de la lechera Santa Mónica, propiedad de la familia de Ismael el Mayo Zambada, viene una nueva disyuntiva.

“Nada más calcúlale a cuánta gente emplea, qué es lo que vas a privilegiar: si está vinculado o no con algún miembro de organizaciones criminales o si tienes una cantidad impresionante de empleados y eso te está dando empleos relativamente estables para muchas familias. Ese es uno de tantos ejemplos. No es la misma un salón de belleza que emplea a cinco personas, que un negocio de esos que emplea cientos”.


El nuevo rostro de la Sedena
Salvador Cienfuegos Zepeda, antiguo comandante militar en Jalisco, Guerrero, Chiapas y el centro del país, fue designado secretario de la Defensa Nacional por el presidente Enrique Peña Nieto. Detrás de su nombramiento hubo días y semanas donde la disputa que varios generales protagonizaron llegó a niveles nunca antes vistos.

Juan Veledíaz / Especial para Ríodoce
—No lo conozco, pero me parece que es muy hosco, parco—. Las palabras buscaron ser la síntesis, el sumario que la periodista Isabel Arvide pronunció sobre la personalidad del general Salvador Cienfuegos Zepeda la noche del pasado lunes 3 de diciembre, cuando recordaba su relación con varios generales y reconocía que entre aquellos pocos, muy pocos, que nunca había tratado, estaba el nuevo titular de la Defensa. 

 Transcurrían las primeras 72 horas tras el anuncio que confirmó la llegada de Cienfuegos a la titularidad de la secretaría de la Defensa Nacional y que produjo buenas expectativas en gran parte del Ejército, cuando la veterana periodista presentaba en una librería al sur de la Ciudad de México su libro Mis generales, un compendio de sus experiencias y anécdotas de los últimos 30 años con varios militares sobre los que escribió breves perfiles.

 Ante una reducida pero selecta audiencia, comentó que el presidente Enrique Peña Nieto había engañado a todos con la verdad, es decir, que terminó por respetar la regla de oro de la milicia —la antigüedad en el servicio— y su designación recayó en el general de división con más años ostentando ese grado.

Entre los 36 generales de los que Arvide escribió estaban cuatro de los cinco divisionarios que compitieron por la Secretaría, en esas páginas aparecían el hoy exsubsecretario Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, también el inspector y contralor general del Ejército y Fuerza Aérea, ratificado en el cargo, Marco Antonio González Barreda, el nuevo oficial mayor Luis Arturo Oliver Cen y el hoy ex director de administración Augusto Moisés García Ochoa. 

Sobre cada uno realizó un boceto de su trayectoria militar y por ahí recordaba que cualquiera de ellos tenía los méritos suficientes si resultaba ungido. Al final de cuentas el nombramiento recayó en un militar que no aparecía en su libro.

Tras el anuncio de la tarde del viernes 30 de noviembre de que quien ocuparía el cargo era el general Cienfuegos, concluía uno de los procesos de sucesión al interior de la dependencia donde los ataques y mensajes dentro y fuera del ritual, proliferaron como pocas veces había ocurrido. Días antes del desenlace, una versión que se filtró a la prensa capitalina señalaba que había varios generales muy molestos y que no dudarían en solicitar su baja y anticipar su retiro si el ungido resultaba ser el director de administración de la Sedena.

Semanas antes en la pasarela de aspirantes, hubo un momento en que el general García Ochoa sintió que sería el nuevo secretario del ramo. Días después de que encabezó la parada militar del 16 de septiembre, responsabilidad que ha sido vista dentro del simbolismo castrense como paso previo para asumir la Secretaría, fue enviado como representante del general Galván al Palacio Legislativo de San Lázaro a la instalación de la Comisión de Defensa. Delante de los diputados García Ochoa leyó una carta del secretario donde resaltó la “buena relación” con el Legislativo, además se congratuló que la presidencia recayera en el diputado Jorge Mendoza, ex directivo de TV Azteca considerado miembro de la “tele bancada”, quien como senador participó en esta comisión en la Cámara alta.

Apenas en abril último García Ochoa había asistido al senado para dictar una conferencia que tituló Las Fuerzas Armadas en la defensa de la patria. En esa exposición consideró que existen nuevas amenazas contra la seguridad nacional y el Estado mexicano, no solo con el narcotráfico sino el terrorismo, la ciberguerra o guerra electrónica y los fenómenos naturales, lo cual obligaba a replantear la agenda de riesgos.

 “La defensa de la patria se centra en el surgimiento de nuevos actores y sucesos en el desarrollo nacional e internacional (…) la geopolítica nos obliga a definir y actualizar una nueva agenda de riesgos y amenazas”. 

 No faltó el tinte futurista cuando añadió que las redes trasnacionales del narco, el crimen organizado, el terrorismo y el bioterrorismo, el secuestro, el tráfico de armas y de personas, obligaban a modernizar la visión del Ejército y adecuar sus normas y reglamentos.

La exposición se dio semanas después de que García Ochoa presentara su tesis de maestría en seguridad nacional por el Centro de Estudios Superiores Navales, cuya autoría compartió con el contralmirante José Luis Arellano Ruiz y el capitán de navío Antonio Velasco Ríos, y la cual titularon La estrategia nacional contra la delincuencia organizada y su impacto en la seguridad nacional.

En esas páginas, dadas a conocer por una revista quincenal en agosto pasado, consideraron que mientras el golpeo de las fuerzas federales ha llegado a debilitar a todos los otros cárteles, el de Sinaloa exhibía su inmunidad ante la crisis y seguía en expansión. La organización “ha sido la más beneficiada durante la crisis que se presenta en México contra la delincuencia organizada”.

Y añadían, “es el grupo regional dominante en la mitad occidental de México y está ampliando activamente su territorio. Actualmente hay células del cártel de Sinaloa ayudando al cártel del Golfo en su lucha contra los Zetas en el noreste del país, desplazando poco a poco a Vicente Carrillo Fuentes en Ciudad Juárez, controlando Tijuana y luchando por la plaza de Acapulco.

 Donde quiera que haya un conflicto en México entre dos o más facciones o escisiones se encuentra la mano útil del cártel de Sinaloa. Mientras que las luchas internas y presiones externas de los organismos de control militar de México y las fuerzas federales han debilitado a todos los otros cárteles, el cártel de Sinaloa ha demostrado ser inmune a la crisis y está creciendo”.

Esos dos momentos, su intervención en el Senado y que se conociera el contenido de su tesis de maestría, fueron vistos al interior del Ejército como un proselitismo abierto del general García Ochoa, lo que molestó a gran parte del generalato.

 Conforme se acercaba la fecha del anuncio, y aumentaban las versiones sobre la disputa entre García Ochoa contra el general Gaytán, se comenzó a mencionar el nombre del general de división Virgilio Daniel Méndez Bazán, comandante de la Décima Región Militar con jurisdicción en los tres estados que comprenden la península de Yucatán. Su nombre surgió de una supuesta cercanía filial con Enrique Peña Nieto y vino a atizar las especulaciones sobre la identidad de quien sería sucesor del general Galván.

El regreso de la infantería

El dicho de Arvide sobre la personalidad del general Cienfuegos, parecía no estar muy distante de la realidad. De todos los aspirantes a encabezar la Defensa, se decía que era el único que mejor representaba ese distintivo modo de ser: hermético, adusto y de poco roce social, característico de buena parte del generalato.

El general Cienfuegos parecía lo contrario al exsubsecretario Gaytán Ochoa, e incluso era lo más opuesto al ex director de administración, el general García Ochoa. Con el primero lo une una amistad y respeto de mucho tiempo atrás, con el segundo era más una relación profesional que afectiva, según se comentó en el medio castrense. Pero la diferencia central era que no frecuentaba círculos políticos y de funcionarios civiles al nivel de sus dos coterráneos.

Cienfuegos inició su carrera cuando en 1964 ingresó al Colegio Militar, tres años después en 1967 se graduó como subteniente de infantería, arma que regresa al mando del Ejército tras seis años de que un oficial de artillería como el general Galván, lo ostentara. Estuvo en todos los escalafones desde su época de oficial, fue comandante de compañía —integrada por 100 o más elementos— después ocupó jefaturas de sección y encabezó diversas unidades principalmente en el estado de Jalisco donde fue comandante de la Zona 15 y de la Quinta Región Militar. 

Ese mismo cargo lo tuvo en zona de guerrilla y narcotráfico como Guerrero, donde fue comandante de la Novena Región y en Chiapas, donde estuvo al mando del cuartel de la Séptima Región. La suerte le sonrió cuando estuvo al mando de la Primera Región Militar, que comprende los estados del centro

 del país como Estado de México, Hidalgo, Morelos y el Distrito Federal, y conoció al entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. El priista tuvo la deferencia de invitarlo a su boda hace dos años, cuando se casó con la actriz Angélica Rivera. Entonces se comentó que fue el único militar de alto rango convidado y que asistió al evento.

De la hoja de servicios del general Cienfuegos se desprende que obtuvo el primer lugar en su promoción en la maestría en administración militar para la seguridad y defensa nacionales, realizada en el Colegio de Defensa Nacional. También resalta que ha tenido varias misiones en el extranjero, una como agregado militar a la Embajada de México en Japón y Corea del Sur y otras tantas en citas internacionales, como la de los preparativos para la quinta reunión de ministros de Defensa de las Américas realizada hace algunos años en Santiago de Chile. 

En Estados Unidos lo mismo ha visitado en misión oficial las instalaciones del Quinto Ejército en Texas, que asistido a la reunión preparatoria de la conferencia especial sobre seguridad en Washington. De su paso como representante del Ejército, se resalta que fue edecán militar de Fidel Castro, cuando era el jefe de Estado cubano, en una de las visitas que realizó en los años noventa al país.

Cienfuegos ha sido subjefe de doctrina militar en el Estado Mayor de la Defensa, en esa misma dependencia fue jefe de la Sección Tercera, Operaciones, y en otro momento jefe de la Subsección de Planes en la Sección Cuarta. 

En su currículum académico se hace notar que fue director del Colegio Militar, y del Centro de Estudios del Ejército y la Fuerza Aérea. Como profesor impartió la materia de táctica de infantería, caballería, artillería, ingenieros y arma blindada en Colegio Militar así como Logística y Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra.

Hasta las primeras horas del viernes 7 de diciembre, los únicos nombramientos en la Defensa Nacional que estaban confirmados era en la Oficialía Mayor, donde se nombró al general Oliver Cen, antiguo comandante de la Novena Zona Militar en Culiacán y se ratificó al general González Barreda, oriundo de Concordia, Sinaloa, como inspector y contralor general del Ejército y Fuerza Aérea. 

Estaba por confirmarse si el nuevo subsecretario sería el general Méndez Bazán y se conocería quién sería el nuevo jefe de Estado Mayor de la Defensa. También se supo que al general García Ochoa, ex director de administración, sería enviado de comandante a la Segunda Región Militar, con cuartel en Mexicali, Baja California, mientras al general Gaytán Ochoa, exsubsecretario, se barajeaba que podría ser nombrado al frente de Banjercito.
 





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